Una roca con inscripciones de la época Aqueménida y las ruinas de Ecbatana, la mítica capital del antiguo Imperio Medo
Hamedan es una ciudad situada en una meseta a 1.850m de altura y nada hace pensar que bajo su moderno casco urbano se ocultan las ruinas de Ecbatana, la capital del Imperio Medo, fundada en el año 678 AC por el rey Deioces. Esta misteriosa civilización jugó un papel importante en la caída del Imperio Asirio y peleó con Lidios y Babilonios, hasta que 130 años más tarde fue sometida por el poderoso Imperio Aqueménida. A continuación Ecbatana se convirtió en residencia de verano de los reyes persas y partos, y más tarde en un importante centro comercial de la Ruta de la Seda. Aunque por desgracia no queda prácticamente nada de ese pasado esplendoroso y se han realizado muy pocas excavaciones arqueológicas en la zona.
Actualmente Hamedan no recibe muchos turistas, pero a parte de las famosas ruinas cuenta con otros lugares de interés, como las inscripciones de Ganjnameh, el mausoleo de Gonbad Alaviyan, la Tumba de Avicena, o la agradable Plaza Imam Khomeini.
VIAJE: QAZVIN – HAMEDAN
Este desplazamiento comenzó en el hotel Taleghani Inn tras una noche complicada. Primero un grupo de mujeres iraníes estuvo hablando a gritos por los pasillos hasta las 3h. Y a las 7h los huéspedes de la habitación de enfrente se dedicaron a charlar y tomar té con la puerta abierta como si estuvieran en un bar. A veces me cuesta mucho entender el comportamiento de la gente…
En fin, una vez en pie me vestí; preparé las mochilas; y me despedí del amable abuelete de la recepción. A continuación caminé hasta la Terminal de Qazvin, situada a 20 minutos. La idea era coger un autobús hasta Hamedan, pero no pude comprar el billete con antelación porque el día anterior me encontré las oficinas cerradas (a pesar de no ser ni las 19h). Así que aparecí en la Terminal a las 8.30h, hora y media antes de la salida prevista. Yo intenté de nuevo comprar un billete, pero el encargado de la compañía me dijo que no era necesario y me indicó que me sentara en una sala. Como a veces los venden en el propio autobús no me extrañó y esperé leyendo.
Minutos antes de las 10h el encargado llamó a los pasajeros para Hamedan y comprobé con horror que todo el mundo entregaba un billete. Y como yo no tenía y el autobús estaba completo me quedé en tierra. Me sentí ridículo, después de esperar hora y media para nada. Y encima el siguiente autobús era a las 14h… Por supuesto pedí explicaciones al encargado, pero el tío me daba largas sin ni siquiera mirarme. Yo siempre intento mantener la calma, pero entre esta situación y el sueño acumulado al final estallé y me puse a pegarle gritos. Y regresé a las oficinas para comprar el billete tirando mis mochilas al suelo y cagándome en todo. Sé que está mal, pero también tengo derecho a un día cruzado…
Por suerte una chica me sugirió una opción que no había valorado: viajar en taxi compartido (Savari). Era arriesgado porque la espera se podía eternizar, pero decidí probar suerte. En la Terminal cogí un taxi hasta el lugar desde el que salían los Savari (6milT). Y entré en una oficina donde en cuestión de segundos me convertí en el centro de atención. Los taxistas me preguntaban cosas, les enseñé fotos, nos hicimos algún selfie… La situación estuvo divertida y me hizo recuperar el buen humor. Y lo mejor de todo: al cabo de media hora ya éramos 4 pasajeros y partimos rumbo a Hamedan. Una pena no poder dar las gracias a la chica por su ayuda…
El trayecto fue realmente tranquilo. Duró poco más de 3 horas, mientras recorríamos 240km en dirección suroeste por una autopista en muy buen estado. Yo fui sentado cómodamente en la parte delantera, con un sol muy agradable, y hasta pude echar un par de cabezadas. Solo paramos una vez a descansar y me tomé un té con una barrita de chocolate (5milT). El paisaje no tuvo demasiado interés y el conductor puso música clásica (iraní y europea), además de “Canción del Mariachi” de Los Lobos (imagino que en mi honor). Cuando llegamos a la Terminal de Hamedan el conductor me buscó un taxi hasta el centro por 6milT, y aparecí en la Plaza Imam Khomeini.
ALOJAMIENTO: YAS HOTEL – 100milT/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado con ducha perfecta; buena limpieza; ubicación inmejorable, junto a la Plaza Imam Khomeini, a escasa distancia a pie de las principales atracciones; wifi rápido; nevera; precio.
*Puntos en contra: camas individuales; colchón muy incómodo; mobiliario destartalado.
Un hotel recomendado por mi guía de viajes con habitaciones similares a mis anteriores alojamientos de Teheran y Qazvin. Incluso pude rebajar el precio 15milT por noche y pagué un importe idéntico. El encargado de la recepción no era un hombre de muchas palabras, pero siempre se mostró atento conmigo. Una vez instalado salí a la calle para aprovechar las últimas horas de luz.
DESCUBRIENDO HAMEDAN
En Hamedan no hay edificios antiguos, ya que la ciudad sufrió una profunda renovación en el año 1929. Su diseño es radial, con 6 amplias avenidas que arrancan desde la Plaza Imam Khomeini. Esto fue lo más destacado de mi paseo:
1. Plaza Imam Khomeini (llamada simplemente Meydan por los lugareños): sin duda fue la gran sorpresa de Hamedan. Yo me esperaba un lugar horrible y caótico, similar a la plaza del mismo nombre en Teheran. Y en su lugar me encontré con una plaza peatonal rodeada de edificios de estilo neoclásico coronados por cúpulas plateadas. Al ser viernes el ambiente era muy relajado y pude caminar tranquilamente, observando ancianos sentados y mujeres en chador, con las montañas de color naranja en la distancia. Me recordó mucho a la Plaza Shahrdari de Rasht.
2. Mausoleo de BuAli Sina: un edificio construido en el año 1954 donde se encuentra la tumba de este importante médico y filósofo del siglo XI, conocido en occidente como Avicena. Su obra magna, el “Canon de Medicina” (o de Avicena), fue durante cientos de años un libro de referencia. El Mausoleo está en una plaza a la que se llega por una avenida peatonal, y su torre con forma de lápiz se ha convertido en la imagen icónica de Hamedan. En el interior, además de la tumba, hay un pequeño museo. Pero no accedí al recinto, porque el precio para los extranjeros es ridículo: nada menos que 50milT por ver una única sala.
3. Mezquita Masjed Jameh: situada en otra avenida peatonal, data de la época Qajar y es la principal mezquita de Hamedan. Su entrada es majestuosa, con dos minaretes cubiertos de azulejos de color turquesa. Y en el interior hay un patio con un Iwan lujosamente decorado, acompañado de otros dos minaretes.
4. Gonbad Alaviyan: un antiguo Mausoleo construido en el siglo XII, durante la época del Imperio Selyúcida. En principio era una mezquita, pero posteriormente fue transformado en la tumba de la importante familia Alaviyan. De nuevo me encontré con otro precio para extranjeros abusivo: 30milT. Estuve a punto de marcharme, pero acabé aceptando a regañadientes (¡y encima la encargada de la taquilla me quería cobrar 40milT!). Aquí por lo menos me dieron un folleto explicativo en inglés.
El Mausoleo es un edificio cuadrado con sus muros cubiertos de elaborados relieves de yeso que representan plantas y flores. Una auténtica obra de arte que me hizo olvidarme del precio de la entrada. En el pasado la construcción estaba coronada por una impresionante cúpula, pero con el tiempo se derrumbó.
Camino de Gonbad Alaviyan pasé junto a una plaza donde pude admirar el Imamzadeh Abdollah. Estas mezquitas/mausoleos son modernas, pero no dejan de impresionarme por su belleza arquitectónica. El Imamzadeh Abdollah tiene dos minaretes y una cúpula dorada que crean una imagen muy fotogénica.
A continuación, mientras caía la noche, caminé hasta el Bazar cubierto, situado junto a mi hotel. A pesar de ser viernes había un montón de puestos de alimentos. Entre los productos más populares vi granadas, manzanas, calabazas, naranjas, frutos secos, remolachas, pescado… Yo compré mandarinas y unos cacahuetes, hice unas fotos, y charlé con algún vendedor, que alucinaba con mi presencia. Después regresé a mi habitación a descansar.
CENA: KAKTUS RESTAURANT
Un local ubicado en la plaza del Mausoleo de BuAli Sina. Abre a las 19h, así que tuve que esperar más de lo que hubiera querido. Una vez allí bajé al comedor (está en un sótano), me senté en una mesa y me atendió una camarera con un inglés muy justo. Además el menú estaba en farsi, con lo cual acabé pidiendo platos conocidos: Zeitun Parvardeh (olivas con pasta de nueces), Kebab de Pollo con Arroz y tomates, y una Fanta. Todo muy rico y abundante. A mi alrededor, como de costumbre, había familias locales que me miraban de reojo con curiosidad. Precio: 37milT.
De vuelta al hotel, la avenida peatonal que por el día estaba desierta había cobrado vida y atravesé un improvisado mercadillo con docenas de puestos que vendían ropa, juguetes, utensilios de cocina, dulces… Había gente por todas partes. Pero no me entretuve mucho, porque en pleno mes de noviembre el frío era importante.
UNAS ANTIGUAS INSCRIPCIONES
Al día siguiente me levanté a buena hora tras una noche en la que dormí sin problemas y recuperé sueño acumulado. Después desayuné unos dulces que compré la tarde anterior en una pastelería cercana (3milT); preparé la mochila pequeña; y me dirigí al primer lugar de interés de la jornada: Ganjnameh. Este sitio se encuentra 8km al suroeste y para llegar es necesario un taxi. Como frente a mi hotel había una parada, negocié con un conductor y me llevó a Ganjnameh por 25milT. Más tarde me acordaría del taxista…
Ganjnameh es un lugar muy visitado, pero a la hora que llegué no había casi nadie. Además me sorprendió no tener que pagar entrada, sabiendo cómo se las gastan en Hamedan. En el interior del recinto hay dos sitios que ver:
1. Inscripciones: una enorme roca con dos paneles cubiertos de escritura cuneiforme que datan de la época del Imperio Aqueménida, entre los siglos VI-V AC. Uno corresponde a Darío el Grande, y otro a su hijo Jerjes. Ganjnameh era un importante lugar de paso y así todo el mundo podía leer sus hazañas. Las inscripciones están en 3 idiomas: Persa, Elamita y Babilonio, y fueron de gran ayuda para descifrar la escritura cuneiforme. Me gustó mucho. Por cierto, mejor luz para la fotografía a primera hora de la mañana, cuando el sol ilumina la roca.
2. Cascada: está a unos metros de las inscripciones y consiste en un salto de agua de 9m de altura que durante mi visita bajaba algo escaso de caudal.
Al cabo de una hora ya no tenía mucho que hacer en Ganjnameh y decidí marcharme. Mi idea era coger otro taxi privado hasta el centro de Hamedan, pero junto a la entrada había uno compartido (el conductor gritaba “Meydan”) con 2 pasajeros esperando. Así que preferí ahorrar dinero y en un minuto arrancamos. La sorpresa se produjo cuando llegamos a la Plaza Imam Khomeini y solo tuve que pagar 3milT. Eso significa que todo el taxi costaba 12milT, y por la ida el primer taxista me había clavado 25milT…
Se me quedó cara de tonto. Cuando negocié me dio la sensación de estar pagando algo de más, pero tanto… Mi duda es si el taxista me engañó conscientemente; o si el precio que me ofrecía era ida y vuelta con espera (entonces sería correcto), y al ver que le daba el dinero y me marchaba se calló y desapareció con la pasta. En fin… Mirando el lado positivo, al cambio solo pagué 1€ de más… A continuación busqué un sitio para llenar el estómago.
COMIDA: ARYAEIYAN TRADITIONAL RESTAURANT
Se trata de un restaurante situado en la avenida peatonal que conduce al Mausoleo de BuAli Sina. Lo encontré de casualidad buscando en Google Maps, porque es facilísimo pasarse de largo su minúscula entrada sin ningún tipo de rótulo. Y fue todo un acierto. Tras bajar unas estrechas escaleras aparecí en un comedor espectacular, decorado con todo tipo de detalles: un techo abovedado de ladrillo, divanes para sentarse, lámparas con forma de toro, azulejos representando escenas antiguas, luz tenue… Allí una camarera que hablaba algo de inglés me condujo a una mesa.
El menú consistió en 3 salsas que elegí de entre unas cuantas (me gustó la de yogurt y pepino, pero las otras estaban demasiado avinagradas); Dizzi (la especialidad local); una jarra de Dugh para beber (leche agria mezclada con agua y menta, no me gusta nada pero me la trajeron antes de que pudiera pedir otra cosa); y para rematar un par de tazas de té endulzado con Nabaat y un chicle de canela. El Dizzi me encantó, y a mi alrededor todo el mundo comía lo mismo, con una atmósfera realmente auténtica. Precio: 40milT. Un lugar muy recomendable.
EN LAS RUINAS DE ECBATANA
Para acabar mi visita a Hamedan me acerqué hasta la Colina de Hegmataneh, a un cuarto de hora del centro, donde se puede ver lo poco que se conserva de la antigua ciudad de Ecbatana. A estas alturas ya no fue una sorpresa tener que pagar 50milT por el billete (otro precio turístico fuera de lugar), que vino acompañado de un folleto en inglés. Al final ya me reía con el encargado de la taquilla…
Una vez en el recinto arqueológico estuve alrededor de hora y media paseando tranquilamente. Casi no había gente, a excepción de un ruidoso grupo de chavales a los que dejé avanzar y no volví a ver. La clave es no aparecer esperando ver unas ruinas como las de Persepolis, porque de lo contrario la decepción será importante. Yo ya estaba prevenido, así que pasé un rato agradable, leyendo los diferentes carteles explicativos en inglés, con las últimas luces del día y unas bonitas vistas de las montañas en el horizonte. Esto fue lo que más me gustó:
1. Excavaciones: hay varias por toda la Colina de Hegmataneh, realizadas entre los años 80-90. En ellas se pueden ver muros de adobe correspondientes a viviendas y restos de la muralla que rodeaba la ciudad. La más extensa está en el interior de una nave de metal y otras se encuentran protegidas bajo cubiertas de chapa.
2. Museo: contiene algunos objetos de interés, como un sarcófago Medo, Rhytons (envases ceremoniales con forma de animal), esqueletos, o lápidas cubiertas de relieves.
3. Iglesias: hay dos en un extremo del recinto. Son modernas, pero no está de más dedicarles unos minutos.
De regreso a mi hotel paré a comprar unos dulces en una pastelería. Eran exactamente los mismos del día anterior y ya de entrada me costaban la mitad (1,5milT). Pero es que encima el dueño no me dejó pagar. Yo insistí varias veces por si era cosa del Taarof iraní, pero no hubo manera. Una despedida de Hamedan de la mejor manera posible…
CONCLUSION
Mi presencia en Hamedan fue producto de un error de planificación de mi ruta por el norte de Irán. Yo había previsto visitar desde aquí las Cuevas de Katale Khor y continuar hasta Zanjan. Pero a última hora cambié de idea, porque están a 170km de distancia; no hay transporte público; y las fotos que vi tampoco me impresionaron. Encima para viajar a Zanjan tuve que volver a Qazvin siguiendo una ruta más larga porque no había otra opción. Dicho esto, si te sobra el tiempo Hamedan es una ciudad muy agradable para pasar un par de días entretenido, con lugares interesantes como Ganjnameh o Gonbad Alaviyan. Y muy probablemente serás el único turista.
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Comentarios
2 ComentariosCynthia
Sep 23, 2022Gracias, estaba estudiando la BIblia y al buscar evidencias acerca del imperio medo persa me encontre con esto y fe de mucha utilidad, gracias
Ganas De Mundo
Sep 25, 2022Gracias a ti por el comentario. Un placer compartir información y ayudar en lo posible. Un abrazo!