En el remoto este de Senegal, descubriendo curiosos termiteros seta, aldeas tradicionales, y la cascada más alta del país
Dindefelo es una pequeña aldea ubicada en la región de Kédougou, en el este de Senegal, a escasa distancia de las fronteras de Guinea-Conakry y Mali. La capital regional también se llama Kédougou y fue fundada por los Franceses en el año 1904. Su principal fuente de recursos es la agricultura y la explotación de las minas de oro de la zona. Históricamente la extracción del preciado metal era artesanal pero en los últimos años han aparecido compañías extranjeras cuyas prácticas provocaron el malestar de la población, que culminó en las violentas protestas del 2008. Mi visita a Kédougou se produjo en el 2016, con la pandemia del Ébola todavía causando muertos en Guinea-Conakry; y guerrillas y grupos terroristas campando a sus anchas en Mali; así que los turistas brillaban por su ausencia.
En la ciudad de Kédougou no hay lugares de interés y yo me centré en Dindefelo, habitada principalmente por la etnia Fulani. A parte de su colorido mercado, es un buen punto de partida para subir a la Falaise y visitar la aldea de Dande, entre curiosas formaciones rocosas; y caminar hasta la cascada más alta de Senegal.
UN VIAJE FALLIDO EN AUTOBUS
Cuando planifiqué mi ruta por Senegal tenía claro que el trayecto entre Dakar y Dindefelo sería uno de los grandes retos del viaje. Nada menos que 734km por una carretera en un estado bastante precario. Aquello podía convertirse en toda una odisea teniendo en cuenta cómo funcionan las cosas en África. Así que decidí facilitarme la vida y desde España reservé un billete de autobús a través de la página web de la compañía Niokolo Transport. Solo tuve que rellenar un sencillo formulario. Las ventajas de esta opción: viaje directo hasta Kédougou (a escasa distancia de Dindefelo), sin tener que cambiar de vehículo; trayecto nocturno, con salida a las 18h; y precio asequible (tan solo 11milF).
El día anterior tuve que pasarme por la Terminal de la compañía, ubicada en una zona de Dakar conocida como Croisement Camberène, y pagar el billete (condición indispensable pues la demanda es importante y los asientos vuelan). Todo parecía funcionar de maravilla… Hasta que el día del viaje aparecí en la Terminal media hora antes de la salida y descubrí que se había cancelado, porque el único autobús que realiza el trayecto estaba averiado (una situación que se produce habitualmente). Según el encargado de la taquilla me habían llamado por teléfono para avisarme, pero no lo tenía conectado y no me enteré. Eso sí, me reembolsaron el importe del billete sin problema.
VIAJE: DAKAR – DINDEFELO
A continuación, tras unos momentos de duda, me puse en marcha. El nuevo escenario consistía en viajar a Dindefelo en sept place, una alternativa agotadora que constó de 4 etapas:
1. Taxi hasta la Gare Routière des Baux Maraichers: lo paré en la calle y me llevó por 2milF a la principal Terminal de Dakar.
2. Sept Place a Tambacounda: en la Terminal me confirmaron que no había vehículos directos a Kédougou. Además una vez localicé mi vehículo tuve que esperar más de una hora hasta que el conductor reunió a los 7 pasajeros de rigor. Y encima me tocó el asiento más incómodo, en la fila trasera y con la cabeza tocando el techo (los baches amenazaban con partirme el cuello). Por si fuera poco pagué 9.500F + 1.000F por guardar la mochila grande en el maletero del coche. Casi lo mismo que el billete de autobús hasta Kédougou. Y porque me peleé con el conductor, que me quería cobrar 2milF por la mochila.
Durante la espera estuve charlando con una chica francesa (Julie) que también se dirigía a Kédougou y había perdido el autobús como yo. Formaba parte de un equipo de investigadores que estaba realizando un estudio sobre una de las etnias que habitan la zona: los Bassari. Muy interesante, así que por lo menos maté el tiempo entretenido hasta que arrancamos a las 19h pasadas.
El inicio del trayecto fue divertido. Yo me dediqué a charlar y bromear con varios pasajeros: Julie; un abuelete que también iba a Kédougou; y mi compañera de asiento, una chica de Mali a la que mostré algunas fotos de mi cámara, y que a cambio me enseñó todas las fotos de su teléfono, donde aparecía ella con su familia, vestida con ropa exótica, en el zoo… Estuvo gracioso. Además, en una de las paradas conseguí cambiarle el sitio a otro pasajero y ocupé la fila central, mucho más cómoda. Por lo menos tenía algo de espacio para las piernas y podía mantener la cabeza recta.
Eso sí, no avanzábamos a un ritmo muy rápido. Primero tuvimos que hacer un alto para que dos pasajeros salieran a rezar, arrodillados sobre una esterilla. Después nos encontramos con un atasco enorme para salir de Dakar (la gente acababa su jornada laboral). Y más tarde nuevas retenciones en Thiès, lugar de residencia de muchos lugareños que trabajan en Dakar, y famoso por sus mandarinas, que ofrecían numerosos vendedores ambulantes aprovechando que los vehículos estaban parados.
A partir de Thiès la carretera se despejó y el conductor solo se detuvo un par de veces (yo aproveché para comprar zumo y galletas). Durante el trayecto sonó a todo volumen la música de Youssou N’Dour, el cantante más famoso de Senegal, y al final tenía la cabeza a punto de explotar. Pero bueno, tras 9 horas en ruta llegamos a la Terminal de Tambacounda.
3. Sept Place hasta Kédougou: en la Terminal encontramos rápidamente el siguiente vehículo, pero se confirmaron mis peores temores. Eran las 4.15h de la mañana y faltaban 3 pasajeros. Así que me tocó esperar casi 3 horas mientras la Terminal cobraba vida, con comercios abriendo, vehículos, pasajeros, empleados (que no paraban de escupir)… Menudo coñazo. Tambacounda es un importante nudo de transporte difícil de evitar si viajas hacia el este del país que carece de atracciones turísticas. Encima el conductor del sept place era un tipo de rostro serio que me pidió con malas formas el pago del trayecto, aunque todavía faltaban horas para partir; y se enfadó cuando me dio el cambio porque cogí el billete con la mano izquierda (poco recomendable en los países islámicos, pero una costumbre fácil de olvidar para un turista occidental cansado). En fin…
El billete me costó 6milF+ 1.000F por la mochila grande. Al menos viajé en la fila central del vehículo, con relativa comodidad, y una vez en marcha pude echar alguna cabezada. Julie iba agotada y se quedaba dormida sobre mi hombro. Aunque la música volvió a sonar con fuerza; y el estado de la carretera no ayudó mucho, con incontables badenes de velocidad y socavones que el conductor negociaba con bruscos frenazos.
De camino atravesamos un bonito paisaje: poblados tradicionales con casas redondas de adobe y techo cónico de paja; cruzamos el río Gambia; y como la carretera atraviesa el Parc National du Niokolo-Koba vimos una hembra de Kudu; un grupo de Babuinos jugando; y una ardilla. Además de bosques frondosos y una vegetación exuberante. Estábamos muy lejos de la civilización. Al final, tras 4,5 horas de trayecto, llegamos a la Terminal de Kédougou.
4. Moto-taxi a Dindefelo: para esta última etapa del viaje me habían pintado un panorama desolador. Julie decía que tendría que esperar una eternidad (al despedirnos me miraba con cara de pena); y el abuelete me recomendaba quedarme a dormir en Kédougou. Pero no contaban con mi experiencia en este tipo de situaciones. Pronto contacté con un lugareño; y en cuestión de minutos el hombre ya me había presentado a un chaval que tenía previsto regresar en moto a Dindefelo y aceptó llevarme por 4milF. Prueba superada.
El trayecto consistió en 34km de pistas de tierra que recorrimos a buen ritmo, bajo un sol abrasador. El chaval resultó ser muy simpático y fuimos todo el rato charlando. Me explicó curiosidades de la zona y me enseñó algunas palabras del complicado idioma local. También cruzamos tramos de bosque, un pequeño río (se vivieron momentos de tensión), vimos más Babuinos, y saludamos a un montón de lugareños.
ALOJAMIENTO: CAMPEMENT LE DOGON DU FOUTA – 6milF/Noche
*Puntos a favor: cabaña tradicional espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado; tranquilidad total por la noche (creo que era el único huésped); servicio de comidas a tarifas razonables; personal realmente amable; precio.
*Puntos en contra: la ducha es un cubo de agua fría con un cazo; ubicación alejada del pueblo; sin ventilador (hacía un calor tremendo).
Una vez instalado me acerqué a comer algo a un sencillo maquis que había frente al campamento. Y es que llevaba casi 24 horas a base de galletas… Aquí se produjo la anécdota del día. Encargué una tortilla francesa, y al ver una bandeja de arroz sobre el mostrador pedí también un plato. El hombre puso cara rara, pero ante mi insistencia traspasó parte del arroz a un plato y me sirvió el resto. Poco después me di cuenta de mi error: ¡el arroz era su comida! Qué vergüenza… Aunque tengo que reconocer que después me partía de risa. Para acompañar la comida pedí una Coke bien fría. Todo por tan solo 2milF.
PASEANDO POR DINDEFELO
Cuando comenzó a aflojar el sol me acerqué caminando hasta el centro del pueblo. Allí compré un par de latas de Fanta en una tienda (razonablemente frías, a 350F cada una) y me senté en un portal para ver pasar a la gente y hacer fotos sin llamar la atención.
Dindefelo es una tranquila población ubicada a escasos kilómetros de la frontera con Guinea-Conakry, al pie de las montañas de Fouta Djalon. Aquí predomina la etnia Fulani (también conocida como Peul). Es la segunda en importancia en Senegal tras los Wolof, y constituye casi una cuarta parte de su población. Se trata de un grupo étnico muy disperso, con presencia en numerosos países de África Occidental y Central. Son de religión islámica, su lengua es el Pulaar, y durante el siglo XVIII crearon los poderosos Imanatos de Fouta Toro (en el norte) y Fouta Djalon (cerca de Dindefelo), hasta su conquista por parte de los Franceses.
En el pueblo vi varios puestos callejeros que vendían frutas y verduras; mujeres con coloridos vestidos y pañuelos en la cabeza; hombres en bicicleta; algún anciano con túnica y kufi; críos camino del colegio… Me gustó el ambiente y pasé un rato entretenido.
EXCURSION A DANDE
Para esta primera visita decidí contratar los servicios de un guía, porque el camino no era sencillo y no había indicaciones. Yo pregunté al encargado del campamento (Lama) y él mismo se ofreció a acompañarme, así que problema resuelto. Aunque me equivoqué al no negociar el precio con antelación, porque tras la excursión, que duró 3 horas, el chaval me cobró 10milF, un importe excesivo (en Djoudj los guías cobraban casi la mitad por el doble de tiempo).
Pero bueno, Lama tuvo un comportamiento muy agradable; caminó conmigo a ritmo pausado, dejándome tiempo para hacer fotos y contemplar el paisaje; y todo lo que vi compensó con creces el precio (al final estamos hablando de 15 euros). Esto fue lo más destacado de la excursión:
1. Falaise: así llaman los lugareños a una enorme meseta rocosa de color naranja que se levanta sobre Dindefelo a 400m de altura (de ahí el nombre del pueblo, de origen Pulaar, que significa literalmente «al pie de la montaña»). Para alcanzar la cima hay que seguir un sendero concreto, porque de lo contrario te enfrentas a una pared infranqueable. Una vez arriba las vistas son espectaculares, con montañas cubiertas de vegetación, las casas de Dindefelo y las llanuras de los alrededores.
2. Termiteros Seta: tras caminar unos minutos por la parte superior de la Falaise, pasamos por un lugar que me dejó sin palabras: una pradera llena de Termiteros Seta. Tienen una altura aproximada de medio metro, y están rematados por una especie de cubierta o paraguas de material más resistente que las termitas construyen para protegerse de las fuertes lluvias de la zona. Tanto que te puedes subir encima de uno y aguanta el peso. Nunca había visto algo igual y no paré de hacer fotos ante la cara de sorpresa de Lama, que no entendía nada.
3. Dande: una aldea que también está habitada por la etnia Fulani. Aquí tuve que pagar una tasa turística de 1.000F en un pequeño Centro de Visitantes, que en teoría va destinada a población local. Aunque no creo que se hagan de oro porque los turistas brillan por su ausencia…
Dande es un lugar encantador. Sus viviendas son redondas, con muros de adobe y techo de paja, muy separadas entre sí. Durante el paseo vi árboles enormes; el colegio del pueblo; niños jugando a fútbol o en bici; mujeres transportando recipientes sobre la cabeza o moliendo grano; ganado por todas partes… La atmósfera era muy relajada y pude hacer las fotos que quise, sin agobios ni malas caras. Incluso Lama me presentó al alcalde de Dande y al consejo de ancianos. Toda una experiencia.
4. Grottes: se trata de unas cuevas enormes que salpican la Falaise, donde en el pasado se refugiaban los antiguos habitantes de la zona. Nosotros pasamos junto al borde superior de una Grotte y la imagen es imponente.
Una pena que no tuviéramos tiempo para visitar los Dents (dientes), unas columnas de roca de formas curiosas que están algo alejadas de Dande. Y tampoco pude disfrutar de la puesta de sol desde la Falaise, porque el día estaba muy nublado y una espesa bruma tapaba las vistas. Aun así se trata una excursión muy recomendable.
De regreso en el campamento me esperaba una abundante cena que había pedido con antelación: un plato de espagueti de masa muy fina con salsa de tomate y verduras; dos huevos duros y dos trozos de patata cocida; y de postre un plátano. Para beber cayó una botella de agua grande (estaba deshidratado tras la excursión), y una Coke. Acabé a punto de explotar. Y encima el abuelete encargado del comedor me preguntaba si quería repetir. Precio: 5milF.
LA CASCADA DE DINDEFELO
Al día siguiente me levanté a buena hora tras una noche de sueño impecable. A continuación me dirigí al comedor del campamento, donde ya tenía preparado el desayuno que reservé tras la cena: una barra de pan con nocilla, miel y mantequilla; y un café con leche. Justo lo que necesitaba. Precio: 1.500F. El encargado no pudo ser más simpático, creando una atmósfera de buen rollo genial.
Después de desayunar preparé la mochila pequeña y me puse en marcha para continuar explorando los alrededores de Dindefelo. Esta vez el camino no era tan complicado así que pedí a Lama que me acompañara hasta el inicio del sendero para evitar confusiones, y continué en solitario. La verdad es que el paisaje de la zona es espectacular. Atravesé un espeso bosque de vegetación exuberante, con plantas de formas extrañas; vi enormes termiteros de color naranja; y árboles gigantescos, incluidos varios mangos (bajo uno jugaba a fútbol un grupo de críos). Y dominando la escena las paredes verticales de la Falaise.
De camino pasé junto a unas chicas que lavaban la ropa en el río. Aquí no estaba seguro de seguir el camino correcto, pero una de ellas me acompañó unos metros y recuperé la confianza. Hasta que, tras media hora de ruta, llegué a la gran atracción de la zona: la Cascada de Dindefelo. Se trata de la más alta de Senegal, con nada menos que 115 metros; y aquí nace el río Thiokoye, un afluente del río Gambia.
La imagen es imponente: un enorme muro de roca oscura por el que se precipita desde las alturas un potente chorro de agua. La verdad es que me sorprendió teniendo en cuenta la época del año. La cascada está rodeada de frondosos árboles de un color verde intenso; y durante mi visita no había absolutamente nadie. Todo el lugar para mí solo.
La cascada forma una piscina natural bastante profunda, y como iba equipado con mi bañador no lo dudé un instante y me lancé al agua. Eso sí, estaba congelada y apenas pude aguantar unos minutos. Creo que mis gritos se oyeron en el campamento. De todas formas me encantó flotar de espaldas junto a la cascada, mirando hacia arriba, contemplando cómo el agua caía del cielo. Momentos así compensan con creces cualquier penuria del viaje. Mientras me secaba llegaron a la cascada dos chicas francesas acompañadas de sus «guías» (dos jóvenes lugareños bastante simpáticos). Una de las chicas vivía en Madrid y hablaba español, así que estuvimos charlando un rato. Después me vestí y regresé al campamento, con una sensación de relax total. Así acabaron mis aventuras por Dindefelo.
OTRAS EXCURSIONES EN LA ZONA
Si tienes tiempo los alrededores de Dindefelo ofrecen más lugares de interés:
1. Cascada de Ségou: ubicada a unos 7km del pueblo del mismo nombre. Mi intención era dedicar la tarde a esta excursión y pasar una noche más en el campamento. Pero Lama me dijo que no merecía la pena porque al ser febrero la cascada estaba seca; el camino de acceso era complicado; y estaba lleno de serpientes. Así que le hice caso…
2. En los bosques de la zona vive una considerable población de Chimpancés (entre 300 y 500). De su conservación se encarga la filial española del Instituto Jane Goodall. Mientras buscaba transporte en Kédougou, al enterarse de que era español, un lugareño me presentó a una pareja de catalanes que trabajaban allí de voluntarios e intercambiamos un par de frases. Se puede intentar organizar una excursión, aunque todavía es muy difícil ver chimpancés porque las familias no están acostumbradas a la presencia humana.
3. Afia: un pueblecito a orillas del río Gambia.
4. Valle de Nandoumary: situado en la frontera de Guinea-Conakry. Aquí se pueden ver grandes concentraciones de baobabs; y la Cascada de Pélél.
5. Por último, siguiendo la frontera hacia el oeste se puede coronar la cima más alta de Senegal, con tan solo 581m. No me extraña que todavía no se hayan molestado en ponerle un nombre…
CONCLUSION
Debido a que la visita implica un largo e incómodo viaje, este encantador rincón de Senegal aún se encuentra al margen de los circuitos turísticos. Porque la gente que recorre el país prefiere centrarse en las atracciones que ofrece la costa. Pero si buscas aventuras, paisajes exóticos, y poblados tradicionales, el esfuerzo merece la pena. Un día completo será suficiente para ver los sitios más importantes, pasando la noche en uno de los campamentos del pueblo. Pero si dispones de 3 o 4 días no tendrás tiempo de aburrirte con todo lo que hay en los alrededores.
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Comentarios
4 ComentariosTeresa
Jul 1, 2019Hola, Me ha encantado como describes tu experiencia del viaje. Realmente es tal como lo cuentas! Cuando ven a un toubab ven CFAS! Jajaja. Mi yerno es de Dindefelo y en diciembre-enero fuimos un grupo de 9 personas. Nos trasladamos en furgoneta con aire acondicionado, he de decir que ibamos con una niña.de 4 años, y la verdad es que el trayecto se hizo largo pero muy soportable comparado con el tuyo!
Llegamos a Dindefelo en un 7 place, este sin aire, apretados porque ibamos 10 en el coche, saltando como locos y riendonos como nunca!
Y que te.voy a contar de Dindefelo y alrededores? Estuvimos 6 dias y se nos hizo corto! Estoy esperando el dia de volver!
En fin! Gracias por hacerme volver a este poblado excepcional por un ratito!
Un abrazo!
Ganas De Mundo
Jul 3, 2019Hola Teresa!
Disculpa el retraso pero estoy de viaje en las montañas de Georgia y me está costando encontrar wifi decente! 😉 De hecho suelo publicar cada 4 días y ya hace 8 que no puedo subir nada.
Me alegro mucho de que te haya gustado el post de Dindefelo! La verdad es que el este de Senegal fue toda una sorpresa. No me esperaba lugares tan auténticos.
A mí también me encantaría volver porque me quedaron muchos sitios pendientes de visitar en los alrededores. Esos 7 place… No sé como me lo hacía que siempre me tocaba la fila trasera, y mido 1,82m 😉 Si yo pudiera también hubiera ido en esa furgoneta con aire acondicionado. Pero viajar solo encarece muchísimo según que cosas (bueno, casi todo!).
África es mi continente favorito y ya tengo ganas de regresar. Aunque de momento voy a estar una temporada larga recorriendo Asia central.
Todo un placer conocer tu experiencia en Dindefelo. Y gracias a ti por el comentario.
Un abrazo muy fuerte!
Manuel Rios
Jul 29, 2022Hola, me gustaría preguntarte algunas cosas sobre el viaje. Muchas gracias y un saludo.
Ganas De Mundo
Ago 3, 2022Hola Manuel,
Puedes contactarme por correo y preguntarme tus dudas.
Un abrazo