Una isla llena de mansiones coloniales y una antigua vivienda convertida en el símbolo del comercio de esclavos que floreció en esta parte de África
Gorée es una isla minúscula situada a tan solo 2km de Dakar. Los primeros occidentales en establecerse aquí fueron los Portugueses, que en 1450 la bautizaron con el nombre de Palma y construyeron un pequeño puesto comercial. Más tarde llegaron los Holandeses, que levantaron dos fuertes y llamaron a la isla Goede Reede («Buena Bahía»), que con el tiempo derivó al Gorée actual. Pero todo cambió con la conquista de los Franceses, que permanecieron en Gorée casi 300 años. Entre los siglos XVIII y XIX la isla vivió su edad de oro gracias al comercio de esclavos. Tanto que recibió la categoría de commune (igual que la capital Saint Louis) y propició la aparición de los Métis, una comunidad de mercaderes descendientes de los primeros colonos. Hasta que la abolición de la esclavitud y la construcción del Puerto de Dakar para la exportación de cacahuetes provocaron su declive.
En la actualidad Gorée cuenta con apenas 1.500 habitantes que viven principalmente del turismo. Entre sus principales atracciones destacan numerosas mansiones coloniales; la Maison des Esclaves, con un interesante museo; y el Fort Saint-Michel, que ofrece las mejores vistas de la isla.
VIAJE: DAKAR – GOREE
Para llegar a Gorée primero viajé en taxi desde el centro de Dakar hasta la Gare Maritime. Los taxistas de la capital son regateadores infatigables y me costó conseguir el trayecto por 3milF (precio que todavía considero abusivo). Y encima el tipo me quería cobrar más porque le pedí que parara un momento en un cajero automático para sacar dinero. Menuda cara… En la Terminal de Pasajeros esquivé a los típicos listos que intentaban acoplarse con dudosas intenciones; compré el billete de ferry en la taquilla (5.200F ida y vuelta); y me senté en la sala de espera. Por suerte solo fueron unos minutos porque el siguiente barco partía hacia la isla en breve.
Ya en el ferry ocupé un asiento en la cubierta superior para poder hacer alguna foto durante el trayecto y respirar aire fresco. Se estaba genial, con un sol agradable, rodeado de turistas y lugareños que iban llegando poco a poco, como un colegio de críos; alguna pareja; y tres chicas espectaculares bastante ligeras de ropa para lo que es habitual en Senegal. Por cierto, me hizo gracia ver en un lateral de la cubierta un curioso cartel donde se advertía a los pasajeros que estaba prohibido… ¡tocar los tambores!
El trayecto duró 20 minutos y transcurrió sin incidentes. Antes de desembarcar pude contemplar una buena panorámica de Gorée, aunque soplaba un fuerte viento y las fotos quedaban bastante borrosas. Una vez en tierra el recibimiento no fue muy amable. Hay que pagar una tasa turística de 500F por visitar la isla pero nadie lo sabía (especialmente los turistas occidentales), y un policía se encargaba de enviar a la gente a la Oficina de Turismo con muy malos modos. Si a esto le añadimos varios pesados al acecho y unos cuantos vendedores ambulantes, la escena distaba mucho de ser ideal. Pero bueno, tras abonar la tasa me adentré en las calles de Gorée y ya no me molestó nadie.
ALOJAMIENTO: CHEZ VALERIE – 30milF/Noche
*Puntos a favor: habitación gigantesca; cama doble muy cómoda; limpieza impecable; mobiliario moderno; ubicación ideal, en pleno centro de la isla; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; mosquitera; encargada muy amable.
*Puntos en contra: baño compartido (aunque era el único huésped y la ducha funcionaba genial); precio (aunque alojarse en la isla es caro y no había muchas alternativas económicas).
En una decisión bastante arriesgada me planté en Gorée sin reserva, teniendo en cuenta que no hay muchos hoteles en la isla; que la mayoría son de gama media/alta, con precios elevados; y que ya eran las 17h. Por suerte en el primer lugar recomendado por mi guía de viajes tenían una habitación disponible y me pude instalar sin problema.
PASEANDO POR EL NORTE DE GOREE
La gran ventaja de alojarse en Gorée es que permite caminar tranquilamente por sus calles, disfrutando de una atmósfera relajada. Porque la mayoría de turistas que visitan la isla regresan a Dakar por la tarde; y en Gorée no hay carreteras asfaltadas ni vehículos a motor. Así que se trata de un lugar perfecto para deambular sin rumbo, aprovechando las últimas luces del atardecer. Como solo tenía un par de horas me centré en el extremo norte de la isla. Esto fue lo más destacado del recorrido:
–Mansiones coloniales: algunas son espectaculares, con fachadas de color pastel (principalmente amarillo y rojo) cubiertas de bouganvillas, y albergan hoteles, museos, salas de arte o viviendas particulares. Otras en cambio se encuentran en un estado ruinoso y reclaman que alguien se haga cargo de ellas.
–Place du Gouvernement: de grandes dimensiones, con algún enorme baobab y bancos ocupados por ancianos que pasaban el rato charlando al sol.
–Embarcadero: tiene una pequeña playa con barcas de pesca y lugareños paseando.
–Fort d’Estrées: construido por los Franceses en 1856, debe su nombre al vice-almirante Jean II d’Estrées, que arrebató la isla a los Holandeses. Desde 1989 alberga un Museo de Historia IFAN, con una colección de objetos que abarcan desde el Paleolítico hasta la Independencia de Senegal. Yo me conformé con contemplar los imponentes muros del exterior y no visité el Museo.
Durante el paseo pude ver pequeños comercios y grupos de niños jugando. Eso sí, el viento soplaba cada vez con más fuerza y cuando se ocultó el sol busqué rápidamente un lugar para llenar el estómago.
CENA: ANN’SABRAN
Uno de los restaurantes que ocupan la playa de Gorée. Lástima que el viento huracanado me impidiera sentarme en la terraza con vistas al mar y en su lugar ocupé una mesa del comedor. Tras examinar el menú opté por un Emincée de Boeuf au Poivre Vert (trozos de carne de ternera con salsa a la pimienta), acompañado de patatas fritas y una botella de agua grande. La porción era abundante y estaba muy rica; y el camarero amable y eficiente. Todo por 5milF. Un sitio muy recomendable.
A continuación regresé a mi alojamiento caminando por calles oscuras; y dediqué el resto de la jornada a leer y descansar. Mientras en el exterior se escuchan todo tipo de sonidos: lugareños gritando, cabras, gatos peleándose… Por suerte poco a poco el silencio fue ganando terreno y alrededor de la medianoche la calma era total.
EXPLORANDO EL SUR DE GOREE
Al día siguiente me desperté tras una noche de sueño impecable, y poco después ya estaba disfrutando de un delicioso desayuno en la terraza de mi alojamiento. El entorno era una maravilla, con vegetación exuberante y pájaros cantando. El menú consistió en pan con mermelada; un té verde; y un zumo de Bissap. Justo lo que necesitaba. Precio: 1.500F (no estaba incluido en la habitación).
Después salí a la calle para continuar visitando Gorée, aprovechando que todavía no habían llegado los primeros barcos cargados de turistas. Durante mi paseo descubrí más mansiones coloniales con balcones de madera y enormes ventanas (sobre una había un halcón). Y por las calles vi mujeres con vestidos de vivos colores y sus bebés a la espalda; y niños camino del colegio. Las oportunidades fotográficas eran infinitas y no tuve ningún problema, aunque siempre evitando primeros planos.
Una de las principales atracciones de esta parte de Gorée es Fort Saint-Michel (también conocido como Castel), situado en la cima de una colina que domina el extremo sur. Para acceder subí por una empinada avenida flanqueada de baobabs. El fuerte data de 1892 y no es nada del otro mundo, pero las vistas de Gorée son espectaculares, con un mar de viviendas antiguas. Incluso la antena de telefonía de la isla está camuflada en el interior de una palmera artificial para no estropear el paisaje. En el horizonte, entre brumas, se divisaba la costa de Dakar. En los alrededores de Fort Saint-Michel hay numerosos puestos de artesanía, algunos con carteles que prohíben hacer fotos, obra de propietarios cansados de potenciales clientes que al final se marchan sin comprar nada.
LA MAISON DES ESCLAVES
*Horario: 10.30h -12h y 15h – 18h (lunes cerrado)
*Precio: 500F
*Fotografía: ok
Gorée debe sus lujosas mansiones coloniales al comercio de esclavos. Durante su edad de oro la necesidad de mano de obra para trabajar en las plantaciones y minas del Nuevo Mundo (principalmente Brasil) había dado lugar a un intenso tráfico de esclavos, con docenas de barcos que partían de África Occidental cargados de seres humanos. Y Senegal era la colonia subsahariana más cercana a Europa, así que los reinos locales se encargaron de abastecer la demanda, organizando batidas en el interior y arrasando aldeas para secuestrar gente y enriquecerse.
Hoy día la isla de Gorée se asocia de forma inmediata al tráfico de esclavos. Y es verdad que desde aquí abandonó Senegal casi un tercio de su población (unas 300mil personas), con un efecto devastador en la zona. Pero no fue ni de lejos el principal puerto exportador de África comparado con otras colonias situadas más al sur, como Angola.
La Maison des Esclaves es sin duda la principal atracción turística de Gorée. Fue construida en el año 1786 para Anne Pépin, una poderosa Signare que mantenía una relación amorosa con el por entonces gobernador de Senegal, Stanislas de Boufflers. Las Signares eran mujeres mestizas que se enriquecieron gracias al tráfico de esclavos y alcanzaron un elevado estatus social en las colonias francesas de África Occidental.
Según el relato oficial la vivienda de Pépin desempeñó un rol crucial en el comercio de esclavos, y cada año salían de sus mazmorras miles de seres humanos con destino al continente americano. Pero hay numerosos historiadores que no están de acuerdo con esta teoría, por varios motivos:
-La casa se construyó muy tarde, cuando solo faltaban 60 años para la abolición de la esclavitud.
-Sus dimensiones son reducidas: nada que ver con los enormes castillos de Cape Coast o Elmina (Ghana).
-Está alejada del puerto, lo cual habría dificultado el transporte masivo de personas.
Todo apunta a que como mucho en la casa vivían los esclavos personales de la Signare. Pero a pesar de estas incongruencias la Maison des Esclaves se ha convertido en todo un símbolo de las atrocidades de esa oscura época, recibiendo a todo tipo de personalidades, desde el Papa Juan Pablo II hasta Bill Clinton, pasando por Nelson Mandela o James Brown.
Tras pagar la entrada accedí a la vivienda y al poco comenzó una visita gratuita a cargo de un guía local que aportó un montón de información. Una pena que a esas alturas ya habían llegado a la isla los primeros ferries desde Dakar y la Maison des Esclaves estaba llena de turistas que complicaban muchísimo la fotografía.
En la parte inferior de la casa están las mazmorras, donde se hacinaba a los esclavos en condiciones infrahumanas, separados por sexos y edades. En un muro hay un pequeño hueco donde se encerraba sin apenas espacio a los más problemáticos. Y en un extremo se encuentra la Puerta Sin Retorno, que cruzaban los esclavos para subir a los barcos rumbo al Nuevo Mundo.
En la parte superior vivía Anne Pépin con su familia. Se accede por una imponente escalera doble y las salas están muy bien restauradas. En la estancia principal hay un museo con numerosos carteles explicativos y objetos de la época. Yo estuve más de una hora explorando cada rincón.
COMIDA: GOREE DOLCE VITA
Un restaurante ubicado en la avenida que conduce al Fort Saint-Michel, con una agradable terraza exterior rodeada de árboles a salvo de las hordas de turistas (estos por suerte se concentran en los locales de la playa). Yo pedí Yassa Poulet acompañado de una botella de agua grande. Y de postre cayó una deliciosa Macedonia à la Goréene (no entiendo lo de Goréene porque era una macedonia normal). Precio: 6.500F. Tras llenar el estómago me quedé un buen rato sentado a la sombra, disfrutando de la relajante música que sonaba de fondo y una suave brisa.
Más tarde, mientras esperaba el ferry de regreso a Dakar, me senté en la terraza de un restaurante de la playa y me tomé un té. La verdad es que el ambiente estuvo entretenido, con infinidad de vendedores ambulantes ofreciendo sus productos (acuarelas, tallas de madera, maracas hechas con semillas de baobab…); un grupo de abuelas españolas comportándose como Paco Martínez Soria recién llegado a la ciudad, comprándolo todo y repartiendo euros de propina sin venir a cuento; un grupo de estudiantes locales muy fotogénicos… Hasta que el ferry apareció puntual y regresé a Dakar sin problemas (eso sí, había mucha más gente que a la ida).
CONCLUSION
La isla de Gorée es una magnífica excursión que puedes realizar fácilmente desde Dakar. Pasear por sus calles sin asfaltar entre mansiones coloniales de vivos colores y rincones con encanto es una experiencia única. Gorée cuenta con buenos restaurantes, hoteles acogedores, y suficientes atracciones para pasar una entretenida jornada. Aunque te recomiendo pasar la noche en la isla y así la podrás visitar a última hora de la tarde y a primera hora de la mañana, cuando los grupos de turistas todavía no invaden sus calles y la atmósfera es más auténtica.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales