Visita a una de las reservas de aves más importantes del mundo, cruzando en barca nubes de patos que oscurecían el cielo
El Parc National des Oiseaux du Djoudj es una zona de lagos y marismas ubicada en un delta que forma el río Senegal, camino de su desembocadura. A pesar de su reducido tamaño (solo 160km2), la importancia de este parque es vital para los centenares de miles de aves migratorias que cada año viajan desde Europa, huyendo del frío invierno. Porque se trata de los primeros humedales que estas aves encuentran tras cruzar el desierto del Sáhara. Algunas pasan solo unos días, y continúan su odisea hacia el sur; y otras se quedan a pasar los meses de invierno.
El parque fue creado en 1971 y está abierto de noviembre a mayo. Aunque la mejor época para visitarlo es durante los meses de enero y febrero, cuando en Djoudj registra las mayores concentraciones de aves. Mi visita al parque tuvo lugar a mediados de febrero y pude presenciar escenas espectaculares.
VIAJE: SAINT LOUIS – DJOUDJ
La jornada comenzó disfrutando de un delicioso desayuno en el patio interior del Hotel Sunu Keur de Saint Louis. El menú consistió en pan con mermelada; un café con leche; y un zumo de Bissap, una bebida típica de África elaborada con flores secas de Hibisco. Es de color rojo oscuro y sabor muy dulce; y su nombre cambia en función del país (por ejemplo, en Egipto es conocido como Karkadé).
Tras llenar el estómago y dar un último paseo por Saint Louis, tocaba buscar transporte para llegar hasta el parque de Djoudj. La población más cercana a la entrada es Diadiem III, y hay dos opciones:
1. Taxi privado: sin duda, la alternativa más cómoda, ya que el transporte público de la zona es muy escaso y puede provocar pérdidas de tiempo importantes. En Saint Louis hay docenas de taxis y en cuestión de segundos ya estás en ruta, a cualquier hora del día. La parte negativa es el precio, aunque tampoco es desorbitado. Esta fue la opción que elegí para el viaje de ida, pues quería llegar lo antes posible al parque. Así que paré un vehículo en las inmediaciones del hotel; regateé el precio hasta los 20milF; y nos pusimos en marcha.
Entre Saint Louis y Diadiem III hay 70km y el viaje discurrió por una serie de pistas polvorientas, avanzando hacia el norte en paralelo al río Senegal. El tramo final estaba en muy mal estado, lleno de baches y bancos de arena que hacían la conducción muy difícil. Además se notaba que el taxista no conocía la zona: tuvo que parar a preguntar un par de veces; y si no le aviso se pasa de largo el desvío a Diadiem III. Pero era muy simpático y le acabé dando una moneda de 1 euro de propina.
2. Transporte público: en este caso el trayecto consta de dos etapas. La primera, de Saint Louis a Ross-Bethio, en sept-place. Se tarda alrededor de una hora, por una carretera en perfecto estado. Los taxis esperan en la Plaza Faidherbe. Precio: 1.000F. La segunda etapa, de Ross-Bethio a Diadiem III, se cubre en ndiaga ndiaye. Aquí la ruta consiste en una pista sin asfaltar y el viaje dura unos 40 minutos. Las paradas son constantes y la comodidad brilla por su ausencia, pero a cambio el billete cuesta solo 500F; y viajé rodeado de simpáticos lugareños que me observaban con ojos llenos de curiosidad.
Esta fue la opción que elegí para regresar a Saint Louis. En principio había acordado con el taxista de la ida que me viniera a buscar por 25milF. Pero un empleado del parque me convenció para que viajara en transporte público, y me dio instrucciones detalladas para evitar problemas y no pagar más de la cuenta. Así que pedí a la encargada de mi alojamiento que llamara por teléfono al hombre para que no viniera y me ahorré 23.500F.
ALOJAMIENTO: CAMPEMENT NJAGABAAR – 11milF/Noche
*Puntos a favor: bungalow amplio; cama doble muy cómoda; baño privado con ducha perfecta; limpieza impecable; buena ubicación, junto a una pequeña laguna y cerca de la entrada al parque de Djoudj; tranquilidad total por la noche (era el único huésped); ventilador; mosquitera (menos mal, porque había un montón de mosquitos); servicio de comidas (excepto desayunos) a tarifas razonables; precio.
*Puntos en contra: encargada apática de escasas palabras; atmósfera un tanto desangelada.
Además los cortes de luz fueron constantes. Tanto que las dos noches que pasé en el campamento acabé cenando a la luz de una vela, rodeado de oscuridad. Aunque esto no es culpa del alojamiento. Las infraestructuras de la zona son mínimas, y no hay una gran afluencia de turistas que justifique una inversión en un generador propio.
Mi idea inicial era acampar en el alojamiento, pero no tiene un apartado acondicionado para plantar tiendas; y cualquiera podía acceder al recinto, con lo que el riesgo de sufrir un robo era importante. Así que decidí aparcar la acampada para otro momento y me alojé en un bungalow.
EL PARQUE DE DJOUDJ
Una vez instalado salí a dar un paseo por los alrededores de Djoudj. Y no tardé en comprobar que estaba en uno de los rincones más remotos del país, a escasa distancia del río Senegal, que durante miles de kilómetros forma la frontera natural con la vecina Mauritania. La población de Diadiem III parecía un campamento de refugiados, con chabolas medio en ruinas esparcidas por un terreno arenoso. Al menos contaba con una pequeña tienda donde pude comprar productos básicos (galletas, plátanos, agua…).
El acceso al parque de Djoudj estaba indicado con un sencillo cartel pintado a mano. Y junto a la entrada (a solo 800m del campamento), hay un «centro de visitantes» que consiste en un edificio de adobe con dos sillas de plástico y un folleto informativo pegado en la pared. Aquí se organizan las diferentes actividades, con dos requisitos:
*Las excursiones que requieran algún medio de transporte (como pirogue, calèche, o bicicleta) se deben reservar con antelación (preferiblemente el día anterior).
*Hay que pagar por adelantado (y en efectivo) la totalidad del precio de la actividad. Esto no me hizo mucha gracia, y cuando insistí en obtener un recibo el encargado del centro me dio un papel con cuatro garabatos escritos a mano. Poco oficial pero no tuve otra opción. En mi caso todo salió bien, pero habrá a quien le incomode la situación.
Es recomendable visitar el parque por la mañana (a las 7h) o por la tarde (a las 16h). Durante la parte central del día el calor es abrasador y las posibilidades de ver fauna disminuyen drásticamente. Y más en febrero.
Mientras paseaba por la zona pude disfrutar de un pequeño aperitivo de la fauna que alberga el parque: un grupo de patos; un par de flamencos; algún pelícano… Y eso que todavía no estaba dentro de la zona protegida… También vi algún rebaño de cebús; y dos lugareños que vestían túnicas de vivos colores.
De regreso en el campamento me senté en una mesa del comedor y al poco apareció la mujer con el menú que había encargado previamente: un plato de Yassa Poulet; una botella de agua grande; y una macedonia de frutas. Todo delicioso, con porciones abundantes. Precio: 4milF.
CAMINATA A NGAINTH
Tras la comida realicé mi primera actividad en Djoudj: una excursión a pie dentro de los límites del parque. Se trata de una ruta circular perfectamente señalizada y no es obligatorio ir acompañado de un guía, así que únicamente hay que pagar la entrada (2milF). Bueno, en mi caso ni eso, porque no había nadie vigilando la puerta.
En total estuve caminando durante 3,5 horas. Primero cubrí un tramo de 5km por una pista de grava; y más tarde me desvié a la derecha por un camino de tierra que se adentraba en la reserva. La sensación de aventura era total, descubriendo un territorio inhóspito completamente solo, sin rastro de otros turistas. Cualquier detalle era motivo de sorpresa, como un cebú de cuernos gigantescos que apareció de repente tras los arbustos y me pegó un susto tremendo.
Además el paisaje es realmente espectacular, con llanuras interminables cubiertas de una vegetación de color rojizo; charcas rodeadas de acacias con casetas de madera para observar sin ser visto; zonas de pequeñas dunas; lugares donde el terreno estaba agrietado por falta de agua… Todo muy fotogénico. Es verdad que no vi toda la fauna que prometía la ruta (como Gacelas o Monos Patas), pero tampoco me puedo quejar. Contemplé grupos de Garzas Blancas; alguna Garza Real; un par de Espátulas… Y ya de regreso al campamento, con los últimos rayos de sol, Patos y enormes grupos de Cormoranes volando.
Aunque sin duda los protagonistas de la tarde fueron los Facóqueros (o Warthog en inglés), una especie de jabalí muy común en África. Mientras caminaba por la llanura pude divisar a uno en la distancia. Se dirigía hacia mí, pero al olerme frenó y salió corriendo. Más comprometido fue el segundo encuentro: el sol se ponía en el horizonte, formando un círculo perfecto de color naranja; y mientras desenfundaba mi cámara de fotos me encontré a escasos metros de una hembra con sus dos crías que avanzaban en mi dirección. Durante unos segundos me quedé helado, porque ya conocía la agresividad de estos animales cuando hay crías de por medio. Y la hembra tenía unos colmillos enormes. Pero por suerte pude retroceder y apartarme del camino dejando vía libre a los animales, que pasaron mirándome con cara de desconfianza. Vaya situación…
La única pega de la caminata por Djoudj fue la confusión que se produjo al pedir información sobre la ruta en el «centro de visitantes». Un encargado me dijo que se podía cubrir fácilmente en 2,5 horas. Pero él se refería al tiempo necesario en bicicleta o calèche, cuando yo le había dicho que iba a caminar. Así que tras un buen rato avanzando a paso ligero, tuve que regresar a la pista principal a toda pastilla, atajando al margen del camino de tierra (con el riesgo de perderme o que me picara una serpiente) porque ya empezaba a anochecer y aun me faltaba muchísimo para completar el recorrido. Hubo momentos de tensión, pero al final conseguí llegar al campamento (casi a oscuras).
Para cenar repetí Yassa Poulet (esta vez acompañado de patatas fritas en lugar de arroz); una botella de agua grande; y de postre dos trozos de melón. Precio: 4.500F. No había suministro eléctrico y cené con una vela, rodeado de un silencio sepulcral.
EXCURSIÓN EN PIROGUE
Al día siguiente me tocó madrugar y solventé el desayuno picando unas galletas. A las 7h me vino a buscar al campamento un lugareño con una calèche (una carreta muy básica tirada por un caballo) para llevarme al embarcadero de Djoudj. Yo viajé sentado en un colchón y tardamos 45 minutos en recorrer los 8km de distancia, mientras el sol aparecía en el horizonte, y de vez en cuando surgían de la nada Facóqueros corriendo. Precio ida y vuelta: 6milF.
En el embarcadero me estaba esperando un chaval que haría las veces de barquero/guía (más tarde descubrí que era el hijo del encargado del «centro de visitantes»). Y en cuestión de minutos ya estaba sentado en mi pirogue, surcando las aguas en busca de fauna. Sin duda el plato fuerte de cualquier visita a Djoudj consiste en explorar en barca los humedales donde se concentran las mayores cantidades de aves del parque. Para ello hay dos opciones:
*Barca compartida: incluyen 10-12 pasajeros y realizan un recorrido básico que dura alrededor de hora y media. Precio: 4milF por persona. Esta es la opción más económica, y la que elige casi todo el mundo.
*Barca privada: para realizar una excursión larga que permite adentrarse mucho más en el corazón del parque nacional. Esta fue la opción que elegí yo, porque estaba muy interesado en explorar a fondo la zona. Precio: 60milF por la barca, para un recorrido de 4 horas, y 6milF para el guía. Como he comentado en alguna ocasión, cuando la ocasión lo merece no me importa rascarme el bolsillo si a cambio voy a vivir una experiencia memorable. Y Djoudj lo fue.
No tardamos mucho en ver los primeros pájaros: un Cormorán descansando en una rama; una Garza pescando en la orilla… Hasta que de repente estábamos rodeados de Pelícanos de color blanco (excepto la bolsa del pico, que es amarilla). Había por todas partes, pescando en grupo o volando en formación sobre nuestras cabezas. También pasamos junto a la Isla de los Pelícanos, completamente cubierta de aves. Aquí es donde crían a los jóvenes, que tenían plumaje gris oscuro en vez de blanco. La barca pasaba muy cerca de las aves y pude hacer fotos geniales.
Después hubo más avistamientos: Águilas Pescadoras observando el horizonte desde las copas de los árboles; numerosas Garzas Blancas y Reales; Anhingas (un ave conocida como pájaro serpiente, por su cuello alargado que sobresale del agua cuando están pescando); algún espectacular Calamón (en inglés, Swamphen), de plumaje azul oscuro, y pico y patas de color rojo; un Martín Pescador blanco y negro…
Y llegó el momento estrella del día. Para continuar avanzando la barca atravesó enormes concentraciones de White-Faced Whistling Ducks (unos patos negros con la cara de color blanco), que nadaban en el agua. Y cuando escuchaban el ruido del motor levantaban el vuelo oscureciendo el cielo. La imagen era sencillamente espectacular, con miles y miles de ruidosas aves aleteando a mi alrededor. La escena se repitió en varias ocasiones. Yo en algunas hice fotos sin parar; y en otras me quedaba mirando embobado. Esta fue la recompensa por alquilar una barca privada, porque nos encontrábamos en una zona muy alejada, donde no llega la excursión en barca compartida.
A parte de aves también pude ver dos Cocodrilos (uno entrando en el agua y otro descansando sobre la hierba); un enorme Varano tomando el sol sobre un tronco; un Facóquero bañándose; y un grupo de cebús pastando. Al final alcanzamos las inmediaciones del Grand Lac, pero al ser el final de la temporada seca no había profundidad suficiente y tuvimos que dar media vuelta. Aquí había un grupo de Grullas; otro de Flamencos (aunque ambos bastante lejos); algún Ibis; y un montón de Garzas de todo tipo. Tras contemplar el paisaje comenzamos el viaje de regreso al embarcadero. Yo iba totalmente relajado, con la sensación de haber vivido momentos únicos.
Por cierto, el comportamiento del barquero/guía fue impecable. Evitó la charla innecesaria, dejándome disfrutar de la atmósfera del lugar. Y cuando veía algún animal me decía su nombre, detenía la barca todo el tiempo que fuera necesario, y contestaba con precisión cada una de mis preguntas, sin prisas ni malas caras. Hasta el punto de que la excursión pactada de 4 horas se acabó alargando hasta las 5,5h, por el mismo precio.
En el embarcadero me estaba esperando la calèche y volví al campamento bajo un sol abrasador. Allí tuve el tiempo justo para comer antes de la siguiente excursión. Esta vez cayó un plato de Cous Cous con pescado, macedonia de frutas, y una botella de agua grande (3.500F).
EXCURSIÓN AL GRAND LAC
Para acabar de conocer el Parque Nacional de Djoudj decidí alquilar una calèche y acercarme por tierra a las inmediaciones del Grand Lac, donde las aguas son poco profundas (como ya había comprobado) y es posible ver otro tipo de aves. La excursión duró 3 horas, y recorrimos 30km (ida y vuelta). Precio: 13milF por la calèche + 6milF para el guía (el mismo chaval de la mañana).
El trayecto fue bastante movido. De vez en cuando la calèche pasaba sobre algún bache y yo saltaba por los aires, con el riesgo de caerme. Y en una ocasión el caballo tropezó y casi nos vamos todos al suelo. Además el animal no paraba de tirarse sonoros peos mientras trotaba. Parecía una ametralladora. De camino vimos a los habituales Facóqueros; y alguna nube de pájaros diminutos que salían volando de entre los arbustos.
La pega de esta excursión es que soplaba un fuerte viento, y esto provocó que cuando llegamos a los dos miradores ubicados cerca de la orilla del lago (el Grand Mirador y el Petit Mirador), las aves estuvieran demasiado alejadas. Tan solo pude ver a una distancia algo decente un grupo de Espátulas. Y no muy bien, porque entre la fina arena que flotaba en el aire y el brillo del sol mis ojos no paraban de llorar, a pesar de utilizar gafas de sol. De camino hay otro mirador junto al Lago Khar, pero durante mi visita estaba completamente seco y no tenía ningún interés.
Aun así atravesamos un paisaje impresionante y solitario, teñido de color naranja con los últimos rayos de sol. Solo por esto ya mereció la pena la excursión. De regreso en Diadiem III, el guía me llevó a charlar unos minutos con su padre (el encargado del «centro de visitantes»), que quería conocer mi opinión de Djoudj. Como no, le dije que me había encantado el parque; aproveché para darle 5milF de propina (a repartir entre él y su hijo); y nos despedimos.
En el campamento me estaba esperando la cena. Un delicioso plato de carne estofada con verduras; una botella de agua grande; y de postre dos trozos de melón. Precio: 4milF. Una forma inmejorable de acabar una jornada sencillamente genial. Es difícil explicar con palabras la felicidad que sentía cuando me estiré en la cama esa noche, después de todas las emociones vividas. Al día siguiente regresé a Dakar en transporte público.
CONCLUSIÓN
Mi visita al Parque Nacional de Djoudj fue, sin duda alguna, uno de los momentos más épicos de mi viaje a Senegal. Aunque no seas un experto ornitólogo, si realizas la visita en la época adecuada del año este parque no te dejará indiferente. Ofrece fauna abundante; paisajes de postal; y una sensación de aventura difícil de encontrar en otros lugares. Te recomiendo una estancia mínima de 2 días, alojándote en el campamento de Diadiem III.
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