Una ruta de montaña de 3 días a lo largo del Transcaucasian Trail, cruzando espesos bosques y explorando antiguos monasterios
Dilijan National Park fue creado en el año 2002 y se trata de una zona de montañas y bosques del Cáucaso Menor que abarca una superficie de 240km2. En su interior, además de paisajes espectaculares, se pueden contemplar monasterios medievales de gran calidad. Y desde el año 2017 hay un sendero de 80km que recorre la reserva y forma parte del Transcaucasian Trail. La base ideal para visitar el parque es la población de Dilijan, que cuenta con buenas opciones de alojamiento y algunos lugares de interés que merecen la pena.
La mejor época para visitar Dilijan National Park son los meses de verano, entre junio y septiembre, cuando hay menos precipitaciones, los senderos están despejados de nieve y los prados de montaña se llenan de flores. Otoño también es recomendable para contemplar los árboles teñidos de colores. Yo visité Dilijan a principios de septiembre y la lluvia hizo acto de presencia casi cada día, así que deberás estar preparado.
VIAJE: VANAZDOR – DILIJAN
La jornada comenzó en la Vanazdor Guesthouse tras una noche bastante desapacible, por la estrechez de la cama y mi estómago lleno de gases (definitivamente cenar Lobio no fue una buena idea). Para desayunar me comí dos deliciosos melocotones que compré el día anterior en el Mercado (250D). Y sin entretenerme mucho desalojé la habitación y caminé hasta la Terminal de Autobuses. Una vez allí me encontré con una sorpresa: solo hay una marshrutka al día que realiza el trayecto hasta Dilijan, y sale a las 13.30h. Con lo cual tenía 3 horas por delante. Por suerte pude colocar la mochila grande en la oficina del encargado de la Terminal, y me marché a pasear por las calles de Vanazdor, descubriendo nuevos detalles curiosos.
Más tarde entré en un local y pedí un shawarma de cerdo, que acompañé con un zumo de naranja, sentado en una pequeña barra. Estaba muy rico, y así solventé la comida del día, tras el flojo desayuno (1.250D). A continuación volví a la Terminal y tuve que soportar por enésima vez el asedio de los taxistas, que intentaban convencerme para viajar con ellos (unos 5.000D) en lugar de en marshrutka aprovechándose de mi confusión (los carteles de los vehículos están en armenio). Al final, preguntando a la gente pude encontrar mi vehículo.
El maletero trasero de la marshrutka era minúsculo y me costó meter mi mochila grande. Al pagar el billete (500D) el conductor me pidió 500D más por el equipaje, pero no lo vi claro y le acabé dando 200D para que me dejara en paz (esta práctica no es nada habitual). A las 13.30h nos pusimos en marcha. Yo fui sentado en la fila trasera, junto a la ventana, rodeado de abuelas. El trayecto duró una hora para recorrer 36km hacia el este. Las vistas me mantuvieron entretenido, con un valle cubierto de casitas de piedra y frondosos bosques.
Cuando llegamos a Dilijan fui controlando mi ubicación en el mapa y me bajé en el punto más cercano al lugar que había elegido para pasar la noche.
ALOJAMIENTO: B&B ARAZ – 5.000D/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; limpieza extrema; vistas geniales de las montañas; tranquilidad total por la noche; familia muy amable, que me recibió con té de cortesía; wifi rápido; lavadora (me vino genial); servicio de comidas.
*Puntos en contra: camas individuales, con sábanas muy pequeñas (por la noche hacía frío); lavabo compartido; ubicación bastante alejada del centro, en lo alto de una colina; demasiado ruido durante el día (todo el mundo hablaba a gritos y un niño no paraba de llorar y dar golpes).
En esta guesthouse decidí reservar la primera noche a través de Booking, y negociar las siguientes. Aunque la estrategia no me sirvió de mucho, porque el precio era el mismo. Podría haber protestado, pero para ahorrarme como mucho 1€ y crear mal ambiente. Ya lo compensé con creces con la lavadora.
Llegar a la guesthouse no fue sencillo: primero tuve que caminar 1km en continuo ascenso, bajo un sol de justicia (todo el día estuvo nublado excepto ese momento); y después (como no) en el exterior de la casa no había ningún tipo de indicación, y estuve unos minutos dando vueltas bastante perdido hasta encontrar la puerta correcta. La señora que me recibió no hablaba ni palabra de inglés, pero al poco apareció su hija y pudimos entendernos. Una vez instalado en la habitación, salí a explorar el pueblo.
DESCUBRIENDO DILIJAN
Dilijan es una pequeña población de montaña situada a 1.500m de altura, rodeada de cumbres y espesos bosques. Por eso se la conoce como la “Pequeña Suiza”, o la “Suiza de Armenia”. Se trata de un popular centro turístico, con una variada oferta de hoteles y balnearios, donde tienen residencias de verano un buen número de personalidades del panorama cultural armenio.
Con estas credenciales la verdad es que me esperaba una aldea de postal. Y en cambio me encontré con una población muy dispersa, atravesada por amplias avenidas con un tráfico constante. Se me hizo difícil disfrutar de la atmósfera con ruidosos vehículos pasando a mi lado a toda pastilla.
Aunque por suerte encontré alguna atracción interesante:
1. Monumento a la Gran Guerra Patriótica: una enorme escultura sobre una colina, en las afueras de Dilijan, que representa a un soldado sosteniendo a su compañero herido. Pude subir hasta la base y pasear completamente solo. Junto al monumento hay varias placas conmemorativas, y un cementerio. Y las vistas del pueblo son excelentes.
2. Arte Callejero: camino del monumento se pasa junto a un muro lleno de coloridos grafitis de temáticas muy diversas.
3. Parque de Atracciones abandonado: también se encuentra en ruta hacia el monumento. Un sitio espectacular, con varias atracciones antiguas rodeadas de vegetación. Una de ellas incluso conserva la taquilla, con letras en ruso.
4. Monumento al 50 Aniversario de la Armenia Soviética: una escultura de color blanco con forma de corona, construida en 1970 para conmemorar la incorporación de Armenia a la URSS.
5. Museo de Historia Local: está ubicado en un edificio antiguo y tiene una fachada decorada con interesantes estatuas. No visité el interior.
Además de estos lugares hay un pequeño “Centro Histórico” muy visitado por los turistas, donde en teoría se conservan algunas viviendas tradicionales. Pero se trata de una especie de decorado sin vida, con casas reconstruidas, tiendas de souvenirs y un hotel. No me gustó nada.
Por último, hay dos sitios a escasa distancia entre sí que me hubiera encantado ver: una antigua mansión abandonada conocida como Khanjian Villa; y una curiosa estatua llamada King of the Woods. Una vez los ubiqué en el mapa, atravesé una solitaria zona boscosa… y llegué a una garita con un guarda de seguridad. La zona es propiedad privada y está prohibido el acceso. Yo lo intenté todo: decirle que era de Barcelona; que solo necesitaba un par de minutos… ¡Incluso le ofrecí dinero! Pero no hubo manera, y me tuve que dar media vuelta a regañadientes. Más tarde conocí a una chica que pudo ver la mansión, porque cuando llegó no estaba el guarda. En fin… Cuestión de suerte.
CENA: LOSH
Cuando comenzaba a caer la noche, ya de regreso a mi guesthouse, decidí cenar en un restaurante con buenas críticas en Google. El comedor era enorme, y ocupé una mesa junto a la ventana. Me atendió una camarera muy simpática, y tardé unos minutos en leer la extensa carta. Pero al final, igual que me ocurrió en Vanazdor, no encontré platos típicos armenios y acabé pidiendo noodles con carne de ternera, acompañados de una cerveza Dilijan de 0,3l. Eso sí, todo muy rico y abundante. Precio: 4.000D.
De nuevo en el exterior, caminé por calles oscuras ayudado por la linterna de mi móvil, con la batería a punto de agotarse. De vez en cuando pasaba junto a un perro que me ladraba; o un corral con cerdos que se me acercaban; o sombras de lugareños. Y de fondo, la silueta de las montañas cubiertas de bosques. Me encantó, a pesar de las empinadas rampas que me dejaban sin respiración.
EL TRANSCAUCASIAN TRAIL
Este sendero de larga distancia todavía en construcción, conocido como TCT, es un ambicioso proyecto iniciado en 2015 que pretende crear dos espectaculares rutas de trekking, con 1500km de longitud cada una:
*Una que conecte el Mar Negro con el Mar Caspio, cruzando las montañas del Gran Cáucaso por los territorios de Georgia y Azerbaiyán. Esta ruta se enfrenta a numerosos problemas, ya que debería atravesar las repúblicas de Abkhazia y Osetia del Sur, y la zona fronteriza entre Azerbaiyán y Rusia. Por eso cuando visité la región (2019) solo existía el tramo de Svaneti.
*Otra que recorra el Cáucaso Menor, pasando por el sur de Georgia y Armenia, conectando el Mar Negro con la frontera de Irán. Esta ruta es mucho más factible, y cuando visité Armenia (2019) ya había varios tramos creados en el Dilijan National Park, los Montes Geghama y Vayots Dzor.
El tramo que recorre Dilijan National Park tiene 80km, con un desnivel acumulado de 8.500m, y se recomienda realizarlo en 4-5 días. Hay 3 tipos de señales:
*Marcas de pintura rojas y blancas: son las más frecuentes.
*Placas rojas con Transcaucasian Trail escrito; o placas verdes con Dilijan National Park: menos habituales.
*Postes de madera: indican la distancia entre dos lugares y aparecen en contadas ocasiones.
Aunque todavía hay bastantes kilómetros donde la señalización brilla por su ausencia y será imprescindible que cuentes con algún tipo de dispositivo con GPS para orientarte. Yo utilicé la app para móvil maps.me, y me bajé la ruta de esta página web. Y reconozco que me salvó la vida, porque hubo infinidad de momentos en los que no sabía cómo continuar.
En cuanto al alojamiento, si realizas el tramo completo del Dilijan National Park necesitarás acampar. En la Oficina de Información Turística de Dilijan puedes alquilar todo el material. Yo decidí reducir la ruta a 64km, sin contar algún desvío extra para visitar otros lugares de interés. De esta forma podría realizarla en 3 días, durmiendo cada noche bajo techo. Y viajé con un equipaje muy ligero, sin tener que cargar con tienda, saco, comida, etc…
ETAPA 1: GOSHAVANK – PARZ LAKE – DILIJAN / 20km + 2km (lago) / 8h
La jornada comenzó a buena hora, con un desayuno servido en la terraza de mi guesthouse. El cielo estaba nublado y hacía algo de frío, pero el menú me hizo entrar en calor. Dos huevos fritos; salami; queso; ensalada de tomate y pepino; pan con mermelada y mantequilla; y té. Acabé a reventar, así que mereció la pena pagar los 2.000D extra que cuesta. A continuación preparé la mochila pequeña y salí al exterior.
El tramo del TCT que recorre el Dilijan National Park comienza oficialmente en la población de Khachardzan, al este de Dilijan. Pero yo empecé en Gosh, saltándome los kilómetros iniciales Además, según me dijeron en la Oficina de Información Turística, no eran los mejores de la ruta.
Para llegar a Gosh tenía que utilizar un taxi privado. Mi primera opción fue utilizar la app para móvil de Yandex (similar a Uber). El día anterior la probé y el trayecto me salía por unos 2.500D. Pero cuando lo intenté por la mañana descubrí que no había vehículos disponibles (quizás era muy temprano). El caso es que al final acabé parando un taxi, negocié un buen precio (3.500D) y nos pusimos en marcha (en la guesthouse me habían ofrecido el trayecto por 5.000D). El vehículo era un viejo Lada conducido por un simpático abuelete. Tardamos media hora en recorrer los 24km de distancia, por una carretera en buen estado. El hombre no paró de fumar, me regaló un caramelo, y trataba de dar conversación a pesar de su nulo nivel de inglés.
Una vez en la entrada del Monasterio de Goshavank nos despedimos, y estuve media hora visitando el lugar. Este templo fue construido en el año 1188, y tanto el pueblo como el monasterio deben su nombre a Mkhitar Gosh, un importante científico y escritor de la época. El recinto cuenta con 3 iglesias y una biblioteca (que estaba cerrada). En el exterior me encontré con el sol de cara y dificultó las fotografías panorámicas (mejor luz por la tarde). Alrededor de los edificios había varias khachkar, incluida una con un grado de detalle impresionante. Y en el interior pude ver los elementos típicos de los monasterios armenios. Cuando llegué me encontré dos autocares con grupos de turistas (uno de ellos españoles), pero les pude esquivar y realicé la visita muy tranquilo.
Tras explorar el monasterio, inicié la primera etapa del TCT. Para empezar crucé el cementerio de Gosh, con antiguas lápidas llenas de grabados y relieves. El sendero subió sin parar hasta una cadena montañosa, con vistas geniales del pueblo, bosques infinitos y cumbres envueltas en nubes, y se internó en el bosque. Me encantó caminar completamente solo, entre árboles enormes de ramas retorcidas, con algunos tramos sombríos. Durante esta parte del día lució el sol, aunque el ambiente era otoñal y el suelo estaba lleno de hojas que no paraban de caer. Al final aparecí en una pradera de montaña sin apenas vegetación, ya que en agosto se siegan las plantas secas para alimentar al ganado. Allí pude ver alguna granja, vacas pastando, y me interné de nuevo en el bosque avanzando cuesta abajo.
DESVÍO A PARZ LAKE
En un cruce me encontré con un sendero de 1km que llevaba hasta Parz Lake. No iba muy sobrado de tiempo, pero decidí acercarme. El camino estaba lleno de barro que me hacía resbalar y triplicaba el peso de mis zapatillas. Como el día ya se había nublado el lago ofrecía una imagen lúgubre, con aguas oscuras y bosques de aspecto misterioso. Allí me encontré a unos cuantos lugareños visitando el lugar (porque se puede llegar en coche). Y unos críos daban de comer a los patos, que se amontonaban en una esquina del lago. Parz Lake cuenta con una amplia oferta de ocio, como un restaurante, alquiler de barcas de remos, o tirolinas.
Yo aproveché el lugar para sentarme en un banco junto a la orilla, y comerme un Snickers mientras contemplaba las vistas. Y al cabo de unos minutos ya estaba de nuevo en marcha.
UN BOSQUE CUBIERTO DE NIEBLA
A continuación me tocó cruzar el bosque subiendo sin parar. El tiempo empeoraba por momentos y la niebla comenzó a envolverme, creando una atmósfera mágica. Aquí avancé a un ritmo intenso para quitarme kilómetros de encima y evitar sorpresas de última hora. Fue toda una experiencia caminar por esos senderos, con el sonido de mis pasos retumbando entre los árboles. Al cabo de un buen rato emergí en otra pradera de montaña. La niebla era cada vez más espesa, y las posibles vistas quedaron ocultas. Pero a cambio pude ver numerosas flores de vivos colores.
Después el sendero se adentró en el bosque, y poco a poco me fui acercando a la civilización. Primero pasé peligrosamente cerca de un par de granjas (los perros me detectaron a mucha distancia y no paraban de ladrar). Después crucé un barrio de Dilijan. Y por último caminé a través del conocido como Drunken Forest. Podía haber atajado callejeando, pero estos momentos de la etapa me ofrecieron una buena panorámica de Dilijan, bosques muy fotogénicos, ruinas antiguas (me encantó una estructura circular rodeada de columnas y vegetación)… y sorprender a una apasionada pareja tumbada en la hierba. Cuando me vieron aparecer se morían de vergüenza y no podían ni mirarme. Pero es que con lo grande que es el bosque van y se ponen justo al lado del sendero…
Una vez en el centro de Dilijan me tocó llegar hasta mi guesthouse, y las últimas rampas casi acaban conmigo, porque ya iba bajo mínimos. Pero acabé muy contento tras solventar con éxito la primera etapa.
Otros detalles de la jornada:
*En cuanto a fauna, pude ver algún Águila sobrevolando el cielo; un par de Bee Eaters de plumaje verde; lagartijas escondiéndose entre las rocas; ranas saltando al agua en zonas encharcadas; mariposas; grupos de pequeños pájaros que salían de entre la maleza y a veces me asustaban; y en el bosque se escuchaba el sonido de los pájaros carpinteros. En la segunda parte de la ruta me encontré un cartel con la silueta de un oso que advertía de la presencia de fauna salvaje. Y encima coincidió con una zona de espesa vegetación, así que caminé con mil ojos, atento a cualquier ruido sospechoso.
*Me sorprendió ver muchos animales de granja campando a sus anchas por la mayor parte del Parque Nacional: vacas, terneras, grupos de cerdos (los pequeños se me acercaban con mirada curiosa)… A veces me asustaban, porque los confundía con animales salvajes.
*En toda la etapa solo me crucé con dos parejas (sin contar a la que pillé manos a la obra). A los armenios no les gusta nada caminar.
*A pesar de ser la etapa con mejor señalización, hay infinidad de senderos y muchos cruces de caminos que pueden llevar a la confusión. Así que agradecí poder ir confirmando la ruta con maps.me.
Ya en mi guesthouse, me pegué una ducha que me dejó como nuevo, descansé un rato en la cama, y a las 20h bajé a cenar a la cocina. Allí coincidí con otros huéspedes: una pareja de alemanes; una chica de Estados Unidos (Sidney); y un chaval de pocas palabras que no intervino en la conversación. El menú consistió en pollo con patatas; queso; verduras asadas; coliflor; ensalada de tomate y pepino; y zumo. Para rematar, un té. Todo muy rico, por 4.000D. Se agradeció charlar con otra gente y echar unas risas.
Tras la cena regresé a mi habitación. Mientras en el exterior caía una fuerte tormenta, con truenos que hacían retumbar las montañas. Menos mal que no acampé, porque lo hubiera pasado realmente mal…
EL MEDIEVAL MONASTERIES TRAIL
Al día siguiente me desperté tras una noche en la que dormí como un tronco. De nuevo decidí desayunar en la guesthouse y comenzar la jornada con el estómago lleno. Esta vez los huevos fritos fueron sustituidos por pasta, coliflor y bizcocho. Todo delicioso y abundante. Como en el exterior hacía frío, desayuné en la cocina. A continuación preparé mi equipaje, porque esa noche iba a dormir en otro sitio. Así que desalojé la habitación, me llevé la mochila pequeña con lo necesario para un par de días, y dejé la grande en la guesthouse.
Para llegar al comienzo de la segunda etapa del TCT necesitaba un taxi, ya que el encargado de la Oficina de Información Turística me recomendó saltarme el tramo que discurre por los alrededores de Dilijan, de escaso atractivo, y acordamos empezar la etapa en el Monasterio de Jukhtakvank. Al igual que el día anterior, me planté junto a la carretera principal y en cuestión de minutos ya estaba subido en un taxi. El trayecto era de 6km, pagué 1.000D (el precio de partida me pareció correcto y no regateé), y me bajé antes de alcanzar Jukhtavank, en el lugar donde comienza el Medieval Monasteries Trail. Una ruta circular que pasa por los monasterios de Matosavank y Jukhtakvank.
Yo de entrada no tenía muchas ganas de recorrer esta ruta, porque la etapa del día ya era suficientemente larga y compleja como para encima añadirle más kilómetros. Y al final se trataba de visitar más monasterios (Armenia está lleno). Pero el encargado de la Oficina de Información Turística insistió mucho y le hice caso. Menos mal, porque viví momentos únicos.
El sendero discurrió a través del bosque sin muchos desniveles, aunque tras las lluvias de la noche anterior había bastantes tramos llenos de barro que hacían muy difícil caminar. El día amaneció despejado, con un sol agradable, y caminé rodeado de pájaros e insectos. Tuve que cruzar el río un par de veces por puentes metálicos. Y durante la ruta solo me crucé con gente en dos ocasiones (un grupo con guía y una pareja), mucho menos de lo esperado teniendo en cuenta que era una caminata sencilla.
Lo más destacado del recorrido fueron los dos monasterios medievales que pude visitar:
1. Monasterio de Matosavank: una construcción medio en ruinas, cubierta de vegetación, que data del siglo XIII. Me gustó mucho su aspecto abandonado, y algunas khachkars en los alrededores. Aunque lo mejor estaba por llegar. La entrada se encontraba bloqueada por una reja metálica, pero cuando me acerqué descubrí que se podía abrir. Y el interior del monasterio me dejó sin palabras. Primero accedí a un Gavit con sus muros cubiertos de khachkars. Y después a una iglesia con más khachkars, relieves, y nichos donde la gente había creado pequeños altares con cruces, imágenes de la Virgen, restos de velas, ofrendas…
La atmósfera era espectacular, con el sonido del agua colándose entre las piedras y todo el recinto para mí solo. No me quería marchar de allí.
2. Monasterio de Jukhtakvank: está compuesto por dos iglesias construidas a principios del siglo XII. La más grande (Surb Grigor) tiene sus muros rodeados de unos refuerzos metálicos para que no se desmorone. La reja de acceso también se podía abrir. Y en el interior hay una sala descubierta (la cúpula se vino abajo hace mucho tiempo), con un altar y muros decorados con relieves de cruces. De la iglesia más pequeña (Surb Astvatsatsin) me gustó más el exterior.
Estos dos monasterios son de dimensiones modestas en comparación con otros más famosos, pero el ambiente que se respira en ellos es insuperable.
ETAPA 2: JUKHTAK – HAGHARTSIN / 20km / 7h
Tras recorrer el Medieval Monasteries Trail, invirtiendo mucho más tiempo del previsto, ya eran las 11h pasadas, y todavía tenía toda la segunda etapa por delante. Así que me puse en marcha a buen ritmo, siguiendo las señales del TCT.
El sendero comenzó sin dar tregua, con una subida constante que primero cruzó el bosque y después alcanzó una zona de prados de montaña que ofrecía muy buenas vistas de los alrededores. Las imágenes eran preciosas: campos con dibujos ondulantes tras haber sido segados; granjas abandonadas; árboles hasta el horizonte… Yo pensaba que a continuación tocaría bajar, pero todo lo contrario: tuve que seguir una pista de tierra con una fuerte pendiente que me hizo ganar todavía más altura. Además, el sendero del TCT desaparecía, y en varias ocasiones me tocó retroceder o perder tiempo buscando el camino correcto.
Después llegó el mejor tramo de la etapa. No hubo prácticamente desnivel, así que mis piernas pudieron descansar. Y los paisajes eran de postal. Atravesé un bosque cuyos árboles tenían hojas de diferentes colores; pasé junto a enormes pináculos de roca cubiertos de vegetación; y contemplé una cascada en un pintoresco valle rodeado de montañas. Al final aparecí en un pequeño asentamiento compuesto por varias granjas destartaladas, donde había grupos de vacas y cerdos sueltos.
Allí una señora me indicó por dónde seguía la ruta, y empezó una auténtica odisea. Tuve que hacer frente a una dura subida que me llevó hasta el punto más alto de la etapa; caminando campo a través, porque no había señales y el sendero desapareció; y rodeado de plantas espinosas que me pinchaban y arañaban los brazos. Además, el cielo se cubrió de nubes oscuras y se escuchaban truenos cada vez más cerca. No podía dejar que me alcanzara una tormenta eléctrica a esa altura, así que encima me vi obligado a avanzar a toda pastilla, resbalando continuamente, sin apenas aliento. Fueron momentos que sacaron toda mi capacidad de sufrimiento y reconozco que se me escapó algún grito de desesperación. Pero al final alcancé el collado, me puse el chubasquero y pude continuar la etapa.
La recta final estuvo marcada por una serie de problemas:
*Llovió durante la mayor parte del tiempo, obligándome a guardar la cámara en la mochila, para que no se mojara (las condiciones eran nefastas para la fotografía). Una pena porque desde el collado hay una fabulosa panorámica del parque.
*Conseguí encontrar el sendero del TCT, pero cada cierto tiempo aparecían cruces de caminos con diferentes alternativas sin señalizar que me obligaban a consultar maps.me. Con un peligro: mi batería ya estaba en las últimas, y sin móvil tenía serias dudas de poder llegar a Haghartsin.
*El sendero discurrió cuesta abajo, pero lo que podía haber sido una ventaja se convirtió en una dificultad añadida. Porque con la lluvia el terreno estaba cubierto de barro muy resbaladizo. Tanto que tuve que hacer uso de mis bastones, y a veces parecía que iba esquiando.
Pero bueno, no me vine abajo, y con paciencia fui cubriendo kilómetros. La alegría que me llevé cuando por fin alcancé el Monasterio de Haghartsin fue difícil de explicar… Nueva etapa conseguida, haciendo frente a un montón de obstáculos. Como es posible llegar en coche había bastante gente y recibí miradas de curiosidad, aunque muy pocos se imaginaban de dónde venía y todo lo que había sufrido.
Otros detalles de la jornada:
*La lluvia redujo bastante las posibilidades de encontrar fauna, pero aun así vi varias Águilas (una sobre una piedra a no mucha distancia, y el resto volando); montones de pequeños pájaros revoloteando a mi alrededor; saltamontes que se ponían a volar desplegando alas de color rojo; mariposas; y alguna lagartija.
*En esta segunda etapa únicamente encontré vacas y cerdos en las granjas, no por todas partes. Aunque el sendero estaba lleno de sus huellas y excrementos. Por suerte no me tuve que ver las caras con ningún perro.
*En 7 horas solo me crucé con el 4×4 de un lugareño, la señora de la granja, y un pastor que cuidaba sus vacas. Ni un solo turista, algo que ya no me sorprendió tanto porque esta etapa no era para principiantes, con una señalización muy deficiente.
*A diferencia del día anterior, recorrí un paisaje mucho más abierto y montañoso, con algún tramo de bosque ocasional. Había zonas de vegetación seca, y montones de arbustos con frutos de color rojo y negro.
En el monasterio busqué el lugar previsto para pasar la noche. Hubo momentos de duda porque maps.me lo indicaba mal, pero al final encontré un cartel que señalaba la entrada.
ALOJAMIENTO: VANATUN MONASTERY STAY – 9.000D/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; limpieza extrema; mobiliario nuevo (el hotel apenas llevaba unos meses en funcionamiento); ubicación espectacular, rodeado de bosques y a escasos metros del monasterio; tranquilidad total por la noche; encargado muy amable y con un inglés perfecto; precio; abundante desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales (aunque muy cómodas); sin wifi; lavabo compartido (aunque solo con otra habitación, que estaba vacía).
Este hotel situado en un enorme edificio de estilo neoclásico es la única opción disponible para dormir en la zona. Las alternativas son regresar en taxi a Dilijan y retomar la ruta al día siguiente; o acampar en los alrededores. Por eso estuve muy a punto de reservar la habitación a través de Booking. Menos mal que no lo hice, porque en la web costaba 20.000D, y en persona pude conseguir precio individual, además de ahorrarme la comisión. Se me hubiera quedado cara de tonto…
Una vez instalado en mi habitación, pude pegarme una ducha más que necesaria. Y a las 20h me esperaba en el restaurante del hotel la cena que encargué. Surtido de ensaladas; sopa de espinacas; arroz con pollo; y una limonada natural. Todo delicioso, por 4.500D extra. El comedor estaba desierto, algo sorprendente teniendo en cuenta la ubicación y calidad de las instalaciones.
Tras llenar el estómago pude regresar a mi habitación y prepararme para una noche de descanso. Apenas unas horas antes estaba caminando bajo la lluvia a través de la maleza, y ahora alojado en una lujosa habitación. Mis viajes siempre están llenos de contrastes…
CAMBIO DE PLANES
Al día siguiente me desperté totalmente recuperado y con ganas de afrontar la última etapa del TCT. Por delante tenía 24km hasta llegar a la población de Hovk, con muchos tramos sin señalizar. Pero cuando miré por la ventana descubrí con horror que hacía un tiempo horrible: llovía de forma intensa, y el bosque estaba envuelto en la niebla. Yo no tengo problema en caminar por la montaña si me pilla la lluvia en ruta, pero comenzar ya en estas condiciones no me hacía ni pizca de gracia. Así que decidí pasar otra noche en el hotel de Haghartsin, en espera de que el tiempo mejorara.
Con esos pensamientos me dirigí al restaurante del hotel para disfrutar del desayuno incluido en el precio de la habitación. De nuevo estuvo genial, atendido por una cocinera encantadora que me recomendaba cosas en un inglés muy básico. Había ensalada de tomate y pepino; salami; dos huevos duros; queso; dos rollitos de verduras; pan con mermelada y mantequilla; y té con miel. Aunque al morder un rollito me llevé una desagradable sorpresa: se me rompió un diente delantero (tenía una funda dental desde hacía años) y me quedé con él en la mano. No me lo podía creer…
Este nuevo escenario lo cambiaba todo. Tenía que viajar a Yerevan lo antes posible en busca de un dentista. Con lo cual, tras el desayuno preparé mi mochila, desalojé la habitación, y me despedí del encargado. Mi recorrido por el Dilijan National Park finalizaba en Haghartsin. Aunque eso no significaba que no pudiera dedicar unas horas a explorar los alrededores antes de volver a Dilijan.
Para empezar, visité el Monasterio de Haghartsin, aprovechando que ya no llovía. Fue construido entre los siglos X y XIII por orden de dos hermanos, príncipes de la Dinastía Bagrátida. Y está compuesto por 3 iglesias, 2 Gavits, un refectorio y un mausoleo. Los edificios son imponentes, aunque en la última restauración a alguien se le fue la mano, y tienen un aspecto excesivamente nuevo. Me gustaron algunos relieves exteriores, como un reloj solar o un león (símbolo de la Dinastía Bagrátida); una khachkar muy elaborada; y los restos de un enorme tronco hueco.
En el interior de las iglesias pude ver los elementos habituales de cualquier templo religioso armenio (altares, imágenes de santos con velas, cruces…). Aunque lo más destacado fue poder presenciar una misa ortodoxa en la iglesia principal (Surb Astvatsatsin). El cura estaba de espaldas, con una colorida casulla, recitando y cantando pasajes de la Biblia; y de vez en cuando se giraba para bendecir a los feligreses. Mientras, a su lado, un monje vestido con una túnica negra con capucha, cantaba y movía un incensario. La atmósfera era espectacular, con la sala llena de humo y los cánticos melódicos. Toda una experiencia.
Durante mi visita había gente, aunque no me molestó mucho. Pero más tarde comenzaron a llegar auténticas hordas (incluido algún grupo de chinos) y me alegré de haber acabado.
A un par de minutos del monasterio, bajando por la carretera, hay una zona llena de fotogénicas khachkars; y un templo medio en ruinas en cuyo interior hay un pequeño altar con imágenes de la Vírgen, cruces, ofrendas… Mucha gente se centra en los principales edificios de Haghartsin y pasa de largo con el coche, así que pude explorar el lugar completamente solo.
EL HIDDEN WATERFALL TRAIL
Desde las khachkars retrocedí unos metros y retomé el TCT, del que arrancaba una ruta conocida como el Hidden Waterfall Trail. El encargado de la Oficina de Información Turística de Dilijan me dijo que esta era su caminata preferida del parque, y no me podía marchar de allí sin conocerla. Se trata de un sendero de 3,3km (ida y vuelta) en el que invertí alrededor de hora y media. Atravesé un bosque muy atmosférico, con árboles enormes cubiertos de musgo, flores de colores, y un río de aguas cristalinas. Y acabé cruzando un puente para llegar a una cascada que quedaba parcialmente oculta tras una roca (de ahí el nombre de la ruta). El desnivel es moderado, aunque había muchas zonas de barro que dificultaban la marcha.
Teniendo en cuenta que es un sendero muy asequible y la cantidad de gente que vi en el Monasterio de Haghartsin, aquí sí que me esperaba bastantes visitantes. Pero está claro que a los armenios no les gusta caminar, porque el lugar estaba desierto. Así que pude disfrutar de un ambiente genial, con el único sonido del agua y los pájaros. De regreso a Haghartsin la niebla comenzó a envolver el bosque, pero la señalización era perfecta y alcancé el monasterio sin problema.
UN COMPLICADO REGRESO A DILIJAN
El día anterior, cuando llegué a Haghartsin, recibí varias ofertas de taxistas, así que pensaba que no me costaría mucho conseguir uno para volver a Dilijan. Pero tras dar una vuelta por la entrada del monasterio comprobé que no había ningún taxi a la vista. El tráfico de vehículos era constante, pero se trataba de coches privados con familias de lugareños, o furgonetas con grupos organizados. Durante un rato lo intenté todo: pregunté al encargado del parking, que no me pudo ayudar; apareció un taxi con unos clientes y pedí al taxista que llamara a algún colega, pero no había ninguno disponible… Y hacer autoestop era inviable. Nadie iba a querer dejar subir en su coche a un tío solo, lleno de barro, que no hablaba armenio o ruso (¡y encima sin un diente!).
A todo esto, la niebla se apoderó de Haghartsin y comenzó a llover cada vez con más fuerza. Así que me puse el chubasquero, y decidí caminar por la carretera hasta la siguiente población a ver qué pasaba. Menudo día… Aunque por suerte al cabo de unos minutos llegué a un café junto al que había aparcado un taxi. Cuando pregunté y me dijeron que estaba libre no me lo podía creer. El taxista me pedía 3.000D por los 12km hasta Dilijan, pero a pesar de mi situación desesperada pude bajar el precio a 2.500D. Y llegué al B&B Araz sin incidencias.
Una vez en mi habitación me preparé para una tarde de relax. Pero no contaba con una sorpresa: era el cumpleaños de la hija de la dueña, y a los pocos minutos comenzó a sonar una música a todo volumen, acompañada de gritos y golpes, que se prolongó durante horas. Como sería la cosa que la mujer se excusó y me rebajó el precio de esa noche a 4.000D. En fin, un digno colofón a una jornada para olvidar.
CONCLUSIÓN
Dilijan National Park es uno de los mejores lugares de Armenia para perderte por la montaña. Aquí podrás realizar desde sencillas excursiones de unas horas hasta rutas de varios días siguiendo el trazado de Transcaucasian Trail. Además, sus espesos bosques están salpicados de monasterios medievales, que en algunos casos (como Matosavank) podrás disfrutar en solitario. La estancia mínima recomendada dependerá de tus planes: si vas a recorrer el TCT necesitarás al menos 4 días: 3 para la ruta y uno para conocer la población de Dilijan, que constituye un buen sitio para alojarte.
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