Un duro trekking de 5 días entre lagunas cristalinas, rebaños de llamas y algunas de las montañas más icónicas de Bolivia
La Cordillera Real es una cadena montañosa situada en el altiplano de Bolivia, al este de La Paz. Tiene 125km de longitud y centenares de cumbres con más de 5mil metros de altura. La mejor época para visitar esta zona es la temporada seca, que abarca de mayo a septiembre. Aunque la meteorología es muy variable, y se pueden producir violentas tormentas en cualquier época del año. Yo recorrí la Cordillera Real durante el mes de mayo y por suerte disfruté de un tiempo perfecto, con cielos despejados y sol agradable.
En estas montañas se pueden organizar todo tipo de excursiones. Desde un Circuito Transcordillera, que las recorre de punta a punta durante 2 semanas, comenzando en Sorata; hasta la ascensión de cimas concretas, entre las que destacan el Huayna Potosí y el Pico Austria. Yo al final decidí realizar una ruta de 5 días por el sector sur, que atraviesa algunos de los paisajes más espectaculares, con un montón de fotogénicas lagunas y el Macizo Condoriri.
PREPARANDO LA EXCURSION
Para realizar la ruta decidí contratar los servicios de una agencia local. Siempre intento evitar viajar acompañado de guías, pero en este caso era necesario, por varios motivos:
*En la Cordillera Real no hay senderos marcados ni carteles con indicaciones, así que es muy fácil perderse.
*Tampoco hay pensiones o restaurantes, con lo cual es necesario cargar con material de acampada y comida para toda la ruta.
*Es una zona remota y solitaria, con pasos a más de 5mil metros de altura, donde en caso de problemas no hay nadie a quien pedir ayuda.
*La ruta atraviesa terrenos de propiedad privada, y a veces los lugareños exigen el pago de un peaje, pudiendo dar lugar a situaciones incómodas.
Con esto no digo que sea imposible hacer el recorrido de forma independiente. Pero para ello deberás tener mucha experiencia en alta montaña, estar en una forma física impecable y contar con todo el equipo necesario.
A continuación tuve que elegir la agencia de viajes. Antes de aterrizar en Bolivia dediqué muchas horas a investigar en Internet, y al final me decanté por Climbing South America. Es propiedad de Jeff, un simpático australiano que contestó mis correos con agilidad, y me ofreció una ruta que se ajustaba perfectamente a mis necesidades. Contrata guías oficiales (algo muy importante en estas montañas, donde el intrusismo es habitual). Y las valoraciones de otros viajeros son impecables.
Eso sí, la calidad tiene un precio. El trekking me costó 850Usd, y gracias a que lo hice junto a mi amigo Jose; y a que no necesitamos guía de habla inglesa (en ese caso eran 200Usd adicionales). Pero no me la quería jugar por ahorrarme unos dólares. Además no tuve que pagar nada hasta el día antes de comenzar la ruta. Con lo cual si no me encontraba bien por el mal de altura o surgía algún imprevisto, no perdía dinero.
VIAJE: LA PAZ – LAGUNA KHOTIA
La jornada comenzó en el Hotel Nuevo Sol de La Paz, tras una noche bastante desapacible. En el piso de arriba había alguien que no paraba de arrastrar muebles y dar golpes. Y a media noche me desperté sin poder respirar, con las fosas nasales bloqueadas (imagino que por la altura).
Sin tiempo que perder preparé las mochilas; desalojé la habitación; dejé una bolsa en la recepción con cosas que no iba a necesitar durante la ruta; y bajé al comedor a desayunar. El menú consistió en un huevo frito, pan con mermelada, un plátano, zumo de naranja y un café con leche. Después caminé hasta las oficinas de Climbing South America, situadas a un par de calles del hotel. Jeff estaba de viaje con unos turistas, pero su ayudante local Ana se encargó de todo. Me presentó a mi guía (Silverio) y al cocinero (Juan Carlos); repasamos algunos detalles del equipo; y a las 8.30h ya estábamos todos juntos en una furgoneta rumbo a la Cordillera Real. Reconozco que iba bastante nervioso, porque ante mí tenía un reto considerable.
En el barrio de El Alto nos detuvimos un momento para que Silverio y Juan Carlos compraran algunos alimentos que faltaban para el trekking. Era día de mercado y reinaba un ambiente caótico, con montones de vehículos, lugareños cruzando la carretera y puestos callejeros. Desde allí continuamos en dirección a Copacabana, y nos desviamos a la derecha, hacia la población de Las Peñas. El tramo final avanzamos por una pista sin asfaltar hasta la Laguna Khotia (4.450m), y continuamos bordeando su orilla.
El trayecto en furgoneta finalizó en el extremo norte de la laguna. En total fueron 3 horas desde que abandonamos La Paz. Allí comprobé que la organización del trekking era de diez. Mientras yo paseaba por los alrededores y hacía fotos, Silverio, Juan Carlos y el conductor montaron una mesa con sillas y prepararon la comida. Un plato de pollo con arroz y plátano asado; una lata de Coke; y de postre fruta (plátano y una mandarina). Todo muy rico, rodeados de un paisaje espectacular, sin nadie más a la vista.
Tras la comida nos despedimos del conductor, me equipé con mi mochila pequeña y los bastones de montaña, y comenzamos la primera etapa de la ruta. Mientras, el conductor fue a buscar a un mulero y le dio el resto de nuestro equipaje, la comida y el material de acampada. Y el hombre lo transportó con 4 mulas hasta nuestro primer alojamiento del trekking (por un camino distinto).
ETAPA 1: LAGUNA KHOTIA – LAGUNA AJWANI / Tiempo: 5 horas
La zona de la Laguna Khotia es un lugar idílico, con patos nadando en sus aguas cristalinas; praderas con rebaños de ovejas; un cielo azul completamente despejado donde revoloteaban gaviotas; y alguna cumbre nevada en la distancia. Mi cámara de fotos echaba humo. Desde aquí la etapa se dividió en 3 partes:
1. De entrada Silverio avanzó por un estrecho sendero que ganó altura sin parar, ofreciendo unas vistas preciosas de la Laguna Khotia y la cercana Laguna Khara Khota. Yo me encontraba en una forma física lamentable, porque unas semanas antes del viaje a Bolivia me operaron de una infección en el muslo y no pude entrenar nada. Así que caminé poco a poco, parando a beber agua de forma regular. Fue un ascenso durísimo, hasta alcanzar el Paso Contador (4.760m). Pero el esfuerzo mereció la pena, con unas bonitas vistas del Lago Titicaca y la cumbre del Huayna Potosí.
2. Desde el paso tocó realizar un vertiginoso descenso hasta el fondo del valle. Menos mal que llevaba bastones porque encontré algunos tramos de tierra muy resbaladizos. El valle está cubierto por un terreno húmedo, atravesado por un río y la Laguna Sura Khota. Aquí también me ayudaron los bastones, para saltar de piedra en piedra manteniendo el equilibrio. Por todas partes había orugas de color marrón que se movían muy de prisa. Según Silverio, si las tocas provocan erupciones muy molestas. Silverio también nos señaló un pájaro que sobrevolaba una cima lejana asegurando que era un cóndor, aunque había demasiada distancia.
3. Tras cruzar el valle volvimos a subir hasta el lugar donde íbamos a pasar la noche. De camino vimos un montón de llamas de todos los colores (blancas, marrones, negras…). Quedaban geniales en las fotos con las montañas de fondo. Eso sí, yo iba al límite de mis fuerzas, y el soroche comenzaba a pasar factura (la cabeza me daba vueltas y me costaba respirar). Cada paso era un suplicio, así que Silverio se aburrió y acabó caminando mucho más adelantado, escuchando música con su móvil. En esos momentos agradecí la presencia de Jose, con el que pude charlar y echar unas risas para hacer la ruta más llevadera.
Al final, tras un último esfuerzo, alcancé la Laguna Ajwani (4.615m), junto a la cual hay un refugio con sus muros pintados de color rojo. Allí ya nos estaba esperando el mulero. Silverio nos dio a elegir entre acampar en el exterior o dormir en el suelo de una habitación. Optamos por lo segundo ya que, a pesar de ser más incómodo, pasaríamos menos frío. El lavabo se encuentra en una caseta anexa, con una taza y un grifo para echar agua. Todo realmente básico, aunque ya me lo esperaba así.
Ya instalados salí al exterior para contemplar el atardecer. Fue un auténtico espectáculo, con las montañas de los alrededores teñidas de naranja. Pero a la que se ocultó el sol las temperaturas cayeron en picado y regresamos al refugio. Allí Silverio nos había preparado un mate de coca, que tomamos acompañado de unas Pringles.
Poco después apareció Juan Carlos con la cena: sopa de verduras y fideos; carne con espirales de pasta y ensalada; y cerezas en almíbar. Todo muy rico y abundante. Silverio cenó con nosotros, aunque comprobé que no era un hombre de muchas palabras, y si no le preguntábamos nada se quedaba en silencio. En la habitación no había luz, así que utilizamos la linterna frontal de Silverio. Cuando acabamos salí al exterior para utilizar el lavabo y me encontré con un cielo cubierto de brillantes estrellas y la Vía Láctea perfectamente visible. Pero el frío era tremendo y no me pude entretener mucho.
De regreso en la habitación me tomé un Ibuprofeno para aplacar el mal de altura; me metí en el saco (ubicado sobre dos esterillas); y no tardé en quedarme dormido, con casi 12 horas por delante.
ETAPA 2: LAGUNA AJWANI – LAGUNA JURI KHOTA / Tiempo: 6 horas
Al día siguiente amanecí con la espalda dolorida. Las esterillas no amortiguaron el suelo de madera, y fueron incontables las veces que me desperté para cambiar de postura. Eso sí, al menos no pasé frío ni mal de altura. Mi alarma sonó a las 7.30h, preparé la mochila, y a las 8h Silverio nos trajo en desayuno. Pan con mermelada y queso; macedonia de frutas con yogurt; y un mate de coca. Excelente. Además nos dio una bolsa con snacks para la jornada (galletas, frutos secos, zumos…). De nuevo la organización impecable.
En el exterior el tiempo era fantástico, con cielo despejado y un sol agradable. A las 8.30h nos pusimos en marcha. La etapa se dividió en 4 partes:
1. Para empezar tuvimos que subir hasta el Paso Milluni (4.910m). Un duro ascenso que de nuevo me tomé con calma para evitar problemas. Al igual que el día anterior, Silverio caminó delante de nosotros a mucha distancia. Aunque siempre estaba visible, y al llegar a algún punto complicado nos esperaba. Mientras, Juan Carlos iba a su aire. Y Jose y yo bromeando para hacer más llevadera la subida. Al poco de salir vimos unas vacas peludas muy graciosas; y un Caracara de Montaña (que Silverio llamaba “Suerte María” porque según él dan buena suerte).
Una vez en el Paso Milluni contemplamos una panorámica memorable, con la Laguna Ajwani, el Lago Titicaca y la cima nevada del Huayna Potosí. Allí aprovechamos para sentarnos un rato a picar unas galletas, frutos secos y zumo de manzana.
2. A continuación bajamos hacia la Laguna Sistaña (4.670m). Al principio atravesamos una pradera donde pastaban montones de llamas. Yo no paraba de hacer fotos, hasta que me acerqué a una más de la cuenta. El animal se quedó mirándome fijamente con las orejas levantadas, y me obligó a marcharme corriendo porque estaba a punto de lanzarse hacia mí. Las llamas tienen un genio tremendo y hay que tener cuidado. Más tarde seguimos el descenso por una fuerte pendiente, con un terreno cubierto de grava resbaladiza que puso mis piernas al límite. Suerte de los bastones.
En la Laguna Sistaña nos sentamos a comer junto a la orilla. Un bocadillo de jamón york, queso, pepino y tomate; zumo de melocotón; y una manzana de postre. A nuestro alrededor el paisaje era idílico, con dos patos jugando en el agua; un burro solitario; las cumbres de las montañas; y una perspectiva del sendero por el que habíamos bajado (parecía imposible).
3. Tras la comida tocó encarar el momento más duro del día: el ascenso al Paso Janchallani (4.885m). Fue una auténtica tortura, y paré un montón de veces para beber agua, recuperar el aliento o hacer fotos. El terreno era realmente curioso, con bandas de dos colores distintos, por el efecto del agua de lluvia en los diferentes tipos de mineral. Desde el paso pudimos disfrutar de nuevas vistas del Lago Titicaca, aunque yo estaba muerto y no presté mucha atención.
4. El último tramo consistió en una suave bajada hasta la Laguna Juri Khota (4.700m). Me lo pasé genial, avanzando tranquilamente en medio de un paisaje épico. Ante mí se extendía la laguna, rodeada por el Nevado Condoriri (5.650m), de forma piramidal y cubierto de nieve; y el Pico Austria, de color oscuro, que teníamos previsto coronar al día siguiente. De camino vi en la distancia dos Gansos Andinos, de plumaje blanco y patas naranjas. Y la luz era perfecta para la fotografía. Una forma inmejorable de acabar la jornada.
Junto a la Laguna Juri Khota hay un pequeño refugio, aún más básico que el de la Laguna Ajwani. Ni siquiera tiene lavabo, y hay que buscarse la vida en los alrededores. Silverio, Juan Carlos y el mulero durmieron dentro; y plantaron en el exterior dos tiendas de campaña para Jose y yo. A continuación merendamos un mate de coca acompañado de unos deliciosos dulces de hojaldre rellenos de crema. Y me quedé un rato en el refugio, escribiendo y descansando. Después, a eso de las 16.30h, salí a dar un paseo siguiendo la orilla de la laguna. El sol ya se había ocultado tras las montañas y hacía bastante frío, pero estuve entretenido.
De regreso en el refugio, Silverio nos trajo la cena: sopa de verduras y fideos; carne picada en salsa, acompañada de arroz y patata hervida; y melocotón en almíbar de postre. Para rematar, otro mate de coca. Y me fui a mi tienda para recuperar fuerzas de cara al día siguiente, que prometía emociones fuertes. Por delante tenía 14 horas hasta que sonara mi alarma.
ETAPA 3: LAGUNA JURI KHOTA – LAGUNA CHIAR KHOTA / Tiempo: 7 horas
La jornada comenzó tras una noche realmente dura. Pasé un frío tremendo, con los pies congelados a pesar de contar con un buen saco. Y el terreno estaba muy duro y se me clavaba en el cuerpo. Por suerte me encontraba muy cansado y pude dormir a ratos. Pero antes de las 8h ya estaba en el refugio intentando entrar en calor. La verdad es que el desayuno me devolvió la vida: pan con mermelada; cereales con yogurt de fresa; y un mate de coca.
A continuación preparé mi mochila pequeña; salí al exterior, donde lucía un sol impecable; y a las 8.45h empezamos a caminar. La etapa se dividió en 3 tramos:
1. De entrada avanzamos sin ganar altura siguiendo la orilla de la Laguna Juri Khota hasta llegar al río que la crea (estaba completamente helado). No tardé mucho en darme cuenta que había cometido un grave error: como hacía sol dejé toda mi ropa de montaña (abrigo, bufanda, guantes…) en la mochila que transportaba el mulero. Y en este tramo inicial caminé con la cara y manos petrificadas. Desde allí comenzamos a subir por un estrecho sendero que discurría a media montaña, atravesando un terreno muy resbaladizo con un desnivel considerable. Un paso en falso me enviaba al fondo del valle. Reconozco que lo pasé fatal y mi miedo a las alturas estuvo a punto de bloquearme. Pero al final pude continuar. Visto desde la distancia, el tramo impresionaba.
La recompensa fue alcanzar la Laguna Congelada (4.880m), de un color turquesa impresionante, ya que el agua procede del cercano Glaciar Condoriri. Aquí aprovechamos para sentarnos a picar algo. Yo opté por un plátano, una naranja y unas galletas de chocolate que me devolvieron la vida.
2. Tras el descanso seguimos subiendo sin parar. Y llegamos a un lugar muy delicado, donde tuve que cruzar un estrecho saliente, agarrándome a las rocas con las manos, mientras a mi espalda se abría un barranco que ponía los pelos de punta. Menos mal que Silverio me fue indicando los mejores puntos para apoyarme, porque yo solo no hubiera pasado en la vida. Desde esa zona las vistas de la Laguna Congelada eran preciosas, y no paré de hacer fotos.
A continuación se sucedieron las rampas interminables por un terreno pedregoso, llevándome al límite de mis posibilidades. Me faltaba el oxígeno, y tenía que detenerme a menudo para llenar los pulmones o beber un sorbo de agua. Fue un auténtico calvario, que aguanté como pude, avanzando poco a poco. Pero al final conseguí coronar la cima del Pico Austria (5.350m), el punto más alto del trekking. Como era de esperar, disfrutamos de una panorámica única, con buena parte de las montañas más emblemáticas de la Cordillera Real (incluidos el Nevado Condoriri y el Huayna Potosí); y en la distancia el barrio de El Alto, bajo una capa de contaminación.
Lástima que poco antes de llegar al Pico Austria el cielo comenzó a cubrirse de nubes de color gris, que tapaban algunas cumbres y proyectaban sombras molestas en el paisaje. Aunque lo peor no era eso. Silverio y Juan Carlos nos avisaron del peligro de que se pusiera a llover (o incluso granizar) a esa altura. Así que tras una breve sesión de fotos nos marchamos. No me supo mal porque estaba bastante mareado (me costaba mantener el equilibrio); y encima me había dejado el chubasquero en la mochila que transportaba el mulero.
3. Después de un rato bajando a buen ritmo paramos a comer en un lugar protegido por las rocas. Un plato de espirales de pasta con trozos de carne y verduras, acompañado de un vaso de Fanta de Papaya (¡?). Yo todavía estaba afectado por la altura y no tenía mucha hambre, pero me obligué a acabar el plato y me tomé un Ibuprofeno.
Con el estómago lleno continuamos el descenso. Parecía que iba a llover en cualquier momento. Silverio y Juan Carlos salieron disparados, pero yo decidí caminar con calma y recuperarme, parando a beber y hacer fotos. Por suerte al final no llovió, aunque creo que estuve a punto de acabar con la paciencia de Silverio. El pobre nos esperó en un par de lugares para no dejarnos solos; y nos recordó veladamente que íbamos muy lentos. Pero todavía era temprano, y preferí pasar el tiempo paseando rodeado de montañas que aburrido en el refugio.
La jornada finalizó en la Laguna Chiar Khota (4.680m), justo cuando el cielo volvió a despejarse. Así que me quedé un buen rato disfrutando del paisaje. Desde la laguna se puede contemplar una panorámica genial del Macizo Condoriri, llamado así porque su silueta recuerda a un cóndor con las alas extendidas (el Nevado Condoriri es la cabeza, flanqueada por dos montañas de color negro). También destaca la afilada Aguja Negra (5.335m). En el lado opuesto el río continúa por el fondo del valle, atravesando prados donde había montones de llamas pastando.
Al igual que en días anteriores, me dirigí a un refugio situado a escasos metros de la laguna. Me sorprendió ver en los alrededores tres tiendas de campaña con turistas que viajaban por libre. Entre ellos una pareja francesa que tenía previsto subir al Pico Austria de noche para ver el amanecer desde la cima. Reconozco que me sentí un poco mal: yo con guía y cocinero y ellos buscándose la vida. Aunque también es verdad que solo iban a subir al pico y yo estaba inmerso en un trekking de 5 días.
Nada más entrar en el refugio Silverio nos trajo un mate de coca acompañado de palitos de pan y olivas rellenas. Después estuve un rato escribiendo, iluminado por una precaria bombilla. Y a las 19h cenamos (se agradeció hacerlo más tarde que otros días). El menú consistió en una sopa de verduras y pasta; hamburguesa con patatas fritas y ensalada; y en lugar de postre una copita de vino tinto de la región de Tarija (muy famosa en Bolivia).
A la hora de dormir no tenía ganas de volver a pasar frío, así que preferí quedarme en la única sala del refugio, junto a Silverio, Juan Carlos y el mulero. Mejor aguantar ronquidos que otra noche congelado. Además me pude estirar sobre unos colchones rellenos de paja que eran comodísimos. El lavabo estaba situado a cierta distancia, en una caseta de ladrillo sin puerta. Me encontraba muy cansado, pero satisfecho por haber superado la etapa más dura del trekking (o eso pensaba).
ETAPA 4: LAGUNA CHIAR KHOTA – LAGUNA WICHU KHOTA / Tiempo: 9,5 horas
Al día siguiente mi alarma sonó a las 7h (media hora antes de lo habitual) porque nos esperaba una etapa bastante larga. Pasé una noche cómoda, pero me desperté varias veces sin poder respirar por la altura; y los ronquidos de la gente me obligaron a escuchar música con mi Ipod. A continuación desayuné dos mates de coca y un trozo de bizcocho con frutas que estaba riquísimo. Y a las 8h nos pusimos en marcha. La etapa se dividió en 4 partes:
1. Para empezar rodeamos la Laguna Chiar Khota, ganando altura sin parar. De camino vimos un Caracara de Montaña, grupos de llamas (no me cansaba de fotografiarlas) y una panorámica memorable de la laguna con el imponente Macizo Condoriri. El ascenso fue duro y acabó en el Paso Jallayko (5.025m), situado en la base de la Aguja Negra, donde hicimos un alto para almorzar una onza de chocolate y un zumo de manzana. Las vistas del pico Huayna Potosí (6.090m) cubierto de nieve eran espectaculares.
2. Desde el paso bajamos hasta el fondo del Valle de Jistaña, forrado de musgo y líquenes de un color verde intenso. Con llamas pastando, un lagarto tomando el sol sobre una piedra, y una pareja de Gansos Andinos. Me encantó este lugar. Aunque tuve que caminar con cuidado, porque había zonas inundadas de agua donde se me hundían los pies; placas de hielo muy resbaladizas; y montones de orugas peludas moviéndose en todas direcciones.
En el valle Silverio intentó recortar la etapa (imagino que aburrido por nuestro ritmo pausado) y nos propuso comer allí y continuar por otro camino, evitando subir a un segundo paso. La verdad es que fue tentador, pero odio dejar las cosas a medias, con lo cual le dije que no y paramos solo unos minutos para comer una naranja. Quizás molesto por esa negativa, el resto de la jornada Silverio caminó muy alejado de nosotros (a veces desaparecía por completo). No me gustó, porque así no podía preguntarle nada sobre las cosas que veía (flora, fauna, lugares…), y esa es una de las ventajas de viajar con guía. Pero bueno, no se lo tuve en cuenta.
3. A continuación tocó subir hasta el Paso Tillipata (5.000m), uno de los más complicados de todo el trekking (por eso Silverio se lo quiso ahorrar). Para llegar seguimos un estrecho sendero que primero avanzó en horizontal por la ladera de la montaña a una altura considerable (yo no quería ni mirar), con un terreno muy resbaladizo. Y después se enfiló directo hacia el paso, encarando una pendiente infernal que me dejó sin fuerzas.
Acabé agotado, pero conseguí superar el reto. Como premio disfruté de unas vistas únicas, con los valles de Jistaña y Liviñosa; las montañas de fondo; y el sendero recorrido, que ponía los pelos de punta. Aquí nos sentamos un rato a comer un plato de pollo con arroz, acompañado de dos vasos de Fanta. No tenía mucho apetito, pero me forcé a dejar el plato limpio. Tras el susto del día anterior, el tiempo era excelente, con cielo azul y sol agradable. Se estaba genial.
4. El último tramo de la etapa se me hizo eterno. Primero afrontamos un vertiginoso descenso por otro sendero de grava, con una gran panorámica de la Laguna Tuni a nuestra derecha. Y poco después apareció la Laguna Liviñosa, dividida en dos, al pie de las cumbres del Huayna Potosí y el Cerro María Lloco (5.522m). La luz era perfecta para la fotografía, y mi cámara echaba humo. Junto a la laguna hay un pequeño asentamiento de viviendas tradicionales, y en los alrededores encontré un montón de huesos de llama.
Después subimos de forma gradual recorriendo un paisaje de película, con pequeñas charcas de aguas cristalinas donde se reflejaban las montañas; prados con rebaños de llamas pastando (una se plantó en medio del camino amamantando a su cría y nos obligó a dar un rodeo por si acaso); grupos de Gansos Andinos… También pasamos por una antigua población minera, con casas en ruinas, pilas de arena y enormes agujeros en la falda de la montaña.
Para acabar caminamos hora y media por una pista de tierra bajo un sol de justicia, con unas vistas épicas del Huayna Potosí y el Cerro María Lloco. Aquí mi cuerpo dijo basta, y me empecé a marear por el esfuerzo realizado y el soroche. Suerte que faltaba poco para llegar al refugio, porque no me tenía en pie. Y encima Silverio había desaparecido. Una vez más agradecí ir acompañado de Jose, y tras unos minutos de tensión conseguí alcanzar la Casa María Lloco (4.680m), ubicada junto a la Laguna Wichu Khota. Eso sí, tambaleándome y con mi mente envuelta en una especie de nebulosa. Vaya tela…
Al final todo quedó en un susto y la merienda me reactivó: pan con queso, Pringles y un mate de coca, acompañado de un Ibuprofeno. A continuación me quedé charlando en el refugio, sin hacer muchos esfuerzos. Para cenar Silverio trajo sopa de verduras; un plato de espirales de pasta; y una copa de vino tinto. No creo que el vino me ayudara mucho en mi estado, pero había que brindar por el final de la ruta. El resto de la botella se la tomaron Silverio, Juan Carlos y el mulero, acompañados de una lugareña que se acercó para registrar nuestros nombres en un libro de visitas.
La Casa María Lloco es realmente básica, con una única habitación; y un lavabo exterior medio en ruinas estilo turco, aunque con un agujero enorme por el que si te despistas te puedes caer (sobre todo de noche). Yo utilicé la misma técnica de la noche anterior, y decidí dormir en el refugio, sobre unos colchones rellenos de paja. Tras la cena salí un momento a contemplar el paisaje, con la silueta de las montañas y un cielo lleno de estrellas. Y me preparé para una sesión de descanso más que merecida.
ETAPA 5: LAGUNA WICHU KHOTA – VALLE DE MILLUNI / Tiempo: 3 horas
La última jornada del trekking comenzó tras una noche en la que me desperté a las 3h y no pude dormir mucho más (quizás el mal de altura haciendo de las suyas). Una vez en pie desayuné macedonia de frutas con yogurt; dos trozos de brazo de gitano relleno de fresa; y un mate de coca. Todo delicioso. En exterior una vez más sol y cielo despejado. A las 8h comenzamos la etapa, que se dividió en 2 partes:
1. De entrada subimos hasta el Paso Milluni (5.000m). Por el camino vimos grupos de llamas, y un río completamente helado. Pronto me di cuenta que no estaba recuperado de mis problemas físicos del día anterior. Comencé regular y al poco ya me movía con dificultad, algo mareado. Con esta situación tuvimos que hacer un alto antes de llegar al paso para comer una barrita de cereales y beber agua. Esto me proporcionó energías renovadas, y pude continuar hasta el final.
En el Paso Milluni contemplé una panorámica alucinante, con el Lago Titicaca, el Nevado Sajama (un volcán inactivo), y diferentes cumbres de la Cordillera Real, destacando en primer plano el Huayna Potosí (aunque con el sol de cara). Aquí estuvimos un rato haciendo fotos y descansando.
2. Después bajamos al fondo del Valle de Milluni. El desnivel era muy fuerte, pero por suerte el terreno estaba formado por piedras sueltas y nos resbalaba.
En teoría el trekking continuaba un par de horas más por una pista de tierra hasta llegar al Refugio Casa Blanca, que se utiliza como campamento base para subir al Huayna Potosí. Pero Silverio nos propuso saltarnos ese tramo y llamar por teléfono al conductor para que nos viniera a recoger al valle, porque no tenía mucho interés. Yo me lo estuve pensando, y al final acepté. Tras más de 4 días de trekking ya había tenido suficiente montaña; estaba cansado; y tenía que realizar una serie de gestiones en La Paz. Así que cuando llegamos al valle nos estaban esperando el conductor y el mulero con nuestras mochilas. Antes de subir al vehículo Silverio nos dio para almorzar un vaso de fresas en almíbar.
El trayecto a La Paz duró hora y media. El conductor iba a toda pastilla, pero paramos a ver dos lugares de interés:
*Antiguas minas de zinc: una serie de naves industriales e instalaciones oxidadas junto a una laguna de color rojo (por el efecto del metal). Lo más sorprendente es que en las inmediaciones había vacas y llamas pastando. Una locura…
*Cementerio de Milluni: formado por centenares de tumbas de piedra y cruces donde se enterraba a los mineros. La imagen de las tumbas amontonadas con el Huayna Potosí de fondo es preciosa.
El conductor paró en la puerta de Climbing South America. El día anterior acordé con Jose que dejaríamos propina, y estuvimos debatiendo los importes. Cuando subí al Kilimanjaro ya me quedó claro que estos varían en función de la persona (no es lo mismo el guía que el cocinero o un porteador). Así que al final decidimos las siguientes cantidades.
–Silverio: 350B
–Juan Carlos: 200B
–Mulero: 60B
En total 610B entre los dos (unos 75€). Siempre que dejo propina lo paso fatal, porque temo quedarme muy corto. Pero en este caso parece que acerté, porque Silverio y el resto recibieron los billetes con una sonrisa y nos despedimos con un fuerte abrazo. Antes de volver al Hotel Nuevo Sol entré en las oficinas de Climbing South America. Allí conocí a Jeff y estuvimos charlando un rato (en español) junto a Ana.
CONCLUSION
La verdad es que acabé muy satisfecho con el trekking que realicé en la Cordillera Real. La ruta elegida me encantó, con una duración adecuada (5 días) y panorámicas insuperables de las principales cumbres, como el Huayna Potosí, el Pico Austria o el Nevado Condoriri. La organización de la agencia Climbing South America fue impecable. Y el guía (Silverio) tuvo detalles mejorables, pero en general se portó bien.
Añadiendo uno o dos días más a mi recorrido es posible coronar el Huayna Potosí. Pero tengo miedo a las alturas, y las fotos que vi de la cima me produjeron escalofríos. Una pena, porque es un 6mil relativamente sencillo, sin complicaciones técnicas, y podría haber batido mi récord de altura.
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Comentarios
2 ComentariosLidia Carvajal
Ago 13, 2023Mil gracias por tu ameno y sincero relato .. subí contigo ( en mi mente ) ese tramo de la Cordillera Real de Bolivia !!
Ganas De Mundo
Ago 13, 2023Gracias a ti por el comentario! Pocos lugares me han impresionado tanto en mis viajes como la Cordillera Real. Esos paisajes son una maravilla. Un abrazo!