Recintos arqueológicos que en el pasado albergaron monumentos de fama mundial, y un agradable pueblo frecuentado por cigüeñas
A diferencia de Pérgamo, que tuvo un periodo de gloria relativamente corto, Éfeso fue durante siglos una ciudad de gran importancia en la región del Egeo. En tiempos de Grecia formó parte de la poderosa Liga Jónica, junto a otras 11 ciudades-estado. Más tarde albergó el legendario Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Los romanos la designaron capital de su Provincia de Asia. Y ya durante el Imperio Bizantino, se construyó una enorme basílica en honor del apóstol San Juan. Así no es de extrañar que Éfeso sea uno de los lugares más visitados de Turquía; y que dé nombre a la marca de cerveza más consumida del país (Efes).
La mejor base para explorar Éfeso es Selçuk, un pueblo lleno de encanto con varias atracciones turísticas que también merece la pena visitar. Aquí abundan las pensiones y restaurantes, herencia de una época no muy lejana donde el negocio turístico era una importante fuente de ingresos. Y a escasa distancia se encuentran otras ruinas de interés, como las del Templo de Apolo.
VIAJE: BERGAMA – SELÇUK
Mi desplazamiento a Selçuk comenzó tras desalojar (con mucha pena) mi habitación en la Odyssey Guesthouse de Bergama. Alcanzar el siguiente punto de mi ruta por Turquía resultó bastante sencillo. Estas fueron las etapas:
1. Autobús a Izmir: desde mi alojamiento solo tuve que caminar unos metros hasta una pequeña parada de autobús situada cerca de la Basílica Roja. Allí compré el billete en una taquilla de la compañía Metro (15L). Y mientras esperaba a que el vehículo se pusiera en marcha aproveché para almorzar un tavük döner y un agua (7L) en un local cercano. Los inicios fueron muy lentos, con constantes paradas por el pueblo, pero una vez se llenó el autobús avanzamos a buen ritmo.
El trayecto duró 2 horas. De camino cruzamos campos de cultivo; y al llegar a Aliaga pasamos junto al Mar Egeo, con bonitas vistas. Aunque no pude disfrutar al máximo del paisaje porque se me olvidó pedir un asiento junto a la ventana y en Turquía se respeta a rajatabla el número que indica el billete. Pero bueno, fui escuchando música y organizando ideas de cara a los próximos días. Y al final llegamos a la enorme Terminal de Autobús de Izmir.
Izmir es la tercera ciudad más grande de Turquía y las guías de viaje la recomiendan por sus mercados, mezquitas y museos. Además se trata del lugar favorito de muchos turcos, por su atmósfera moderna y liberal. Pero tras varios días en Estambul me parecía más de lo mismo y decidí continuar hacia el sur.
2. Dolmus hasta Selçuk: el ayudante del conductor me indicó dónde estaba la furgoneta que necesitaba (15L). Y antes de partir me dio tiempo a comerme un gözleme relleno de espinacas y un agua (5,5L). El vehículo arrancó según lo previsto y viajé en un asiento individual, esta vez junto a la ventana, a escasa distancia de dos parejas de turistas chinos. Tras 1 hora de trayecto llegamos a la Terminal de Selçuk, situada en el centro del pueblo; y caminé hasta el lugar elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: HOMEROS PENSION – 90L/Noche
*Puntos a favor: limpieza impecable; terraza con vistas geniales del pueblo; ubicación muy céntrica, a escasos minutos de las principales atracciones; tranquilidad total por la noche; familia propietaria realmente acogedora; servicio de lavandería a un precio razonable (30L por una bolsa de ropa); precio; espectacular desayuno incluido; al marcharme me regalaron una pulsera.
*Puntos en contra: habitación atiborrada de muebles, con muy poco espacio; ubicación justo debajo de la terraza (a las 7h empiezan a preparan los desayunos y el ruido es muy molesto); cama individual; baño compartido (aunque enorme y con una ducha perfecta); fuerte olor a tabaco; wifi errático.
Tengo que reconocer que mi primera impresión de este alojamiento fue nefasta. Al poco de instalarme descubrí que la bombilla de mi habitación estaba fundida; el wifi dejó de funcionar en todo el edificio; y la señora a cargo del lugar no tenía ni idea de nada (¡era su primer día!). Valoré seriamente quedarme solo una noche. Pero al día siguiente las cosas se arreglaron, y me reconcilié con el lugar, hasta el punto de no querer marcharme. Y esos desayunos…
DESCUBRIENDO SELÇUK
Una vez instalado me quedé un rato descansando en la habitación, y por la tarde salí a dar un paseo por el pueblo. El centro de Selçuk está atravesado por los restos de un antiguo acueducto romano restaurado por los bizantinos. Junto a él discurren en paralelo dos calles peatonales llenas de cafés y locales para comer, con animadas terrazas y lugareños jugando al okey (parecido al domino), que con una mano movían sin parar sus rosarios y con la otra fumaban o bebían té.
También vi un montón de cigüeñas. Por lo visto llegan hacia el mes de marzo y se marchan en septiembre. Y la gente les facilita mucho las cosas, colocando soportes metálicos para sus nidos en los puntos más altos del pueblo (el acueducto, los minaretes de las mezquitas…). Como yo visité Selçuk en abril pude disfrutar de la presencia de estas aves majestuosas, contemplando sus siluetas recortadas en la distancia; y escuchando sus sonidos característicos con el pico. Incluso había una realizando un baile de apareamiento (tuercen su cabeza hacia atrás hasta tocarse la cola con el pico).
Selçuk está rodeada de verdes colinas y campos de cultivo. La atmósfera no es tan rural como en Bergama, pero a parte de la avenida principal, donde los coches pasan a toda pastilla sin respetar los pasos de peatones, las calles son tranquilas y abundan las señoras que visten pantalones anchos con estampados de flores y coloridos pañuelos.
Recorriendo el pueblo también pude comprobar la importante caída del negocio turístico, con tiendas de recuerdos desiertas y restaurantes vacíos. Y es que ahora la mayoría de viajeros que visitan Éfeso lo hacen formando parte de algún tour organizado desde Estambul; o llegan en crucero al puerto de Kushadasi, y desde allí hacen una excursión de unas horas. Las caras de resignación de los pobres comerciantes daban bastante pena…
CENA: SISÇI YASAR IN YERI
Tras dar una vuelta por las calles peatonales, donde los restaurantes son algo caros, decidí alejarme de la zona en busca de un sitio para cenar. Al final entré en este local; me senté en una terraza cubierta de viñas; y pedí Çöp Shis (solo tuve dos opciones). Había leído que se trataba de mini-pinchos de carne de ternera, pero cuando apareció el plato se me quedó cara de tonto. Yo pensaba que lo mini eran los pinchos, y resultó que la carne también. Estaba muy rica pero me duró dos bocados. Menos mal que para acompañar tenía una ensalada y pan, además de una Fanta. En cambio el precio no fue mini: 18L. A mi alrededor había familias de lugareños y gatos esperando algo de comida.
Después de cenar volví a mi guesthouse con el timing perfecto para ver la puesta de sol desde la terraza. Y me preparé para una noche de descanso.
EL PASADO DE ÉFESO
Los orígenes de Éfeso se remontan al siglo X AC, cuando los griegos fundaron una colonia en una bahía cercana al río Caístro. La población no tardó en prosperar, gracias al comercio marítimo y a los fieles que acudían a visitar el cercano Templo de Artemisa. Con el tiempo Éfeso cayó en manos de otros imperios, como el Lidio o el Persa, hasta que Alejandro Magno expulsó a los Persas. La época dorada de Éfeso llegó con el Imperio Romano, que en el siglo I AC convirtió la ciudad en capital de la provincia de Asia. En su momento álgido llegó a tener 250mil habitantes, la segunda población más grande del imperio, tan solo por detrás de Roma. Una ciudad cosmopolita, llena de lujo y riqueza.
Pero a partir del siglo VI varios sucesos precipitaron el declive de Éfeso: la ciudad perdió el acceso al Mar Egeo, bloqueado por los sedimentos que transportaba el río; la invasión de los Godos, que arrasaron la zona; varios terremotos; y la consolidación del Cristianismo, que acabó con el culto a Artemisa.
EXPLORANDO EL RECINTO ARQUEOLÓGICO
Al día siguiente me desperté a buena hora tras dormir como un tronco. Y las 8h ya estaba en el comedor de la guesthouse preparado para ese desayuno espectacular que me había prometido el dueño. La verdad es que no mentía, porque el hombre llenó la mesa de toda clase de productos: dos tipos de olivas; quesos; un huevo duro; fruta (plátano, naranja, fresas…); pan con diferentes mermeladas, además de miel y Nutella; ensalada de zanahoria y pepino; yogur; té… Una locura. Acabé a reventar y no volví a comer nada hasta las 19h. Incluso me llevé un Simit por si me entraba hambre durante la jornada.
Con el estómago lleno, salí al exterior rumbo a las ruinas de Éfeso.
*Horario: 8h – 19.30h
*Precio: 60L + 30L (incluyendo las Casas en Terraza)
*Fotografía: ok
Hay dos puertas de acceso al recinto, ambas a la misma distancia de Selçuk: 3,5km. Si viajas por libre hay que caminar o utilizar un taxi, porque el transporte público es muy errático. Yo decidí ir a pie hasta la Puerta Inferior, siguiendo un sendero que pasa junto al Templo de Artemisa; y tardé menos de media hora, recorriendo una avenida arbolada. Una vez allí compré mi billete en la taquilla y empecé la visita.
Después de explorar en solitario las ruinas de Pérgamo mi llegada a Éfeso fue un golpe de realidad. En la entrada había una veintena de autocares aparcados y montones de tiendas de recuerdos. Y crucé los tornos de acceso entre oleadas de turistas, principalmente grupos organizados. Y eso que todavía no era temporada alta y el turismo ha caído bastante en Turquía. No me quiero imaginar este lugar en agosto… Con este panorama tuve que aprender a vivir rodeado de gente y armarme de paciencia, esperando lo que hiciera falta para conseguir fotos decentes. Por la tarde, a partir de las 16h, el recinto se vació algo, pero no estuve ni muchísimo menos solo.
Por suerte tenía todo el día para dedicar a Éfeso y pasé 8 horas recorriendo cada rincón. Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Gran Teatro: fue reconstruido por los romanos y tenía capacidad para 25mil personas. Es posible subir hasta el punto más alto y disfrutar de buenas panorámicas del conjunto. Durante mi visita una parte del teatro estaba cerrada por obras de restauración, con una grúa enorme que obstaculizaba las vistas.
2. Biblioteca de Celso: es el plato fuerte de Éfeso y su imagen icónica. En su día fue la tercera biblioteca más grande del mundo antiguo, tras Alejandría y Pérgamo; y su fachada es imponente, con 17m de altura y elaborados relieves. Las estatuas de las Cuatro Virtudes son copias y los originales están en el Museo de Éfeso (Viena), ya que la restauración de la biblioteca fue obra de un equipo austríaco en los años 70. Aquí es donde se producen las mayores concentraciones de gente, porque todo el mundo quiere sus fotos junto a la fachada, saltando o haciendo el pino (mejor luz por la mañana).
3. Casas en Terraza: se trata de una serie de lujosas villas romanas decoradas con mosaicos y frescos de gran calidad. Hay que pagar una entrada adicional, pero merece la pena. Además, durante una hora pasearás casi en solitario porque los grupos no incluyen esta visita en su itinerario. Las casas están protegidas por una estructura moderna que no podría ser más horrible.
4. Avenida de los Curetes: es la calle principal de la antigua Éfeso y conecta la parte superior de Éfeso con la inferior, por lo que tiene una pendiente considerable. Estaba flanqueada por comercios, fuentes, estatuas, y monumentos. Y por las noches se iluminaba con lámparas de aceite.
5. Fuente Trajana: aunque las estatuas que la adornaban han desaparecido, todavía es una construcción imponente.
6. Templo de Adriano: la entrada se conserva en perfecto estado, con un arco decorado y magníficos paneles con relieves que representan los orígenes de Éfeso.
A parte de estos lugares destacados, durante la visita vi columnas de todo tipo, esculturas, templos escondidos… Incluso hay un edificio con las letrinas públicas que utilizaban los antiguos habitantes de Éfeso. No me extraña que sea uno de los recintos arqueológicos mejor conservados del Mediterráneo. Así que, a pesar de los miles de turistas, Éfeso merece la pena.
Para acabar, aquí van unos consejos a tener en cuenta de cara a tu visita:
*Hay momentos en que tanta gente agobia. Cuando ocurra sal de la ruta principal y visita algún rincón más apartado. Verás como la cosa cambia. O aprovecha para explorar las Casas en Terraza.
*Dentro del recinto no hay lavabos, pero el personal de los accesos permite salir y volver a entrar sin problema (el lavabo exterior cuesta 2L).
*En Éfeso no hay sitios cubiertos, con lo cual si recorres el lugar en verano no olvides llevar agua, gafas de sol y protección solar.
LA CUEVA DE LOS SIETE DURMIENTES
Tras visitar Éfeso y salir otra vez por la Puerta Inferior tenía los pies que echaban humo. Pero aun encontré fuerzas para desviarme de la ruta y seguir las indicaciones hacia una atracción turística conocida como la Cueva de los Siete Durmientes. El camino me llevó por una carretera secundaria, pasando junto a una charca llena de pájaros y vegetación exótica.
La Cueva es en realidad una antigua necrópolis con varias tumbas excavadas en la roca, y exploré la zona completamente solo. Eso sí, no me entretuve demasiado porque se respiraba una ambiente siniestro. El nombre procede de una leyenda local y la gente deja trozos de tela blanca con deseos atados a las ramas de los árboles cercanos (estaban llenos). Para regresar a la carretera principal atravesé campos de cultivo por un sendero; crucé un pequeño río; y acabé en un enorme cementerio, caminando entre cientos de lápidas. Al final llegué a Selçuk con el sol ya ocultándose en el horizonte.
CENA: SISÇI YASAR IN YERI
Después de la curiosa experiencia del día anterior decidí volver al mismo restaurante para probar la otra especialidad del menú y saber si el problema fue el plato que pedí o el local. Pues por lo lo visto fue el plato, porque esta vez cené Köfte y la porción fue la habitual, acompañada de una ensalada, pan, Fanta y un té. Todo muy rico, por 19L.
Camino a mi alojamiento ya oscurecía, y la atmósfera era mágica, con el sonido de las cigüeñas, el cielo lleno de fotogénicas nubes, y calles tranquilas. Un digno final para un gran día.
UN PASEO POR SELÇUK
Al día siguiente me levanté sin prisas porque no era necesario. Y cuando subí al comedor ya me estaba esperando mi descomunal desayuno. Yo comí todo lo que pude y aun así sobró un montón de comida. Dicen que hay que desayunar bien, pero esto no puede ser sano…
Tras conocer las ruinas de Éfeso decidí quedarme un segundo día completo en Selçuk para visitar varios lugares de interés. Estos son los más destacados:
1. Museo de Éfeso: situado a escasos metros de mi alojamiento, es un buen lugar para conocer la historia de la zona, con numerosos paneles en inglés y objetos realmente interesantes. Consta de 9 salas temáticas ubicadas en un moderno edificio que pude recorrer sin nadie más. Me gustaron mucho los relieves y esculturas procedentes de algunos monumentos de Éfeso, como el Templo de Adriano o sus lujosas Fuentes; dos elaboradas estatuas de la diosa Artemisa; y un par de sarcófagos expuestos en un patio exterior. Precio: 15L.
2. Templo de Artemisa: desde el museo caminé hacia las afueras de Selçuk y llegué a la zona donde se ubicaba el que en su día fue el templo más grande jamás conocido. El Artemision, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Artemisa es la diosa griega de la caza y la naturaleza (conocida como Diana por los romanos), y en Éfeso se le rendía culto desde tiempos inmemoriales.
El templo que dio fama al lugar fue construido en el siglo III AC, durante el Periodo Helenístico, y su aspecto tuvo que ser espectacular, con 127 columnas de casi 20 metros de altura y frisos decorados con esculturas de los mejores artistas de la época. Pero por desgracia la invasión de los Godos y las inundaciones que afectan a la zona acabaron destruyendo el templo alrededor del siglo III DC. Y sus restos fueron utilizados como material para otros edificios (principalmente la Basílica de San Juan).
Hoy día solo queda en pie una columna reconstruida que se alza solitaria en medio de un recinto rectangular rodeado de campo, y aun así la visita me encantó. Durante mi paseo vi un grupo de gansos; charcas con docenas de tortugas tomando el sol en las piedras (al detectar mi presencia saltaban al agua); un nido de cigüeñas sobre la columna con una pareja; y montones de pájaros. No se puede pedir más, y encima gratis.
Mientras hacía fotos se empezaron a escuchar los truenos de una tormenta cada vez más cercana. Al final apuré al máximo y llegué a mi alojamiento corriendo, justo cuando comenzaban a caer las primeras gotas. Pero bueno, me quedé un rato escribiendo en el comedor; y cuando paró continué con el recorrido.
3. Basílica de San Juan: cuenta la historia que el apóstol San Juan llegó a Éfeso junto a la Virgen María huyendo de la amenaza del Rey Herodes. Y vivió el resto de su vida en la zona, a excepción de su exilio forzoso en la isla de Patmos. Aquí el apóstol escribió su Evangelio, y al fallecer se construyó una iglesia donde estaba su tumba.
En el siglo VI, en tiempos del Imperio Bizantino, el lugar ganó fama mundial cuando el Emperador Justiniano ordenó erigir aquí uno de los mayores templos cristianos de la época. Sus dimensiones y esplendor eran únicos, y pronto comenzaron a llegar miles de peregrinos para venerar la tumba. La basílica continuó en funcionamiento incluso con la llegada de los Otomanos, que la convirtieron en mezquita. Pero un potente terremoto destruyó el templo en el siglo XIV, y los restos quedaron abandonados a su suerte.
Tras pagar la entrada (15L) me esperaba unas ruinas con muy poco que ver, y quizás por eso me lo acabé pasando genial. El recinto es una sombra de lo que fue, pero pude pasear prácticamente solo entre hileras de columnas decoradas con símbolos cristianos; enormes arcos; y montones de pedazos de mármol, algunos con relieves de la época. También hay una lápida que marca la tumba de San Juan. Desde la Basílica las vistas de Selçuk son memorables. Solo hubiera eliminado la música disco a todo volumen procedente de un bar al pie de la colina.
4. Fuerte de Ayasuluk (así bautizaron los Otomanos a Éfeso): continuando montaña arriba se llega a esta construcción perfectamente restaurada cuyo interior se puede visitar con la misma entrada de la Basílica. Yo pensaba que tenía tiempo suficiente porque la Basílica permanece abierta hasta las 18.30h. Pero al llegar me encontré la puerta de acceso al fuerte cerrada (lo desalojan a las 17h). De todas formas, por lo que pude investigar, creo que no me perdí mucho y regresé a la zona de la Basílica para acabar el día.
Además de estas atracciones hay algún otro lugar en los alrededores de Éfeso del que no puedo opinar porque no lo visité. Como la supuesta casa donde vivió la Virgen María (la única forma de llegar es en taxi, y solo hay una pequeña capilla atiborrada de fieles); o la población de Sirince, famosa por sus excelentes vinos.
CENA: SEÇKIN & FIRUZE
Un restaurante ideal ubicado en una de las dos calles peatonales de Selçuk. Tiene un menú con un montón de platos turcos a precios razonables; el personal fue muy amable; y la comida estaba rica. Yo me senté en una mesa del comedor y pedí por primera vez Kuzu Shish Kebap (pinchos de carne de cordero a la brasa), acompañado de ensalada, arroz y patata. Y para beber una Fanta. Todo por 30L.
Tras la cena regresé a mi alojamiento, contemplando por última vez las cigüeñas de Selçuk en las alturas.
MÁS RUINAS EN LA ZONA
Al día siguiente me desperté con mi alarma sonando a las 8h y subí al comedor para disfrutar de un nuevo desayuno enorme. A continuación preparé la mochila, desalojé la habitación, y me despedí de la amable señora, preparado para una jornada intensa.
Al sur de Selçuk se encuentran las ruinas de más lugares que en el pasado tuvieron gran importancia. Como Priene, una ciudad portuaria perteneciente a la Liga Jónica que se quedó sin acceso al mar por los mismos motivos que Éfeso. O Mileto, cuna de grandes filósofos como Tales o Anaximenes. Eso sin contar los recintos arqueológicos que ya había dejado atrás desde que salí de Estambul, como Troya o Sardis. Pero es que en estas zonas tan ricas en historia, o eres un fanático de la arqueología, o lo normal es que al cabo de un par de visitas comiences a estar cansado de tantas columnas y esculturas. Así que decidí conocer un último lugar: Didyma.
VIAJE: SELÇUK – DIDIM
Ya me habían avisado que llegar hasta Didyma en transporte público no iba a ser sencillo, así que el recorrido no me pilló por sorpresa. El caso es que tardé 3 horas en cubrir una distancia más bien escasa. Estas fueron las etapas:
1. Dolmus hasta Kushadasi: nada más aparecer en la Terminal de Selçuk encontré el vehículo que necesitaba, ocupé un asiento y nos pusimos en marcha (7L). Kushadasi es el principal puerto de cruceros de Turquía, y buena parte de los turistas que soporté en Éfeso desembarcan aquí. Cuando entrábamos en la ciudad pude contemplar una panorámica del puerto y un pequeño castillo ubicado en una isla a la que se puede acceder.
2. Dolmus a Söke: el conductor me dejó justo al lado del siguiente dolmus y arrancó en cuestión de segundos (7L). El trayecto fue tranquilo, atravesando campos de cultivo y pequeñas poblaciones.
3. Autobús hasta Didim: en Söke me tocó esperar un rato en una parada hasta que apareció el vehículo que iba a mi destino final del día (10L). Parecía que ya estaba todo hecho, pero al llegar a Didim no presté atención y me alejé del desvío correcto. Yo bajé del autobús a toda prisa, pero no me libré de caminar 1,5km cargado con mis mochilas; cuesta arriba; y bajo un sol abrasador. No fueron momentos agradables…
Durante el trayecto me sorprendió la gran amabilidad de la gente. Los conductores me pedían rápidamente la mochila grande y la guardaban en el maletero, o me indicaban cómo continuar la ruta; y los pasajeros se interesaban por mi destino y me echaban una mano. Lo agradecí bastante, porque hubo momentos en los que iba muy perdido.
EL TEMPLO DE APOLO
*Horario: 9h – 19h
*Precio: 15L
*Fotografía: ok
El motivo del viaje era conocer Didyma, un lugar donde en tiempos de la antigua Grecia había un oráculo que fue el segundo en importancia, solo por detrás de Delfos. Al principio había un templo que fue arrasado por los Persas. Pero tras su derrota a manos de Alejandro Magno el santuario pasó a depender de la ciudad de Mileto. Y los nuevos gobernantes planearon construir el templo más grande del mundo, dedicado a Apolo, hermano gemelo de Artemisa. Las obras comenzaron en el siglo IV AC, y el proyecto era monumental.
El edificio iba a contar con 122 columnas de casi 20m de altura, decoradas con todo tipo de estatuas y relieves. Aunque la construcción se fue alargando, y tras décadas de trabajos el templo quedó incompleto, con tan solo 72 columnas en pie. Y el récord fue a parar al Templo de Artemisa, en Éfeso. Al final la llegada del Cristianismo acabó con la actividad del oráculo en el siglo IV (se consideraba un culto pagano). Y posteriormente varios terremotos destruyeron el templo, sin que nadie se molestara en repararlo.
Con lo que me había costado llegar hasta allí por lo menos esperaba unas ruinas acordes al esfuerzo, y la verdad es que acabé muy satisfecho. En la taquilla de la entrada compré el billete; dejé mi mochila grande en un rincón; y empecé a explorar el recinto. Esto fue lo más destacado:
1. Panorámica: lo primero que llama la atención del Templo de Apolo es que está muchísimo mejor conservado que el de Artemisa. Aquí se puede ver toda la estructura del templo, con sus escaleras de entrada y tres columnas completas en pie, además de la base de muchas otras. La imagen es espectacular, sobre todo cuando entra o sale gente de él y se aprecia su enorme tamaño.
2. Columnas: son gigantes, compuestas por enormes bloques de piedra de forma circular, e impresiona caminar entre ellas. Hay una en la parte trasera del templo que se ha mantenido tal y como cayó, con los bloques en fila, y permite muy buenas fotos.
3. Cella: es el patio interior del templo, donde estaba el oráculo. Se accede por dos túneles realmente atmosféricos. Dentro hay varios relieves y el pozo sagrado del que bebía el oráculo antes de emitir sus profecías.
4. Fauna local: junto al templo había una charca fruto de las lluvias de las última semanas, y estaba llena de ranas (el ruido era ensordecedor). Además, vi una tortuga de tierra que caminaba tranquilamente en busca de comida.
En total estuve 2 horas paseando, casi todo el tiempo solo. Al final apareció una pareja de novios para hacerse una sesión de fotos; y un grupo de turistas alemanes. Pero para entonces ya había tenido suficiente y me puse en marcha, porque se hacía tarde y todavía me quedaba un desplazamiento más. De esta forma acababa mi estancia en Éfeso y alrededores. Ahora me esperaba la costa del Mar Egeo.
CONCLUSIÓN
Éfeso es un lugar de visita obligada en cualquier ruta por el oeste de Turquía. Aquí podrás ver las ruinas de una antigua ciudad romana en un extraordinario estado de conservación. Además de explorar lo que queda del Templo de Artemisa o la Basílica de San Juan, auténticas maravillas arquitectónicas de su tiempo. Te aconsejo pasar un mínimo de 2 días, alojado en la bonita población de Selçuk. Y añadiendo un tercero si quieres conocer más recintos arqueológicos en los alrededores, como el Templo de Apolo.
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Comentarios
2 ComentariosRoso zapata
Ago 5, 2020Mejor…..imposible!!!. Muchas gracias!!
Ganas De Mundo
Ago 5, 2020Gracias a ti por el comentario! Ojalá el post te pueda servir de ayuda en tu próximo viaje a Turquía. Es un país que merece mucho la pena. Un abrazo.