Una jornada en la Zona de Exclusión de Chernobyl, caminando junto a viviendas abandonadas, un lúgubre parque de atracciones y un enorme radar
En la madrugada del 26 de abril de 1986 la central de Chernobyl, situada 120km al norte de Kiev, se convirtió en el escenario del peor accidente nuclear de la historia. Aprovechando una parada de mantenimiento del reactor número 4, se realizó un simulacro de un apagón eléctrico con la intención de mejorar la seguridad de las instalaciones. Pero el diseño defectuoso del reactor y una serie de errores humanos provocaron dos explosiones consecutivas que liberaron a la atmósfera grandes cantidades de uranio y grafito. Además el incendio posterior, que no pudo ser controlado hasta pasados 9 días, creó una nube de partículas radiactivas que se extendió por toda Europa a merced de los vientos.
A raíz del accidente Ucrania estableció una Zona de Exclusión, con un radio de 30km alrededor del reactor, para evitar el libre acceso de la gente a los lugares más afectados por la contaminación radiactiva. Aunque hoy día es posible visitar la Zona de forma segura utilizando los servicios de una agencia local. Entre las principales atracciones destacan la ciudad abandonada de Pripyat, la propia Central Nuclear, o el inmenso Radar Duga-1.
LA BATALLA DE CHERNOBYL
Que un reactor nuclear pudiera explotar era algo impensable para los científicos rusos, y el accidente de Chernobyl les pilló completamente desprevenidos. Así que, mientras se buscaba una solución, la crisis se gestionó al más puro estilo soviético: no se hizo público el incidente; incomunicaron la zona para que no se pudiera filtrar al exterior ninguna noticia (los teléfonos no funcionaban); y nadie avisó a los vecinos de Pripyat de los elevados niveles de radiactividad.
Dos días más tarde la nube radiactiva alcanzó Suecia y los expertos ubicaron su origen. Pero en la URSS tan solo se emitió un breve anuncio de TV y los líderes del Partido permitieron que el 1 de Mayo cientos de miles de personas salieran a la calle en Kiev y Minsk para celebrar la festividad, a pesar de la contaminación. El presidente Gorbachev no compareció en rueda de prensa aclarando la magnitud de la catástrofe hasta el 14 de mayo.
Mientras, en Chernobyl se estaba librando una auténtica guerra contra un enemigo desconocido, movilizando una cantidad descomunal de personas y recursos. Al principio se centró en dos frentes:
*Apagar el incendio: para frenar la emisión de partículas radiactivas. Los primeros bomberos que llegaron al reactor utilizaron agua, una acción inútil que acabó con la vida de muchos de ellos. Después un escuadrón de helicópteros militares se dedicó a lanzar al reactor sacos de arena, soportando temperaturas superiores a los 100ºC y unos niveles de radiación brutales. Al final se cambió la arena por bloques de plomo y ácido bórico, y tras arrojar cientos de toneladas el incendio comenzó a remitir. Sus relatos sobre el efecto de la radiactividad ponen los pelos de punta: sabor a metal en la lengua, sensación de agujas clavándose en la cara…
*Contener el material radiactivo: en el núcleo del reactor toneladas de magma incandescente formado por una mezcla de uranio y grafito comenzaron a derretir la base de cemento y amenazaban con alcanzar el acuífero subterráneo que desemboca en el río Pripyat, empeorando aun más la catástrofe ecológica. Para impedir esto se reclutó a 10mil mineros con la misión de excavar un túnel hacia la base del reactor y construir una cámara donde se instalaría un sistema de refrigeración. Lo consiguieron en un tiempo récord, pero para entonces el magma ya se había enfriado, y la cámara se llenó de cemento para reforzar la base. Los mineros trabajaron sin la protección adecuada y se calcula que una cuarta parte murió antes de cumplir los 40 años.
Sin tiempo para descansar comenzaron a llegar a la zona los Liquidadores: un ejército formado por 100mil soldados y 400mil civiles (incluyendo operarios, médicos y enfermeras, ingenieros…) encargados de eliminar la capa de polvo radiactivo que lo había cubierto todo. Una tarea monumental que consistió en retirar capas de tierra, cavar fosas para enterrar los objetos contaminados, limpiar con productos especiales…
Muchas de estas personas estuvieron expuestas a peligrosos niveles de radiación, sin el equipo necesario ni información. En los años posteriores miles de ellos fallecieron (no hay estudios pero se calcula que alrededor de un 10%). Muchos otros sufrieron secuelas permanentes (el conocido como Síndrome de Chernobyl) y fueron ignorados por el gobierno
Paralelamente a la limpieza comenzó la construcción de una estructura para cubrir por completo el reactor e impedir que liberara más sustancias tóxicas. Esta gigantesca obra de ingeniería fue conocida como el Sarcófago, un monstruo para el que se necesitaron 400mil m3 de cemento y 7mil toneladas de acero. Con el fin de evitar la proximidad con el reactor las piezas eran fabricadas en otros lugares y ensambladas allí mismo en el menor tiempo posible. Pero para poder finalizar el Sarcófago hubo que retirar toneladas de grafito que habían quedado esparcidas en el tejado del reactor.
Primero se utilizaron robots, pero la radioactividad afectaba a sus sistemas electrónicos y dejaban de funcionar. La solución: 3.500 Liquidadores, protegidos con capas de plomo, que trabajaban en turnos de un máximo de 90 segundos, recogiendo escombros con palas o sus propias manos. Las imágenes son impactantes… De hecho, las fotografías y vídeos de la época están afectados por la radiactividad, con manchas blancas y distorsiones. Pero cumplieron con la misión y el Sarcófago se pudo acabar.
Además de los muertos y enfermos, el accidente de Chernobyl tuvo otras consecuencias:
*Ucrania: se evacuó en dos fases a 117mil habitantes de 96 poblaciones, incluidos los 49mil de Pripyat y los 2,5mil de Chernobyl. Centenares de familias obligadas a abandonar sus hogares, donde (en algunos casos) habían vivido durante generaciones. Y aun gracias que Kiev se salvó del desastre. La Zona de Exclusión a la que está prohibido acceder sin autorización comprende 2,6mil km2.
*Bielorrusia: su frontera se encuentra a tan solo 16km de Chernobyl y el viento envió a este país alrededor del 60% de partículas radiactivas. Por suerte el sur de Bielorrusia es una zona rural poco habitada y hubo que evacuar a “solo” 22mil habitantes de 92 poblaciones. Aquí la Zona de Exclusión es de 2mil km2 y recibe el nombre de Polesie State Radioecological Reserve.
En ambas Zonas de Exclusión la ausencia del hombre provocó un estallido de vida y la fauna local se multiplicó, con montones de osos, lobos, zorros… Incluso el gobierno introdujo un grupo de Caballos de Przewalski para comprobar los efectos de la radiación y ahora hay centenares, convirtiéndose en un símbolo de vida. Aunque los terribles incendios de 2016 y 2020 arrasaron enormes extensiones de bosque y últimamente los avistamientos de fauna han caído en picado. También regresaron a sus antiguas casas algunos abueletes, conocidos como Samosely, de los cuales hoy día quedan muy pocos.
*Europa: la nube radiactiva alcanzó lugares remotos, como Gran Bretaña o Francia (sin llegar a España). Y la lluvia provocó la contaminación de zonas concretas repartidas por todo el continente, donde hubo que realizar tareas de limpieza.
Pero la mayor consecuencia del accidente fue su contribución decisiva al final de la URSS, que 5 años después se fragmentó en diferentes estados. Y es que el coste total del operativo desplegado (18 billones de dólares) combinado con el desplome de precio del petróleo, dejó al país en bancarrota. Eso sin contar la pérdida de confianza de la ciudadanía en los líderes del Partido Comunista tras la imagen ofrecida.
PREPARATIVOS DE LA VISITA
En el año 2002 comenzó la entrada controlada de grupos de turistas en la Zona de Exclusión de Chernobyl, y hoy día se ha convertido en una de las excursiones más populares de Kiev. Estos son los aspectos a considerar:
1. Tour: casi todo el mundo elige el de un día. Yo quería dedicar a la Zona de Exclusión al menos dos, pasando la noche en Chernobyl. Pero con la crisis del coronavirus no había suficientes turistas para formar un grupo en inglés, así que tuve que conformarme con el de un día. Otra opción hubiera sido unirme a un tour en ucraniano, renunciando a las explicaciones del guía (tampoco era plan). O contratar un tour privado, que sale bastante caro (como más tarde comprobaría).
Una alternativa a los tours oficiales es convertirte en un Stalker. El nombre procede de la novela de ciencia ficción “Roadside Picnic” (1971) que fue adaptada al cine en la película “Stalker” (1979) de Andrei Tarkovsky, donde sus protagonistas se adentran en zonas prohibidas en busca de objetos misteriosos. Hoy día grupos de jóvenes ucranianos acceden a la Zona de Exclusión de forma ilegal y en Google es fácil encontrar alguna compañía que organiza este tipo de aventuras. Los Stalkers caminan de noche y se ocultan en edificios abandonados para esquivar la vigilancia policial. De momento si son descubiertos todo acaba en una multa económica leve y la expulsión de la Zona, pero está previsto endurecer la normativa.
2. Agencia: hay varias compañías que organizan tours oficiales en la Zona. La preferida por los turistas extranjeros es Chernobyl Tour y esto prácticamente me obligó a utilizar sus servicios, porque durante mi estancia en Kiev era la única que había conseguido reunir gente para un tour en inglés. Aunque ya avanzo que acabé muy contento. Precio por un tour de un día: 99 Usd + 7 Usd por la comida/cena. Reservé el tour a través de la página web de la compañía y el proceso fue muy sencillo: seleccioné el día indicado (un sábado); rellené un formulario con mis datos; pagué el 25% del importe como depósito a través de PayPal; y al día siguiente recibí un correo con la confirmación de la reserva y toda la información necesaria.
3. Seguridad: los lugares que se visitan en un tour oficial tienen niveles de radiactividad muy bajos a excepción de algún punto concreto, conocidos como Hotspots, donde apenas se pasan unos segundos. Además:
*El guía del tour va equipado con un Contador Geiger que permite conocer en todo momento la radiación que hay.
*Cada visitante recibe en la entrada un Dosímetro personal que registra la cantidad de radiación acumulada durante el día. Mi dosis fue de 0,002 mSv, equivalente a la que se recibe de media durante una hora de vuelo en un avión regular de pasajeros.
*Para salir de la Zona de Exclusión hay que pasar por dos detectores de radiación que avisan de cualquier anomalía.
Otra cosa bien distinta es si te cuelas en la Zona con un grupo de Stalkers. Aquí el riesgo aumenta de forma importante, porque recorren áreas menos controladas.
4. Equipo: es necesario pantalón largo y manga larga, para evitar al máximo la exposición de la piel a la radiación (en invierno es obvio, pero los veranos en Chernobyl son muy calurosos); calzado sólido (se camina sobre cristales, maderas rotas, hierros oxidados…); y una linterna. Aunque lo más importante es el Pasaporte, imprescindible para acceder a la Zona de Exclusión. Chernobyl Tour ofrece la opción de alquilar un Contador Geiger por 5Usd, pero al final se le da muy poco uso. Y si lo necesitas para alguna foto puntual el guía te puede dejar el suyo, así que no merece la pena.
5. Época del año: yo realicé el tour a finales de otoño, lo cual tiene ventajas e inconvenientes. Ventajas: la atmósfera es realmente lúgubre, con un cielo gris que pega mejor con los edificios abandonados; y menos turistas. Inconvenientes: los días son muy cortos (anochece a las 16h); y hace bastante frío. Si puedes elegir, te recomiendo otoño o primavera.
EXCURSION DE 1 DIA
La jornada comenzó a las 6h en el Hotel Express de Kiev. Allí preparé mi mochila pequeña y bajé a recoger el desayuno en la recepción (el restaurante abre a las 7.30h, pero me habían preparado una bolsa de picnic con varias cosas). A continuación caminé media hora hasta el punto de encuentro designado por Chernobyl Tour (cerca de la Estación de Tren), cruzando calles con muy poca gente justo antes del amanecer.
En el punto de encuentro había esperando varias furgonetas (una para cada tour). Tras localizar la mía conocí a Ivan, un chaval ucraniano que sería mi guía durante toda la jornada. Antes de ocupar mi asiento le pagué el 75% restante del tour en efectivo (pude elegir entre grivnas, euros o dólares, con un tipo de cambio correcto). Fui de los primeros en llegar y me tocó esperar un rato hasta que llegó el resto del grupo. En total éramos 12 personas: 3 chicos israelíes (que monopolizaron la atención y no paraban de hacer bromas); 3 parejas (dos de ellas extranjero-ucraniana, ayudando a perpetuar el tópico); una japonesa; y un griego.
A las 8h nos pusimos en marcha y recorrimos 115km de distancia hacia el norte. Yo viajé en la fila individual y me entretuve contemplando el paisaje, con bosques de árboles pelados y poblaciones solitarias. Durante unos minutos apareció el sol, pero en general el cielo estuvo cubierto de nubes grises, con un frío importante. Mientras, en la TV de la furgoneta proyectaron un interesante documental sobre el accidente de Chernobyl.
Tras 2 horas llegamos al Dytyatky Checkpoint, el punto de acceso a la Zona de Exclusión de 30km. Y bajamos del vehículo mientras Ivan realizaba todos los trámites necesarios. Por allí rondaban varios perros en busca de comida. Ivan nos dijo que no les acariciáramos por si estaban contaminados, pero nadie hizo caso. La verdad es que me sorprendió encontrarme con otras 7 furgonetas llenas de turistas ucranianos, cuando según tenía entendido Chernobyl solo interesaba a los extranjeros. Más tarde me explicaron que debido a la crisis del coronavirus las agencias únicamente ofrecían tours los fines de semana para optimizar costes, y los visitantes se concentraban en esos dos días.
La espera se alargó media hora, y en ese tiempo me di cuenta de varias turistadas que no me hicieron ninguna gracia. Junto al Dytyatky Checkpoint hay dos tiendas propiedad de Chernobyl Tour con todo tipo de souvenirs a la venta que en muchos casos banalizan la dimensión de la tragedia: camisetas graciosas, tazas con el símbolo de la radiactividad, llaveros… Además vi aparecer un grupo de turistas vestidos con monos protectores de color amarillo (solo para las fotos). Y durante el trayecto Ivan nos había dado a cada uno un Certificado acreditativo de la visita a Chernobyl. En fin… Al menos los niños tienen prohibido el acceso a la Zona de Exclusión, sino ya sería Disneyland…
Cuando Ivan regresó nos entregó el billete de entrada (con un código QR); y un Dosímetro personal. A continuación un agente comprobó billetes y pasaportes, y nos internamos en la Zona de Exclusión. Por fin, tras tantos momentos de dudas y preparativos, estaba a punto de contemplar con mis propios ojos un lugar mítico.
RECORRIENDO ZALISSYA
La primera parada fue en la aldea de Zalissya, una de las 96 poblaciones que tuvo que ser evacuada tras el accidente. Desde la carretera caminamos por una pista sin asfaltar, a escasos metros de diferentes viviendas abandonadas, ocultas entre los árboles, con muros de ladrillo y cobertizos de madera. El ambiente era realmente siniestro. Ivan nos permitió entrar en un par de casas, y comprobé que se encontraban en un estado muy deteriorado: agujeros en el suelo, techos hundidos, vigas colgando… Aunque lo más impresionante fue descubrir numerosos objetos personales de las familias que en su día vivieron allí: juguetes, ropa, revistas y periódicos, cuadernos escolares…
Me hubiera tirado horas explorando Zalissya, pero tocaba regresar a la furgoneta. Eso sí, antes Ivan nos dejó acercarnos por nuestra cuenta a un parque infantil que parecía sacado de una película de terror, con varias atracciones oxidadas, incluido un tobogán con una cara sonriente. El comienzo del tour no pudo ser mejor.
Además de Zalissya en la Zona de Exclusión hay muchas otras aldeas que se pueden visitar, entre las que destacan Paryshiv, Zamoshnya o Stechanka. Aunque esta se ha convertido en un clásico y todas las agencias paran aquí.
UN PASEO POR CHERNOBYL
Después la furgoneta nos llevó hasta la población de Chernobyl y bajamos a conocer los principales lugares de interés. Fueron los siguientes:
1. Cartel de Entrada: hecho de ladrillo, donde aparecen la central nuclear, el símbolo del átomo, y la hoz y el martillo.
2. Monumento del Tercer Ángel: una escultura de metal que representa a un ángel tocando la trompeta, en referencia al Tercer Ángel del Apocalipsis. Según el relato bíblico, tras sonar la trompeta una estrella ardiendo llamada Wormwood cayó del cielo y contaminó las aguas de la Tierra, provocando la muerte de mucha gente. Las similitudes con el accidente de Chernobyl son inquietantes.
3. Memorial Zirka Polyn: se trata de una avenida flanqueada por carteles con los nombres de las 96 poblaciones que fueron evacuadas.
4. Estatua de Lenin: está junto al Ayuntamiento y es la única que se conserva en Ucrania tras la prohibición de los símbolos comunistas en el año 2014.
5. Monumento a Quienes Salvaron el Mundo: un conjunto de estatuas junto a la Estación de Bomberos de Chernobyl realizado por los propios trabajadores (de ahí su escasa calidad artística). En él aparecen bomberos, médicos y liquidadores.
6. Río Pripyat: da nombre a la famosa ciudad. En la orilla opuesta pude ver varios barcos oxidados a punto de hundirse. Y subí a un puente de metal para contemplar el paisaje.
El pueblo de Chernobyl es una atracción menor comparada con otros lugares alucinantes como Pripyat o el Radar Duga-1. Pero nos vimos obligados a pasar más tiempo del previsto porque las autoridades decidieron cerrar durante unas horas la Zona de Exclusión de 10km mientras se realizaban tareas de transporte de material radiactivo. Según nos explicó Ivan estos cierres se producen sin previo aviso y afectan de forma importante al desarrollo de los tours (sobretodo en otoño-invierno, cuando los días son tan cortos).
LA GUARDERIA DE KOPACHI
Poco antes de las 13h nos dirigimos al Leliv Checkpoint, el punto de acceso a la Zona de Exclusión de 10km. Aquí el proceso fue más sencillo: bajamos de la furgoneta, un soldado comprobó billetes y pasaportes, y en cuestión de minutos ya estábamos en marcha.
A continuación pasamos por Kopachi, una aldea que ha desaparecido casi por completo, ya que la mayoría de sus casas eran de madera y este material no permite una limpieza exhaustiva del polvo radiactivo, con lo cual tuvieron que ser destruidas y enterradas. Solo quedan en pie las viviendas de ladrillo y algunas granjas colectivas. Bueno, y la Guardería del pueblo, donde paramos un rato y entramos a curiosear.
Este lugar es especialmente tétrico, y dentro se pueden ver las taquillas rotas de los niños, dibujos infantiles en las paredes y tirados por el suelo, muñecas desmembradas, osos de peluche, triciclos, cuadernos, ropa… Y dos dormitorios que todavía conservan sus camas de metal perfectamente alineadas. Es evidente que muchos de los objetos están colocados para crear escenas más impactantes (muñecas sobre las camas, etc…). Pero en definitiva se trata de cosas que ya estaban allí y a mí personalmente no me importó.
Cerca de la Guardería hay un Memorial de la Gran Guerra Patriótica con la estatua de un soldado de gesto solemne; y un par de Hotspots donde los Contadores Geiger se disparan.
EXPLORANDO PRIPYAT
De nuevo en la furgoneta, por fin llegamos al plato fuerte del tour: Pripyat. Esta ciudad se fundó en el año 1979, a tan solo 3km de la central nuclear de Chernobyl, para alojar a los trabajadores y sus familias. Tras el accidente los 49mil habitantes continuaron haciendo vida normal, hasta que 36 horas más tarde fueron evacuados en centenares de autobuses llegados de todo el país. En un principio se les dijo que solo cogieran lo imprescindible para unos días, y cuando finalmente se creó la Zona de Exclusión tuvieron la oportunidad de regresar a sus casas para recuperar sus objetos de valor. Pero muchas familias no lo hicieron por miedo a la radiactividad; y otras descubrieron que habían sido robados por grupos de ladrones. Más tarde una parte de los habitantes de Pripyat fueron reubicados en Slavutych (una ciudad de nueva construcción que visité días más tarde).
En la actualidad Pripyat es un lugar fascinante. Una ciudad fantasma anclada en la época de la URSS, donde poco a poco el bosque va ganando terreno a los edificios. Si te gustan las construcciones abandonadas y/o el arte soviético, pasear por Pripyat es lo máximo a lo que puedes aspirar. No hay nada igual en el mundo.
Eso sí, desde el año 2012 está oficialmente prohibido entrar en los edificios de Pripyat debido a su precario estado. Hay agentes vigilando de forma más o menos estricta en función de cómo tengan el día. Los guías conocen qué edificios son relativamente seguros y a veces dejan acceder a alguno, pero no hay que contar con ello ni esperar ver las mismas imágenes que aparecen en ciertos blogs de viajes, obtenidas antes del 2012 o de forma clandestina.
Estos fueron los principales lugares de interés que visité:
1. Cartel de Entrada: en los alrededores hay varios Hotspots donde los Contadores Geiger se vuelven locos, y montículos con señales de radiación. En la distancia se puede ver una zona conocida como Red Forest. Aquí había un bosque de pinos que tras la explosión quedó cubierto de polvo radiactivo. Los árboles murieron al momento y perdieron la corteza, quedando de color rojo (de ahí el nombre). Durante las tareas de limpieza fueron enterrados, y hoy día es uno de los sitios con mayor contaminación.
2. Marina River Station: una terminal de transbordadores donde lo más destacado es el Café Pripyat, situado en un lateral, decorado con una enorme vidriera de estilo soviético llena de colorido. Cerca de la entrada hay un par de antiguas máquinas expendedoras de agua. A escasos metros está la orilla de un Lago artificial realmente fotogénico, con los árboles reflejados en sus aguas, y en la distancia una embarcación de madera semi-hundida.
3. Escuela de Música: la fachada está cubierta por un espectacular mosaico de estilo soviético obra de Ivan Litovshenko, un reconocido artista de la época. Dentro hay un auditorio de grandes dimensiones, aunque muy deteriorado, con gradas de madera cubiertas de escombros y un escenario donde aun aguanta en pie un solitario piano.
4. Plaza Central: es el corazón de Pripyat, y cuenta con algunos de sus edificios más importantes. El Ayuntamiento (con un símbolo de la energía nuclear junto a la entrada); el Polyssya Hotel (el más alto de la ciudad); y el Energetik Palace of Culture (con una imponente columnata). También pude ver desde fuera un Supermercado, todavía con los carteles colgando de las diferentes secciones. Y varios grafitis modernos realizados por Stalkers (imágenes de niños, dos osos pardos…). No paré de hacer fotos.
5. Parque de Atracciones: uno de los lugares icónicos de Pripyat. Curiosamente estaba previsto inaugurarlo con motivo de la festividad del 1 de Mayo de 1986, pero nunca llegó a ser disfrutado por los niños de la ciudad. Tiene un recinto con varios autos de choque, unos columpios, y una noria de grandes dimensiones.
6. Avanhard Stadium: pertenecía al equipo de fútbol local, el FC Stroitel Pripyat. Hasta que no llegué a la zona de gradas no me di cuenta que llevaba un rato caminando sobre el terreno de juego, devorado por un espeso bosque. En los alrededores hay varias torres de iluminación oxidadas.
7. Escuelas: primero visitamos la Escuela Secundaria nº 3, donde hay una sala con el suelo cubierto de máscaras antigás de talla infantil (otra de las imágenes más conocidas de Pripyat). Después nos acercamos a otra situada en un edificio que se ha derrumbado y ha dejado expuestas varias aulas de las plantas superiores, donde aun se ven los pupitres y la pizarra.
8. Piscina Azure: está en un segundo piso y accedimos por unas escaleras. Durante años fue utilizada por los Liquidadores en sus ratos libres y se conserva muy bien, con un trampolín, un reloj de pared, un cartel soviético, puertas con rótulos… Una pena que algún tonto decidiera pintar en su día un horrible grafiti en una pared de la piscina. Al lado hay una Pista de Baloncesto, con el parqué lleno de agujeros.
Pripyat me encantó y superó con creces todas mis expectativas. Caminar por sus antiguas avenidas, que ahora parecen caminos rurales, descubriendo entre los árboles bloques de pisos fantasmagóricos, es una experiencia memorable. Eso sí, como íbamos muy justos de tiempo realizamos la visita a toda prisa. Ivan tenía un cuaderno de fotos y nos iba enseñando el aspecto que tenían los diferentes edificios en 1986. Pero yo tuve que elegir entre escuchar sus explicaciones o contemplar el lugar y hacer fotos, y opté por lo segundo. Con lo cual estuve la mayor parte del tiempo caminando por mi cuenta al margen del grupo, disfrutando del ambiente.
LA CENTRAL NUCLEAR
Todavía recuperándome del gran momento vivido, la furgoneta nos llevó hasta un mirador que ofrece una magnífica panorámica del famoso Reactor nº 4 de la central nuclear de Chernobyl, situado a apenas 300m de distancia.
El Sarcófago era una medida temporal, construido en condiciones extremas. Pero con el tiempo comenzó a deteriorarse peligrosamente y Ucrania no contaba con recursos para repararlo con garantías. Así que la comunidad internacional se hizo cargo, y en el año 2017 se instaló el New Safe Confinement (NSC), una gigantesca cúpula de acero de 108m de altura que cubre el Sarcófago por completo. El coste total del proyecto supera los 2 billones de euros, y además del NSC incluyó la construcción de un edificio separado para almacenar el material radiactivo procedente del reactor (pasamos al lado).
Los alrededores de la Central Nuclear impresionan, con montones de torres eléctricas que en el pasado recogían la energía producida por los reactores. Pero en el año 2000 fue desactivado el último, y en la actualidad las torres suministran energía a la central para el funcionamiento de los sistemas de ventilación y la maquinaria que trabaja en el interior del NSC.
EL RADAR DUGA-1
Durante décadas los rusos trabajaron en el desarrollo de un radar capaz de detectar en cuestión de segundos el lanzamiento de un misil de largo alcance en cualquier lugar del mundo. Y tras varios experimentos, en 1976 se puso en marcha el radar Duga-1, que constaba de dos partes: un transmisor ubicado en Liubech (cerca de Chernihib); y un receptor en las afueras de Chernobyl. En ambos casos se trataba de estructuras descomunales, con 700m de longitud y 150m de altura. Los radioaficionados bautizaron este radar como el Pájaro Carpintero, porque la señal de radio interfería las ondas con un sonido repetitivo. Duga-1 nunca llegó a funcionar a la perfección, y tras el accidente nuclear tuvo que ser abandonado. Las instalaciones de Liubech fueron demolidas en el año 2000, pero el radar de Chernobyl todavía se puede visitar, y está incluido en la mayoría de tours de un día.
El acceso a Duga-1 es toda una aventura. La carretera se encuentra en muy malas condiciones, compuesta por losas de cemento que no encajan bien. Y cuando menos te lo esperas aparece a lo lejos la gigantesca antena, emergiendo del bosque. La furgoneta nos dejó junto a la entrada, decorada con estrellas rojas y un busto de Lenin. Allí Ivan realizó las gestiones con los guardas y caminamos hasta la base de la antena. Parece mentira que los rusos consiguieran mantener en secreto algo de esas dimensiones.
Me hizo gracia ver los viejos ascensores que utilizaban los técnicos para alcanzar la parte superior de la antena. Hoy día no funcionan, pero entre los Stalkers más osados se ha convertido en una tradición trepar por la escalera (sin ninguna protección) y contemplar el amanecer desde arriba. Por supuesto, está prohibidísimo. Cuando llegamos a la antena ya eran más de las 16h y apenas había luz, así que no pude hacer muchas fotos. Aunque a cambio fue genial caminar por el bosque casi a oscuras, mientras caían finos copos de nieve y el frío apretaba.
REGRESO A KIEV
Tras contemplar Duga-1 subimos a la furgoneta y comenzamos el viaje de vuelta. Cruzamos el Leliv Checkpoint, donde pasamos por un detector de radiación. Después hicimos un alto en el Hotel Desjatka y recogimos una bolsa con nuestra comida/cena. En circunstancias normales se utiliza el comedor del hotel, pero ese fin de semana estaban prohibidos los servicios de restauración por la crisis del coronavirus y tuvimos que comer dentro de la furgoneta. El menú consistió en una ensalada; arroz con pollo; un bollo con pasas; una naranja; y una botella de agua. Me pareció suficiente.
A continuación cruzamos el Dytyatky Checkpoint, con otro detector de radiación, y pusimos rumbo a Kiev. Como ya era noche cerrada y no se veía nada, aproveché para descansar y echar una cabezada. Estaba agotado tras tantas emociones. A las 20h llegamos al punto de encuentro, y desde allí caminé hasta mi hotel.
Como nota curiosa, durante el viaje de regreso el grupo estaba eufórico con el trabajo de Ivan y lo calificaban como un magnífico guía. Vamos a ver… Es muy buen tío; sus comentarios no eran nada sensacionalistas, empatizando con lo ocurrido; se esforzó en que viéramos todo lo previsto, a pesar de las dificultades; y me dejó bastante a mi aire. Pero su nivel de inglés era más que mejorable (se atascaba y hacía eternas sus ya de por sí amplias explicaciones); y cuando le pregunté alguna cosa no obtuve respuestas muy concretas. En general acabé contento, pero no me volvió loco.
CONCLUSION
Hace unos años descubrí que era posible visitar la Zona de Exclusión de Chernobyl y al momento se convirtió en uno de mis sueños viajeros. Pero cuando crucé la frontera de Ucrania intenté no hacerme demasiadas ilusiones porque la crisis del coronavirus lo había trastocado todo, y a lo mejor estaba prohibido el acceso de forma temporal, o no había tours disponibles. Así que cuando por fin pude contemplar de cerca el mítico reactor nº 4 o los bloques de pisos de la ciudad de Pripyat me sentí la persona más afortunada del mundo. Si te gusta el arte soviético y los lugares abandonados te recomiendo como mínimo el tour de 2 días, porque el de 1 te sabrá a poco.
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