Recorriendo en moto una pequeña isla ubicada en el Golfo Pérsico, cubierta de rocas con formas y colores surrealistas
La Isla de Hormuz está situada en el famoso estrecho del mismo nombre. Un lugar de gran importancia geoestratégica que conecta el Golfo Pérsico con las aguas del Golfo de Omán y el Océano Índico. Aquí el tráfico de barcos es constante, transportando casi un tercio de todo el petroleo que se comercia en el mundo. Y los turistas escasean, así que lo más probable es que tengas toda la isla para ti solo.
Mi visita a la zona del Golfo Pérsico fue totalmente improvisada, ya que en un principio había planeado pasar unos días con los nómadas que habitan los Montes Zagros. Pero al descubrir que no era la época del año más adecuada, seguí los consejos de Eshghi o Pejman, que me animaron a viajar a la costa. Y como suele ocurrir en estos casos, un cambio de guión fue la antesala de algunas de mis mejores aventuras en Irán.
VIAJE MAYMAND – BANDAR ABBAS
Este trayecto requería de unas gestiones previas. Pero no tuve que mover un dedo, porque los dueños del MaymandMoon Ecolodge de Maymand hicieron todas las llamadas necesarias. Estas fueron las etapas:
1. Taxi Dar Baste (privado) a Sirjan: vino a buscarme a Maymand a las 13h pasadas, y recorrimos 110km en dirección sur. El conductor no hablaba ni una palabra de inglés, así que todo el trayecto fue en silencio. Al principio el paisaje fue bastante atractivo, con llanuras salpicadas de árboles centenarios, pero después se convirtió en un secarral sin interés. Aunque a esas alturas yo ya estaba más preocupado por otros asuntos:
*Los dueños de mi alojamiento decidieron la hora a la que tenía que salir de Maymand. Pero una vez en marcha me di cuenta que era imposible llegar a tiempo a Sirjan para coger el autobús. Desconozco cómo hicieron los cálculos. Yo pedí al taxista que acelerara, pero con gestos me indicó que había cámaras con radares y no quería que le pusieran una multa. Entonces le pedí que llamara por teléfono a la Terminal de Autobuses de Sirjan, y explicara mi situación. Aquí sí me hizo caso, y cuando colgó me dijo que el autobús me iba a esperar. Aunque me pareció demasiado sencillo y no me fiaba un pelo. Y me tiré todo el viaje mirando el reloj, viendo cómo pasaba el tiempo.
*El taxista se quedaba dormido, y en alguna ocasión el vehículo hacía eses sin venir a cuento, invadiendo el carril contrario. Hubo un par de veces que estuve a punto de llamarle la atención, pero aguanté como pude, y conseguí llegar a Sirjan sano y salvo. Eso sí, 10 minutos más tarde de la hora de partida prevista del autobús. Precio: 70milT.
2. Autobús hasta Bandar Abbas: en la Terminal me dirigí al mostrador de la compañía y me alegré cuando el encargado me dijo que el autobús aun no había llegado. Así que compré el billete (14milT) y me senté a esperar. No me imaginaba que el vehículo tardaría casi hora y media en aparecer. Fue un auténtico coñazo y nadie me explicó los motivos. Tantos nervios para nada…
Ya en el autobús, como es habitual, ocupé un asiento junto a la ventana. Aunque al poco se hizo de noche y no hubo paisaje para entretenerme. Además pusieron la TV a todo volumen, y el ruido no me dejaba escuchar música con mi Ipod. Con lo cual el trayecto se me hizo larguísimo. Pero bueno, al final tras más de 4 horas de viaje y 310km recorridos, llegué a Bandar Abbas.
3. Taxi Privado al hotel: el autobús me dejó en la carretera, a unos kilómetros del centro. Tras unos segundos de confusión, un taxista me ofreció sus servicios con cara sonriente. En teoría era Savari (compartido), ya que había otra persona en el asiento delantero. Pero cuando llegamos al hotel que había elegido para pasar la noche, el hombre me pedía 15milT, un precio totalmente abusivo. Yo me negué y acabé pagándole 10milT. Todavía era caro, pero estaba cansado y al cambio se trataba de poco más de 2 euros.
ALOJAMIENTO: HOTEL AMIN – 150milT/Noche
*Puntos a favor: lavabo privado con ducha perfecta; limpieza impecable; ubicación en primera linea de mar, a escasa distancia a pie de la terminal de ferries; personal de la recepción muy amable; aire acondicionado; nevera con una botella de agua grande de cortesía; wifi impecable; desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales; mobiliario desvencijado; precio.
La verdad es que el Hotel Amin es un alojamiento de contrastes: la entrada es señorial; y el ascensor está ambientado con música clásica. Pero después abres la puerta de la habitación, y te encuentras con un panorama bastante triste.
Una vez instalado, salí a la calle en busca de algún lugar para cenar. Y por suerte lo encontré en la misma avenida de mi hotel: un local de fast food donde pedí un Chelo Kebab, acompañado de arroz blanco y una Pepsi. El abuelete que me atendió no hablaba inglés, y fue realmente cómico verle mover los brazos aleteando para saber si quería carne de pollo o ternera. El comedor estaba en un piso superior, limpio y con aire acondicionado. Y al cabo de unos minutos, apareció un camarero con mi plato. Me moría de hambre, así que devoré la cena, rodeado de lugareños que me miraban con cara de sorpresa. Precio: 9milT.
A continuación entré en una heladería que había justo al lado y pedí un delicioso helado de azafrán, acompañado de nueces y otros frutos secos (4milT). Con el estómago lleno regresé a mi hotel, preparado para un merecido descanso. Y es que había sido una dura jornada…
LOS ORÍGENES DE BANDAR ABBAS
Al día siguiente, tras una noche de sueño impecable, bajé a buena hora al comedor del hotel para desayunar. El buffet fue correcto: un par de huevos fritos; ensalada de tomate, pepino y queso de cabra; pan Lavash acompañado de mermelada; y chai. Después preparé mi mochila pequeña y caminé hasta la cercana Terminal de Ferries.
En el pasado, Bandar Abbas era una tranquila población pesquera en la costa del Golfo Pérsico, donde a principios del siglo XVI llegaron los portugueses y establecieron un puesto comercial que bautizaron con el nombre de Comorao (por la abundancia de camarones en la costa). Pero un siglo más tarde, en 1622, el todopoderoso Shah Abbas I, de la Dinastía Safávida, decidió expulsar a los portugueses y convertir Comorao en el principal puerto del Imperio Persa. Y de paso le cambió el nombre a Bandar Abbas (literalmente «puerto de Abbas»). Hoy día la ciudad es capital de la provincia de Hormozgan, y continúa siendo el puerto más importante de Irán. Aunque se trata de una ciudad de amplias avenidas y tráfico caótico, donde el calor y la humedad son asfixiantes, y no hay lugares de interés turístico.
A pesar de esto, mi presencia en Bandar Abbas estaba justificada. Porque se trata del punto de partida para visitar las islas de Hormuz y Qeshm.
VIAJE BANDAR ABBAS – ISLA DE HORMUZ
Una vez en la moderna Terminal de Ferries, compré un billete para viajar a la Isla de Hormuz (7milT), y esperé unos minutos en una sala reluciente, junto a un puñado de pasajeros. Al poco nos indicaron que podíamos subir a la embarcación. Yo me senté en el piso superior, para respirar aire fresco y contemplar las vistas. Y a eso de las 9h nos pusimos en marcha. Eso sí, una vez más no consultar los horarios con antelación casi me arruina el día, porque el siguiente Ferry no salía hasta las 12h. Me fue de un pelo… El barco avanzó a un ritmo muy tranquilo, y al cabo de una hora desembarcamos en el muelle de Hormuz, donde pude ver algún enorme Lenge (barcos tradicionales dedicados al transporte de mercancías, con cubiertas de madera muy elaboradas).
Nada más abandonar las instalaciones del puerto, salieron a mi encuentro varios lugareños ofreciéndome transporte para visitar la isla. Básicamente tenía dos opciones:
1. Alquilar un Tuk-Tuk: con techo para protegerme del sol, pero más caro.
2. Viajar de paquete en una moto: más barata, pero totalmente expuesta al sol. Al final elegí esta opción, porque el dueño era un tipo sonriente que me inspiró mucha confianza. Como no había turistas regateé el precio todo lo que pude. Y acabé pagando los 30milT que me pedía, pero por una excursión de 5 horas en lugar de las 3 habituales. Así él no perdía dinero, y yo podía explorar con calma las diferentes atracciones.
Antes de ponernos en marcha el hombre me llevó a una tienda, donde compré una botella de agua grande (congelada) para cada uno por 2milT. Y desapareció unos minutos, para regresar con otra moto más grande. Imagino que se la pidió prestada a algún amigo, porque no confiaba en que la suya aguantara 5 horas con tanto peso encima. Mientras esperaba, me comí un bizcocho con un zumo de naranja. Y comenzamos la excursión.
HISTORIA DE HORMUZ
En la antigüedad, Hormuz era conocida con el nombre de Jarun. Hasta que durante el siglo XIV el emir de Hormuz (una ciudad ubicada hacia el interior del país) decidió trasladarse a Jarun para escapar de los ataques de los ejércitos mongoles, construyendo un nuevo asentamiento. Y poco a poco, la isla adoptó el nombre de su lugar de procedencia. En 1507 los portugueses se hicieron con el control de Hormuz, que utilizaron como puerto para los barcos que viajaban a Goa. Pero en 1622 el Shah Abbas I pactó con la British East India Company, y organizaron un ataque conjunto que mandó a casa a los portugueses. Aunque como todo el tráfico comercial se derivó al nuevo puerto de Bandar Abbas, la isla inició un lento declive hasta convertirse en lo que es hoy.
La zona del Estrecho de Hormuz ha sido el escenario de varios incidentes internacionales. En 1988 un avión de pasajeros que viajaba entre Bandar Abbas y Dubai fue abatido por un portaaviones norteamericano, acabando con la vida de 290 personas (por lo visto, lo confundieron con un avión de combate). Y en el año 2011, ante las amenazas de Irán de cortar el tráfico de barcos, Estados Unidos, Reino Unido y Francia enviaron buques de guerra, creando un clima de máxima tensión (que por suerte no fue a más).
VISITA AL PUEBLO
Hormuz solo cuenta con una población, ubicada en el extremo norte de la isla. Y para empezar la excursión, nos a acercamos a conocer sus dos lugares de interés:
1. Fuerte de Nuestra Señora de la Concepción (o simplemente Fuerte Portugués): situado a menos de 1km del puerto. El motorista me llevó hasta la entrada y se quedó esperándome fuera. Allí un vigilante me cobró 15milT por el acceso (me pareció carísimo). Y estuve un rato paseando por el recinto.
Este es el fuerte que construyeron los portugueses pocos años después de conquistar la isla. Los muros exteriores son de piedra rojiza y están bastante deteriorados, pero el interior merece la pena. Tiene una capilla con arcos y columnas muy bien conservadas, y paredes que mezclan piedra con trozos de coral. Un depósito de agua subterráneo con enormes pilares donde hacía un calor asfixiante (salí empapado en sudor). Y varios cañones antiguos.
Desde el fuerte también pude contemplar las vistas de los alrededores. Pero como por la mañana tenía el sol de cara, decidí regresar por la tarde, tras acabar el recorrido por la isla. A esa hora ya no estaba el vigilante e hice buenas fotos. Y me senté a comer pistachos y disfrutar de la atmósfera, completamente solo.
2. Museo del Dr. Nadalian: se trata de la casa de un reconocido artista iraní, donde está expuesta parte de su obra. Precio: 2milT. El hombre no para, y está involucrado en todo tipo de proyectos sociales (ayuda a las mujeres de la isla, a los drogadictos, fomenta el reciclaje…). El exterior está cubierto de pinturas murales, incluidas las viviendas anexas. La visita consistió en ver un vídeo de 13 minutos en el ordenador portátil del chaval encargado del Museo, donde el doctor explicaba su trayectoria. Y después eché un vistazo a dos salas con un montón de fotos y artesanía a la venta. Yo acabé comprando un mapa de la isla muy completo por 3milT.
Si estás interesado en pasar la noche en Hormuz, el museo tiene habitaciones disponibles. Pejman me recomendó el lugar, y lo estuve valorando seriamente. Pero al final decidí continuar en mi hotel de Bandar Abbas.
RECORRIENDO LA ISLA EN MOTO
A continuación comenzamos a explorar el resto de la isla, que está deshabitado. Si hubiera sabido el calor que iba a hacer, habría dejado las dos visitas del pueblo para el final de la excursión. Pero ya no había marcha atrás, y nos pusimos en marcha alrededor del mediodía, con un sol abrasador. Mi guía de viajes no hablaba de ningún lugar de interés concreto a parte del pueblo. Así que tuve que fiarme del criterio del motorista, que fue parando en los sitios que consideró oportunos. Fueron los siguientes:
1. Silent Valley: una muestra de las maravillas que me esperaban. Se trata de un valle lleno de formaciones geológicas increíbles: escarpadas montañas de color rojo; torres de piedra; enormes bloques de sal; colinas blancas… Hay un sendero circular que recorre la zona, y el motorista se apuntó a caminar conmigo. La verdad es que me vino bien para incluirlo en mis fotos. Pero también paseé a mi aire, trepando por las roca en busca de panorámicas. Fue lo más parecido a explorar un planeta extraterrestre.
El sendero conduce hasta una gigantesca montaña de sal solidificada, de paredes lisas. Estos fenómenos se producen cuando los movimientos de las placas tectónicas hacen emerger a la superficie depósitos de sal, que en función de la presión recibida y la erosión del agua adoptan formas muy distintas. La pena fue que me encontré el sol de cara, y no pude obtener buenas imágenes.
2. Salt Cave: de regreso en la moto hicimos un alto para ver una cueva de sal, con sus paredes cubiertas de este mineral, que parecía nieve o algodón. De camino vi en la distancia una montaña cónica de color blanco, conocida como el Damavand de Hormoz, por su parecido con la cima más alta de Irán.
3. Rainbow Valley: es la versión premium de Silent Valley. Otro valle cubierto de formaciones imposibles. Primero contemplé el conjunto desde un mirador, con montañas irregulares de todos los colores posibles en función del mineral: rojo, naranja, amarillo, blanco, marrón… Después me adentré en el valle, entre pináculos de roca, descubriendo infinidad de detalles sorprendentes. Subí por colinas de arenisca donde se me hundían los pies. Y avancé por lugares donde el terreno se resquebrajaba bajo mi peso (mala decisión ir en chanclas ese día). Eso sí, el sol era infernal, y al cabo de un rato empecé a notar que me mareaba. Pero a cambio vivi una experiencia única.
Este sitio es Disneylandia para un geólogo. Un paisaje memorable, que pude disfrutar con una luz perfecta para la fotografía. Mi cámara de fotos echaba humo. El motorista, por supuesto, decidió esperarme sentado a la sombra. Rumbo al siguiente lugar de interés, ya en el sur de la isla, recorrimos pistas de arena de un color rojo intenso. Y divisé en la distancia las Snowy Mountains, que parecen sacadas de una postal de los Alpes Suizos, con sus cimas blancas como si fuera nieve.
4. Dragon & Sunset Tower: en otro punto bajamos de la moto y caminamos hasta la costa. Primero pasamos por una roca que evoca la silueta de un dragón. Y después aparecimos en Sunset Tower, un mirador con unas vistas inmejorables de los acantilados y el mar.
5. Red Beach: continuando por una pista que bordea la costa sur de la isla, llegamos hasta esta alucinante playa de fina arena roja, que al alcanzar el mar tiñe las aguas de color púrpura. A mi alrededor se levantaban enormes acantilados de color amarillo y marrón, y fotogénicos pilares de roca. En un punto de la playa la arena era de color negro y reflejaba la luz del sol como si fuera purpurina. Podía haberme bañado, pero no quedaba mucho tiempo y me conformé con pasear descalzo por la orilla. Otro lugar espectacular.
6. Heavenly Sea: para acabar la excursión, el motorista me llevó hasta otro mirador. Desde allí contemplé los acantilados adentrándose en el mar, formando cuevas naturales. Y una buena panorámica del Golfo Pérsico envuelto en una ligera bruma.
De regreso al pueblo pasamos junto a varias extensiones de terreno cubiertas de peces y crustáceos secándose al sol. En un punto nos bajamos de la moto y estuve descubriendo todo tipo de criaturas marinas. Eso sí, el olor era horrible y no aguanté mucho. Una vez en el pueblo, el motorista me dejó junto al fuerte tras las 5 horas pactadas. A parte del precio acordado le di 2milT de propina, porque su comportamiento fue modélico. Y nos despedimos de forma amigable. Me cayó genial este tipo (una pena que sea fatal para los nombres y no me acuerde del suyo).
ATARDECER EN HORMUZ
Desde el fuerte caminé hasta el puerto, rodeado de mujeres envueltas en coloridos chadores y niños jugando. Con afiladas montañas como telón de fondo, y las últimas luces del atardecer. Y para acabar, me senté en una roca junto al mar y disfruté de una magnífica puesta de sol, que tiñó el cielo de color naranja.
Aun faltaba un rato para mi ferry de regreso a Bandar Abbas, así que decidí entrar en una cafetería cercana. El local era minúsculo, y me tomé un café con leche (10milT) atendido por un camarero muy simpático. Al poco aparecieron de la nada dos chicas suizas (Soleille y Lucie), que por lo visto habían intentado conocer la isla a pie y no les había ido muy bien. El caso es que nos pusimos a charlar, y acabamos volviendo juntos a Bandar Abbas en el ferry de las 18h. Como era de noche viajamos en la planta inferior, que parecía una sala de cine, con butacas y una pantalla enorme.
Ya en Bandar Abbas, intercambiamos móviles y nos despedimos. Porque las chicas cogían otro Ferry para dormir en Qeshm, la isla que tenía previsto visitar al día siguiente. Yo hubiera hecho lo mismo, pero no sabía que había Ferry a esas horas y ya no podía modificar mis planes. En fin… Tras salir del puerto, decidí cenar repitiendo el recorrido del día anterior. Primero Chelo Kebab acompañado de una Pepsi, en el local de fast food. Y después helado de azafrán (esta vez con zumo de zanahoria), en la heladería anexa. En ambos lugares me trataron como a un cliente de toda la vida, recibiendo saludos y sonrisas. Precio: 14milT.
Cuando llegué a mi habitación, me estiré en la cama con una sensación de felicidad total, tras haber vivido un día increíble. Y con un final que prometía nuevas aventuras…
CONCLUSIÓN
La Isla de Hormuz fue sin duda una de las grandes sorpresas de mi viaje por Irán. Yo me esperaba un puñado de rocas de formas curiosas, y en su lugar me encontré con unos paisajes épicos. Te recomiendo dedicar a la isla una jornada completa (la excursión estándar de 3 horas me parece demasiado corta). Aunque si dispones de tiempo, Hormuz cuenta con atracciones suficientes para mantenerte entretenido al menos 3 días. En cuanto al alojamiento, tienes la posibilidad de pasar la noche en la casa del Dr. Nadalian. O mejor aun, acampado en alguna playa remota.
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