Aventuras en busca de unos relieves asirios ocultos en las montañas, descubriendo misteriosos templos yazidíes y un solitario monasterio cristiano
Situada en un lugar estratégico, a escasa distancia de las fronteras de Turquía y Siria, Dohuk es una de las ciudades más antiguas de Irak. Ya estaba habitada en tiempos del Imperio Asirio, cuando era conocida como Nohadra. Y en el siglo XIII Dohuk formó parte del Emirato de Badinan, con sede en Amadiya, hasta que en el año 1843 los Otomanos lo incorporaron al Imperio. Actualmente Dohuk es la capital de una de las 4 provincias del Kurdistán iraquí, y cuenta con varias atracciones turísticas, entre las que destacan su pantano, el Bazar, el Monte Zawa o los impresionantes Relieves de Maltai.
Además Dohuk constituye una buena base desde la que explorar la diversidad cultural de la zona, con lugares tan destacados como la aldea Asiria de Alqosh, de religión cristiana; o los templos del Valle de Lalish, sagrados para la comunidad de los Yazidíes. Dos minorías perseguidas durante siglos por ser diferentes al resto y mantenerse fieles a sus creencias.
VIAJE: SULAV – DOHUK
De entrada este desplazamiento era toda una incógnita y no sabía si tendría que viajar en taxi compartido o autoestop. Pero al final las cosas no me pudieron salir mejor. Cuando acabé de pasear por Amadiya me acerqué al Garaj y un taxista me ofreció llevarme a Dohuk, en teoría junto a otros pasajeros. Como de momento yo era el único y no se veía mucho movimiento de gente, compré unas galletas y un zumo en una tienda, y me senté a esperar tranquilamente. La sorpresa fue cuando al cabo de un rato el hombre me llamó y me dijo que nos poníamos en marcha. Así que ocupé el asiento delantero; pasamos por el Dunya Hotel de Sulav a recoger mis mochilas y desalojar la habitación; y continuamos rumbo a Dohuk.
De camino intenté entender los motivos por los que el taxista decidió viajar solo conmigo. Quizás era de Dohuk y tenía que volver a casa. Para evitar sorpresas yo le enseñé el dinero que me quedaba en la cartera, y alcanzaba justo para la tarifa de taxi compartido (8milD). Pero no vi al hombre muy preocupado, y durante todo el trayecto fue bromeando conmigo (en kurdo) y diciéndome los nombres de los lugares por los que pasábamos. Me cayó genial.
El trayecto duró hora y cuarto para recorrer 72km rumbo al oeste. Pasamos junto a un cuartel de los Peshmerga, con sus paredes exteriores cubiertas de pinturas murales que me hubiera encantado fotografiar; atravesamos un paisaje de extensas llanuras bajo un sol espectacular; y vimos un antiguo palacio de Saddam Hussein sobre la cima de una lejana montaña. Yo había valorado la posibilidad de visitarlo, pero me obligaba a hacer autoestop, incluido un último tramo por una carretera de 14km poco transitada. Y total para ver un edificio en ruinas de escaso interés, a parte del morbo del lugar y las vistas de los alrededores. Así que pasé de largo.
Al final llegamos a Dohuk y el taxista me dejó en el Garaj, que afortunadamente está en el centro de la ciudad, porque no tenía dinero para otro taxi. Nos despedimos y me puse a buscar un sitio para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: DOLPHIN HOTEL – 20milD/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado con ducha perfecta; buena limpieza; ubicación muy céntrica, junto al Bazar y a escasa distancia del Garaj; tranquilidad total por la noche; nevera; bomba de calor (hacía frío); encargado de la recepción muy amable.
*Puntos en contra: mobiliario destartalado; wifi horrible.
Aparecí en Dohuk sin tener nada claro dónde iba a dormir. Tan solo contaba con referencias de dos hoteles: uno económico y otro de presupuesto medio. La ventaja era que estaban en la misma calle y había otros. Yo decidí probar suerte en el segundo y me acabé quedando. El chaval de la recepción me ofreció de entrada un descuento de 12milD sobre el precio oficial, pero apreté un poco y lo pude ampliar a 16milD. No me extraña, porque había muy pocos huéspedes. Por cierto, el hotel se llama igual que el sitio donde me alojé en Suleymaniya, aunque no pertenecen a la misma cadena.
Una vez instalado en la habitación, descansé un rato y salí a comer algo, porque tenía el estómago vacío. No tardé mucho en encontrar un restaurante de menús y ocupé una mesa del comedor. Pedí pollo asado con arroz, y el plato vino acompañado de una ensalada, judías, verduras en salsa, sopa de fideos (estaba deliciosa), pan y una botella de agua. Para rematar un té. Y todo por solo 5milD. Ya era tarde, pero a mi alrededor había bastantes lugareños devorando sus platos.
A continuación entré en un local de zumos y pedí un batido de plátano (desde Suleimaniya que no caía uno). Me lo tomé sentado en una mesa y después charlé un rato con el simpático encargado. Precio: 1milD. Al salir ya oscurecía, y como era viernes (día festivo en el mundo islámico) la gente se había echado a las calles, creando una atmósfera mágica. Así que me quedé un rato paseando entre comercios de rótulos exóticos, contento por cómo me habían salido las cosas.
Para cenar compré una especie de empanada de queso y algo de fruta (plátanos y mandarinas). Precio: 1.750D. Y regresé a mi habitación para recuperar fuerzas, porque aun tenía por delante jornadas intensas.
RECORRIENDO DOHUK
Al día siguiente me levanté tras una noche de sueño impecable. No se escuchaba ni una mosca, algo rarísimo teniendo en cuenta lo ruidosos que son los iraquíes. En fin, una vez en pie desayuné fruta, me vestí, preparé la mochila pequeña, y salí a la calle para explorar los principales lugares de interés de Dohuk. Esto fue lo más destacado:
1. Bazar cubierto: el recinto en sí no tiene nada de especial, pero es un lugar inmejorable para ver a la población local. Las mujeres lucen un vestuario muy diverso, desde ancianas con chador negro a chicas en tejanos con largas melenas al viento. Y también hay muchos abueletes con la ropa tradicional kurda (pantalones anchos, turbante y rosario en la mano).
2. Mezquita de Dohuk: muy moderna, pero con un curioso minarete rematado por un reloj, y a tan solo unas calles del Bazar. Merece la pena acercarse.
3. Pantano: se encuentra a 3km del centro y para llegar utilicé un taxi privado (3milD). Pedí al conductor que me dejara junto a la orilla y caminé por la parte superior del dique contemplando las vistas. El agua era un espejo que reflejaba las montañas de los alrededores, algunas de color rojizo, creando imágenes espectaculares. Después regresé a la zona del Bazar dando un paseo, siguiendo el curso del río Dohuk, y pude ver varios cafés; una cascada decorada con figuras de cabras montesas (según me dijeron es artificial); y un parque de atracciones llamado Dream City. Todo orientado al turismo local.
4. Peshmerga Cafe: un local cuyas paredes están cubiertas de fotografías y objetos personales que pertenecían a los numerosos Peshmergas fallecidos entre los años 2014 y 2017 durante los combates contra el ISIS. Hay botas, fusiles, medallas… Y en el exterior una pantalla de televisión proyecta imágenes sin parar. Un memorial fascinante donde los vecinos de Dohuk se sientan a pasar el rato con total normalidad. Yo decidí entrar a tomar un té y pude hacer algunas fotos. Al poco estaba charlando con la gente, y como era de esperar no me dejaron pagar.
LOS RELIEVES DE MALTAI
A continuación decidí parar un taxi y me dirigí a los montes que dominan la ciudad, donde me esperaban las últimas dos visitas del día. Tuve suerte, porque parte del trayecto lo hice con otro pasajero y eso redujo el precio final (7milD).
5. Monte Zawa: ubicado al sur de Dohuk, a 17km de distancia. Su cima es el mejor mirador de la zona, y ofrece una panorámica espectacular, con el río, las viviendas de diferentes colores esparcidas por el valle, el embalse y las montañas de fondo… Muy recomendable. Mientras caminaba tan solo me encontré un grupo de amigos preparando una barbacoa. A esas alturas estaba realmente hambriento y fue durísimo tener que rechazar el kebab que me ofrecieron. Pero ya se hacía tarde y todavía tenía que afrontar un reto complicado.
6. Relieves de Maltai: en la ladera del Monte Zawa se esconde una obra de arte que en cualquier otro lugar del mundo atraería oleadas de turistas. Pero en esta parte de Irak ni siquiera hay un cartel que indique cómo llegar. Se trata de 4 paneles tallados en la pared de roca con una serie de relieves que datan del siglo VII AC, cuando Dohuk formaba parte del Imperio Asirio. Yo tenía la ubicación exacta en el mapa y comencé a bajar por la montaña. No fue una tarea sencilla: había tramos con una pendiente muy pronunciada y me tocó arrastrarme por el suelo, agarrándome a lo que podía. Además, desde arriba los relieves no se ven, y avancé sin un objetivo claro. Pero cuando por fin los encontré la sensación fue única.
Los relieves son enormes, y en cada panel aparecen dos figuras del rey Senaquerib junto a 7 dioses asirios (como Ishtar o Assur) subidos a lomos de diferentes animales. Su estado de conservación es sorprendente, teniendo en cuenta el vandalismo que han sufrido durante todo este tiempo. Ya en el siglo III se hicieron dos agujeros justo en medio de dos paneles para ubicar unas tumbas. Hace años alguien pintó con spray una bandera del Kurdistán (por suerte fue borrada). Y de vez en cuando desaparecen trozos de las figuras (la última vez en el 2018). Pero bueno, allí estaba frente a esta maravilla, completamente solo. Me sentía como un antiguo explorador.
Me hubiera quedado horas en el lugar, pero faltaba muy poco para la puesta de sol y tenía que regresar a Dohuk. Volver a la carretera superior era complicado (por el fuerte desnivel), así que opté por continuar bajando por la ladera. Al principio costó, porque había zonas con barro o musgo muy resbaladizas. Pero más tarde encontré un sendero que me condujo hasta el fondo del valle. Allí comprobé que el río me bloqueaba el acceso a la carretera principal y no había puentes a la vista. Con lo cual seguí caminando por una pista de tierra hacia Dohuk, rodeado de sombras y campos desiertos. Al final llegué a un conjunto de gigantescos edificios en construcción y paré un taxi, que me llevó a la zona del Bazar (3milD). Una aventura difícil de superar…
Para comer repetí el mismo menú del día anterior: pollo asado con arroz y acompañamientos en el restaurante; y batido de plátano en el local de zumos. Y solventé la cena con fruta y dos empanadas de queso y carne para llevar. Cuando entré en mi habitación caí en la cama agotado. Mis pies echaban humo, pero a cambio había vivido momentos únicos.
RUMBO A ALQOSH
La jornada comenzó muy temprano para compensar que los días en diciembre son realmente cortos. Desayuné un par de mandarinas y un plátano; preparé la mochila pequeña; y salí a la calle. El plan del día era realizar una excursión a Alqosh, una población situada a 45km de Dohuk. En principio una distancia asumible, pero no hay transporte público para llegar ni una ruta directa que facilite hacer autoestop. Así que necesité varias etapas:
1. Taxi privado: lo cogí en la puerta de mi hotel y me llevó hasta las afueras de Dohuk, donde comienza la carretera que va a Mosul. Precio: 4milD.
2. Taxi compartido: mi idea era realizar el resto del trayecto en autoestop, aunque reconozco que no me hacía mucha gracia subirme al coche de un desconocido tan cerca de la antigua capital del Estado Islámico. Así que cuando un taxista me ofreció viajar en un vehículo compartido que se dirigía a Mosul y dejarme en el desvío a Alqosh, acepté sin dudarlo. Tuve que pagar la tarifa completa (10milD), pero ya había dos pasajeros y el tercero no tardó en aparecer. Y cubrimos el trayecto a buen ritmo.
3. Taxi privado: en el desvío otro taxista me planteó llevarme al centro de Alqosh por 5milD. Y como ya no me iba de unos euros decidí llegar lo antes posible. De camino pasamos por un control policial donde no me pidieron el Pasaporte. Y cruzamos una pérgola metálica coronada con una cruz. Ya estaba en territorio cristiano.
LOS CRISTIANOS EN IRAK
Alqosh pertenece a la Provincia de Nínive y está a tan solo 45km de Mosul (la capital). Aunque se encuentra dentro de la pequeña parte que administra el gobierno del Kurdistán. Sus habitantes son principalmente de etnia Asiria. Este grupo étnico está distribuido entre Siria e Irak, y en el pasado formó una de las civilizaciones más antiguas del mundo: el Imperio Asirio, que ya existía en el siglo XXV AC, en la misma época que Babilonia. Sus principales ciudades eran Assur (la capital) y Nínive (la actual Mosul). La mayoría de Asirios adoptaron el Cristianismo, pero siguen diferentes ramas, como la Caldea o la Siria Ortodoxa.
Tras la conquista árabe los Asirios se vieron rodeados de un mundo hostil, y poco a poco acabaron convertidos en un grupo étnico residual, sin estado propio ni influencia en los territorios que habitan. Actualmente su población en Siria e Irak no llega al millón de habitantes, fruto de los ataques sufridos durante el último siglo, que provocaron la emigración de muchos Asirios a otros países, como Estados Unidos, Alemania o Suecia. Entre estos ataques destacan las matanzas perpetradas por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial (al mismo tiempo que el Genocidio Armenio); la represión del régimen de Saddam Hussein; o la Guerra de Siria.
La enésima prueba de fe llegó de la mano del ISIS, que en el año 2014 invadió gran parte de sus territorios. Miles de cristianos fueron asesinados y comunidades enteras obligadas a abandonar sus hogares. De hecho, las tropas del ISIS se plantaron muy cerca de Alqosh, pero los vecinos del pueblo hicieron piña con los Peshmerga y consiguieron evitar el desastre.
DESCUBRIENDO ALQOSH
Tras despedirme del taxista comencé a recorrer las calles de Alqosh, con un sol espléndido teniendo en cuenta la época del año. Esto fue lo más destacado:
1. Casco antiguo: es realmente atmosférico y durante mi paseo pude ver viviendas antiguas (muchas de ellas en ruinas o abandonadas); puertas con relieves de piedra; arcos y pasadizos estrechos… Me hizo gracia descubrir algunas casas decoradas con motivos navideños.
La anécdota se produjo cuando una niña me vio fotografiando la entrada de su casa, llamó a su tío, y acabé sentado en el sofá del comedor bebiendo un vaso de agua e intercambiando unas palabras con la familia. A mi alrededor había imágenes de vírgenes y un árbol de Navidad. También me invitaron a comer, pero tenía mucho que hacer y decidí continuar la ruta.
2. Iglesias: en Alqosh hay varias, con cúpulas rematadas por cruces, portadas con relieves, y esculturas de santos. La más grande y visible es Mar Gorgis. Todas estaban cerradas, aunque son bastante modernas y el interior no prometía nada especial. Junto a una iglesia encontré una casa con su fachada cubierta de pinturas murales de vivos colores, incluido un San Jorge matando al dragón.
3. Tumba de Nahum: un profeta bíblico nacido en Alqosh que supuestamente predijo la caída del Imperio Asirio y la ciudad de Nínive, y aparece en el Antiguo Testamento. La tumba se encuentra en el interior de una sinagoga, pero no pude visitarla porque el templo estaba cerrado por obras de restauración. Ni siquiera alcancé a ver el exterior, cubierto por un horrible tejado de chapa. Según me explicaron, la comunidad judía abandonó Alqosh en 1948 y la sinagoga estaba a punto de derrumbarse.
4. Cementerio: se encuentra sobre una colina y está lleno de tumbas, cruces y lápidas curiosas. Además, ofrece buenas vistas del Casco Antiguo del pueblo.
Mientras caminaba por Alqosh me sorprendió ver muy poca gente por las calles. No sé si fue por la hora del día, o los efectos de la emigración de parte de sus vecinos a lugares más seguros. El caso es que eché en falta más vida.
UN MONASTERIO EN LAS MONTAÑAS
Tras visitar Alqosh me dirigí hacia el monumento más famoso del pueblo: el Monasterio de Rabban Hormizd. Se encuentra a 4km del centro y mi idea era hacer autoestop. Pero no pasó ni un solo vehículo, así que me tocó caminar atravesando un paisaje desértico bajo un sol de justicia. Por lo menos aproveché para comprar galletas y un zumo en una tienda (750D); y mientras me acercaba contemplé unas vistas geniales de las montañas, con algún rebaño de ovejas. Antes del tramo final crucé un arco de piedra con un puesto de control donde había un par de policías. Y aparecí ante una fantástica panorámica de Rabban Hormizd, colgado en la pared de roca.
Este monasterio fue fundado en el siglo VII por Rabban Hormizd (Rabban significa “monje” en Asirio). Y pronto se convirtió en un importante centro de la Iglesia del Oriente, también conocida como Nestoriana, que se había escindido de la Iglesia Católica 200 años antes por discrepancias sobre la figura de Cristo. Entre los siglos XVI y XIX Rabban Hormizd fue la sede de los Patriarcas de esta rama, hasta que desapareció y fue sustituida por la Iglesia Católica Caldea (de nuevo bajo el paraguas de Roma). A lo largo del tiempo el monasterio sufrió numerosos ataques por parte de los emiratos kurdos de la zona, que destruyeron su biblioteca y la mayoría de obras de arte. Tras el último asalto el monasterio quedó abandonado, y en 1859 se decidió construir uno nuevo en las afueras de Alqosh (pasé junto a él), donde actualmente residen los monjes.
Para subir al monasterio caminé por una carretera asfaltada llena de curvas, con relieves representando las 14 estaciones del Vía Crucis de Cristo. Las vistas del monasterio eran espectaculares, con una luz perfecta para la fotografía, y mi cámara echaba humo. El exterior de Rabban Hormizd es moderno, aunque en su interior hay rincones realmente atmosféricos. Pude ver la tumba del monje fundador, decorada con bonitos relieves; las lápidas de patriarcas y otras figuras relevantes de la Iglesia del Oriente; viejas estancias con arcos de piedra; una iglesia con detalles curiosos (como un mechón de pelo enmarcado junto a la foto de la feligresa)… Además los alrededores del edificio están llenos de cuevas excavadas en la pared de roca donde en el pasado vivían monjes ermitaños (algunas con relieves, columnas e inscripciones).
Me gustó mucho la visita y pude explorar el lugar a mi aire, con la única presencia de 4 chavales iraquíes que aparecieron a última hora.
REGRESO A DOHUK
La verdad es que no me apetecía nada volver caminando hasta Alqosh. Así que al ver que los chavales tenían dos coches alargué mi visita, y cuando se marchaban pasé “casualmente” junto a ellos. Por supuesto, solo tuve que saludar y decir un par de palabras, y en cuestión de segundos ya estaba en uno de los vehículos rumbo a Alqosh. Desde allí me dirigí a las afueras del pueblo, y paré una pick up que me llevó unos kilómetros hasta el primer cruce importante.
En el cruce volví a hacer autoestop, aunque esta vez paró un taxi. Decidí subir porque dentro había dos pasajeros y no saldría muy caro. En la última parte del trayecto viajé solo, y el taxista me dejó en la zona del Bazar por 7milD. Problema resuelto.
Como soy animal de costumbres, para comer seguí la misma ruta que en días anteriores. En el restaurante no quedaba pollo y lo sustituí por Döner de pollo con arroz. Me pusieron un plato enorme que casi no pude acabar (5milD). A continuación cayó un batido de plátano (1milD) en el local de zumos. Y solventé la cena con fruta y unos dulces que compré en una pastelería cercana al hotel.
VIAJE A LALISH
Al día siguiente mi alarma sonó a buena hora y me preparé para otra excursión por los alrededores de Dohuk. Desayuné unos dulces que habían sobrado de la cena; preparé mi mochila; y salí a la calle. Lalish se encuentra a tan solo 43km de Dohuk, pero al igual que ocurre con Alqosh, no hay transporte público ni una carretera directa. Así que preveía un desplazamiento laborioso.
De entrada paré un taxi en los alrededores del hotel y pedí al conductor que me dejara en las afueras, al este de la ciudad, donde el plan era continuar en autoestop. Aunque no contaba con recibir un tremendo golpe de suerte. En Dohuk hay docenas de taxis recorriendo las calles. Pues el destino hizo que eligiera el de Ahmed, que vivía en Shekhan, una población a solo 13km de Lalish. Imagino que el hombre tenía que volver a casa por algún motivo, porque me ofreció llevarme a Lalish por tan solo 10milD (un importe realmente económico). Por supuesto, acepté sin dudarlo y me quité un problema de encima.
Ahmed era muy simpático y fuimos todo el trayecto hablando (con palabras sueltas y gestos). Por el camino pasamos junto a un par de instalaciones petroleras en medio de la nada, con chimeneas sobre las que ardía una enorme llama. De hecho en la carretera nos cruzamos con un montón de camiones cisterna, que iban y venían de Turquía. En el desvío a Lalish paramos en un control policial donde nos dejaron pasar sin problema, y al llegar me despedí de Ahmed. Eran poco más de las 10h y ya estaba listo para comenzar la visita.
LOS MISTERIOSOS YAZIDIES
Los Yazidíes son un grupo religioso, mayoritariamente de etnia kurda, que habita en el oeste del Kurdistán Iraquí, aunque también hay comunidades en Siria y Turquía. Su religión es una compleja mezcla de zoroastrismo, judaísmo y diversos cultos de la antigua Mesopotamia. Por si fuera poco, en el siglo XII se estableció en la zona Adi Ibn Musafir (o Sheikh Adi), fundador de una orden sufista que se convirtió en un personaje fundamental y añadió nuevos elementos al Yazidismo.
En la cultura popular los Yazidíes son vistos como adoradores del demonio, por diferentes motivos:
*Según el Yazidismo, Dios creó el Universo pero delegó su gestión a un grupo de 7 ángeles encabezados por Melek Taus. Con lo cual este ángel (representado por un Pavo Real) es la figura central del Yazidismo, que considera a Sheikh Adi su encarnación en la Tierra. Cuenta la tradición que Melek Taus se negó a postrarse ante Adan, superando la prueba a la que le sometió Dios. Pero en otras religiones Melek Taus es el equivalente de Iblis (Islam) o Satán (Cristianismo), que por desobedecer a Dios fueron expulsados del Cielo, y son el símbolo del mal (el Ángel Caído).
*El Yazidismo incluye una simbología y rituales muy distintos a las religiones más populares. Y muchas veces lo desconocido despierta sospechas o temores.
*Cuando empezaron a ser perseguidos, los Yazidíes decidieron continuar sus prácticas en secreto y cerrarse al mundo exterior. Lo cual alimentó todavía más las teorías de sus enemigos, dando pie a historias totalmente alejadas de la realidad que fueron extendidas en occidente por viajeros con ganas de añadir salsa a sus relatos.
La verdad es que cuando ves a los Yazidíes y tratas con ellos te das cuenta de que no hay nada oscuro en su forma de ser. Pero aun así, este grupo religioso ha sido objeto de innumerables ataques a lo largo de la historia, incluso más violentos que en el caso de los Asirios. El último, como no, obra del ISIS, que en agosto del 2014 ocupó la ciudad de Sinjar y sus alrededores (de mayoría Yazidí), y en cuestión de semanas acabó con la vida de 5mil personas; secuestró a centenares de mujeres y niñas, convertidas en esclavas sexuales que eran vendidas en redes sociales al mejor postor; y provocó la dramática huida de 50mil personas que se refugiaron en los Montes Sinjar, sin agua ni alimentos. Pasaron varios meses hasta que una coalición internacional consiguió recuperar el control de la zona.
La comunidad Yazidí no llega al millón de personas, y alrededor de la mitad vive exiliada fuera de Oriente Medio (principalmente en Alemania). Lo raro es que la otra mitad siga aguantando en la zona, bajo una amenaza constante.
UN RECORRIDO POR LALISH
Lalish es el equivalente a la Meca o el Vaticano, por poner ejemplos próximos. Se trata de un valle con un templo principal que contiene la tumba de Sheikh Adi. Y todos los Yazidíes deben visitarlo al menos una vez en la vida, realizando una peregrinación de 6 días que incluye otros lugares sagrados. Muchos de los Yazidíes que huyeron de Sinjar se refugiaron en el Valle de Lalish, durmiendo en improvisados campamentos.
Lo primero que llama la atención es que en todo el pueblo hay que caminar descalzo. Así que en la entrada me tuve que quitar las zapatillas y guardarlas en la mochila. La experiencia es bastante incómoda, porque Lalish está en medio del bosque, y en sus calles hay pequeñas piedras que se clavan, hojas secas, algún charco de agua… Además mi visita coincidió en pleno mes de diciembre y el suelo estaba helado. Menos mal que los calcetines sí están permitidos y me protegieron algo (después de 3 horas caminando acabaron con agujeros).
La estrella de Lalish es su templo principal. Fue construido en el siglo XII, aunque el exterior es bastante moderno, tras haber sido arrasado en varias ocasiones. Tiene dos portadas decoradas con bonitos relieves; y un patio donde se reúnen los fieles antes de entrar. Mientras paseaba por el lugar vi llegar un grupo de hombres que formaron un círculo y se pusieron a rezar; y mujeres con sus bebés en brazos. El templo está coronado por tres cúpulas de forma cónica y diferentes tamaños, que constituyen la imagen clásica de Lalish.
Antes de entrar en lugares sagrados los Yazidíes besan los marcos y el dintel de las puertas, donde suelen dejar un billete a modo de donación (por eso no se puede pisar al entrar). Además, acceden primero con el pie izquierdo. En el interior hay diversas salas envueltas en sombras. La primera tiene 7 columnas donde los fieles atan 3 veces una tela para que se cumplan sus deseos. En otra hay un pilar pegado a la pared donde los Yazidíes lanzan una tela; si se aguanta sobre el pilar se cumplirá su deseo (y es realmente complicado). También vi la Tumba de Sheikh Adi; montones de tinajas llenas de aceite (utilizado para diversos rituales); muros con extraños símbolos y marcas de manos… Un lugar realmente atmosférico y muy diferente a todos los templos religiosos que había visitado hasta el momento.
En Lalish se pueden ver otros templos y santuarios. Junto a la entrada suele haber una señora encargada del mantenimiento del lugar (y de recoger el dinero que dejan los fieles). Durante mi recorrido solo vi las colchonetas donde se sientan y diversos utensilios (escobas, comida…), pero ni rastro de ellas (imagino que era temporada baja). Solo hay dos santuarios donde está prohibida la entrada a los no Yazidíes, debido a que contienen un manantial sagrado (uno está dentro del templo principal).
Otros datos curiosos:
*Por todas partes hay altares y nichos. Según me explicaron, al ponerse el sol se enciende una llama en cada uno de ellos, siguiendo un orden muy concreto.
*También pude ver numerosos relieves, que representan animales y otros símbolos curiosos. Entre ellos bastantes serpientes, veneradas por los Yazidíes, a diferencia de otras religiones que las consideran el símbolo del mal (sin duda esto alimenta su fama de adoradores del demonio). Cuenta la leyenda que el Arca de Noe golpeó una roca y una serpiente tapó el agujero, evitando el hundimiento de la embarcación. Además me encontré con varias cabezas de carnero (otro animal polémico).
*Las mujeres Yazidíes lucen un pañuelo blanco en la cabeza, y los hombres (no siempre) uno blanco y rojo. Me resultó bastante complicado fotografiar a la gente, sobretodo mujeres (cuando preguntaba las negativas eran rotundas). Al menos un monje del templo, vestido con una túnica blanca y gorro, no puso ninguna pega.
A la hora de comer contemplé con envidia a muchos grupos de Yazidíes sentados en el suelo rodeados de platos de aspecto delicioso. Por suerte un encargado del templo me vio solo, me hizo sentarme con una familia, y al poco apareció una bandeja con carne de oveja, arroz, pan, cebolletas y bebidas. Me vino genial, aunque desconozco si aquello lo pagaba la familia o era cortesía del templo hacia sus fieles. El matrimonio hablaba alemán (como muchos Yazidíes), así que la conversación no fue muy fluida. Estaban con su hija y un amigo, y nos hicimos algún selfie. Aunque tras la comida me despisté un poco sacando una foto, y cuando me di cuenta habían desaparecido sin despedirse…
VUELTA A DOHUK
A las 14h pasadas decidí poner punto final a la visita y recorrí los 2km hasta el desvío a Lalish. De camino pasé por un campo donde había un grupo de lugareños vareando olivos; y vi a tres chicas Yazidíes, que tampoco quisieron ser fotografiadas. En fin… Yo lo intento…
El taxista que me llevó hasta Lalish evitó la ruta más directa, ya que por lo visto es muy montañosa y se tarda más. Así que para regresar a Dohuk utilicé el mismo razonamiento, y me puse a hacer autoestop a escasa distancia de una chimenea en llamas. Al poco paró una furgoneta y me llevó hasta la carretera principal. Lo más difícil ya estaba hecho. Eso sí, hubo momentos de confusión, porque me bajé del vehículo junto a un puesto de control de la Policía y los agentes no entendían nada al verme llegar a pie. Pero bueno, les entregué mi Pasaporte y tras bromear unos minutos todo quedó aclarado.
Además, me ocurrió igual que en Choman, y al comentar a los agentes que me dirigía al Dohuk, ellos mismos se encargaron de buscarme transporte. Y acabé en el 4×4 de un chaval Indio que viajaba con su guía de Mosul y estaba realizando un trabajo sobre los Yazidíes. Durante el trayecto estuvimos charlando animadamente, y me dejaron en la calle de mi hotel. Un día realmente afortunado con el transporte.
CONCLUSIÓN
La ciudad de Dohuk no tiene tanta fama como Erbil o Suleimaniya, pero mi aventura en busca de los Relieves de Maltai justificó de sobras la visita. Además, Dohuk permite realizar excursiones a otros lugares fascinantes, como la población de Alqosh o el Valle de Lalish. Aquí descubrirás culturas que se resisten a desaparecer, completamente distintas al resto de Irak. Te recomiendo al menos 3 días para explorar la zona con calma, a no ser que cuentes con vehículo propio (el transporte público o el autoestop alargan notablemente los desplazamientos).
En los alrededores de Dohuk hay más sitios interesantes, pero se me acababa el visado y tuve que regresar a Erbil. Entre ellas destacan Zakho (una ciudad con un antiguo puente, cerca de la frontera con Turquía); el mítico río Tigris; o el acueducto asirio de Khenis. Todo dependerá del tiempo que dispongas.
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