Explorando un grupo de islas con playas paradisíacas, mansiones de coral decoradas con relieves, y hasta un improvisado safari en busca de gacelas
Las Islas Farasan están situadas en el Mar Rojo, a 40km de la costa de Arabia Saudí. Se trata de 36 islas de coral que constituyen la parte visible de un enorme arrecife que se extiende por la zona. En el pasado tenían una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Tanto que en el siglo I los romanos construyeron un fuerte en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus (nombre que con el tiempo derivó en Farasan). En la actualidad las islas forman parte del Farasan Islands Marine Sanctuary y destacan por su rica biodiversidad.
Jazan, la capital de la región, es el punto de partida para visitar las Islas Farasan. Se trata de una ciudad donde el gobierno está realizando importantes inversiones para convertirla en un centro industrial de primer nivel. Cuenta con algún lugar de interés, como la Corniche o un Castillo Otomano. Y se encuentra a escasa distancia del mercado tradicional de Sabya.
VIAJE: FAYFA – JAZAN
Este trayecto lo encaré tras dormir unas pocas horas en mi hotel de Fayfa. Y es que durante buena parte de la noche no paré de escuchar vehículos que aparcaban cerca o pasaban con la música a toda pastilla, gente gritando, golpes… Todo lo contrario de lo que esperaba en una población de montaña, aunque seguro que influyó mucho que era jueves y comenzaba el fin de semana. Una vez en pie desayuné galletas y zumo; preparé las mochilas; desalojé el apartamento; y dejé las llaves en la recepción, sin poder despedirme porque no había nadie. En los alrededores deambulaba un grupo de turistas de la República Checa con un guía local, aunque había mucha niebla y las vistas eran realmente pobres.
Ya en el coche solo tenía que recorrer 100km hasta el destino final del día. Pero esta distancia incluía la vertiginosa pendiente que me tocó subir para llegar al hotel, con una estrecha carretera de curvas cerradas y bandas de frenado imposibles. Estaba realmente nervioso. Menos mal que el descenso fue mucho más sencillo, porque al ser viernes por la mañana había poquísimo tráfico. Y sin saudíes kamikazes pude conducir tranquilamente, alcanzando el fondo del valle sin problema. De camino pasé junto a enormes grupos de Babuinos que esperaban comida sentados en los miradores.
A continuación me detuve un momento en unos puestos que vendían flores, donde había varios lugareños vestidos con la indumentaria típica de la zona: pareo a rayas, una daga en la cintura y corona de flores (de ahí que se les conozca popularmente como «flower men«). Por suerte me permitieron hacer fotos (incluido un niño muy gracioso), y pude obtener alguna imagen interesante. Las coronas están elaboradas con hierbas aromáticas y flores, persiguiendo un doble objetivo: estético y medicinal. La verdad es que huelen realmente bien y no eran muy caras (25R).
De nuevo en la carretera me dirigí hacia Sabya, una ciudad camino de Jazan que según el guía de los Checos contaba con un importante mercado tradicional donde encontraría innumerables oportunidades fotográficas. Al poco vi a un padre con sus 3 hijos pequeños haciendo autoestop y decidí parar. También iban a Sabya y continuamos juntos. Al principio todo fue genial: el hombre me regaló su corona de flores; y me indicó un desvío hasta la falda de un imponente volcán donde nos hicimos unas fotos. No hablaba casi nada de inglés, pero nos comunicamos como pudimos (el tío tenía nada menos que 10 hijos y 2 mujeres).
Al llegar a Sabya aparcamos al lado de una mezquita a escasos metros del mercado. Faltaba poco para la llamada a la oración y todos los comercios estaban cerrados, así que el padre y los críos se fueron a la mezquita y yo me quedé esperando en el coche. Después visitaríamos el mercado y viajaríamos a Jazan. El plan me pareció perfecto y estuve alrededor de una hora leyendo, con un calor importante, mientras a mi alrededor pasaban montones de fieles y se escuchaban rezos y cánticos. Aunque cuando regresó la familia ocurrieron dos cosas que no me gustaron nada:
*El padre me dijo que al ser festivo el mercado ya no abriría hasta el día siguiente. Y entonces ¿para qué me dice que espere allí, cuando podía haber continuado hasta Jazan sin perder el tiempo? ¿Para garantizarse el transporte? O peor aún, ¿me estaba mintiendo para que nos fuéramos, sabiendo que el mercado sí abriría más tarde?
*Al llegar al coche la familia traía latas de Pepsi, incluida una para mí (todo un detalle). Pero camino de Jazan el padre no paraba de hacer con la boca un ruido típico de los saudíes cuando han acabado de comer. ¿O sea que habían estado llenando el estómago mientras yo esperaba solo en el coche? Me pareció muy fuerte. Y con esto no digo que me tenían que invitar, pero al menos avisarme, porque estaba hambriento.
Con este panorama casi no abrí la boca el resto del viaje hasta Jazan. Y a pesar de todo fui amable y les dejé donde me pidieron, junto a la Corniche. Pero cuando el padre me propuso ir juntos a otro sitio, le dije que no y continué hasta el hotel donde tenía previsto pasar la noche. En fin, esta experiencia me sirvió para comprobar que no todos los saudíes son extra amables (como me había ocurrido hasta ese momento), y me quitó las ganas de recoger a más autoestopistas por un tiempo…
ALOJAMIENTO: OYO 414 NASAEM JAZAN – 124R/Noche
*Puntos a favor: apartamento muy espacioso, equipado con cocina y nevera; cama doble enorme; limpieza extrema; aire acondicionado (necesario, porque hacía un calor horrible, aunque bastante ruidoso); ubicación muy céntrica, a escasa distancia de los principales lugares de interés; tranquilidad total por la noche; wifi correcto.
*Puntos en contra: mosquitos bastante molestos.
En Jazan hay una variada oferta hotelera (incluidas las cadenas OYO y Al Eairy), aunque a precios más elevados que en otras ciudades saudíes. Como venía siendo habitual el día anterior realicé una reserva a través de Booking y me orienté siguiendo las indicaciones de Google Maps. La sorpresa se produjo cuando llegué al lugar indicado por la aplicación y me encontré con un descampado. Allí no había nada. Menos mal que en el mapa de Booking sí aparecía la ubicación correcta, y a la segunda encontré el edificio. Según me contaron, el hotel se había incorporado hacía muy poco a la cadena y por eso los errores.
Una vez instalado en mi apartamento salí en busca de algo para comer. A un par de calles di con un local y compré Kabsa y una Mirinda (17R). Lo pedí para llevar y así pude comer tranquilamente en el apartamento, utilizando las dos manos.
UN PASEO POR JAZAN
Tras llenar el estómago decidí pasar el resto de la tarde explorando Jazan. Es una ciudad moderna, con alrededor de 1,5 millones de habitantes, atravesada por amplias avenidas llenas de tráfico. Y a simple vista no tiene mucho que ofrecer a nivel turístico, pero la verdad es que pasé unas horas entretenido. Estos fueron los lugares que visité:
1. Al Dosariya Castle: un castillo otomano ubicado sobre una colina (yo fui en coche). El exterior es espectacular, con muros muy bien conservados y 4 torres cilíndricas. Además ofrece buenas vistas de la ciudad. Eso sí, durante mi estancia en Jazan se estaban realizando obras y no pude acceder al interior, pero me encantó caminar por el lugar completamente solo, con una luz perfecta para la fotografía.
Después de visitar Dosariya dejé el coche aparcado cerca de mi hotel y realicé a pie el resto del recorrido.
2. Mercado de Pescado: se encuentra cerca del Puerto, en un recinto semi cubierto que tiene montones de puestos con todo tipo de seres marinos a la venta: peces de diferentes tamaños (incluidos algunos de vivos colores), gambas, langostas, cangrejos… Estuve un rato haciendo fotos y viendo a los lugareños regatear. Por lo visto es posible hacer una compra y llevarla a alguno de los restaurantes de la zona, donde te la cocinan al momento por un módico precio.
A escasa distancia también está el Mercado Central de Frutas y Verduras. Yo no lo visité, pero me parece un complemento interesante.
3. Puerto: es bastante grande y la gente suele acceder en coche. Yo opté por pasear y en ocasiones se hizo duro, bajo un sol abrasador. Tiene un muelle alejado con docenas de embarcaciones de pesca. Y Tourist Edge Marina, un complejo junto al mar con mesas de picnic, un centro de buceo, y barcas para alquilar y navegar por los alrededores. El edificio principal es curioso, con figuras de peces en la fachada, incluido un enorme tiburón. La verdad es que vi más gatos y gaviotas que gente.
4. Corniche: un Paseo Marítimo de varios kilómetros de longitud donde acuden los vecinos de Jazan. Está dividido en dos parques: el norte y el sur, separados por el Puerto. Yo visité el norte, que es más grande y me pillaba cerca. La verdad es que había mucha gente, pero el Paseo es gigantesco y tiene espacio de sobras. Yo me crucé con familias paseando, grupos de amigas (todas tapadas con abaya y niqab), chicos haciendo running (alguno en pantalón corto), y críos en vehículos a pedales. Una atmósfera muy agradable.
La guinda del pastel fue disfrutar de un magnífico atardecer, con el sol hundiéndose en el mar y el cielo de color naranja. Yo aproveché para hacer fotos sin llamar la atención, con las siluetas en primer plano de niños y mujeres.
De regreso al hotel caminé por una avenida donde se encuentran todas las franquicias de los restaurantes más conocidos a nivel internacional: KFC, McDonald’s, TGI Friday’s… Reconozco que hubiera caído en la tentación, pero tocaba orar y estaban cerradas. Así que para cenar aproveché el pollo con arroz que me sobró de la comida, rematado con una chocolatina.
EN EL MERCADO DE SABYA
La jornada comenzó a buena hora, porque quería intentar de nuevo la visita al mercado tradicional de Sabya y ya conocía que a las 12h cerraban todas las tiendas. Así que desayuné un yogurt con galletas y zumo; preparé la mochila pequeña; y subí al coche. Por suerte Sabya solo se encuentra 35km al norte de Jazan y tardé poco más de media hora, aparcando junto a la mezquita del día anterior. Hacía mucho calor, y tras unos minutos caminando ya estaba empapado en sudor.
Este mercado fue una pequeña decepción. Yo me esperaba encontrar varios puestos de flores donde podría fotografiar a los “flower men” con sus coronas, pero no encontré ninguno. Y cuando pregunté a los lugareños, me enviaban a floristerías donde se podía comprar el producto, aunque no tenían gracia a nivel turístico. No entendí el motivo. Un abuelete me dijo que el mejor día para visitar el mercado era el martes. Otro que todavía no era temporada alta de flores (primavera). Menos mal que paré en los puestos de carretera el día anterior, porque al final ahí obtuve las mejores imágenes de mi recorrido por la región. En fin…
Durante mi paseo vi tiendas con espectaculares vestidos para ocasiones especiales; pareos de hombre; coloridas telas; perfumes (en una el dueño me enseñó fragancias que olían genial); vajillas doradas; teteras… Por supuesto era el único turista y la gente se sorprendía mucho al verme, así que saludé y estreché manos sin parar. Me hicieron gracia algunos ancianos que se tiñen la barba de color naranja.
A continuación caminé hasta el cercano Mercado de Frutas y Verduras, compuesto por un recinto cubierto y varios puestos en las calles anexas. Aquí recibí una enorme presión por parte de los vendedores, que no paraban de ofrecerme sus productos: plátanos, tomates, calabacines, cebollas, manzanas… Además había bastantes mujeres acompañadas de sus hijos pidiendo limosna de forma insistente. Todo el mundo quería intercambiar unas palabras conmigo, aunque después muy pocos aceptaban aparecer en mis fotos. Yo estuve paseando un buen rato en busca de imágenes de interés. Y antes de marcharme me tomé un té con leche en el puesto de un simpático lugareño (2R). En ese momento se escuchaba la llamada a la oración y todas las tiendas comenzaron a cerrar.
De regreso a Jazan paré junto a una pick up que vendía sandías. Eran muy pequeñas pero tenían un aspecto realmente apetecible. El hombre me dio un trozo para probar y acabé comprando una por 5R. Esa fue mi comida del día. Después me quedé en mi habitación descansando, porque el calor era horrible y las calles estaban desiertas.
TARDE DE PREPARATIVOS
A eso de las 16h salí al exterior con una misión importante: organizar mi viaje del día siguiente a las Islas Farasan. Si quieres realizar una visita por libre, esta es la información que debes tener en cuenta:
*Hay un Ferry público que realiza el trayecto entre Jazan y Farasan Al Kabir (la isla más grande de todas). Los billetes se obtienen en las oficinas de MACNA (Maritim Company for Navigation), situadas cerca de la entrada al Puerto. Farasan Al Kabir está conectada por un puente con Isla Sajid. Para visitar el resto de islas es necesario contratar una barca privada.
*El Ferry parte dos veces al día: a las 7h y las 15.30h, tanto de Jazan como de Farasan Al Kabir. Se pide llegar a la Terminal con hora y media de antelación.
*Una vez en Farasan Al Kabir, las distancias son grandes y no hay transporte público, así que lo ideal es contar con vehículo propio. Si has llegado a Jazan en tu coche de alquiler, es posible embarcarlo en el Ferry pero solo si hay espacio, con lo cual no te dan billete de ida para el vehículo (sí de vuelta, porque no te van a dejar tirado en las islas). Yo elegí un domingo para viajar y no tuve problema, aunque los fines de semana (viernes y sábado) es recomendable llegar a la Terminal con la mayor antelación posible para garantizarte un hueco. En última instancia, en Farasan Al Kabir hay una agencia que alquila coches.
*El gobierno saudí ofrece a sus ciudadanos el Ferry a las Islas Farasan sin coste alguno. Como durante mi visita a Arabia Saudí el turismo en esta zona era residual, no se hacían diferencias entre nacionales y extranjeros, y el billete de ida y vuelta (coche incluido) me salió gratis. Aunque a medida que el turismo aumente es muy probable que esta medida cambie.
Otra opción para visitar las Islas Farasan es apuntarse a un tour a través de alguna agencia local de Jazan, que incluye varias actividades (snorkel, etc…) y la comida. Pero aquí no puedo opinar, porque evito siempre que puedo esta alternativa. Antes de volver a mi habitación pasé por una gasolinera y llené el depósito (38R). En las Islas Farasán también es posible, pero obviamente a precios más elevados.
En el hotel me estaba esperando una sorpresa. A la hora de pagar mi segunda noche el encargado de la recepción me pedía 150R. Su argumento: que el precio de Booking era una oferta especial por una sola noche. Yo me resistí, porque la norma no tenía ningún sentido; y porque otro encargado me había dicho que me podía quedar más tiempo por el mismo precio. Pero el chaval se mostró inflexible. Hasta que al final pedí hablar con el director del hotel; un empleado me llevó hasta donde estaba; y tras explicarle la situación aceptó mis argumentos. En fin…
Para cenar caminé hasta un restaurante turco ubicado a un par de calles del hotel. Allí aproveché para pedir un Iskender Kebab (uno de mis platos favoritos en Turquía), pero me llegó una versión bastante distinta: tiras de pollo en vez de carne de ternera; otro tipo de pan; y salsa de tomate picante. No estuvo mal y la porción era generosa, pero llamarle Iskender Kebab… Lo acompañé de 2 Mirindas y en total pagué 20R.
VIAJE: JAZAN – FARASAN
Si unos días antes me quejaba por tener que levantarme a las 6h de la mañana, esta vez mi alarma sonó a las 5h. La noche previa ya había dejado las mochilas preparadas, así que me vestí; desayuné galletas y yogurt; desalojé la habitación; y subí al coche. El Puerto desde donde sale el Ferry a las Islas Farasan estaba muy cerca del hotel y llegué en apenas 5 minutos, atravesando calles desiertas mientras se escuchaba la llamada a la oración.
La verdad es que no tenía ni idea de qué hacer para embarcar, pero por suerte los policías que encontré se portaron genial. Estos fueron los pasos:
*En el control de acceso al Puerto un agente me pidió el billete y me dejó pasar.
*Una vez en la entrada de la Terminal pregunté a otro agente sin bajarme del coche y él se encargó de realizar las gestiones mientras yo esperaba. Primero me hizo el check in (le tuve que dejar mi Pasaporte). Y después desapareció con el billete y me lo trajo firmado, autorizando que mi coche embarcara.
*A continuación me dirigí al Ferry, donde un nuevo agente examinó el billete y me envió a una cola de vehículos que esperaban.
*Tras más de media hora la cola comenzó a moverse y entré en el Ferry. Allí unos operarios me dijeron dónde aparcar y subí a la sala de pasajeros. Estaba casi vacía, así que pude elegir un asiento junto a la ventana. Y es que la gente que viajaba sin vehículo tardó alrededor de una hora en embarcar. Mientras me compré un té con leche en el bar (3R), leí un rato, y vi cómo se iba haciendo de día.
Al final nos pusimos en marcha a las 8h pasadas, 2 horas y media después de llegar a la entrada del Puerto. El trayecto no tuvo mucha historia. El Ferry iba bastante lleno, algo que no me esperaba al ser domingo (jornada laborable). Y a mi alrededor algunos lugareños miraban vídeos en sus móviles a todo volumen, en lugar de utilizar cascos para no molestar. Por lo que pude ver, yo era el único turista. El Ferry alcanzó la Isla Farasan Al Kabir a las 9.30h. Unos minutos antes bajé a la bodega para subir al coche y estar preparado; y salí del barco sin incidentes.
EXPLORANDO FARASAN AL KABIR
Una vez en tierra comencé una improvisada ruta por diferentes lugares de interés de Farasan Al Kabir. Esto fue lo más destacado:
1. Ruinas de Al Qessar: una antigua población de viviendas tradicionales construidas con bloques de coral. En la actualidad están deshabitadas y el lugar es una especie de museo al aire libre. La zona cerca de la entrada no me hizo mucha gracia, porque parece el decorado de un parque temático, con casas excesivamente restauradas, postes de madera con linternas y senderos de piedra. Pero después llegué a la parte más auténtica, llena de viviendas en ruinas que investigué con total libertad.
Además Al Qessar está rodeada de una vegetación exuberante, con arbustos y palmeras. Por todas partes aparecían pájaros revoloteando que no paraban de cantar. Y el suelo estaba lleno de escarabajos en busca de pareja. Iban loquísimos, y cuando notaban mi presencia corrían directos hacia mis pies (no sé si por el sonido o porque detectaban el calor corporal).
2. Safari: esta fue la parte más surrealista de mi visita a las Islas Farasan. No muy lejos de Al Qessar se encuentran las oficinas del Farasan Islands Marine Sanctuary y decidí entrar para preguntar un par de cosas. Allí se me recibió con todos los honores y acabé en el despacho del director. Nadie hablaba inglés y la comunicación fue complicada. Yo expliqué que me interesaba mucho la naturaleza y tenía un blog de viajes. Y al cabo de unos minutos, sin saber cómo, estaba subido en un 4×4 con un guarda del parque al volante.
El objetivo del guarda era mostrarme ejemplares de una especie endémica de la isla: la Gacela de Farasan. Y nos internamos en un laberinto de arbustos, siguiendo pistas sin asfaltar que a duras penas podía recorrer el 4×4. La hora no era ni mucho menos la mejor, porque durante la parte central del día las gacelas se refugian en la sombra. Pero aun así tuvimos suerte y pude ver varias: un macho lejano; un par de hembras a las que pude fotografiar bien; y algún grupo a la carrera. Entre los arbustos había montones de langostas que salían volando en todas direcciones; y bastantes pájaros.
El guarda hablaba un inglés más que decente y me aportó bastante información de interés. Aunque durante todo el recorrido (alrededor de una hora) no paré de preguntarme cuánto me iba a costar aquel tour privado. Cuando regresamos a las oficinas me esperaba lo peor. Pero para mi sorpresa nos despedimos dándonos la mano y continué mi ruta sin tener que pagar nada. No me lo podía creer…
A continuación decidí acercarme al pueblo de Farasan y comer algo. Opté por un restaurante que me recomendó el guarda, y la verdad es que no decepcionó. Me senté en el suelo y pedí Kabsa, una ración de berenjenas con patatas, una Mirinda y una botella de agua. La comida estaba muy rica, con raciones abundantes y un buen número de lugareños a mi alrededor. Justo lo que buscaba. Precio: 25R.
Mientras comía apareció el guarda y me dijo que tenía que volver a las oficinas para registrarme en el libro de visitas. Yo pensé que era una excusa y esta vez no me escapaba de pagar, pero no había doble intención. El director quería saber si me había gustado el tour (la verdad es que me marché sin despedirme de él) y me dio un cuaderno donde escribí unas líneas. De nuevo la hospitalidad saudí a pleno rendimiento. Aunque al igual que el ferry gratis, si empiezan a llegar grupos de turistas las cosas cambiarán…
EL PUEBLO DE FARASAN
De regreso en Farasan (la principal población de las islas) conduje hasta su casco histórico, donde visité diferentes monumentos:
3. Antiguas Mansiones: pertenecían a comerciantes de perlas que amasaron grandes fortunas. En la actualidad la mayoría se encuentran en ruinas, algo sorprendente teniendo en cuenta que se trata de auténticas obras de arte. Al menos pude curiosear por la zona con total libertad, descubriendo fachadas cubiertas de elaborados relieves con motivos geométricos, salas con techos de madera, e infinidad de detalles. Fue genial pasear completamente solo. Incluso apareció de entre los escombros una colorida salamandra.
La mansión más espectacular es Rifai House, construida a principios del siglo XX. Sus muros exteriores están llenos de relieves, al igual que la puerta de acceso a la vivienda. Una pena que durante mi visita se encontraba cerrada al público y no pude ver el interior.
4. Castillo Otomano: data del siglo XVIII y está ubicado sobre una colina con muy buenas vistas de la isla. Es bastante sencillo, de forma rectangular y sin torres de vigilancia. La puerta también estaba cerrada y me quedé sin entrar.
5. Najdi Mosque: una mezquita blanca cuyo exterior está decorado con relieves. Como no tocaba oración me pude asomar a la sala principal, que tiene un altar de madera pintado con vivos colores. En los alrededores del templo hay alguna antigua mansión abandonada, aunque solo se pueden contemplar desde fuera.
En resumen, al no ser fin de semana ni viajar con un grupo organizado, la mayoría de monumentos estaban cerrados. Pero a cambio pude disfrutar del lugar sin otros turistas, así que al final no me importó mucho.
VISITANDO PLAYAS PARADISÍACAS
Más tarde me propuse visitar algunas de las playas de Farasan Al Kabir, porque ya eran las 15h pasadas y todavía no había visto ninguna. Para ello me dirigí hacia el oeste del pueblo y tomé un desvío hasta una rotonda de la que partían tres carreteras hacia tres puntos de la costa norte:
*El primero es una amplia bahía de aguas transparentes con mesas de picnic a lo largo de la orilla. Bonita sin más, así que apenas estuve unos minutos.
*Siguiendo la segunda carretera aparecí en una playa espectacular de arena dorada y aguas turquesa. Aquí era posible adentrarse en el mar durante muchos metros con el agua solo hasta los tobillos gracias a una fotogénica lengua de arena. En los alrededores había un viejo muelle de madera donde descansaba un grupo de gaviotas; y un par de garzas blancas pescando. Dos perros se dedicaron a ladrarme desde la distancia casi todo el tiempo, pero cuando me acerqué a darles unas galletas salieron disparados. Y apareció un vehículo de la Policía para comprobar que todo estaba bien.
*El tercer punto era una extensa playa, con la orilla cubierta de algas que quedaban genial en las fotos.
En los tres lugares estuve solo, disfrutando de una atmósfera de relax total. No me bañé porque no iba a tener una ducha disponible hasta el día siguiente y no me hizo mucha gracia la idea de estar tanto tiempo con el cuerpo cubierto de salitre.
UNA NOCHE PARA OLVIDAR
A continuación conduje hasta el sitio donde había previsto pasar la noche. Mi idea era acampar en la playa, pero antes de desembarcar en Farasan Al Kabir ya sabía que no estaba permitido en todas partes. Así que durante el safari de las gacelas pregunté al guarda y me indicó un lugar adecuado: Janaba Beach, situada al sur del pueblo. La verdad es que la playa me gustó bastante, con mesas de picnic cubiertas cerca de la orilla a las que se puede acceder sin problema en un coche normal. Con lo cual aparqué junto a una de las mesas y monté la tienda de campaña.
Más tarde contemplé una bonita puesta de sol y me metí en el coche a cenar galletas y zumo que había comprado en una tienda del pueblo. En este punto me empecé a dar cuenta que la noche no iba a ser plácida. Si mantenía las ventanas del coche subidas el calor era insoportable; y si las bajaba entraban docenas de mosquitos (de hecho en pocos minutos me llenaron de molestas picaduras). No me quedó otra que meterme en la tienda, pero dentro también hacía mucho calor. Aunque lo peor no fue eso…
Cuando llegué a la playa había alguna familia saudí y poco a poco se fueron marchando, dejándome solo. Únicamente se escuchaba el sonido de las olas y algún gato merodeando en busca de comida. Pero de repente comenzaron a aparecer vehículos. Algunos pertenecían a grupos de chavales que ocuparon la playa, gritando sin parar durante horas. Otros se limitaban a recorrer la zona arriba y abajo, con la música a todo volumen. Aquello parecía una autopista en hora punta. Incluso pasaron un par de camiones que formaron un estruendo terrible.
La situación era surrealista. Hubo un momento en el que estuve a punto de meter la tienda en el maletero del coche y largarme a una de las playas desiertas que había visitado. Me extrañó mucho, porque no era fin de semana. Desconozco si se trata del ambiente habitual, o mi presencia allí atrajo multitud de curiosos. Pero por si acaso te recomiendo evitar a toda costa Janaba Beach. A eso de las 2h el ruido fue aflojando algo y logré quedarme dormido. En fin, no fue ni mucho menos la experiencia idílica que había imaginado en estas islas.
DESCUBRIENDO ISLA SAJID
Al día siguiente mi despertar fue un nuevo despropósito. Un ruidoso camión de la basura pasaba a escasos metros de mi tienda, con operarios vaciando cubos; y un grupo de lugareños reía y gritaba. Estaba agotado, pero al mismo tiempo tenía ganas de marcharme y no volver a ver nunca más esa maldita playa. Así que desayuné galletas y zumo; guardé la tienda como pude en el maletero del coche (hacía bastante viento para utilizar su funda); y me puse en marcha. El día amaneció nublado, pero con el paso de las horas se fue despejando y al final lució el sol. En la orilla había grupos de gaviotas a las que me pude acercar sin problema.
Ahora tocaba conocer las playas de Isla Sajid. La primera parada fue en el puente que conecta la isla con Farasan Al Kabir. Desde él se pueden contemplar unas vistas memorables, con el mar turquesa, playas de arena blanca, y una zona de manglares extendiéndose hasta el infinito. Este lugar me hizo olvidar la noche nefasta que pasé, y continué mi ruta con ánimos renovados.
Una vez en Isla Sajid visité dos de sus playas:
*Primero conduje varios kilómetros, pasando por la población de Khutob, y continué hasta la costa oeste de la isla. De camino atravesé llanuras desiertas cubiertas de arbustos, acacias y palmeras. Al final llegué a un puerto con barcas de pescadores y un mirador elevado que ofrecía una panorámica única de los alrededores, con un mar azul impresionante. Mientras estaba allí llegaron dos barcas, y me hizo gracia un gato que se subió a una nada más llegar a la orilla.
Allí aparqué el coche y caminé siguiendo la orilla, hasta alcanzar otro puerto donde había más barcas y unas formaciones de coral que emergían del agua. Por el cielo revoloteaban montones de gaviotas, e incluso pude ver fugazmente un pelícano. Eso sí, había basura por todas partes. A esas alturas el sol ya pegaba con fuerza, aunque estuvo genial pasear descalzo con los pies en el agua.
*Para llegar a la segunda playa me dirigí al norte de la isla, abandoné la carretera y continué por una pista sin asfaltar con peligrosos bancos de arena. Si me quedo allí atascado no me encuentran en mucho tiempo. Aunque mereció la pena, porque acabé en una playa genial, situada a escasa distancia de otra de las Islas Farasan. Una lengua de arena se adentraba en el mar y me permitió pasear sin que el agua me cubriera, haciendo fotos maravillosas. La zona estaba llena de vegetación, con arbustos y flores moradas. Y en la orilla había montones de pulgas de mar que se lanzaban a mis pies (no picaban, pero la sensación era desagradable). Para variar tuve el lugar para mí solo.
Hubiera continuado explorando playas, pero ya se hacía tarde. Así que regresé a Farasan Al Kabir; comí en el mismo restaurante del día anterior (Kabsa, agua y Mirinda, por 20R); me dirigí al Puerto; y me uní a una cola de vehículos que esperaba. Al cabo de un rato llegué a la entrada de la Terminal, donde un agente inspeccionó mi coche (me extrañó que no lo hicieran a la ida) y otro se fue con mi pasaporte y los papeles del vehículo para gestionar el check in. Y accedí al interior del Ferry.
Esta vez la gente que viajaba a pie ya había subido y todos los asientos junto a la ventana estaban ocupados. Pero no me importó. porque las vistas son bastante monótonas y había espacio de sobras. Esta vez partimos muy puntuales (a las 15.30h). Durante el trayecto me compré un té con leche, una chocolatina y una botella de agua fría (7R). Estaba agotado tras una noche para olvidar, quemado por el sol y deshidratado. Así que la hora y media del viaje me vino genial para recuperar energías. Al llegar a la Terminal de Jazan faltaba poco para que oscureciera, y me dirigí de nuevo al OYO 414 Nasaem, donde me esperaba la misma habitación, una ducha y una cama confortable.
CONCLUSION
Mi visita a las Islas Farasan fue un auténtico chollo: Ferry gratis (¡con coche incluido!); y hasta un safari privado en 4×4 sin coste alguno. Está claro que la llegada de más turistas extranjeros provocará que esta situación cambie, pero aun así merece mucho la pena visitar las islas. Aquí disfruté de algunas de las mejores playas de Arabia Saudí (y eso que ya había estado en la zona del Golfo de Aqaba y el Mar Rojo). Además hay interesantes ruinas, como las antiguas mansiones de coral de los comerciantes de perlas. Te aconsejo dedicar a la zona 3 días completos: dos para las Islas Farasan; y uno para la ciudad de Jazan y el cercano mercado tradicional de Sabya, donde con suerte podrás ver a los «flower men».
Intenta evitar visitar las islas en fin de semana, porque se llenan de familias saudíes, y puede que no haya espacio en el Ferry para tu coche. En cuanto al alojamiento, si viajas con presupuesto ajustado la mejor opción es acampar en alguna de sus playas. Si buscas tranquilidad, por nada del mundo elijas Janaba Beach. Dicen que es la única donde está permitido, pero tras mi negativa experiencia yo me la jugaría, acamparía en otra playa más alejada del pueblo, y si la policía me dice algo intentaría negociar.
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