En el duro desvío de Upper Pisang, por encima de los 3.500m de altura, visitando aldeas solitarias con las cimas nevadas de los Annapurnas como telón de fondo
Las etapas 5 y 6 del Annapurna Circuit consistieron básicamente en un desvío de la pista principal, que me permitió ganar altura y dormir por encima de los 3.500m. De camino, antiguas construcciones budistas (Gompas, Chortens, Paredes Mani…); y unas vistas incomparables de las cumbres de los Annapurnas. La etapa 5 fue la más larga de toda la ruta, con 21km de distancia y un fuerte desnivel. Y la etapa 6 me dejó tiempo suficiente para explorar los pueblos tradicionales que iba cruzando, como Ghyaru, Ngawal o Braka.
ETAPA 5: KOTO – GHYARU / Distancia: 21km / Desnivel ganado: +1.090m / Tiempo: 8h
El día empezó con mi alarma sonando a las 6h en la Super View Guest House de Koto (2.640m), tras una noche de sueño reparador. Antes de desayunar salí al exterior, y me quedé embobado ante una imagen espectacular: la cumbre nevada del Annapurna II teñida de color naranja con las primeras luces del amanecer. Así da gusto madrugar… De regreso en la guest house, desayuné un cuenco de Muesli con leche caliente y trocitos de manzana (225R) que no me pude acabar. Y a las 7,15h comencé a caminar.
Sobre el papel, tenía por delante una de las etapas más duras del AC. Por la distancia, y por el desnivel a superar, que me iba a situar en cotas de alta montaña. Pero me esperaba tanto que al final fue más llevadera de lo previsto.
La etapa se dividió en 4 partes:
1. En las afueras de Koto había un control policial donde tuve que mostrar mis permisos ACAP y TIMS y contestar a un agente más preguntas de la cuenta, en un tono bastante agrio. No me pareció que con la que estaba cayendo se pudiera permitir el lujo de tratar así a los pocos turistas que visitaban Nepal, pero bueno… Tontos hay en todas partes. A continuación seguí la pista principal durante media hora, atravesando un bosque, hasta llegar a Chame (2.710m).
Chame es la capital del Distrito de Manang. Una bulliciosa población que cuenta con numerosos servicios, desde banco hasta tiendas de ropa, pasando por un puesto de atención médica. Hasta hace unos años, este era el lugar más lejano al que se podía llegar en vehículo. Ahora se puede continuar sin problema hasta Manang. Aunque, a no ser que estés perfectamente aclimatado a la altura y vayas muy justo de tiempo, te recomiendo que como mínimo comiences a caminar en Chame. Yo aproveché para llenar mis dos cantimploras en una Water Station (90R), y no me entretuve mucho más.
2. Al salir de Chame había un pequeño Gompa (templo budista) y un Chorten de entrada. En esta zona crucé a la orilla derecha del río Marsyangdi, por un puente colgante adornado con banderas de oración. Y continué por la pista principal, en constante subida. No fue un tramo muy pintoresco: el lado del valle que tenía frente a mi estaba cubierto por la sombra, complicando la posibilidad de sacar buenas fotos; y de vez en cuando pasaba un 4×4 o una moto, levantando molestas nubes de polvo.
Tras dejar atrás Talekhu (una aldea de escaso interés) tomé un desvío NATT recomendado por mi guía de viajes. Pero no mejoró mucho las cosas: el sendero me hizo ganar altura para luego bajar de nuevo a la pista; y crucé tramos de bosque con grandes extensiones de pinos que habían sido talados hacía poco tiempo. Y es que con la crisis de combustible que estaba viviendo el país, la gente se había lanzado a los bosques para hacer acopio de leña de cara al invierno (que estaba a la vuelta de la esquina). Así que en numerosas ocasiones pude ver a hombres trabajando en aserraderos; mujeres cargando a la espalda cestos de troncos; vehículos transportando tablones recién cortados… Un auténtico desastre ecológico…
De regreso en la pista me encontré con Daniel: un chaval israelí que caminaba con mucha dificultad ayudado por unos bastones. Le hice compañía un rato, y me explicó su historia: nacido en Estados Unidos, era licenciado en Matemáticas y durante el Servicio Militar (en Israel son 3 años de obligado cumplimiento) trabajó para la Agencia de Inteligencia (el famoso Mosad). Su familia era muy religiosa y tenía planes para él, pero el chaval había decidido viajar a Nepal para reflexionar y encontrarse a sí mismo. Cuando viajas conoces a gente realmente peculiar… Pero al final su ritmo era tan lento que decidí avanzar en solitario.
El caso es que con la charla no me dí cuenta que ya había dejado atrás Bhratang (2.850m), y viví momentos de confusión hasta que me volví a ubicar, preguntando a un par de lugareños. La ruta continuó por la pista principal, con un tiempo excepcional: cielo azul y sol agradable, que me permitió caminar en manga corta.
Tras un rato, tuve que cruzar a la orilla izquierda del río, con unas aguas que cada vez parecían de un azul más intenso. Y la ladera derecha del valle se convirtió en una enorme mole de piedra de paredes lisas y forma cóncava, que los lugareños llaman Paungda Danda. La imagen era sencillamente espectacular, con una luz perfecta para las fotos. Al final pude evitar la pista durante un tramo, cruzando un bosque donde había bastantes tumbas (indicadas con montones de piedras y tiras con hojas de oración). Y llegué a la población de Dhukur Pokhari (3.240m), un nombre que parece sacado directamente de El Señor de los Anillos.
RELAX EN DHUKUR POKHARI
La confusión en Bhratang hizo que la segunda parte se me hiciera mucho más corta de lo previsto. Y como todavía eran las 11h, decidí sentarme en la terraza de una guest house para comer algo y recuperar fuerzas. La sorpresa se produjo cuando al poco apareció Pelayo, que había dejado muy atrás a Lidia. El hombre andaba estresado, y quería cubrir en esa jornada una distancia imposible. Pero entendió mis explicaciones, y decidió sentarse conmigo.
Yo me pedí un Pancake de Manzana (perfecto para llenar el estómago); y Pelayo pidió Pan Tibetano (de sabor parecido a la masa de los churros). Con miel para acompañar, y un par de tazas de té con leche. Precio: 430R. La comida tardó bastante, y al final nos tiramos allí hora y media. Pero no me importó porque se estaba genial: descansando tras el esfuerzo; bajo un sol reconfortante (ya habíamos superado la cota de los 3mil metros de altura); y charlando animadamente.
A las 12,30h, cuando nos preparábamos para continuar la ruta, apareció Lidia acompañada de Daniel y dos amigos suecos. Y nos pusimos en marcha todos juntos.
DESVÍO POR LA HIGH ROUTE
En Dhukur Pokhari te enfrentarás a la primera decisión importante del AC. Tienes dos opciones: continuar hasta Braka por Lower Pisang siguiendo la pista principal, que avanza junto al río ganando apenas 200m de desnivel; o tomar un desvío NATT que desde Upper Pisang asciende por el lado derecho del valle. Yo elegí la segunda opción, por varios motivos:
1. El desvío ofrece unas vistas memorables, entre las mejores de todo el AC.
2. Es de gran ayuda para la aclimatación a la altura, ya que duermes una noche a más de 3.700m, y la siguiente en Braka a 3.400m. Muy recomendable para que el cuerpo se adapte.
3. La ruta alternativa pasa por pueblos realmente auténticos, con antiguos Gompas y viviendas tradicionales.
4. Evitas la pista principal, por lo que puedes caminar con total tranquilidad, sin molestos vehículos pasando a tu lado.
Aunque en la elección también influirá el estado físico de cada uno. Porque el desvío requiere de un importante esfuerzo adicional.
RECTA FINAL DE LA ETAPA
Desde Dhukur Pokhari comenzamos los últimos 2 tramos de la etapa:
3. La subida hasta Upper Pisang fue muy sencilla. Seguimos caminando por el valle; cruzamos a la orilla derecha del río por un puente colgante; y empezamos a ganar altura de forma progresiva hasta llegar al pueblo. En este tramo el paisaje era impresionante. Con vistas del Paungda Danda; bosques de pinos; enormes espacios abiertos… No paré de sacar fotos.
En Upper Pisang (3.310m) el grupo se fraccionó: Pelayo y Daniel continuaron la ruta; los suecos se pusieron a buscar alojamiento; y Lidia y yo decidimos explorar el pueblo. La verdad es que mereció la pena. Había detalles interesantes en cada rincón: casas de piedra con banderas de oración y pequeñas ventanas de madera tallada; una fuente donde los lugareños lavaban la ropa y las vacas se acercaban a beber; una larguísima Pared Mani con ruedas de oración; vistas únicas del valle… Lidia y yo dejamos nuestras mochilas junto a la fuente, a cargo de unas señoras con bufandas y pañuelos de colores en la cabeza. Y subimos a la parte alta del pueblo.
La idea era visitar un viejo Gompa con más de dos siglos de antigüedad. Por fuera estaba bastante deteriorado, pero el interior prometía una atmósfera genial. Lástima que nadie fuera capaz de encontrar al guardián de la llave de acceso. Así que nos tuvimos que conformar con visitar otro Gompa de reciente construcción, muy elaborado. Un monje budista nos abrió la puerta (20R de propina) y paseamos un rato (descalzos). Cada centímetro de las paredes estaba pintado de vivos colores, con figuras de Buda y columnas de madera. Tras recuperar las mochilas, caminamos hasta la salida del pueblo, donde había un magnífico Chorten, con el interior cubierto de frescos con imágenes de la mitología Budista. Y al poco nos reunimos con Pelayo, que había hecho un alto para esperarnos.
4. El tramo final de la etapa fue precioso. Mientras nos alejábamos de Upper Pisang, pude disfrutar de unas vistas fenomenales del pueblo, con sus casas descendiendo por la ladera y las montañas de fondo, entre las que destacaba la cima del Annapurna II. El sendero continuó subiendo, atravesando un bosque. Y vi rebaños de cabras; mujeres cargando a la espalda cestos con troncos de madera; un lejano lago con aguas de color verde esmeralda; y una impresionante Pared Mani, con torres, un pequeño altar, y montones de Piedras Mani con mantras grabados. No paré de hacer fotos, y esto hizo que me quedara solo, mientras el resto avanzaba a buen ritmo.
Desde la Pared Mani crucé un valle por un espectacular puente colgante. Y la etapa acabó con un duro ascenso. Eran unos 300m de desnivel con fuertes pendientes, que acababan en Ghyaru. Y los encajé como pude, avanzando poco a poco; y parando de forma regular para recuperar el aliento y beber sorbos de agua (la altura comenzaba a notarse). Las vistas eran memorables, pero ya empezaba a oscurecer, y el frío apretaba. Así que mantuve mi cámara de fotos enfundada. Lo pasé fatal, pero al final conseguí llegar a Ghyaru (3.730m), donde me recibieron con gritos de ánimo Pelayo, Lidia y Daniel. Tuve el tiempo justo para sacar un par de fotos, pues ya eran las 17h, y había que buscar un lugar para pasar la noche, porque en todo el pueblo solo había 3 guest houses.
ALOJAMIENTO: YAK RU – 50R/Noche
*Puntos a favor: habitación triple para mi solo; vistas increíbles de las montañas; precio.
*Puntos en contra: agua fría.
Ru significa «cuerno» en nepalí. Una vez instalado, me abrigué y bajé al comedor a charlar con Pelayo, Lidia y Daniel. Y al poco ya estábamos cenando. Yo pedí Egg Vegetable Fried Rice, y té con leche (3 tazas), que me sentó genial (todo por 450R). Tras la cena un rato de charla, y a las 20h cada uno a su habitación. Antes salí al exterior a cepillarme los dientes, y me quedé alucinado ante un cielo despejado plagado de estrellas. Momentos como este compensan cualquier esfuerzo, por duro que sea.
EXPLORANDO GHYARU
Al día siguiente la jornada comenzó a las 6h, y a las 6,30h salí al exterior con mi cámara de fotos, para disfrutar de todo un espectáculo. Frente a mi se levantaban las enormes cumbres nevadas de los Annapurnas II, IV y III, bañadas con los primeros rayos de sol. Y allí estaba yo, completamente solo, con el único sonido del viento. Un momento mágico. No se me ocurre una manera mejor de empezar el día. A pesar del frío glacial. Y que la noche no había sido muy apacible: me desperté en multitud de ocasiones con un ligero dolor de cabeza (la altura comenzaba a hacer mella); y me dolían bastante los hombros (por levantar los brazos constantemente para hacer fotos, con el peso de la mochila). En fin…
Para desayunar, me senté junto a Pelayo, Lidia y Daniel, y pedí un cuenco de Muesli con leche caliente, y un café con leche (270R). Pelayo y Lidia en cambio, viajaban con un presupuesto ultra ajustado, y hacían lo posible por gastar lo mínimo. Por ejemplo, tenían un paquete grande de Muesli que compraron en Pokhara, y para desayunar solo pedían leche caliente. Utilizaban pastillas purificadoras en vez de comprar agua. Y siempre cenaban Dal Bhat (más barato y con posibilidad de repetir). Como anécdota, cada noche compartían habitación, aunque el precio por persona era el mismo que alojarse por separado. Y por sus comentarios no parecía que estuvieran enrollados…
La etapa del día no era muy exigente, así que nos tomamos las cosas con calma. Y a eso de las 8h decidimos visitar Ghyaru, paseando por sus callejuelas. Una población encantadora, similar a Upper Pisang, con casas tradicionales con ventanas y balcones de madera tallada, y banderas de oración; una antigua Pared Mani con ruedas de oración; un Chorten con el interior cubierto de frescos…
Esta vez tuvimos más suerte que en Upper Pisang, y una anciana nos consiguió la llave para entrar a un Gompa realmente atmosférico. Sus muros estaban llenos de coloridos frescos representando escenas mitológicas. Tenía un altar con imágenes de Buda. Y de sus columnas colgaban máscaras rituales. Estuvimos unos minutos recorriendo el templo, con un olor importante a incienso y madera antigua. Como agradecimiento, dejé una donación de 20R, y a la anciana le di una propina de 15R. De regreso en la guest house, compré un litro de agua (muy cara, a 140R) y nos pusimos en marcha.
ETAPA 6: GHYARU – BRAKA / Distancia: 13km / Desnivel perdido: -280m / Tiempo: 6h
Tras la visita, iniciamos la etapa, que se dividió en 3 partes:
1. Para empezar, avanzamos en horizontal, casi sin perder altura. El día amaneció con un sol radiante y un cielo azul completamente despejado, así que pude caminar en manga corta. En todo momento nos acompañaron unas vistas impresionantes de los Annapurnas, y del Valle de Marsyangdi. Desde nuestra posición se veía la pista del pequeño aeropuerto de Humde, rodeada de unas curiosas formaciones rocosas erosionadas por los elementos. A lo largo del sendero pasamos junto a muchas construcciones antiguas: Chortens, Paredes Mani coronadas por torres, montones de piedras grabadas, banderas de oración ondeando al viento… También vimos señoras cargando a la espalda pesados fardos de cereales, rebaños de cabras, un buitre volando sobre nuestras cabezas, Ghyaru en la distancia…
Al cabo de un par de horas apareció ante nosotros una espectacular panorámica de Ngawal (3.680m). Otra aldea inolvidable, con sus casitas de piedra, banderas de colores… Todo parecía diminuto al lado de la enorme mole del Annapurna III, cubierta de nieve, que presidía la escena. En la entrada de Ngawal había un rebaño de Yaks pastando (los primeros que veía); una fuente donde una señora estaba lavando la ropa; y una larguísima Pared Mani con ruedas de oración, muy fotogénica.
Una vez en Ngawal, dimos un paseo por sus calles. En un cruce encontré el mejor Chorten que había visto hasta el momento, rematado por una cúpula en forma de bulbo, en cuyo interior había una figura de Buda. Subimos hasta la parte alta del pueblo con la intención de visitar su Gompa. Nadie fue capaz de encontrar al guardián de la llave, pero no importó mucho, porque las alucinantes vistas del Annapurna III compensaron con creces.
En Ngawal, igual que antes en Ghyaru y Upper Pisang, me sorprendió el escaso número de habitantes que había por las calles. Lo habitual era ver ancianos, apenas se escuchaban niños, y muchas casas tenían pinta de estar vacías. El motivo: que la gente ya no tiene ganas de vivir en estos lugares, aislados de la civilización y soportando un clima extremo. Así que la mayor parte había emigrado a Pokhara o Kathmandu. Condenando a la desaparición a estas bonitas poblaciones en un futuro no muy lejano. Una pena…
2. Daniel decidió quedarse a comer en Ngawal y el resto continuamos la ruta. Para regresar al valle hay dos opciones: una directa; y otra más larga que continúa un rato más por las alturas, ofreciendo mejores vistas. Nosotros elegimos esta segunda opción, y mereció la pena. Primero cruzamos una meseta salpicada de Chortens de diferentes formas. Después pasamos por el moderno Monasterio de Lophelling, donde estuvimos charlando con un simpático monje budista, que hablaba un inglés más que correcto. Nos contó que solo estaba acompañado de otros 4 monjes, con los que se disponía a pasar los duros meses de invierno. Y la verdad es que no me hubiera importado quedarme allí unos días en plan relax, rodeado de aquellos paisajes…
Al poco de abandonar el Monasterio, el sendero se precipitó cuesta abajo hacia el fondo del valle, y llegamos a Julu (3.330m), una población de escaso interés que abandonamos rápidamente.
3. El tramo final de la etapa no tuvo mucha historia. Caminamos por la pista principal, siguiendo la orilla derecha del río Marsyangdi. Estaba llena de polvo, y a veces se nos hundían los pies. Aunque por suerte tan solo pasaron un par de vehículos. Más tarde atravesamos un bosque de pinos donde nos encontramos un rebaño de Yaks pastando. Son unos animales espectaculares, de largo pelaje, cuernos afilados, y diferentes colores (blanco, negro, marrón…). Me quedé un rato sacando fotos. A continuación llegamos a una población, y pensé que ya se había acabado la etapa. Pero se trataba de Muji, y tocó caminar un poco más, con una pequeña subida, hasta alcanzar Braka (3.450m).
Este pueblo nos ofreció una serie de imágenes ya habituales: viviendas de piedra con las montañas de fondo; Chortens y una Pared Mani con ruedas de oración en la entrada; una fuente con una chica lavando la ropa; vacas pastando… ¡y una cabeza de Yak descomponiéndose sobre una pila de leños!
ALOJAMIENTO: NEW YAK HOTEL – Gratis
*Puntos a favor: habitación espaciosa para mi solo; cama doble muy cómoda; baño privado; paredes de piedra que aíslan de cualquier ruido; dueños amables y sonrientes. Sin duda, el mejor alojamiento de la ruta hasta ese momento.
*Puntos en contra: agua fría.
Como siempre, Pelayo se encargó de elegir guest house y negociar el precio, lo cual a mi me parecía perfecto. Pero es que en este lugar el chaval rizó el rizo: consiguió una habitación gratis para cada uno a cambio de cenar y desayunar en la guest house. Mejor imposible. Aunque de esta forma los dueños se aseguraban clientela, porque éramos los únicos turistas y no tenían muchas alternativas.
Una vez instalados, yo estaba que me moría de hambre. Así que nos sentamos a comer en una mesa, y pedí un plato de Vegetable Fried Rice. Como siempre, porción abundante y deliciosa. Para acompañar, té Masala (idea de Lidia). Precio: 475R. En la guest house aproveché para comprar el segundo litro de agua del día, que tampoco fue barato: 120R.
UN PASEO POR BRAKA
Con el estómago lleno, salimos al exterior para visitar Braka. La guest house estaba en la parte moderna, pero nosotros fuimos a Old Braka, y subimos por una de sus callejuelas hasta el punto más alto del pueblo. Allí se encuentra un Gompa con varios siglos de antigüedad, muy recomendado por mi guía de viajes. Era enorme, con puertas y ventanas pintadas de color naranja. Por suerte estaba abierto, así que pudimos visitar el interior, pagando una simbólica entrada de 100R por persona. Se notaba que era un recinto con mucha historia. Me encantaron las columnas de madera tallada pintadas de vivos colores; las numerosas figuras de Buda y otros seres mitológicos; las máscaras rituales (alguna realmente inquietante); el altar principal con numerosas ofrendas (velas, incienso, billetes…). Pude sacar todas las fotos que quise, bajo la atenta mirada del vigilante.
Desde el Gompa las vistas de los alrededores eran geniales. Había rocas de formas curiosas. Y a nuestros pies estaba Old Braka. Un auténtico laberinto de calles estrechas y viviendas tradicionales en varios niveles, siguiendo la ladera de la montaña, con infinidad de detalles: ventanas de madera tallada; banderas de oración; lugareños charlando; ropa tendida en los balcones… Aunque pude comprobar que Braka, a pesar de estar ubicada en el fondo del valle, tiene el mismo problema que Ngawal o Ghyaru, y parecía un pueblo fantasma, sin apenas habitantes. Al final acabé separándome del grupo y paseando en solitario por Old Braka, aprovechando las últimas luces del atardecer para sacar fotos.
De regreso en la guest house, compré 2 litros de agua en una tienda cercana de cara al día siguiente (160R); y me senté en una mesa del comedor, aprovechando que el dueño acababa de encender la estufa de leña. Se estaba de muerte, y me quedé un buen rato leyendo y charlando con Lidia, mientras acariciaba un gatito que se subió a dormir en mi regazo.
Al haber comido bastante tarde, para cenar pedí algo ligero: una Sopa de Ajo (muy rica, y por lo visto el ajo ayuda a evitar el mal de altura); y un trozo de Apple Pie casero (sencillamente delicioso). Precio: 350R. Tras la cena, estuvimos hablando con el hijo del dueño, que nos contó historias acerca de la vida en la región; y nos dio consejos para afrontar con garantías las siguientes etapas y superar el temible Thorong La. Y a una hora prudencial, me fui a la habitación a recuperar fuerzas.
CONCLUSIÓN
Asumiendo que evitarás la monótona pista principal, la etapa 5 es un gran reto, con sus 21km de distancia y casi 1.100m de desnivel positivo. Si lo ves excesivo y cuentas con tiempo suficiente, puedes optar por dividir la etapa en dos: pasando la primera noche en Upper Pisang; y afrontando la dura subida a Ghyaru con el frescor de la mañana, para acabar la jornada alojado en Ngawal.
Por lo que respecta a la etapa 6, no pases de largo por los pueblos y dedica un rato a explorar sus calles y Gompas (aunque resulte tentador acabar la etapa lo antes posible). Y para dormir elige una guest house de Braka: una población mucho más interesante y tranquila que Manang, y punto de partida de la recomendable excursión al Ice Lake.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales