Visitando la capital del Kurdistán iraquí, con una impresionante Ciudadela, un salón de té muy atmosférico y curiosos puestos de cambio de divisas
Erbil (o Hawler en kurdo) es una de las ciudades más antiguas de la Tierra. Ya estaba habitada en la época de los Sumerios, hace 5mil años, y desde entonces formó parte de importantes civilizaciones, como los Asirios, el Imperio Aqueménida, o el Sasánida. Aunque el paso del tiempo y las innumerables guerras que ha sufrido la región han hecho que no se conserven muchos edificios históricos. En el año 2014 Erbil vivió jornadas de tensión cuando el ISIS conquistó Mosul, a tan solo 80km, y sus calles se llenaron de miles refugiados que huían de la barbarie. Pero por suerte las cosas ha vuelto a la normalidad.
El diseño de Erbil es realmente práctico, con una serie de carreteras de circunvalación que canalizan el tráfico; y un aeropuerto internacional que recibe vuelos de todo el mundo. Sin duda su principal lugar de interés es la Ciudadela, incluida en el listado del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero tiene otros como el Bazar, un Museo Arqueológico o la Mezquita de Jalil Khayat.
VIAJE: KOYA – ERBIL
En principio para llegar a Erbil necesitaba tres taxis: uno privado al Garaj de Koya, situado en las afueras; uno compartido hasta el Garaj de Erbil; y un último privado al centro. Pero en la parada me encontré a Nabel (un taxista que había conocido el día anterior) y me propuso algo mejor: tenía que ir a Erbil a recoger a un amigo y me ofreció acompañarle por solo 10milD. Era casi el mismo importe que hubiera pagado de la otra forma, pero con servicio privado, sin esperas, y viajando cómodamente en el asiento delantero. Así que no lo dudé ni un segundo y nos pusimos en marcha.
El trayecto duró alrededor de una hora para recorrer los 65km hasta Erbil. Nabel iba a toda pastilla, realizando adelantamientos al límite, a pesar de circular por una carretera secundaria, estrecha y en muy mal estado. En un control de policía nos hicieron bajar del coche, revisaron mi pasaporte y le echaron un vistazo al contenido de mi mochila grande. A mí no me importó lo más mínimo, porque gracias a estas medidas el Kurdistán iraquí es una zona segura, a diferencia del resto del país.
Nabel me dejó a 3km del hotel donde había decidido pasar la noche y tuve que utilizar otro taxi privado, que me cobró 3milD.
ALOJAMIENTO: JANNAT BLOUDAN HOTEL – 25milD/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble enorme; lavabo privado con ducha de agua caliente; buena limpieza; mobiliario moderno; ubicación inmejorable, a un cuarto de hora a pie del centro; tranquilidad total por la noche; nevera con agua de cortesía; wifi rápido; encargado de la recepción muy amable (Yazan); precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: el extractor del lavabo de mi habitación hacía un ruido bastante molesto (aunque no dije nada); de vez en cuando aparecían pequeñas hormigas en la cama (creo que caían del techo).
Por primera vez pude utilizar la táctica Booking en Irak: llegué al hotel sabiendo que tenían habitaciones disponibles y un precio de referencia; y a partir de aquí conseguí un gran descuento (10milD por noche). Una vez instalado, no perdí el tiempo y salí a conocer Erbil.
LA CIUDADELA DE ERBIL
Para empezar, nada mejor que dirigirme al centro y visitar la famosa Ciudadela. Está ubicada sobre un montículo de forma ovalada de unos 30m de altura, donde se han encontrado restos de cerámica que datan de la Edad del Cobre. La imagen del conjunto es espectacular, con las fachadas de docenas de mansiones de ladrillo naranja rodeando el perímetro, cada una con diferentes arcos, ventanas y balcones. Primero di una vuelta alrededor en busca de la mejor panorámica; y después accedí al interior por una rampa.
De cara a evitar decepciones, es importante saber lo que hay dentro de la Ciudadela:
*A pesar de ser un lugar habitado durante miles de años, la mayoría de edificios que se pueden ver en la actualidad fueron construidos durante el siglo XX. Nada de antiguos templos aqueménidas, relieves o esculturas.
*En el año 2007 las 840 familias que vivían en la Ciudadela fueron reubicadas por el gobierno a otras zonas de la ciudad, por lo que el recinto es un lugar sin vida, más parecido a un museo que a un antiguo asentamiento.
*Tres años más tarde comenzaron las obras de restauración de la Ciudadela, y cuando la visité (finales del 2019) todavía continuaban. No está permitido el acceso a ningún edificio, a excepción de una mansión que alberga un Museo Téxtil; y por todas partes hay zanjas, tubos y operarios trabajando.
Dicho esto, la entrada es gratuita y merece la pena dedicarle una hora. Me gustó la enorme Puerta Sur, por donde se entra en la Ciudadela; la Mezquita de Mulla Afandi (con una cúpula blanca y un bonito minarete); un Hammam; y un par de patios exteriores lujosamente decorados. Además, las vistas de la ciudad son excelentes. Siguiendo una amplia avenida (cuya construcción implicó la desaparición de un montón de antiguas viviendas) se llega a la Puerta Norte. Durante mi visita había lugareños por todas partes que llenaban de ambiente el recinto.
Junto a la Ciudadela se encuentra la Plaza de Erbil, realmente fotogénica. Está rodeada de pórticos (galerías de columnas) donde se ubican tiendas y pequeños cafés; estanques; las mezquitas de Khanaqa (con una colorida cúpula y un minarete) y Shekh Rashka; una Torre del Reloj… Esta plaza es un sitio inmejorable para observar a la gente. Hay ancianos kurdos con ropa tradicional (pantalón ancho y turbante) vendiendo rosarios; mujeres luciendo vestidos con brillantes bordados; vendedores de té o globos; familias paseando… La mejor panorámica se obtiene desde la Ciudadela a última hora de la tarde, cuando las fuentes de la plaza entran en funcionamiento.
UNA TARDE ENTRETENIDA
A continuación empezó a oscurecer y decidí regresar al hotel. De camino pasé junto a varias tiendas de frutos secos y en una de ellas paré a comprar una bolsa. Un cuarto de quilo de pistachos, almendras y cacahuetes me costó 3milD (poco más de 2€). El chaval que me atendió sabía algo de inglés y estuvimos unos minutos charlando. Y al despedirnos me sorprendió regalándome un cuarto de quilo de anacardos. Una muestra más de hospitalidad kurda…
Ya en el hotel me senté a hablar un rato con Yazan y le estuve enseñando fotos de mis viajes. También se nos unió una japonesa bastante simpática que viajaba sola y estaba de paso por Erbil. Yazan era sirio y su situación me tocó la fibra: obligado a huir de su país escapando de la guerra; trabajando en el hotel 12 horas al día, de lunes a domingo, por un salario de risa, a pesar de tener estudios universitarios; sin posibilidad de emigrar a Europa; y a pesar de todo siempre con una sonrisa. Como él hay miles de jóvenes malviviendo, principalmente en Irak, Turquía y el Líbano.
Más tarde salí en busca de algún lugar para cenar, pero no encontré ningún restaurante y me conformé con un local de Döner cercano, ocupando su única mesa. Allí me atendió otro chico sirio. Era ingeniero y había trabajado de cocinero en el Líbano. Y me sirvió un Shawarma como si estuviera en un restaurante de lujo. Para acompañar me regaló un pequeño plato con Hummus (puré de garbanzos) y dos Falafel (una especie de croquetas hechas también con garbanzos). Y a la hora de pagar el Shawarma tuve que insistir (1milD). Impresionante.
De vuelta en mi habitación, me preparé para una noche de descanso más que merecida. Los cortes de luz eran constantes (por lo visto es una medida del gobierno para ahorrar energía). Menos mal que el hotel cuenta con un generador propio y al cabo de unos segundos entraba en funcionamiento.
MÁS ATRACCIONES EN ERBIL
Al día siguiente me levanté temprano tras dormir como un tronco y bajé a desayunar al comedor del hotel. Allí me esperaba un buffet libre muy completo. Yo comí una ensalada de tomate, pepino y olivas; dos huevos duros; dos quesitos; un bol de yogurt con miel; tres bollos con mermelada; y un té. Hacía tiempo que no desayunaba tan bien. A continuación preparé mi mochila pequeña, salí a la calle, y me dediqué a visitar varios lugares de interés de Erbil. Este fue mi itinerario:
1. Mezquita Jalil Khayat: es la más grande de la ciudad, aunque fue construida en el año 2007. Para llegar caminé 20 minutos desde el hotel. El templo impresiona, con varias cúpulas y dos enormes minaretes de 65m de altura. Primero estuve contemplando el exterior desde el aparcamiento, y después accedí al recinto. La sala de oración me encantó: tiene un techo multicolor decorado con motivos geométricos; y lámparas gigantes. En la puerta dos soldados me dijeron que no podía fotografiar el interior, pero como no había mucha gente hice alguna con disimulo. La mañana era fría, aunque en la mezquita la calefacción funcionaba a pleno rendimiento y se estaba genial.
2. Erbil Civilisation Museum: un museo arqueológico situado a 15 minutos de mi hotel. La entrada es gratuita y consta de 3 salas donde se exhiben diferentes objetos. Tiene algunas estatuas interesantes, como dos misteriosas figuras sumerias; o un par de guerreros procedentes de Hatra (la capital del reino de los Partos, al sur de Mosul). Además, hay tablillas con escritura cuneiforme y algún relieve asirio. No es un museo imprescindible, pero pasé media hora entretenido.
3. Bazar Cubierto: está junto a la Plaza de Erbil. A diferencia del que visité en Koya, aquí la arquitectura del recinto es moderna y lo llamativo son sus comercios. Me encantaron los de ropa tradicional kurda de vivos colores (reservada para celebraciones especiales); joyas; dulces típicos; artesanía… Fue un paseo agradable, ya que no había mucha gente, ni molestos carros de madera transportando mercancías, o vendedores insistentes.
Junto a la rampa de acceso a la Ciudadela hay varias tiendas de souvenirs con infinidad de objetos expuestos, desde alfombras a imanes. Y si buscas comida, dirígete a la calle Shekhallah (comienza en la Plaza de Erbil), llena de puestos que venden fruta, verdura, quesos, pescado… La sección de carnes no es apta para veganos, con cerebros, lenguas de vaca o cabezas de oveja a la vista. En esta avenida el ambiente es mucho más caótico que en el Bazar cubierto, con vendedores gritando y un mar de gente que impide avanzar con normalidad.
Por último, aluciné con los puestos de cambio de divisas. Consisten en una mesa y una silla con un encargado, y algunos tienen enormes pilas con fajos de billetes al alcance de cualquiera. La imagen es muy cómica. Había leído que aquí no gustan las fotos, pero con mano izquierda conseguí alguna. Elegí el puesto de un chaval joven (los mayores son más reacios), sonreí señalando los fajos, y fue él mismo el que me propuso hacer una foto. Más tarde me di cuenta que la zona está llena de cámaras de vigilancia, por eso nadie se atreve a robar.
4. Machko Chai Khana: en el Kurdistán Iraquí los salones de té se llaman Chai Khana, y en Erbil el más famoso es el Machko, abierto durante los años 40. Se encuentra pegado a la base de la Ciudadela y en el interior el ambiente es muy auténtico. Tiene infinidad de rincones con mesas para beber té, charlar con los amigos o jugar al Backgammon. Los muros están llenos de fotografías de kurdos famosos (políticos, militares, artistas…). Y hay estanterías con libros antiguos para el que los quiera ojear. Así que me senté un rato a tomar un par de tés y disfrutar de la atmósfera (1milD).
5. Barrio árabe: para acabar la jornada decidí dar un paseo por esta zona al oeste de la Plaza de Erbil. Se trata de un conjunto de estrechas calles flanqueadas por viviendas en ruinas, con sus puertas y ventanas selladas. Apenas hay señales de vida, a parte del tráfico constante de vehículos, que utilizan el barrio como parking al aire libre. Algunas de las casas evocan un pasado mejor, con columnas y lujosos balcones. Y entré en una sencilla mezquita con una cúpula de color blanco. Imagino que las tensiones entre la comunidad kurda y árabe hicieron que los vecinos de este barrio acabaran marchándose. Teniendo en cuenta su ubicación privilegiada, no creo que tarden mucho en demoler las casas y construir hoteles o algún centro comercial.
CENA: STOKHOLM RESTAURANT
Tras recorrer el barrio caminé hasta la zona del Bazar y busqué un lugar para comer. No fue sencillo, porque solo había locales de Döner y yo quería algo más consistente. Hasta que encontré el Stokholm Restaurant…
Pedí pollo asado con arroz, acompañado de judías y verduras en salsa. Y cuando llegaron los platos me quedé sin palabras. ¡Las raciones eran enormes! El pollo venía en una gran bandeja con dos tipos de arroz y fideos; e incluía el doble de judías y verduras que otros restaurantes. Por si fuera poco me añadieron un bol de sopa. Para acompañar, agua y pan. Todo estaba riquísimo y acabé a reventar. A la hora de pagar estaba seguro de que el precio no iba a ser barato: por la cantidad de comida; y por la ubicación del local, a escasos metros de la Ciudadela. Pero de nuevo hubo sorpresa: me costó solo 6milD (ni 5€). Un restaurante muy recomendable.
UN DIA DE PARQUES
La jornada comenzó con otro abundante desayuno que me dejó como nuevo. Una vez con el estómago lleno, cogí mi cámara de fotos y salí a visitar otros lugares de Erbil. El día había amanecido con un cielo cubierto de nubes grises que amenazaban lluvia. Y encima mi idea era recorrer algunos parques de la ciudad. Pero no me vine abajo y seguí con el plan previsto.
1. Minaret Park: cuando llegué a este parque, a unos 20 minutos del centro, me encontré la puerta cerrada. Algo realmente curioso teniendo en cuenta que era viernes (día festivo en el Islam) y en teoría es cuando las familias pueden disfrutar de estos espacios. Mientras recorría el perímetro del parque en busca de otra entrada me crucé con dos turistas, nos saludamos, y tras unos minutos de charla continué con ellos el resto del día. Eran José, de Valencia, abogado y viajero empedernido (había estado en 170 países); y Timothy, de Nueva Zelanda, politólogo especializado en Oriente Medio. Ambos se alojaban en mi hotel y estaban en la recta final de sus viajes: José 9 días en Irak; Timothy 6 semanas por Turquía e Irak.
Al final decidimos saltar la verja y acceder al Minaret Park (una imagen entre cómica y temeraria). Se llama así porque en su interior se encuentra el espectacular Mudhafaria Minaret, de 36m de altura. Fue construido durante el siglo XII por el Príncipe de Erbil (de origen turco), que en esa época rendía pleitesía al imperio de Saladino. No se puede entrar y la parte superior del minarete hace tiempo que se derrumbó, dejando la torre inclinada. Pero es uno de los monumentos más destacados de Erbil. Además, en el parque hay diferentes bustos de color blanco y una enorme estatua, dedicadas a personajes que desconozco. Tras la visita volvimos a saltar la verja y continuamos caminando.
2. Shanidar Park: la gracia de este parque es acceder mediante un funicular que parte del Minaret Park y ofrece buenas vistas de la ciudad. Pero cuando llegamos a la taquilla no había nadie; y las cabinas estaban paradas. ¡Un viernes! Como además los estanques no tenían agua y el lugar estaba desierto, apenas duramos unos minutos.
3. Sami Abdul Rahman Park: es el parque más grande de Erbil. Una vez más nos sorprendió la ausencia de gente. Aun así estuvimos un buen rato caminando por avenidas con árboles de diferentes colores. En el recinto hay un enorme lago, pero cuando alcanzamos la orilla estaba vacío, y las barcas a pedales amontonadas en un rincón. Definitivamente invierno no es una buena época para visitar parques en Irak… Por suerte, preguntando con educación, pude hacer algunas fotos de gente: como una familia de Mosul que se encontraba de picnic; o los invitados de una boda, que se estaban haciendo un reportaje junto a los novios (ellas vestían ropa de vivos colores). La idea era quedarnos más tiempo, pero hasta los cafés estaban cerrados, con lo cual regresamos al centro.
De camino paramos en un local de Döner. Yo pedí uno de pollo (1milD) y nos sentamos unos minutos, rodeados de lugareños. Poco después comenzó a llover, así que continuamos hasta el hotel y nos despedimos. La verdad es que Timothy y José me cayeron genial. En mi habitación descansé un rato y a la hora de cenar me conformé con un cuenco de sopa de garbanzos en un puesto callejero cercano (2milD). Para complementar compré galletas y un zumo de manzana en una tienda.
CONCLUSION
Erbil es una parada obligatoria en cualquier ruta por el Kurdistán iraquí. De hecho, muchos turistas pasan todo su viaje alojados en esta ciudad, realizando excursiones de un día a lugares relativamente cercanos como Akre, Rawandiz, o incluso Suleimaniya. Solo la magnífica Ciudadela de Erbil ya justifica la visita, pero la capital cuenta con otras atracciones muy recomendables, como la Mezquita Jalil Khayat, el Bazar o el Minaret Park. Te aconsejo una estancia mínima de 2 días para explorar con calma cada rincón. Mi experiencia en el Jannat Bloudan Hotel fue excelente, con una ubicación inmejorable y desayunos muy completos.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales
Comentarios
4 ComentariosCarlos
Ene 3, 2023Andreu, ¿mantienes el contacto con el valenciano abogado que ha viajado tanto?
Un saludo
Carlos (el viajero)
Ganas De Mundo
Ene 3, 2023Hola Carlos, pues no porque era de la vieja escuela y vivía completamente al margen de las redes sociales, así que no hemos mantenido contacto (con Timothy algo más a través de Instagram). Un abrazo!
Adrián
Oct 10, 2021Hola! Llevo mucho tiempo queriendo visitar Erbil, pero se supone que si entro en Irak y me estampan el pasaporte estaría vetado para entrar en Estados Unidos. Hay alguna solución para eso??
Ganas De Mundo
Oct 10, 2021Hola Adrián! A ver, no es que te veten la entrada a Estados Unidos, pero te obliga a solicitar un visado con antelación en vez de un ESTA y complica las cosas. A mí ese sello de Irak me ha hecho tener que dar explicaciones en más de un aeropuerto, aunque no me arrepiento porque el Kurdistán Iraquí es una región fascinante y descubrí lugares increíbles. La única solución es solicitar un duplicado del Pasaporte por «pérdida».