Regreso a Chernobyl para explorar a fondo la ciudad fantasma de Pripyat, pasando una noche alojado cerca de la central nuclear
La central nuclear de Chernobyl fue inaugurada en el año 1977. En el momento del accidente era la tercera más grande de la Unión Soviética tras las de Leningrado y Kursk, con 4 reactores en funcionamiento y 2 más en construcción. Y para alojar a los trabajadores de la central y sus familias el gobierno fundó en 1979 la ciudad de Pripyat, ubicada junto al río del mismo nombre, a apenas 3km de Chernobyl. Un lugar idílico aislado del mundo con parques, colegios y zonas de ocio, donde sus habitantes disfrutaban de una calidad de vida muy superior al resto de sus compatriotas. Hasta que todo cambió para siempre el 26 de abril de 1986…
Cuando regresé a mi hotel de Kiev tras el tour de un día por la Zona de Exclusión aun estaba impactado por todo lo que había visto. Me encantan los lugares abandonados y el arte soviético, y los alrededores de Chernobyl me dejaron sin palabras. Así que al cabo de unos minutos ya estaba planeando una nueva excursión.
PREPARATIVOS DE LA VISITA
Una búsqueda en Internet sobre la Zona de Exclusión de Chernobyl me confirmó una cosa: en el tour de un día apenas descubrí la punta del iceberg y existen infinidad de rincones fascinantes. Para mi segunda visita estos fueron los aspectos que tuve que considerar:
1. Tour: de nuevo mi idea era dedicar a la Zona al menos 2 días, pasando la noche en Chernobyl. Pero la opción de intentar unirme a un grupo (en inglés o ucraniano) no me convenció, porque implicaría visitar otra vez todos los lugares que ya conocía, con escaso tiempo extra para nuevas atracciones, así que decidí contratar un tour privado de 2 días. Podría haberlo reducido a uno y ahorrar dinero, aunque descartando un montón de sitios.
Para asegurarme de que no me perdía nada importante, antes del tour dediqué horas a investigar en varias páginas web qué hay en la Zona de Exclusión. Y elaboré una lista detallada con todo lo que quería conocer para dársela al guía y ayudarle a estructurar el recorrido. Fue un trabajo laborioso, pero a cambio me permitió aprovechar el tiempo al máximo.
2. Agencia: como el precio de un tour privado de 2 días es caro, contacté vía correo electrónico con 3 de las compañías de Kiev más conocidas que organizan visitas en la Zona, y pedí un descuento sobre la tarifa oficial publicada en sus respectivas páginas web. Aunque al final volví a contratar los servicios de Chernobyl Tour. Salía un poco más cara que las otras dos, pero me gustó la organización del tour de un día y no quería jugármela con otra.
El precio inicial era de 996 Usd y lo pude bajar a 786 Usd (unos 675€). El proceso fue sencillo: elegí los días que quería (jueves y viernes, para evitar a los turistas del fin de semana); pagué 100 Usd como depósito a través de PayPal; recibí un correo con la confirmación del tour y toda la información necesaria; y pagué el resto con tarjeta en las oficinas de la agencia (situadas en el barrio de Podil).
En cuanto a los otros aspectos (Equipo, Seguridad y Época del Año) ya los comenté en mi anterior post y no varían para el tour de 2 días.
Está claro que a pesar del descuento pagué un importe elevado, prohibitivo para la gran mayoría de mochileros. Pero me encontraba ante una oportunidad única de visitar un lugar mítico en unas condiciones quizás irrepetibles, por varios motivos:
*La Zona de Exclusión está cada vez más deteriorada sin que nadie haga algo por evitarlo: edificios que se desmoronan; maquinaria y vehículos antiguos que son vendidos como chatarra; grafitis (no todos) que ensucian las paredes; objetos que desaparecen… Eso sin contar el efecto de los incendios, que en los últimos años han arrasado lugares muy interesantes, como Emerald Camp, un campamento infantil con casetas de madera cubiertas de pinturas murales.
*El éxito de la serie de HBO “Chernobyl” ha provocado que el número de turistas se dispare, y hay días en los que se llegan a juntar 2mil personas, estropeando la atmósfera de la Zona de Exclusión. Pero durante mi visita la crisis del coronavirus había eliminado a los turistas extranjeros, y los ucranianos se concentraban los fines de semana. Si accedía a Chernobyl entre semana contaba con grandes posibilidades de tener la Zona para mí solo.
*Oficialmente desde el año 2012 está prohibido entrar en los edificios. Hoy día la vigilancia es bastante flexible, pero el incremento de turistas hará que se tomen medidas más estrictas y sea imposible acceder a ellos (como ya ha ocurrido en muchos otros lugares abandonados del mundo).
*Tras la instalación del New Safe Confinement (NSC) para contener los restos del reactor nº 4, se está procediendo a la retirada y traslado de gran cantidad de materiales radiactivos. Estas tareas comportan el cierre de la Zona de Exclusión de 10km durante varias horas (como ya sufrí en mi tour de un día), y la previsión es que se intensifiquen de cara a los próximos años.
En definitiva, estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado, y no podía dejar pasar la ocasión. Además Ucrania es un país muy barato y distribuyendo el coste del tour entre el tiempo que pasé en el país todavía conseguí mantenerme dentro de mi presupuesto diario. Y en los 18 meses desde que comencé Mi Gran Viaje era el primer capricho que me daba. Aunque bueno, para mí fue caro porque viajo solo. Si tienes amigos que comparten tus gustos pagarás mucho menos: en Chernobyl Tour el precio por persona de un tour privado de 2 días era de 372 Usd (teniendo en cuenta un grupo de 4). Y con margen para obtener algún descuento en temporada baja.
EXCURSION DE 2 DIAS
La jornada comenzó a las 6.30h en el Hotel Express de Kiev. Desalojé la habitación, guardé mi mochila grande en la consigna, y a las 7.30h me encontré en la recepción con Helen, una chica ucraniana que iba a ser mi guía durante el tour. Justo a esa hora abría el restaurante del hotel y no quería perderme el desayuno, así que pedí a Helen que me acompañara unos minutos y mientras engullía platos ella se tomó un café.
Una vez con el estómago lleno salimos a la calle, me presentó al conductor (un ucraniano que no hablaba ni palabra de inglés), ocupé el asiento trasero de un coche en perfecto estado y nos pusimos en marcha. La verdad es que esta vez el trayecto pasó volando, en parte porque el conductor pisó el acelerador, pero también porque no paré de hablar con Helen de un montón de temas relacionados con Chernobyl. Me quedó claro que la chica dominaba el tema, y se le veía infinitamente más segura que a Ivan.
A las 9.30h ya estábamos en el Dytyatky Checkpoint, el punto de acceso a la Zona de Exclusión de 30km. Yo bajé del coche y esperé un rato completamente solo mientras Helen realizaba los trámites necesarios. El día había amanecido algo nublado, pero de vez en cuando asomaba el sol y la temperatura era agradable. Helen regresó con mi billete de entrada y el Dosímetro personal; subimos al coche; y nos internamos en la Zona de Exclusión (nadie comprobó el billete o mi pasaporte).
Como ya conocía las poblaciones de Zalissya y Chernobyl fuimos directos hasta el Leliv Checkpoint para acceder a la Zona de Exclusión de 10km y centrarnos en lo importante. Pero allí me esperaba una desagradable sorpresa: de nuevo estaban trasladando materiales radiactivos y no se podía entrar hasta las 13h. ¡Qué mala suerte! Helen me volvió a asegurar que la administración de la Zona no les avisa, pero me parece una situación inadmisible. En fin, menos mal que no contraté el tour privado de un día, porque solo me hubieran quedado 3 horas para ver todo.
RECORRIENDO ILLYNCY
Tras unos momentos de desconcierto Helen me propuso dedicar el tiempo a visitar Illyncy, un pueblo abandonado muy auténtico situado a una media hora en coche. Yo al principio acepté resignado, pero al poco de llegar comprobé que la decisión había sido un acierto.
Las casas de Illyncy están rodeadas de árboles y espesos arbustos, y fue toda una experiencia caminar por la zona buscando la entrada de los edificios, abriéndonos paso entre ramas secas. Algunas viviendas son de ladrillo y otras de madera, con postes y ventanas talladas. Además, al tratarse de un pueblo alejado del circuito turístico habitual los interiores se conservan mejor. Muchas casas tienen enormes chimeneas de ladrillo que servían para dar calor y cocinar (los propietarios solían dormir cerca). Y en sus habitaciones encontré todo tipo de objetos: discos de música; una agenda con anotaciones; fotos familiares en blanco y negro; una carpeta llena de documentos; maletas; una plancha antigua; un taller con una mesa de herramientas…
Una de las casas me sorprendió porque parecía que sus dueños no se hubieran marchado, con las paredes llenas de cuadros y tapices, y un salón prácticamente intacto. También entramos en el colegio del pueblo, de salas enormes aunque vacías. Es difícil describir con palabras lo que sentí deambulando por las diferentes habitaciones, descubriendo detalles interesantes en cada rincón mientras pensaba en las vidas olvidadas de esas familias.
EL RADAR DUGA-1
Desde Illyncy regresamos al Leliv Checkpoint. Todavía no eran las 13h y cuando Helen bajó del coche y se dirigió al guarda contuve la respiración. Pero afortunadamente esta vez nos dejó pasar y accedimos a la Zona de Exclusión de 10km. A continuación nos desviamos por la destartalada carretera que conduce al Radar Duga-1, atravesando bosques calcinados por el devastador incendio que había arrasado la Zona unos meses antes. En la entrada Helen bajó a realizar las gestiones con los vigilantes y caminamos hasta la base de la antena.
Durante el tour de un día apenas pude contemplar unos minutos la antena antes de que cayera la noche. Así que ahora quería aprovechar para hacer fotos con mejor luz, y de paso visitar los edificios anexos a la gigantesca estructura. En su interior caminamos por larguísimos pasillos completamente oscuros, con trozos de plástico colgando del techo y peligrosos agujeros de varios metros de profundidad (un despiste te envía al fondo). Y exploramos diferentes plantas en busca de las salas más interesantes:
1. Control Room: es enorme, aunque la mayoría de su contenido ha sido robado (cables, ordenadores…), y solo quedan algunos paneles y un par de monitores entre pilas de basura.
2. Propaganda: aquí se reunían en sus ratos libres los trabajadores de Duga-1. Las paredes están llenas de carteles con lemas del Partido Comunista (de ahí el nombre de la sala), y en un rincón hay un piano destrozado.
3. Formación: sin duda mi sala favorita. Aquí los empleados de Duga-1 recibían clases teóricas, y la sala se encuentra cubierta de fichas técnicas con dibujos de los diferentes misiles de la OTAN (enemigos); gráficos; esquemas… Me parece increíble que aun se conserve tan bien.
4. Bar: decorado con una pintura mural futurista donde aparecen astronautas y vehículos espaciales. El resto del recinto está ocupado por montones de trastos de todo tipo.
Estos edificios están en bastante mal estado, con tramos de escaleras expuestas, y desde fuera no llaman especialmente la atención, pero me lo pasé genial investigando con mi linterna frontal.
EXPLORANDO CHERNOBYL-2
De la misma forma que el gobierno ruso construyó la ciudad de Pripyat para alojar a los trabajadores de la central nuclear, en Duga-1 se creó Chernobyl-2, una población con todo lo necesario para que los empleados del radar y sus familias no tuvieran que salir de la Zona. Por supuesto la incluí en mi lista de lugares a visitar, y llegamos caminando por un sendero entre árboles y espesa vegetación. Esto fue lo más destacado:
1. Estación de Bomberos: tiene una pared con una colorida pintura mural en la que se pueden ver bomberos trabajando; carteles con dibujos y esquemas; y una maqueta de Chernobyl-2 que incluye el Radar Duga-1.
2. Escuela: es donde estuvimos más rato, porque el edificio cuenta con un montón de salas espectaculares. Como el gimnasio, con un potro, barras paralelas y cuerdas colgando del techo. La clase de música, con dibujos de compositores famosos, estanterías llenas de objetos, partituras y un piano. La de matemáticas, con carteles en las paredes mezclando unidades de medida con propaganda soviética, una mesa llena de fichas escolares, cuadernos ilustrados, dibujos de matemáticos… O la sala de los jóvenes Pioneers, que tiene una pared decorada con un mural donde aparecen dos niños uniformados, y otra con carteles de propaganda en inglés. No me quería marchar de allí.
3. Guardería: tiene una pintura mural exterior que representa a un grupo de niños sonrientes. Y en los alrededores hay un parque infantil con numerosas atracciones oxidadas: columpios, una minúscula noria, un avión de metal… Un lugar muy atmosférico.
4. Officer’s Club: también cuenta con un mural exterior donde aparece un astronauta con un cohete de fondo. Dentro hay un gimnasio con el suelo destrozado que todavía tiene un potro y una canasta de baloncesto. Y un cine, con una sala completamente oscura; y la taquilla rodeada de fotos de actores famosos.
Durante el recorrido por estos edificios caminé por suelos de madera llenos de agujeros que crujían de forma amenazante, montones de cristales rotos, techos que se estaban cayendo a trozos… Está claro que la zona entraña ciertos peligros. Mientras regresábamos a la entrada de acceso al Radar Duga-1 pasamos junto a una parra llena de racimos de uvas con una pinta tremenda. Alguien dirá que soy imbécil (y con razón), pero no me pude resistir a comerme una. Bueno, y Helen tampoco. Comiendo fruta de Chernobyl… En fin…
Ya en el coche Helen me dijo que en los alrededores del Radar Duga-1 era relativamente sencillo ver animales, y tanto ella como el conductor iban mirando en todas direcciones. Al final no apareció ninguno, pero es que los efectos del incendio eran muy evidentes. Y encima pasamos junto a un grupo de lugareños que estaban talando árboles y llenando de troncos varios camiones. No me extraña que la fauna se mantuviera alejada.
MAS LUGARES DE INTERES
De regreso a la carretera principal comprobamos que el sol estaba a punto de ocultarse en el horizonte, así que el conductor nos sacó del bosque para contemplar mejor la escena y bajamos a hacer fotos. Fue una de las mejores puestas de sol que vi en todo mi recorrido por Ucrania, con el cielo teñido de color naranja y unas nubes que quedaban geniales.
Más tarde nos acercamos a la población de Kopachi, porque a parte de la Guardería que visité en el tour de un día quería ver otra de las imágenes icónicas de Chernobyl: un autobús abandonado en medio del campo cuyo interior estaba decorado con grafitis interesantes. Para llegar caminamos entre granjas colectivas en ruinas y restos de maquinaria y vehículos oxidados. Pero allí descubrimos que el incendio del 2020 había calcinado por completo el autobús y ya no tenía el mismo atractivo. Una pena.
Desde Kopachi volvimos al Leliv Checkpoint, donde pasamos por un detector de radiación; y continuamos hasta la población de Chernobyl.
ALOJAMIENTO: HOTEL DESJATKA
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble; limpieza extrema; ubicación inmejorable, en pleno centro de Chernobyl; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; restaurante en el mismo edificio.
*Puntos en contra: colchón muy incómodo; lavabo compartido.
Había leído bastantes críticas del alojamiento en Chernobyl, pero es que hay gente que igual se espera un hotel de 5 estrellas en el escenario de un accidente nuclear. A mí la habitación me pareció más que correcta, con un radiador eléctrico a toda pastilla que incluso me permitió dormir destapado. Como detalle curioso, en la pared había una nota en inglés con instrucciones a seguir en caso de un accidente nuclear (y no eran de broma).
Una vez instalado bajé al comedor y me senté en una mesa con Helen y el conductor. Al poco la encargada nos trajo la comida/cena: una pequeña ensalada; sopa de verduras; pollo con puré de patatas; y un bollo azucarado. Para beber, agua y un vaso de kompot. Todo muy rico, aunque también hay que decir que estaba hambriento, al no haber comido nada desde el desayuno. Éramos los únicos huéspedes del hotel y estuve charlando animadamente con Helen, mientras el conductor se mantenía en silencio (me supo mal, porque parecía buen tipo).
Tras la cena regresé a mi habitación, donde me quedé un buen rato leyendo y escribiendo, mientras rememoraba todos los momentos épicos vividos. Y aun me quedaba otra jornada completa.
LA CENTRAL NUCLEAR
Al día siguiente me desperté a las 6h de la mañana con la música de la TV del hotel (¡?), pero por suerte me volví a quedar dormido. Aun así, cuando mi alarma sonó a las 7h estaba muy cansado. Sin perder tiempo preparé la mochila, bajé al comedor y al poco aparecieron Helen y el conductor. El desayuno consistió en una tortilla francesa; Nalysniki (crepes) rellenos de queso dulce; kompot; y un café. Y a las 8h nos pusimos en marcha. En el exterior el tiempo había empeorado, con un cielo cubierto de nubes grises y bastante frío, pero al menos no llovía.
Cuando llegamos al Leliv Checkpoint hubo momentos de tensión. Una nueva negativa como la del día anterior arruinaría por completo mi recorrido. Pero por suerte pudimos continuar y nos dirigimos a la Central Nuclear de Chernobyl. En el tour de un día me llevaron a un mirador con buenas vistas del Reactor nº 4, pero en los alrededores hay otros lugares de interés que ahora podría conocer:
1. Puerta de Entrada del Reactor nº4: está decorada con un relieve de estilo soviético. A escasos metros hay una rotonda con una estatua de Prometeo que antes se encontraba cerca del Cine Prometheus, en Pripyat. Y en un edificio contiguo destaca una enorme pintura mural que representa a un grupo de Caballos de Przewalski (no pude hacer fotos porque solo está permitido apuntar con la cámara hacia el edificio del Reactor nº4).
Aunque lo más sorprendente fue ver a un grupo de trabajadores esperando el autobús junto a la puerta con absoluta normalidad. Imagino que ajenos a todo lo que evoca en el resto del mundo la palabra Chernobyl.
2. Reactor nº5: en el momento del accidente se encontraba al 70% de construcción y estaba previsto que entrara en funcionamiento a finales de 1986, pero nunca llegó a acabarse. En la actualidad todavía está rodeado de grúas y mi idea era intentar acceder al interior, pero a Helen no le hacía gracia la idea (y eso que era una valiente), así que al final me conformé con verlo de lejos. Según ella se encuentra en muy mal estado y el lugar es demasiado inseguro.
3. Torres de Refrigeración: cerca del Reactor nº5 hay una gigantesca torre que estaba casi acabada cuando se produjo la tragedia. Su misión iba a ser enfriar el agua procedente del reactor nuclear. Aquí sí pude visitar el interior y aluciné con las dimensiones de la estructura, con 120m de diámetro y 150m de altura. En una de las paredes hay un grafiti donde aparece un médico con mascarilla, y Helen me hizo una demostración de la magnífica acústica del recinto (su grito rebotó en las paredes varias veces). Cerca hay otra torre en un estado más incipiente, destinada al futuro Reactor nº6, pero nos limitamos a verla desde la distancia.
4. Lago Artificial: se utilizaba para refrigerar el agua de los Reactores nº1-4. Hasta no hace mucho estaba habitado por peces gato enormes, y en algunos tours se incluía la opción de acercarse a darles de comer. Pero un día desaparecieron sin dejar rastro (según Helen se los llevaron para realizar algún tipo de estudio). Así que di un breve paseo por la orilla y continuamos.
5. Laboratorio de Hidrobiología: situado junto al Lago Artificial. Antes del accidente en el lugar había una piscifactoría, pero más tarde el gobierno ruso creó un laboratorio para estudiar los efectos de la radiactividad en los peces y moluscos, que estuvo operativo hasta el año 2008. En uno de los edificios hay una planta llena de recipientes con forma de embudo, y pilas de jaulas de madera para guardar visones (otro de los animales objeto de los experimentos). Y en una habitación encontramos frascos de formol con peces más o menos reconocibles (en algunos solo quedaban restos amorfos), y fotografías de diferentes especies.
El Laboratorio me encantó y me hubiera quedado un buen rato explorando las instalaciones. Pero si la administración de la Zona comenzaba a trasladar residuos radiactivos corríamos el riesgo de que no nos permitieran movernos de sitio y quedarnos allí atrapados durante unas horas. Así que volvimos al coche y nos dirigimos a la visita estrella de la jornada.
OTRA VEZ PRIPYAT
Por supuesto la ciudad fantasma de Pripyat ocupaba un lugar destacado en la lista de sitios que quería conocer, y de nuevo superó todas mis expectativas. En total nos tiramos 6 horas recorriendo sin descanso sus calles. Principalmente a pie, aunque en alguna ocasión utilizamos el coche para no perder tiempo, y el conductor se quedaba esperando dentro. Esto fue lo más destacado:
1. Hospital nº 126: se compone de varios edificios interconectados, con un letrero en la azotea donde se puede leer el lema “La Salud de la Nación”. Era el principal hospital de Pripyat, con capacidad para 410 camas, y aquí se trató a las primeras víctimas del accidente (bomberos y trabajadores afectados por la radiactividad). Días después fue abandonado y en la actualidad es uno de los lugares con mayores niveles de contaminación radiactiva. Pero Helen y yo nos adentramos en el siniestro edificio principal, acompañados de un par de perros que nos siguieron desde las afueras de la ciudad.
En el interior comprobé que las plantas se encuentran en un estado muy deteriorado, con zonas oscuras llenas de agujeros y escombros que directamente evitamos. Pero aun así lo que vimos fue un auténtico festival. La recepción, que todavía conserva el mostrador; salas de espera con macetas donde aun hay plantas secas; consultas con sillas médicas para atender a los pacientes; salas de operaciones con camillas y lámparas de varios focos colgando del techo; dormitorios con camas; la sala de maternidad, con filas de cunas para los recién nacidos; un bar enorme decorado con un relieve medio destrozado, donde hay un escenario con un piano; la cocina; salas con bañeras…
Fue increíble atravesar túneles equipado con mi linterna frontal, pisando cristales y suelos de madera que crujían. Helen me permitió libertad total, y cada habitación ocultaba una sorpresa diferente: estanterías llenas de libros y documentos; armarios con docenas de frascos de medicinas (esto me pareció alucinante); tablones de anuncios; instrumental quirúrgico; fichas médicas… Todo cubierto de una capa de polvo y rodeado de montones de basura. De vez en cuando encontrábamos graciosos grafitis de temática similar a la finalidad de la sala (un científico con sus probetas, dos pacientes peleándose con sus almohadas…).
La ropa de las primeras víctimas se arrojó al sótano del edificio y allí continúa. Si el Hospital ya es un sitio poco recomendable, bajar al sótano sin la protección adecuada es una auténtica temeridad. A mí me gusta la aventura, pero ni se me pasó por la cabeza acercarme.
2. Debarkader: a continuación fuimos a la orilla del Lago artificial de Pripyat y pude ver de cerca la embarcación de madera que había divisado durante el tour de un día desde la Marina River Station. En realidad se trata de un muelle flotante que en 1986 se encontraba estacionado junto a la Marina, pero tras el accidente se fue alejando poco a poco hasta su ubicación actual. Además de verlo pude subir y curiosear unos minutos. Eso sí, el Debarkader está semi hundido y no creo que le queden muchos años de existencia.
3. Cine Prometheus: la fachada está cubierta por un espectacular mosaico de estilo soviético obra de Ivan Litovshenko, un reconocido artista de la época. Dentro hay un auditorio oscuro donde apenas quedan un par de asientos.
4. Oficina de Correos: este edificio tiene un bonito relieve en un lateral, y en el interior una enorme pintura mural donde aparece una mujer junto a un astronauta. A continuación recorrimos los diferentes pisos, descubriendo oficinas llenas de carpetas y documentos; tablones de anuncios; carteles informativos en las paredes; una rotativa donde se imprimía el periódico local… Nada que ver con el Hospital, pero estuvo entretenido.
5. Palacio de Cultura Energetik: de todos los edificios que hay en la Plaza Central de Pripyat este es el único al que merece la pena acceder, por dos motivos: las impresionantes pinturas murales de estilo soviético que hay en el primer piso, cerca de la entrada; y la magnífica panorámica de la noria del Parque de Atracciones. Aunque al ser la parte más expuesta de la ciudad hay mayores posibilidades de que te descubra algún guarda, así que Helen y yo caminamos en silencio y nos marchamos pronto.
6. Bloque de Viviendas: otro momento estelar de mi recorrido por Pripyat. Subimos a pie las 16 plantas de un bloque de pisos hasta la azotea, y desde allí pude contemplar unas vistas épicas de la ciudad, con los diferentes edificios rodeados de bosques y la central nuclear de Chernobyl en la distancia. Había bastante niebla y esto redujo la visibilidad (por ejemplo el Radar Duga-1 estaba oculto), pero a cambio el paisaje era más misterioso. Soplaba un viento helado, y aun así no paré de hacer fotos, sintiéndome la persona más afortunada del mundo.
7. Guardería Cheburashka: esta visita fue idea de Helen y acertó de pleno. Cheburashka es un personaje de dibujos animados muy popular en la antigua Unión Soviética, y aparece representado en las puertas metálicas de acceso. El edificio es realmente grande y eso que en Pripyat había 15 guarderías. Pero en los años 80 la población de la ciudad estaba compuesta principalmente por parejas jóvenes y muchas mujeres trabajaban, así que la cantidad es razonable.
Esta guardería es una versión ampliada de la que visité en Kopachi durante el tour de un día. Tiene numerosas salas donde pude ver muñecas desmembradas de aspecto macabro, osos de peluche, camiones de juguete, cuadernos infantiles, ropa, zapatos minúsculos, la cocina (con el menú en la pared), carteles de propaganda (ni aquí se libraban), una bonita vidriera de colores… Una habitación está llena de cunas con barrotes. Y en el exterior hay un parque infantil con casetas de madera decoradas con dibujos y diferentes atracciones oxidadas.
8. Fábrica Jupiter: fue inaugurada en el año 1980 y tras la central nuclear de Chernobyl era el segundo empleador de Pripyat, con alrededor de 3.500 trabajadores. Oficialmente fabricaba grabadoras y accesorios para electrodomésticos, pero en realidad producía sistemas y componentes con fines militares. Tras el accidente se convirtió en un laboratorio radiológico, hasta que fue abandonado en el 2002.
La fábrica es gigantesca y consta de varios edificios interconectados. En el nivel inferior recorrimos salas enormes con vigas de cemento (algunas de ellas caídas), tuberías, montones de hierros, las taquillas de los trabajadores, carteles informativos, un par de graciosos grafitis, un relieve con un grupo de cigüeñas volando… Después Helen eligió un edificio y exploramos todas las plantas, descubriendo numerosas oficinas con mesas, pilas de carpetas y documentos, una máquina de escribir… Me encantó el despacho de un directivo, forrado de madera de color rojo. Alguien había colgado en las ventanas dos trozos de tela roja que ondeaban con el viento, creando un efecto inquietante.
9. Comisaría de Policía: el cristal de la puerta de entrada está decorado con estrellas rojas y el símbolo de la hoz y el martillo. Dentro había muy poca luz, pero pude ver la sala de detención temporal (con barrotes) y varias celdas con gruesas puertas de metal. La Comisaría estuvo ocupada hasta el año 1997, en un intento de frenar a los grupos de ladrones, pero al final se desalojó.
10. Taller de Reparaciones: el local está rodeado de todo tipo de vehículos pesados que intervinieron en las tareas de limpieza de la zona tras el accidente. Parece el escenario de un film post apocalíptico, con autobuses tirados en medio del bosque, camiones oxidados, máquinas excavadoras…
11. Mosaicos: antes de marcharnos, cuando ya oscurecía, Helen me llevó a ver otros dos mosaicos obra de Ivan Litovshenko, y me parecieron los mejores, llenos de colorido, ocupando el lateral de dos edificios situados no muy lejos uno del otro. Los árboles han ganado terreno y me costó hacer buenas fotos, pero con paciencia conseguí resultados decentes.
Esta segunda visita a Pripyat fue sencillamente espectacular, con momentos que no olvidaré jamás. En las 6 horas que estuvimos únicamente nos encontramos con 4 personas en la Plaza Central. El resto del tiempo tuvimos toda la ciudad para nosotros solos, caminando por el bosque acompañados por el sonido de los pájaros; y recorriendo edificios abandonados. Algo impensable en circunstancias normales.
REGRESO A KIEV
A las 16h pasadas nos subimos al coche y dejamos atrás Pripyat. A continuación cruzamos el Leliv Checkpoint, donde pasamos por un detector de radiación; y llegamos al Hotel Desjatka de Chernobyl. Allí ocupamos una mesa del restaurante, y cenamos rodeados de un grupo de turistas extranjeros que finalizaban su tour de un día con Chernobyl Tour. Esta vez tocó Borsch, pollo con arroz, y una manzana. Y para acompañar un vaso de kompot y agua. De nuevo correcto.
Tras llenar el estómago regresamos al coche; cruzamos el Dytyatky Checkpoint, donde pasamos por otro detector de radiación; y pusimos rumbo a Kiev. De camino estaba agotado pero no podía dormir, con la cabeza llena de imágenes increíbles. Helen en cambio fue durmiendo a pierna suelta. A eso de las 19h llegamos a la puerta del Hotel Express y tocó despedirnos, con mucha pena por mi parte.
La verdad es que el trabajo de Helen fue impecable. La chica atendió todas mis peticiones, aportando ideas que encajaron muy bien en el recorrido; siempre sonriente y dispuesta a resolver cualquier duda, con un nivel de inglés perfecto. Y una cosa que me encanta de un guía: se la veía disfrutando del recorrido, haciendo fotos y alucinando con poder ver Pripyat desierta. Así que durante el trayecto de vuelta a Kiev no paré de pensar: ¿le daba una propina? Y en caso afirmativo, ¿qué importe?. Al final opté por 200G al conductor y 600G a Helen. Ambos sonrieron y parecían contentos cuando nos despedimos, aunque en estos casos nunca sé si acierto.
CONCLUSION
El tour privado de 2 días por la Zona de Exclusión de Chernobyl fue sin duda una de las grandes experiencias de Mi Gran Viaje, llena de momentos únicos, y mereció la pena el elevado importe que tuve que pagar. Chernobyl Tour es una compañía muy profesional (¡te aseguro que no recibo ninguna comisión!); y Helen una de las mejores guías que he conocido. Acabé realmente satisfecho. Como anécdota, al principio me reía de la gente que se apuntaba a tours de varios días, pensando que en la Zona no había demasiados lugares de interés. Y tras un total de 3 jornadas completas aun me faltó tiempo para ver todo (en parte también por las escasas horas de luz al ser invierno).
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