Un profundo cañón con varios monasterios medievales muy poco visitados y una ciudad llena de recuerdos de la antigua Unión Soviética
Debed Canyon se encuentra en la Provincia de Lori, una región que se extiende por el norte de Armenia, cerca de la frontera con Georgia. Se trata de una espectacular garganta formada por el río Debed, que durante muchos kilómetros da lugar a un paisaje memorable, con enormes paredes de roca, bosques frondosos y poblaciones donde es posible explorar algunas de las mejores iglesias y monasterios del país, como Sanahin, Haghpat o Akhtala.
Para explorar la zona elegí como base Alaverdi, una antigua población minera presidida por una planta de fundición de cobre. Aunque también visité Vanadzor, la capital de Lori, una ciudad muy agradable con numerosos ejemplos de arte soviético.
ALOJAMIENTO: PALMA GUEST HOUSE – 6.000D/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza extrema; ubicación perfecta, a un par de minutos del centro; tranquilidad total por la noche; vistas de las montañas; terraza exterior junto a una piscina rodeada de jardines; propietaria (Zhanna) encantadora, con muy buen nivel de inglés; wifi rápido; precio; abundante desayuno incluido; servicio de comidas.
*Puntos en contra: lavabo compartido (aunque casi no había huéspedes y siempre lo encontré libre).
La marshrutka con la que viajé desde Tbilisi me dejó en el centro de Alaverdi. Solo eran las 20.15h pero la oscuridad era total. Por suerte tenía descargado en maps.me el mapa de Armenia y pude bajarme lo más cerca posible del alojamiento. Crucé las vías de tren por un puente, y caminé unos minutos por calles desiertas utilizando mi linterna.
Cuando llegué a la teórica ubicación de la guesthouse no vi ningún cartel indicativo, y temí que la app me hubiera enviado a una dirección errónea, como en alguna otra ocasión. Pero unos críos que pasaban por allí me confirmaron que estaba a unos metros de la puerta, entré y conocí a Zhanna. En previsión de posibles problemas había reservado la primera noche a través de Booking, pagando 6.500D. Y las siguientes las negocié directamente con la dueña, obteniendo un descuento.
Una vez instalado en mi habitación salí al exterior en busca de algo para cenar porque me moría de hambre, pero todos los comercios estaban cerrados. Al final vi pasar a una pareja de policías y decidí preguntarles. Sus caras eran de no entender nada, pero hablaron con otro lugareño que trajo a una chica que hablaba un poco de inglés. Y me indicó cómo llegar a una tienda que sí estaba abierta. ¡Menos mal! Allí compré un zumo de naranja, dos plátanos, una botella de agua (de nuevo me equivoqué y era con gas) y unas galletas. Todo 1.330D, atendido por una simpática abuela.
De regreso en mi habitación, por fin me pude relajar y dar por finalizada una jornada más que intensa, con un desplazamiento desde Baku que en total había durado 24h. Mientras me quedaba dormido se escuchaba un grupo de chacales aullando en las montañas, y los perros del pueblo les respondían de la misma forma. Un gran ambiente.
UN PASEO POR ALAVERDI
Al día siguiente me levanté tras una noche de sueño impecable, y bajé a desayunar a la terraza de la guesthouse. El menú fue espectacular: dos huevos duros; dos salchichas; ensalada de tomate y pepino; queso; galletas; té; y café con leche. Me dejó como nuevo.
Después preparé mi mochila pequeña y salí a conocer Alaverdi. Durante el siglo XVIII, bajo el dominio del Imperio Ruso, se comenzaron a explotar las minas de cobre de la zona. En 1899 se construyó una planta de fundición de cobre y una vía de tren que conectaba el lugar con Tbilisi. Y alrededor de las nuevas instalaciones creció un asentamiento llamado Manes (por el apellido del ingeniero que diseñó el proyecto), rebautizado en 1935 como Alaverdi.
La planta cerró sus puertas hace poco por motivos de salud (el humo que emitía era altamente tóxico), y el impacto en la vida del pueblo ha sido brutal: viviendas vacías (muchas familias han tenido que emigrar al quedarse sin trabajo); y mujeres vendiendo frutas y verduras en la calle para subsistir. La atmósfera de Alaverdi es un tanto deprimente. Por si fuera poco, mi visita coincidió con unas obras en la carretera principal que provocaban cortes de tráfico habituales, y el turismo en Debed Canyon había caído en picado. Esto fue lo más destacado de mi paseo:
*Edificios soviéticos: a escasa distancia de la abandonada fundición hay varios bloques de pisos con el inconfundible estilo de la antigua URSS. Caminé unos minutos entre ellos, pasando junto a puertas de madera agrietada y ventanas rotas, críos correteando y vecinos que me miraban con cara de asombro.
*Puente de Tamar: es el único monumento antiguo de Alaverdi. Un pequeño puente de piedra del siglo XII que sortea el río Debed, y cuenta con las desgastadas esculturas de 4 leones. Se llama así porque fue construido por orden de la Reina Tamar, cuando la zona pertenecía al Reino de Georgia.
*Paisaje: Alaverdi está ubicado en una de las partes más espectaculares del Debed Canyon, con vistas de paredes de roca verticales y verdes bosques.
Tras un par de horas explorando el pueblo decidí visitar algunos de los monasterios que hay a lo largo del Debed Canyon.
EL MONASTERIO DE SANAHIN
La población de Sanahin se encuentra a 6km de Alaverdi, en la parte superior del Debed Canyon. Tanto mi guía como algunos blogs de viajes indicaban que para llegar se podía utilizar un antiguo teleférico que comunicaba la planta de fundición de cobre con Sarahart, un asentamiento donde vivían bastantes trabajadores, a escasa distancia de Sanahin. El trayecto prometía unas vistas espectaculares, así que me dirigí a la estación sin dudarlo. Pero cuando llegué me encontré la puerta cerrada, y las dos cabinas detenidas en las alturas. Más tarde Zhanna confirmó mis sospechas: el cierre de la fundición implicó también el final del teleférico. Y me quedé sin poder utilizarlo, igual que me ocurrió en Chiatura.
Como el transporte público en la zona de Debed Canyon es muy errático, no me quedaba otra opción que utilizar un taxi, pero fue un proceso sencillo. Encontré un vehículo; hablé con el taxista; y el precio de partida me convenció: 1.000D (menos de 2€). Con lo cual subí al taxi y partimos hacia Sanahin.
El conductor me dejó justo al lado de la puerta de acceso al monasterio. En los alrededores había un puñado de puestos de souvenirs que vendían muñecas de tela, calcetines de punto, figuritas y colgantes. Pero yo pasé de largo y comencé la visita. Sin necesidad de pagar entrada porque, al igual que ocurre en Georgia, los recintos religiosos en Armenia son gratuitos (algo que mi presupuesto agradeció).
En el pasado la Provincia de Lori estuvo dominada por la Dinastía Bagrátida, que entre los siglos IX y XI protagonizó la Segunda Edad de Oro del Reino de Armenia. Su principal monarca fue Ashot I el Grande, y la capital estaba ubicada en Ani (este de Turquía), una magnífica urbe conocida como la “Ciudad de las 1001 Iglesias”. La Dinastía Bagrátida reinó bajo la constante amenaza de sus poderosos vecinos: el Imperio Bizantino al oeste, y el Califato Abasí al este. Hasta que al final, en el año 1045, cayeron en manos de los primeros.
Posteriormente, entre los siglos XIII y XIV, la Dinastía Zakárida gobernó la región, manteniendo la corte en Ani. Aunque primero como súbditos del Reino de Georgia, que les cedió la zona tras arrebatársela al Imperio Selyúcida; y después bajo el yugo de los Mongoles, cuyas tropas sembraron el caos en 1236.
La construcción del Monasterio de Sanahin fue encargada por la Reina Khosrovanush, esposa de Ashot III, durante el siglo X. Y con el tiempo se convirtió en un importante centro de conocimiento, donde además de religión se enseñaba medicina y se editaban libros ilustrados con miniaturas de gran calidad. En Sanahin se pueden ver muchos elementos típicos de la arquitectura religiosa armenia:
*Las iglesias tienen planta en forma de cruz, y una torre cilíndrica con un tejado cónico (que representa la cumbre del Monte Ararat) rematado por una cruz.
*Los muros interiores y exteriores están cubiertos de relieves, cruces y textos en armenio.
*Las iglesias más importantes cuentan con una especie de vestíbulo cubierto llamado Gavit, con columnas llenas de grabados e iconos de santos frente a los cuales la gente deposita velas encendidas.
*Alrededor de los templos hay varias Khachkars (literalmente «cruz de piedra» en armenio): se trata de estelas conmemorativas, de forma rectangular, que generalmente tienen una cruz central grabada rodeada de motivos florales y geométricos.
La verdad es que el Monasterio de Sanahin me encantó. Cuenta con 3 iglesias, 2 Gavits, un campanario y una biblioteca. Y los diferentes edificios se encuentran unidos, formando un laberinto de puertas y pasadizos oscuros realmente atmosférico. El suelo de uno de los Gavits está cubierto de lápidas con relieves de figuras humanas. Algunas muestran elaborados guerreros y otras son una simple silueta, como dibujada por un niño. Me esperaba un montón de gente, pero casi todo el tiempo estuve solo. Y el único grupo de turistas que apareció me vino perfecto, porque la guía tenía la llave de la biblioteca y así la pude visitar. A escasos metros hay un cementerio con un mausoleo donde están las tumbas de algunos miembros de la dinastía Zakárida, además de centenares de lápidas modernas con las imágenes de los difuntos dibujadas, igual que en Georgia o Azerbaiyán.
Estuve bastante tiempo en Sanahin, pero al final me obligué a continuar porque ya se hacía tarde y aun me quedaban cosas por ver.
CAMINATA POR LA MONTAÑA
Entre los monasterios de Sanahin y Haghpat hay 7km de distancia. Y es posible recorrerlos a pie siguiendo un sendero bien marcado, que ofrece la posibilidad de explorar un pedazo de la Armenia rural y disfrutar de bonitos paisajes. Yo no lo dudé ni un instante, aunque suerte que la ruta estaba en maps.me, porque hay varias intersecciones de caminos que me hubieran complicado las cosas. Estas fueron las etapas:
*Para empezar crucé el pueblo de Sanahin, pasando junto a alguna casa tradicional; bajé hasta el fondo del valle; y volví a subir atravesando un solitario tramo de bosque. Ya era la parte central del día y el sol no daba tregua, pero poco a poco fui avanzando.
*A continuación llegué a la parte más espectacular de la ruta, con unas panorámicas increíbles del Debed Canyon cubierto de vegetación, y una luz perfecta para la fotografía. Aquí la ruta discurrió por la carretera, pero no pasaban muchos vehículos. Y por suerte pasé junto a una fuente, porque me moría de sed. El agua estaba helada y me devolvió la vida.
*El camino siguió hasta Akner, una aldea somnolienta con imágenes de postal a cada paso: prados con vacas; granjas; antiguos camiones; casas de madera… En las afueras había un montón de pájaros, entre los que pude ver varios Bee Eaters de color verde revoloteando.
*Cuando más confiado estaba, el sendero llegó al borde de un profundo valle y empezó a bajar en picado, cruzando un oscuro bosque. El terreno estaba lleno de pequeñas piedras y yo llevaba mis zapatillas de ciudad, así que no paraba de resbalar. Tardé una eternidad en sortear la pendiente, agarrándome a las plantas, y moviéndome a cámara lenta para evitar una caída.
*Tras un buen rato, el sendero me dejó en la carretera y me tocó encarar una durísima subida de curvas infinitas que me dejó sin fuerzas. No podía con mi alma. De camino pasé por una zona llena de basura donde varios grupos de lugareños hacían barbacoas; y paredes de roca de formas curiosas. En la recta final creo que ya perdía la cabeza, porque en al menos tres ocasiones me desvié de la ruta correcta (que no tenía pérdida) y tuve que retroceder.
Qué alegría cuando por fin llegué a la entrada del monasterio… Eso sí, antes entré en una tienda, compré un litro de zumo de manzana y me lo bebí casi del tirón. Y yo que pensaba que esta ruta iba a ser un sencillo paseo… No me extraña que no me encontrara a nadie en todo el trayecto. Aunque mereció la pena el esfuerzo.
EL MONASTERIO DE HAGHPAT
Este monasterio fue fundado por la Reina Khosrovanush 10 años más tarde que el de Sanahin, aunque la mayoría de construcciones se realizaron con posterioridad, entre los siglos XII y XIII. Se encuentra en lo alto de una colina, rodeado por las casas del pueblo, y cuenta con 3 iglesias, 2 Gavits, un campanario y una biblioteca, creando un efecto laberíntico similar al de Sanahin. A parte de los elementos comunes a todos los monasterios, me gustaron mucho los frescos de la iglesia principal; un espectacular Khachkar donde aparece Cristo crucificado, rodeado de ángeles y figuras humanas (uno de los mejores de toda Armenia); y las vistas de los alrededores, con colinas y bosques extendiéndose hasta el infinito.
Tras la visita ya eran las 18.30h, así que para regresar a Alaverdi no me compliqué la vida. Esperé unos minutos junto al monasterio y cuando vi pasar un taxi (un viejo Lada) lo paré. El precio me convenció (1.500D), teniendo en cuenta que había 15km de distancia, y nos pusimos en marcha. Durante el trayecto pude contemplar nuevas panorámicas del cañón, con los últimos rayos de sol tiñendo de naranja las paredes de roca. Un gran final de jornada.
En la guesthouse comprobé que había llegado una pareja, y al cabo de un rato me enteré que eran de Barcelona. Se llaman Sonia y Alberto, llevaban casi un año cruzando toda Asia, y por supuesto sus historias me interesaban mucho, así que estuvimos un buen rato charlando en el piso superior del alojamiento. Tienen un blog con un montón de datos prácticos de todos los países que han visitado.
A continuación la suegra de Zhanna (cocinera oficial de la guesthouse) me dijo que ya tenía la cena a punto, servida en la terraza exterior. Había ensalada de tomate y pepino; una trucha a la plancha de buen tamaño (Siga); queso; una copa de vino tinto; y un zumo de manzana con gas. Todo estaba delicioso, y acabé llenísimo. Precio: 5.500D (la trucha es más cara). Otro día cené Dolma (carne de ternera picada y arroz, envuelto en una hoja de parra, el plato típico de Armenia), acompañado de queso y Ayran (yogurt salado), y el precio bajó a 3.000D.
LA IGLESIA DE AKHTALA
Tras un par de días lloviendo sin parar, en los que me dediqué a escribir y descansar, por fin me desperté con un cielo despejado y pude continuar explorando el Debed Canyon. A las 9h, como de costumbre, me esperaba el desayuno en la terraza de la guesthouse, que siempre incluía alguna novedad. A continuación preparé las mochilas, y con todo el dolor del mundo me despedí de Zhanna, tras una estancia sencillamente genial.
Antes de abandonar Alaverdi decidí conocer un último lugar: la Iglesia de Akhtala, situada 24km al norte, en dirección a la frontera con Georgia. No había transporte público regular, así que para llegar pedí a Zhanna que llamara a un taxi de confianza. De esta forma podría guardar mis mochilas en el vehículo durante la visita; y me dejaría en la Terminal de Autobuses sin tener que regresar a la guesthouse. El precio me pareció muy correcto: 4.000D ida y vuelta (con espera incluida). Y el trayecto me regaló otra vez unas vistas insuperables del Debed Canyon.
La gran atracción de la Iglesia de Akhtala son los impresionantes frescos que decoran sus muros interiores. Datan de principios del siglo XIII y muy pocos templos armenios conservan. Se trata de coloridas imágenes que representan todo tipo de santos y escenas de la Biblia. La luz que entra por las ventanas dificulta la fotografía, pero con paciencia conseguí buenos resultados. Durante mi visita solo coincidí con un puñado de turistas. Además de los frescos, la Iglesia de Akhtala está rodeada de murallas, con una entrada flanqueada por dos enormes torres en ruinas (el templo se encontraba en el interior de un fuerte). Las vistas desde la distancia son memorables, y pedí al taxista que parara un minuto antes de regresar a Alaverdi.
De camino el taxista recibió una llamada y era Zhanna para decirme que me había olvidado un cable en la habitación. Así que tuve que regresar a la guesthouse, y de allí hasta la Terminal de Autobuses. Por la distancia adicional pagué al taxista 600D extra y quedó satisfecho. El hombre no hablaba ni palabra de inglés, pero fue muy amable: no puso ninguna pega por el rato que pasé en Akhtala, me ofreció caramelos, y me indicó detalles curiosos durante el trayecto.
VIAJE: ALAVERDI – VANAZDOR
Una vez en la Terminal de Autobuses las malas noticias se sucedieron. Primero me enteré que la última marshrutka hacia Vanazdor se había marchado hacía una hora y la única opción para viajar en transporte público era un taxi compartido, bastante más caro (1.500D). Al principio sospeché, porque me lo dijo uno de los taxistas. Pero un lugareño que también iba a viajar en taxi me lo confirmó, así que me uní a él. La segunda mala noticia fue que, tras un buen rato esperando, no aparecieron más pasajeros. Y al final el lugareño y yo tuvimos que aceptar a regañadientes pagar 2.500D cada uno si queríamos ponernos en marcha.
El trayecto duró una hora para recorrer 50km hacia el sur y el primer tramo fue espectacular, ya que la carretera ganó altura y discurrió por la parte superior del Debed Canyon, con unas vistas alucinantes. Ante mí desfilaron bosques interminables con árboles de diferentes colores, pináculos de piedra, cuevas naturales… Todo un espectáculo que disfruté sentado cómodamente en la parte trasera del vehículo. Al principio recorrimos una carretera en mal estado donde había obras en curso. Pero después la situación mejoró y avanzamos a toda pastilla.
Cuando llegamos a Vanazdor, me bajé en el punto más cercano al lugar que había elegido para pasar la noche, y me despedí del taxista.
ALOJAMIENTO: VANAZDOR GUESTHOUSE – 5.000D/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; ubicación perfecta, alejada del centro de la ciudad; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; cocina compartida.
*Puntos en contra: camas individuales; lavabo compartido; limpieza muy mejorable en las zonas comunes (cocina y lavabo)
Para llegar a la guesthouse tuve que caminar 20 minutos hasta las afueras de Vanazdor, por amplias avenidas con un tráfico intenso. Cuando localicé el lugar me encontré la puerta cerrada con dos números de teléfono escritos y decidí llamar. Por suerte mi tarjeta SIM de Beeline incluía minutos para llamadas. En el primer número me colgaron, pero en el segundo me atendió Ella, la hija de los dueños. Una chica realmente amable, que contactó con un huésped armenio para que me abriera la puerta; apareció al cabo de unos minutos; preparó la habitación; y me dio todo tipo de explicaciones en un inglés muy correcto. Me cayó genial. Por cierto, en esta guesthouse utilicé la técnica Booking y conseguí un ahorro de 800D.
Nada más instalarme, decidí aprovechar el tiempo y salí a dar un paseo por el centro.
DESCUBRIENDO VANAZDOR
Vanazdor es una población de mediano tamaño con algo más de 80mil habitantes. Lo cual sorprendentemente la convierte en la tercera más grande de Armenia. Fue fundada en 1828 como cuartel general de las tropas rusas durante la guerra que les enfrentó al Imperio Otomano. Y entre los años 30 y 50, cuando era conocida como Kirovakan, se construyeron los principales edificios que ahora adornan el centro. En 1988 un violento terremoto sacudió el norte de Armenia causando cerca de 40mil muertos. Y Vanazdor se vio afectada, aunque mucho menos que otras ciudades como Spitak o Gyumri, que fueron borradas del mapa.
Fruto de este pasado, Vanazdor es un sitio ideal para descubrir todo tipo de vestigios de la época soviética. Estos son los lugares más destacados:
1. Ayuntamiento: me encantó su fachada, con imponentes esculturas y un emblema donde todavía se puede ver el símbolo de la hoz y el martillo.
2. Estación de Tren: en tiempos de la URSS recibía miles de pasajeros, y ahora es un recinto casi desierto, aunque lleno de detalles. Como su letrero en ruso y armenio; las puertas de acceso; o un mapa gigante en el interior con la red ferroviaria de la antigua Unión Soviética.
3. Terminal de Autobuses: está al lado de la estación, y se trata de otro edificio curioso que merece una visita. Me gustó su tejado ondulado, la taquilla, o los precarios vehículos que había aparcados junto a la entrada.
4. Iglesia Rusa: construida a finales del siglo XIX, tiene una bonita cúpula coronada por una cruz. Estaba cerrada, así que no pude visitar el interior.
5. Monumento a la Gran Guerra Patriótica: un enorme busto representando a un soldado soviético, que luce un casco con una estrella y va armado con una ametralladora. En Rusia y otras ex-repúblicas se conoce como Gran Guerra Patriótica al período de la Segunda Guerra Mundial en el que intervino la URSS, de 1941 a 1945. El monumento está algo apartado del centro, en un parque llamado Chemical Factory Worker’s Park. Y a escasos metros hay varias atracciones infantiles cayéndose a pedazos, como una pequeña noria de colores realmente fotogénica.
A parte de estos lugares concretos, el centro de Vanazdor es un festival de arte soviético. Durante mi paseo descubrí un edificio con su fachada llena de relieves, incluido un grupo de astronautas junto a un cohete donde se podía leer CCCP (URSS en ruso); un muro con un colorido mosaico; bloques de viviendas; suelos cubiertos de baldosas decoradas con una estrella; estatuas; letreros; columnas… Eso sin contar los distintos comercios con sus rótulos en armenio, un lenguaje realmente exótico que me hizo sentir en otro planeta.
Además, cerca de la Terminal de Autobuses hay un mercado (llamados Shuka en Armenia), con un recinto cubierto y un montón de puestos vendiendo todo tipo de alimentos: frutas (en especial melocotones y sandías); verduras; quesos; especias; café; carne… Me llamó mucho la atención una tienda con peceras llenas de pescados vivos, algunos enormes (más frescos imposible). Y otros que vendían Suchush (tiras de frutos secos cubiertos de un dulce gomoso elaborado con frutas, idénticas a los Churchkhela de Georgia).
Me lo pasé genial explorando las calles de Vanazdor. Y como de costumbre, sin otros turistas occidentales a la vista.
CENA: IZAGRI CAFÉ
Cuando comenzó a oscurecer, caminé hasta este lugar que me había recomendado Ella. El local me gustó mucho, con un comedor donde había mesas de madera oscura, muros con objetos antiguos y música tradicional. La carta era interminable y tardé un buen rato en decidirme. Pero me llamó la atención no ver casi ninguna especialidad armenia. Así que al final acabé pidiendo un menú completamente georgiano: lobio (pasta de judías con nueces), y ostri (trozos de ternera y verduras en una salsa ligeramente picante). Para beber, una cerveza marca Kotayk de 0,5l. Todo estuvo delicioso y acabé a reventar, atendido por una simpática señora. Precio: 4.050D (algo menos de 8€).
De regreso a la guesthouse ya era de noche y había refrescado bastante. En las calles me encontré un gran ambiente, con gente paseando y tiendas iluminadas con rótulos de colores. Aunque en el último tramo caminé a oscuras, con la ayuda de la linterna de mi móvil.
CONCLUSIÓN
La mayoría de turistas pasa de largo por el Cañón de Debed rumbo a Tbilisi o Yerevan. Pero considero que es un lugar genial para visitar fantásticos monasterios medievales con muchísima menos gente que otros más famosos como Geghard o Sevanavank. Además de ofrecer paisajes espectaculares. Te recomiendo una estancia mínima de 2 días, añadiendo un tercero si te gusta el arte soviético y quieres explorar Vanazdor. Alaverdi es una base ideal para realizar excursiones por la zona, alojado en la fantástica Palma Guest House (el mejor alojamiento de mi recorrido por Armenia).
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