Datos básicos para visitar de forma independiente el sur de este gigantesco país, que cuenta con algunas de las atracciones naturales más increíbles de Sudamérica.
Normalmente decido viajar a un país por diferentes motivos, pero en el caso de Brasil solo había uno: disfrutar de su espectacular naturaleza. El sur cuenta con un montón de reservas y parques nacionales que protegen playas paradisíacas, extensas sabanas de vegetación tropical, montañas de formas curiosas, ríos de aguas cristalinas y humedales llenos de vida. Aunque por encima de todo destacan dos lugares que siempre había soñado con explorar: las Cataratas del Iguazú, sin duda las más espectaculares del mundo; y la región del Pantanal, con una impresionante concentración de fauna autóctona, incluido el esquivo jaguar. Por supuesto también aproveché mi recorrido para conocer otras atracciones turísticas, como las antiguas poblaciones coloniales de Minas Gerais y Goiás, o las ciudades de Salvador, Brasilia y Río de Janeiro. Pero esto fue un complemento a mi principal objetivo del viaje.

Cuando aterricé en Brasil el país acababa de vivir unos años de auténtica euforia, convirtiéndose en el centro de todas las miradas. En el año 2014 fue la sede del Mundial de Fútbol (donde la selección carioca cayó eliminada en semifinales por Alemania con un contundente 1-7); y durante el verano del 2016 había organizado los Juegos Olímpicos. Pero estos macro eventos no consiguieron corregir ninguno de los problemas endémicos que afectan a Brasil: su enorme desigualdad social, con millones de personas viviendo en precarias favelas; los elevados índices de criminalidad, con uno de los ratios de homicidios más altos del mundo; y la corrupción (2 meses antes de mi visita la presidenta del país, Dilma Rousseff, había sido expulsada del gobierno en una oscura maniobra política vinculada al escándalo financiero de la compañía Petrobras).
El Ministerio de Exteriores considera que Brasil es un destino donde hay que moverse con precaución, por la abundancia de atracos a mano armada. Yo visité el país por libre y no tuve ningún problema, en buena parte porque apenas pasé 5 días en ciudades, que es donde se suelen producir estos delitos. Aunque fui testigo de las extremas medidas de seguridad de Salvador, con su casco antiguo patrullado por soldados armados hasta los dientes; y en Río de Janeiro presencié un intento de robo de un grupo de críos a una turista. En cambio en las poblaciones pequeñas o parques naturales me sentí completamente seguro.
ITINERARIO POR BRASIL
En total estuve 36 días recorriendo el sur de Brasil. Comencé el viaje en Río de Janeiro, desde donde visité Ilha Grande y Paraty. Después subí hasta el estado de Minas Gerais para conocer sus principales ciudades coloniales; volé a Salvador, desde donde exploré el Parque Chapada Diamantina y Morro de Sao Paulo; volé a Brasilia, donde alquilé un coche para conducir a mi aire por el estado de Goiás; y continué hacia el oeste en transporte público haciendo un alto en el Parque das Emas. Por último, la ciudad de Cuiabá me permitió visitar el Parque Chapada dos Guimaraes y el Pantanal; y volar a Foz do Iguaçu para contemplar las famosas cataratas.
CUANDO IR
En general la mejor época para visitar el sur de Brasil es durante la temporada seca, que va de marzo a noviembre. Aunque si quieres incluir el Pantanal en tu recorrido, este período se acorta y pasa a ser de mayo a octubre. De diciembre a febrero es Verano, con un clima húmedo y caluroso, pero tendrás la posibilidad de disfrutar de los famosos Carnavales (son especialmente recomendables los de Río de Janeiro, Salvador y Ouro Preto).
Yo viajé por el país durante octubre, que en teoría es el mes ideal: en el sur comienza la Primavera, con temperaturas más suaves y cielos despejados; y en el Pantanal es el final de la temporada seca, con mayores probabilidades de ver fauna al disminuir los niveles de agua. Pero la lluvia hizo acto de presencia en incontables ocasiones, estropeando algunas de mis visitas. En especial los recorridos por Minas Gerais y el Parque Nacional da Chapada Diamantina; o mis estancias en Río de Janeiro y Paraty. Quizás esta situación fue fruto del fenómeno meteorólogico conocido como El Niño, que afectó a diversas zonas del mundo entre los años 2015 y 2016, distorsionando la climatología habitual.
VISADO
Los ciudadanos de la Unión Europea no necesitamos visado para entrar en Brasil, pudiendo permanecer en el país un máximo de 90 días.
GUIAS DE VIAJE
-«Brasil» de Lonely Planet. En mi opinión es la mejor guía para visitar Brasil. Cuenta con 730 páginas llenas de datos prácticos que me fueron de gran utilidad. Imprescindible.
-«Brasil» de DK Eyewitness. Con más de 400 páginas, sigue la tónica del resto de guías de esta colección: muy bien estructurada, mapas espectaculares, circuitos a pie recomendados para las principales poblaciones… Pero carece de la información necesaria para organizar un viaje por libre (alojamiento, restaurantes, transporte…).
Considero que las dos guías se complementan a la perfección. La Lonely Planet me sirvió para planificar la ruta y consultar el día a día. Y la DK para hacerme una idea general de la zona a visitar, y como recuerdo una vez finalizado el viaje.
-«Pantanal Wildlife» de Bradt Guides. Para los entusiastas del mundo animal, con 175 páginas donde encontrarás descripciones y fotografías de las principales especies que habitan esta región de Brasil. Una versión muy ampliada del típico capítulo que las guías de viaje destinan a la fauna del país.
COMO LLEGAR
En mi caso volé con Iberia hasta Río de Janeiro, haciendo escala en Madrid. A la hora de facturar la mochila grande hubo momentos de tensión. Por lo visto el código de mi billete correspondía a un destino distinto, todo fruto de un cambio que realizó la aerolínea, sustituyendo el vuelo de regreso por otro (me lo habían comunicado por correo electrónico hacía unas semanas). Menos mal que la chica encargada fue muy simpática y me acompañó al mostrador de Iberia para que solucionaran el error.
El resto del viaje transcurrió sin incidentes. Despegamos a la hora prevista; los aviones estaban en muy buen estado, con asientos cómodos y pantallas individuales; y el servicio de comidas fue correcto. La única pega las azafatas, secas y malencaradas, pero bueno. Yo pasé casi todo el trayecto viendo películas y series, leyendo mi guía de viajes y echando alguna cabezada. Y llegué Río a las 18h.
Mi alojamiento estaba ubicado en el barrio de Copacabana y para llegar utilicé un taxi oficial, ya que era de noche y acababa de aterrizar en una ciudad famosa por sus elevados índices de criminalidad. El trayecto duró 45 minutos, atravesando calles oscuras bajo una lluvia constante; y pagué 130R.
TRANSPORTE
Para moverse por el país las principales opciones son:
1. Autobús: es la alternativa más económica para desplazamientos entre ciudades. En las rutas de largo recorrido hay diferentes compañías, y es posible comparar en busca de la mejor oferta. Suele haber 3 clases de autobús: Comum (básico); Executivo (asientos cómodos y aire acondicionado, a veces a temperaturas polares); y Leito (asientos totalmente reclinables, para trayectos nocturnos). En los viajes cortos normalmente solo hay una empresa que gestiona la ruta y no existe la opción al regateo, aunque por regla general los vehículos son modernos.
Las Terminales de Autobús (llamadas Rodoviaria) suelen estar ubicadas en las afueras de las ciudades, a unos kilómetros de distancia. Los billetes se compran antes del trayecto, en la taquilla de la compañía correspondiente, y se requiere el Pasaporte. No es necesario reservar con mucha antelación, a excepción de algún desplazamiento concreto (nocturno) o que sea periodo de vacaciones. En ese caso, puedes comprar el billete en la taquilla o hacerlo online. Yo a veces utilicé la página web de busbud.com (una compañía canadiense) y me funcionó a la perfección. El precio de los billetes no es muy caro.
Es importante que te informes del número del andén donde aparecerá tu autobús minutos antes de la hora de salida. Yo guardaba mi mochila grande en el maletero inferior del vehículo, y me daban un recibo que tenía que entregar al llegar al destino para recuperarla. Una vez en marcha, la conducción es muy correcta, y no hay música estridente ni películas a todo volumen. Así que los trayectos son realmente tranquilos.
2. Avión: la mejor opción para viajes entre núcleos urbanos alejados, teniendo en cuenta las dimensiones de Brasil y que el precio del billete no es mucho más caro que el de un autobús (si se reserva con un mínimo de antelación). Las principales aerolíneas nacionales son GOL y LATAM. Pero además hay varias compañías menores que ofrecen vuelos regionales. Para comprar un billete puedes visitar una agencia de viajes y comparar entre todas las alternativas; o hacerlo directamente a través de la página web de la aerolínea. Aunque en este último caso las tarjetas extranjeras suelen dar problemas. Yo volé varias veces con GOL (compré los billetes desde casa a través de Expedia), y la experiencia fue impecable.
3. Coche: es una buena alternativa para explorar por libre alguna región concreta de Brasil (no todo el país, porque las distancias son enormes). Alquilar un coche es muy sencillo, y lo puedes hacer tanto desde casa como una vez en el país, dirigiéndote a cualquier agencia. Los precios dependen de varios factores (modelo de vehículo, número de días que alquilas, modalidad de seguro…). Yo alquilé un coche con Budget para recorrer el estado de Goiás y me salió por 80 euros al día (con devolución en otra ciudad). Bastante caro, aunque el vehículo funcionaba con Etanol, más económico que la gasolina.
Varios consejos a la hora de alquilar un coche: elige un modelo adecuado a tus necesidades (bastará con uno básico para moverte por la mayoría de lugares); escoge un seguro con la máxima cobertura, para evitar experiencias desagradables en caso de accidente (llegados a este punto, no merece la pena escatimar); revisa muy bien el estado del vehículo antes de abandonar la agencia (cualquier desperfecto no registrado correrá de tu cuenta); y ten presente el recorrido que vas a hacer, para ver si te sale a cuenta o no pagar extra por la opción de kilometraje ilimitado (a lo mejor ya te sirven los kilómetros que incluye la tarifa básica).
4. Taxi: utilicé esta opción principalmente en los alrededores de Río de Janeiro, Salvador y Brasilia, para desplazarme a la Terminal de Autobuses o el Aeropuerto. Los vehículos suelen utilizar el taxímetro, a excepción de algún caso puntual en el que será recomendable negociar el precio con antelación para evitar sorpresas. En Brasil también está disponible la app para móvil de Uber. Yo la utilicé un par de veces y el funcionamiento fue impecable, disfrutando de precios más económicos.
5. Ferry: es la única forma de llegar a algunas islas, como Ilha Grande o Morro de Sao Paulo. A veces las condiciones del mar convierten los trayectos en una auténtica aventura, así que conviene ir preparado.
ALOJAMIENTO
La oferta hotelera en Brasil es muy amplia, y en las principales poblaciones encontrarás un buen número de alojamientos. Pero los precios son bastante caros, con lo cual yo opté básicamente por dormitorios compartidos en hostels, y de forma ocasional alguna que otra pousada (pequeñas pensiones gestionadas por familias). Por suerte, a excepción de un hostel en Foz do Iguaçu, conseguí camas cómodas en habitaciones impecables. La mayoría incluyen el desayuno (Café da Manha), aunque su calidad oscila mucho. Y algunos hasta una Caipirinha de bienvenida.
Como mi ruta por el país incluía varios vuelos inamovibles, decidí reservar desde casa todos los alojamientos a través de Booking para evitar sorpresas. Pero si no visitas Brasil en temporada alta y tu ruta es flexible, te recomiendo que elijas sobre la marcha y negocies el precio directamente. De esta forma podrás viajar con total libertad y te ahorrarás dinero.
COMIDA
La gastronomía brasileña varía mucho según la región donde te encuentres, con diferentes platos típicos como el Tutú à Mineira (Minas Gerais), la Moqueca de Peixe (Bahía) o el Empadao Goiano (Goiás). A la hora de comer (almorço) las posibilidades son infinitas, con restaurantes que ofrecen un Prato Feito (plato combinado con carne, arroz, frijoles y ensalada); Churrascarías con Rodizio (buffet libre de carnes a la brasa); o locales de Comida A Quilo (buffet en el que se paga en función del peso del plato que te sirves). Todo a precios relativamente económicos.
En cuanto a la bebida, casi siempre elegí cervezas locales, marcas Antarctica o Skol (en envases de 0,6l). Y en las localidades costeras alguna que otra Caipirinha (aunque hay de muchos sabores, la mejor es la tradicional de Limao).
IDIOMA
La lengua oficial en Brasil es el Portugués, que utiliza la práctica totalidad de la población. Se diferencia bastante del que se habla en Portugal, tanto a nivel de vocabulario como de pronunciación. De todas formas, como ambas variantes son similares al Español, no me costó mucho entender a la gente (en algún estado más que otro). Yo hablaba Español despacito, incorporando las palabras que iba aprendiendo: Olá (hola), Tchau (adiós), Bom Dia (buenos días), Obrigado (gracias), Perto (cerca), Cerveja Muito Gelada (cerveza muy fría)… Y no tuve ningún problema.
A parte del Portugués, en Brasil hay más de 200 grupos étnicos que tienen su lengua propia, entre las que destacan el Ticuna, el Kaingang o el Kaiwá. Viven principalmente en la cuenca del Amazonas, así que en este viaje no tuve contacto con ninguna de ellas.
MONEDA
El Real, que a su vez se divide en 100 Centavos. Cuando visité Brasil el tipo de cambio era de 1 eur = 3,5R (octubre/2016). Para obtener moneda local utilicé mi tarjeta en los cajeros automáticos, fáciles de encontrar en las principales poblaciones; y visité alguna casa de cambio. Además, hay muchos establecimientos que permiten pagar directamente con tarjeta, evitando el uso de efectivo. Aun así tuve que llevar bastantes euros encima para pagar el tour por el Pantanal (la agencia aceptaba tarjeta, pero me cobraba una comisión muy elevada).
Los coleccionistas de billetes encontrarán los Reales especialmente atractivos. Cada billete incluye una bonita imagen de un animal representativo de la fauna brasileña: Colibrí (1R); Tortuga Carey (2R); Garza Blanca (5R); Guacamayo (10R); Tití León Dorado (20R); Jaguar (50R); y Mero (100R) (no entiendo qué pinta este animal aquí). Y en la otra cara, la efigie de la República.
SALUD
No hay ninguna vacuna obligatoria para viajar a Brasil. Pero en determinadas áreas (principalmente el Pantanal o la región de la Amazonia) se recomiendan las de la Malaria y Fiebre Amarilla. Y en general las de la Fiebre Tifoidea, Hepatitis A y B, Tétanos y Rabia. En cualquier caso, lo mejor será que pidas hora en un Centro de Medicina Tropical y te asegures de que tu cartilla de vacunación se encuentra al día, para evitar experiencias desagradables.
Cuando visité Brasil el país acababa de sufrir una importante epidemia del virus Zika, con cientos de miles de personas contagiadas justo el verano en que se celebraban los Juegos Olímpicos de Río. Este virus se transmite principalmente a través de las picaduras de mosquito, y la población con más riesgo son las mujeres embarazadas, ya que puede provocar serias malformaciones en el feto (como la microcefalia). No existe ninguna vacuna, así que se recomienda protegerse de las picaduras utilizando repelentes y mosquiteras. Aunque en la actualidad la epidemia está muy controlada.
Bueno, podría facilitar más datos. Pero creo que junto a los 14 posts que he publicado tienes información suficiente para hacerte una idea del sur del país, y podrás decidir si te apetece o no visitarlo. Aún así, si te surge alguna duda, escríbeme y con mucho gusto intentaré resolverla.
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