Una animada ciudad universitaria desde la que visité una antigua mina de sal de dimensiones gigantescas y un profundo cañón
Cluj-Napoca (llamada habitualmente Cluj) es la ciudad más grande de la región de Transilvania y fue su capital entre los años 1790 y 1848. Durante la Edad Media era conocida como Kolozsvar y estuvo dominada por nobles y comerciantes Húngaros y Sajones, mientras que los Rumanos carecían de derechos. Aquí nació en 1443 Matthias Corvinus, un importante personaje que llegó a ser Rey de Hungría durante tres décadas. En 1918, tras la unión de Transilvania con Rumanía, la situación cambió y los Húngaros se convirtieron en una minoría desfavorecida. Más tarde el gobierno comunista decidió añadir Napoca al nombre de la ciudad, en referencia al asentamiento Dacio sobre el que se construyó Cluj
En la actualidad Cluj cuenta con la mayor Universidad de Rumanía y sus miles de estudiantes crean una animada atmósfera. Las calles del centro están llenas de cafés, bares y restaurantes; y cada año tienen lugar infinidad de eventos culturales. Entre los lugares de interés turístico de Cluj destacan la Iglesia de San Mihail, Piata Muzeului o el Parque Central. Y a no mucha distancia se encuentra el pueblo de Turda, donde se puede visitar su antigua Mina de Sal o el Cañón de Turda.
VIAJE: ORSOVA – CLUJ-NAPOCA
Este desplazamiento fue uno de los más largos de mi recorrido por Rumanía. Entre ambas ciudades hay 350km de distancia, pero sin trenes o autobuses directos, lo cual alarga todavía más el viaje. Aun así acabé encontrando un trayecto en tren que me pareció genial: primero viajaba hasta Filiasi; y tras solo 15 minutos de espera salía el siguiente tren hacia Cluj-Napoca. Además el trayecto era nocturno y me ahorraba el importe del hotel. Unas horas antes pasé por la Estación de Tren y compré el billete, dejando todo atado. Y me dediqué a realizar varias gestiones en el centro de Orsova (recargar mi tarjeta SIM de Vodafone, sacar dinero en un cajero automático, comer…).
Cuando hablaba de mis viajes en tren todos los rumanos me decían que el servicio era horrible, con constantes retrasos. Pero mi experiencia había sido excelente y no tenía ninguna queja. Hasta este día… A falta de pocos minutos para que apareciera el tren a Filiasi la (simpatiquísima) encargada de la taquilla me vino a decir que tardaría una hora más. Con lo cual no llegaría a tiempo para conectar con el tren de Cluj-Napoca. Vaya tela… Esto me obligó a reconfigurar mi itinerario y conseguí viajar de noche, aunque en unas condiciones mucho más duras. Precio: 146,4L.
Estas fueron las etapas:
1. Tren hasta Timisoara: salía casi 4 horas más tarde que el tren a Filiasi, y en la Estación de Orsova no había bar. Solo una tienda de bebidas y snacks que estaba cerrada. Así que caminé unos metros, crucé la carretera principal, y me senté en la terraza de la Pensión Taka. Allí me tomé una cerveza Ciuc y un Mountain Dew mientras escribía. En circunstancias normales hubiera aprovechado para cenar algo, pero los precios eran carísimos (por las dos bebidas me cobraron 20L). Mientras se hizo de noche, con unas vistas preciosas del río Danubio, la población de Orsova en la orilla opuesta, y el cielo teñido de color naranja. Eso sí, había mosquitos por todas partes.
Un rato antes de la hora prevista caminé hasta la Estación, que estaba completamente desierta, con los andenes envueltos en sombras. No era el lugar ideal para un turista con todo su equipaje encima. Además el tren tardó 20 minutos en aparecer. Así que cuando subí al vagón y ocupé mi asiento respiré aliviado. La verdad es que el trayecto pasó volando. Viajé solo en un compartimento de 6 plazas, escuchando música y leyendo. Y llegué a Timisoara cerca de las 2h.
2. Tren a Cluj-Napoca: salía a las 6.30h, con lo cual tenía más de 4 horas de espera en la Estación. Pero bueno, utilicé el lavabo (2L); cené un croissant de chocolate y un café con leche, que compré en dos máquinas expendedoras (4,5L); y busqué un lugar para sentarme.
La sorpresa fue descubrir que había dos salas de espera habilitadas, una para Primera Clase y otra para Segunda. Yo tenía un billete de Primera para hacer el viaje lo más llevadero posible. Pero no contaba con un vigilante de seguridad al que se le había subido el cargo a la cabeza. El tipo me dijo que la sala de Primera Clase estaba cerrada (¡?); y a la de Segunda solo podía acceder 2 horas antes de que saliera mi tren, a pesar de que únicamente había un par de personas.
Esta situación me enfadó bastante, pero el vigilante no entró en razón y opté por una actitud pasivo-agresiva, sentándome en el suelo de la Estación para que me viera todo el mundo. Aunque no duré mucho, porque un pasajero fue testigo de lo que pasó; se quejó a una encargada; y la mujer se acercó a decirme que podía entrar en la sala de Primera Clase, mientras fulminaba al vigilante con la mirada.
La sala estaba a oscuras y en los sofás había varios empleados de la Estación durmiendo (por eso estaba “cerrada”). Pero encontré uno libre en un rincón y me senté a descansar entre ronquidos. Al menos eran cómodos y pude echar una cabezada. Hasta que a las 5.30h un operario me despertó con malas formas porque… ¡tenía que fregar! Al final estallé y le dije de todo (en español, que es como se discute mejor). Era lo que me faltaba… A continuación compré en una panadería unos croissants de chocolate y un café con leche (7L); caminé hasta el andén indicado, donde ya estaba el tren esperando; y ocupé mi asiento, ubicado en una fila individual. Vaya tela con la Estación de Timisoara…
Esta segunda parte del viaje duró algo más de 6 horas, pero no se hizo pesada. Al principio fui durmiendo; y después leyendo y escuchando música. A través de mi ventana contemplé un paisaje muy variado, con llanuras, campos de cultivo, montañas, bosques y pequeñas aldeas con viviendas de madera, montones de heno y rebaños de vacas. Y a las 12.45h llegué a la Estación de Cluj-Napoca. Hasta mi hostel tenía 2km de distancia, así que decidí caminar, cruzando el centro de la ciudad bajo un sol de justicia.
ALOJAMIENTO: RETRO HOSTEL – 73L/Noche
*Puntos a favor: habitación privada; limpieza impecable; ubicación inmejorable, a 5 minutos a pie del centro histórico; tranquilidad total por la noche; wifi rápido; nevera compartida; sauna gratuita (si te alojas un mínimo de 3 noches); propietario (Radu) muy simpático; precio.
*Puntos en contra: cama individual con un colchón muy incómodo; lavabo compartido; ventana con una cortinilla que no cerraba bien y me restaba intimidad (si alguien quería, me podía ver desde la calle).
Reservé este hostel a través de Booking. Como las habitaciones privadas solo eran 4€ más caras que los dormitorios compartidos opté por alojarme en una para evitar posibles compañías molestas, y mi estancia fue realmente agradable. El lugar se encontraba casi vacío por la crisis del coronavirus, pero aun así la gestión era impecable. Una vez instalado salí a la calle en busca de algún lugar para comer, porque me moría de hambre.
COMIDA: MAKEBA
Se trata de un local que me recomendó Radu, situado a una calle del hostel. Al llegar ocupé una pequeña mesa de su terraza, y pedí Tagliatelle Carbonara y una cerveza Ciuc (que vino acompañada de unos cacahuetes de cortesía). La pasta estaba muy rica y me gustó el ambiente de la terraza. No tanto la camarera que me atendió, que iba de lista. Cuando le pedí un poco de pan va y me suelta: “¿Seguro? ¿Pan con la pasta?”. Por lo visto no era mi día con los empleados de servicios… Precio: 35L.
Después de comer me acerqué a un supermercado Carrefour, realicé una compra de comida y volví a mi habitación, donde me quedé el resto del día leyendo en plan relax. Estaba agotado y no me pareció buena idea ponerme a explorar Cluj en esas condiciones. La cena consistió en pan con paté, un Kit Kat y una cerveza Ursus (marca originaria de esta ciudad).
UN PASEO POR CLUJ
Al día siguiente me desperté tras una noche perfecta, pero aun tenía secuelas de las últimas jornadas en las que no había parado y me tomé las cosas con calma. Poco a poco me vestí; desayuné galletas, un yogurt y zumo de naranja; cogí mi cámara de fotos; y salí a visitar el centro de Cluj. Una vez más el tiempo era perfecto, con sol y cielo despejado. Cluj-Napoca es una ciudad con un Casco Antiguo muy compacto, y se puede recorrer a pie fácilmente.
Aunque me encontré con dos problemas:
*Mi guía de viajes ignoraba bastantes lugares de interés, con lo cual tuve que acudir a la Oficina de Información Turística y hacerme con un mapa de la ciudad donde sí que aparecían todas las atracciones, con fotografías y explicaciones en inglés.
*Durante mi estancia Cluj se encontraba inmersa en un ambicioso plan para restaurar su Casco Antiguo, y muchos edificios históricos estaban cubiertos de lonas y andamios, con el acceso cerrado al público. Así que no pude realizar ninguna de las visitas que había previsto.
Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Piata Unirii: es la principal plaza de Cluj y en el centro se levanta la Iglesia de San Mihail. Fue construida durante el siglo XV y se trata de la segunda iglesia gótica más grande de Rumanía (tan solo por detrás de Black Church en Brasov). Además, su afilada torre de 80m (añadida en el siglo XIX) es la más alta de Transilvania, visible desde cualquier punto de la ciudad. Pero durante mi visita la Iglesia de San Mihail se encontraba en obras, con una parte cubierta de andamios y el acceso cerrado, y me quedé sin ver el interior.
Frente a la iglesia hay una imponente estatua ecuestre de Matthias Corvinus junto a 4 de sus lugartenientes. En los alrededores de Piata Unirii hay numerosos bares y restaurantes con animadas terrazas. Y se pueden contemplar varios edificios históricos lujosamente decorados, como el Palacio Banffy, que alberga el Museo Nacional de Arte. En una esquina se encuentra la Farmacia más antigua de Cluj, que data del siglo XVI, con una interesante exposición de objetos. Pero estaba cerrada por restauración.
2. Piata Muzeului: durante la Edad Media esta plaza era la más importante de la ciudad, donde tenía lugar el mercado y los acontecimientos destacados de la vida pública. Se llama así porque en ella está el Museo de Historia de Transilvania. Pero cuenta con otros monumentos destacados, como la Casa de Matthias Corvinus, donde nació el futuro Rey de Hungría; la Iglesia Franciscana, de estilo barroco, con un elaborado interior; y el Obelisco Carolina, que conmemora la visita a la ciudad de la Emperatriz en 1817. En la Piata Muzeului también hay varios cafés y restaurantes con terrazas, y es una zona ideal para pasear.
3. Piata Avram Iancu: una plaza con varios edificios de interés, como la espectacular Catedral Ortodoxa, construida en el año 1933, con una enorme cúpula de estilo bizantino soportada por 18 columnas; la estatua de Avram Iancu, un héroe nacional que en 1848 se enfrentó al ejército Húngaro reclamando mejores condiciones de vida para el pueblo Rumano; y el Teatro Nacional Lucian Blaga, un edificio que data de 1906, con una fachada barroca que me encantó. Además en un extremo de la plaza se está construyendo una gigantesca Catedral Greco-Católica que cuando acaben las obras merecerá una visita.
Desde Piata Unirii se puede caminar hasta Piata Avram Iancu por la avenida Eroilor, donde hay muchos edificios con fachadas pintadas de vivos colores; estatuas y relieves; y torres puntiagudas. Un recorrido muy recomendable.
COMIDA: 1568 BISTRO
Al pasar por este restaurante comprobé que ofrecía un menú del día (Meniul Ziley) a buen precio, así que tomé nota y más tarde regresé. Me senté en una mesa de la terraza, situada en un patio interior, donde me atendió una simpática camarera. Y pedí Ciorba de Perisoare; Aripioare de Pui (alitas de pollo rebozadas), con salsa de ajo y una ensalada; y para beber 2 cervezas Heineken (una grande y una pequeña). Precio: 33L. La comida estuvo correcta sin más, con varias mesas de lugareños a mi alrededor, y un sol agradable.
MAS LUGARES DE INTERÉS
Después de comer estuve valorando seriamente la posibilidad de volver a mi habitación para descansar un rato, pero me obligué a continuar recorriendo el Casco Antiguo de Cluj, porque todavía tenía muchos sitios por conocer.
4. Reformed Church: una iglesia construida a finales del siglo XV con el apoyo del propio Matthias Corvinus. Frente a ella hay una estatua de San Jorge matando al dragón, una copia de la original que se encuentra en el Palacio Real de Praga. Mejor luz para la fotografía por la tarde.
5. Tailor’s Tower: se trata de una torre defensiva que formaba parte de la muralla medieval que rodeaba la ciudad. Data del siglo XV y es la única que ha sobrevivido hasta nuestros días. En los alrededores del Retro Hostel hay un otro tramo de muralla muy bien conservado.
6. Cementerio Central: para acabar la jornada di un paseo por el principal cementerio de Cluj. Fue creado en 1585, cuando se decidió enterrar a todos los fallecidos por la peste negra fuera de la muralla de la ciudad. Y con el tiempo creció hasta convertirse en uno de los más grandes del Sureste de Europa. Tiene centenares de tumbas, que van desde sencillas cruces metálicas sobre un montón de arena a criptas decoradas con columnas y esculturas. Fue toda una experiencia caminar completamente solo por las avenidas del cementerio, entre árboles pelados y ruidosos cuervos, descubriendo detalles interesantes en cada rincón.
Tras el paseo regresé al hostel y dediqué el resto del día a leer y descansar. Para cenar tocó pan con una lata de atún, una cerveza Ursus y un Kit Kat.
SEGUNDO DIA EXPLORANDO CLUJ
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 9h. Por segunda noche consecutiva dormí como un tronco, pero me dolía bastante la espalda por la pésima calidad del colchón. En fin… A continuación me vestí, desayuné el mismo menú del día anterior, preparé mi mochila pequeña, y salí al exterior para seguir conociendo Cluj. El cielo estaba cubierto de finas nubes que restaban fuerza al sol, por lo que se podía caminar sin tanto agobio. Mi plan del día era visitar los principales parques de la ciudad.
Esto fue lo más destacado:
7. Parque Miko: más que por el parque, decidí acercarme a este lugar para visitar el Museo de Zoología. Las fotos que había visto eran alucinantes, con salas llenas de todo tipo de animales disecados como si fuera un salto al pasado. Pero para variar me encontré el Museo en obras y no pude acceder. Al final ya me reía por no llorar…
8. Parque Central: se trata del principal parque de Cluj-Napoca, inaugurado a mediados del siglo XIX. Cuenta con un montón de avenidas flanqueadas por enormes árboles donde los habitantes de la ciudad acuden a pasear, correr o montar en bici. Y un lago artificial con grupos de patos y cisnes, y un puesto de alquiler de barcas a pedales (con forma de flamenco rosa o dragón verde). Cerca de la orilla está el Centro de Cultura Urbana Casino, un edificio histórico pintado de blanco que en la actualidad acoge todo tipo de eventos. Me encantó deambular por el parque, rodeado de un ambiente muy animado, entre familias de lugareños, jardines de coloridas flores y estatuas de personajes destacados.
A continuación empezaba a tener hambre, así que me dirigí a un restaurante cercano al Parque Central.
COMIDA: ROATA RESTAURANT
Este lugar estaba muy recomendado por mi guía de viajes y decidí acercarme a comprobar su fama. Ocupé una mesa de su pequeño comedor y pedí Varza a la Cluj (un plato típico local que consiste en una especie de lasaña elaborada con col, carne picada, arroz y nata); ensalada de tomate y pepino; una cerveza Ursus; y para rematar un chupito de Tuica cortesía de la casa. La comida me gustó mucho y acabé a reventar. Además, las camareras eran realmente simpáticas y la atmósfera agradable, con música tradicional de fondo. Así que repetiría sin dudarlo. Precio: 54L.
Tras llenar el estómago regresé a mi habitación a descansar un rato, porque ya me quedaban pocas atracciones turísticas por visitar; y pegaba un sol de justicia, con una luz demasiado intensa para la fotografía.
DESPEDIDA DE LA CIUDAD
De nuevo en la calle, caminé hasta los dos últimos lugares que quería visitar en Cluj:
9. Piata Mihai the Brave: una plaza muy fotogénica donde destaca una estatua ecuestre del popular héroe nacional, junto a dos elaborados paneles con relieves. Detrás de la estatua hay un antiguo edificio de estilo soviético con un cine.
10. Parque de la Ciudadela: está situado sobre una colina de 400m de altura, en el lugar donde se levantaba un fuerte construido por los Habsburgo en el siglo XVIII (de ahí el nombre). Hoy día no queda casi nada del edificio, pero el parque ofrece las mejores vistas de Cluj-Napoca, donde destaca la Iglesia de San Mihail, rodeada de viviendas, campanarios y torres. Mejor luz para la fotografía por la tarde, así que es un lugar ideal para contemplar la puesta de sol. Se accede a este parque cruzando el río Somesul Mic por el Puente Horea, que está rodeado de espectaculares palacios del siglo XIX, como el Szeki, Babos, Elian, Urania… Con fachadas cubiertas de estatuas y relieves.
Desde el Parque de la Ciudadela bajé hasta el Casco Antiguo y volví al hostel. La cena consistió en pan con queso de untar, una cerveza Ursus y un Kit Kat. Mi habitación daba a la calle, y en los alrededores del hostel hay varios bares y restaurantes, por lo que de vez en cuando pasaban chavales riéndose o gritando. Pero a eso de la 1h la cosa se calmaba y podía dormir sin problema.
EN UNA MINA DE SAL
Al día siguiente me tocó madrugar porque tenía un día ajetreado. Así que desayuné un yogurt y un Kit Kat; preparé las mochilas (dejé la grande en el hostel); desalojé la habitación; y me despedí de Radu. El plan era realizar una excursión a la población de Turda, situada 30km al sureste de Cluj, pasando la noche en una guesthouse local. Para llegar a Turda caminé hasta una parada de autobús situada cerca de Piata Mihai the Brave, y al cabo de unos minutos apareció un maxi taxi. Salen más o menos cada 20 minutos, con lo cual no hay que preocuparse por los horarios. Había más gente esperando y el vehículo se llenó, pero conseguí un asiento ubicado en la fila individual (9L).
El trayecto duró media hora, atravesando una zona de suaves colinas y campos de cultivo. Eso sí, el conductor debía pensar que iba solo, porque el viaje fue una sucesión de sacudidas y frenazos. El primer lugar de interés que quería visitar en Turda era su antigua Mina de Sal, ubicada a 3km del centro. No sabía si coger un taxi o caminar, pero ocurrió que había otros pasajeros que también iban a la Mina, y el conductor nos llevó hasta la puerta, ahorrándome el desplazamiento. Al principio dudaba si era parte del recorrido habitual del maxi taxi o cortesía del conductor. Pero cuando me alejaba de la furgoneta el hombre me llamó la atención y quedó claro que esperaba una propina a cambio, así que le di 5L extra.
*Horario: 9h – 17h
*Precio: 40L
*Fotografía: ok
Turda ya estaba habitada en la época del Reino Dacio, cuando era una pequeña población llamada Potaissa. Más tarde los Romanos establecieron aquí un Castrum (cuartel militar) que alojaba a la 5a Legión Macedonica. No se han descubierto evidencias, pero es muy probable que tanto Dacios como Romanos fueran los primeros en extraer sal de la zona, donde había enormes yacimientos fruto de la evaporación de un mar hace millones de años. En el siglo XI se puso en marcha una explotación minera, y estuvo operativa durante mucho tiempo, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de la región. Hasta que la productividad de la Mina fue decayendo y en 1932 cerró sus puertas.
Aun así la Mina de Sal continuó siendo un lugar importante para los habitantes de Turda, que la utilizaron como refugio durante la Segunda Guerra Mundial; o para almacenar los quesos que elaboraban. La Mina se abrió al público con fines turísticos en 1992, pero su aspecto actual es fruto de 2 años de intensas obras de modernización que finalizaron en 2010. Sinceramente, el precio de la entrada me pareció muy caro, aunque poco después cambié de opinión, porque se trata de un recinto fascinante. Me encantó que la visita se realiza por libre, sin tener que formar parte de un grupo con guía. Además, por todas partes hay carteles en inglés con información suficiente.
Esto fue lo más destacado:
1. Túnel: yo entré en la Mina de Sal por el nuevo, creado para facilitar las actividades turísticas. Se accede a través de un edificio de cristal con forma semiesférica cuyo interior parece la sala de un aeropuerto, con la taquilla y un café. A continuación caminé durante unos minutos por el túnel, que tiene sus paredes cubiertas de sal.
2. Sala de extracción: aquí se puede ver una enorme máquina de madera utilizada para subir al túnel las sacas llenas de sal. Fue construida en 1881 y si eres amante de los animales su historia es muy triste. La máquina funcionaba con 4 parejas de caballos que daban vueltas durante turnos interminables. Como en esa época no había electricidad la iluminación era muy pobre (los mineros utilizaban antorchas) y los caballos se quedaban ciegos en apenas dos semanas. Y al cabo de unos meses eran “sustituidos” por otros.
3. Mina Rudolf: tiene 42m de profundidad y es la última Mina de Sal que se explotó. En la parte superior hay un balcón que ofrece una panorámica impresionante. El recinto tiene dimensiones gigantescas, y está iluminado con lámparas que cuelgan del techo. Y su contenido es surrealista: hay mesas de ping-pong, billares, una tienda de recuerdos, un anfiteatro… ¡y una noria!. Es lo último que te esperas dentro de una Mina… Todo se paga a parte de la entrada, pero sin abusar (por ejemplo la noria cuesta 5L). Se baja en ascensor o por 172 escaleras (yo opté por lo segundo). En el techo de la Mina Rudolf hay una zona llena de estalactitas de sal, a causa de las filtraciones de agua.
4. Mina Terezia: esta Mina se explotó hasta 1880. Tiene 90m de altura y el fondo está cubierto de agua, con una isla en el centro. Las vistas desde la Mina Rudolf son épicas, con una serie de construcciones de aire futurista iluminadas con tubos fluorescentes. Se pueden alquilar barcas de remos y dar un paseo por el lago. Y las paredes están cubiertas de bandas de color blanco y negro, intercalando sal y arena. Para bajar también existe la opción de ascensor o escaleras.
5. Mina Gizela: alberga una sala de spa y tratamientos naturales, y no está permitido el acceso a turistas (solo a usuarios de sus servicios).
En total estuve más de 2 horas recorriendo la Mina y me lo pasé genial. Había bastante gente, pero sin llegar a agobiar. Si puedes no hagas como yo y llévate una chaqueta, porque la temperatura en la Mina de Sal ronda los 10 grados, con una humedad importante, y al final pasé frío.
De nuevo en el exterior tenía que llegar al centro de Turda. Hay un autobús, pero con una frecuencia demasiado escasa (para el siguiente me tocaba esperar 1 hora). Con lo cual seguí el consejo de una empleada: regresé al interior de la Mina de Sal, recorrí el túnel nuevo y enlacé con el viejo, apareciendo en las afueras de Turda, a 1,5km del alojamiento que había elegido para pasar la noche. Desde allí fue un tranquilo paseo de 20 minutos.
ALOJAMIENTO: HELGA HOUSE – 70L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; limpieza impecable; ubicación a 5 minutos a pie del centro; nevera compartida; precio.
*Puntos en contra: camas individuales; lavabo compartido (aunque fui el único huésped); la casa está situada junto a la carretera principal que cruza Turda, y por la noche el tráfico de ruidosos vehículos era constante; wifi horrible.
Reservé esta guesthouse a través de Booking, y a pesar de sus defectos estuvo bien para un día. El tipo que me atendió se mostró algo distante, y no fue por el idioma (hablaba inglés). Además, llegué pasadas las 14h y la habitación todavía no estaba lista. Pero bueno, dejé mi mochila y caminé hasta el centro en busca de un lugar para comer.
COMIDA: EXPRES RESTAURANT
Este fue el primer restaurante que vi y su pizarra exterior me enamoró: menú del día (Meniul Zilei) por tan solo 15L. Así que entré y ocupé una mesa del comedor, ubicado en la planta superior. El menú incluyó Ciorba Taraneasca (con verduras y pollo); un bistec de cerdo con patatas fritas y salsa de tomate; y pan. Para beber pedí una cerveza Bergenbier. El servicio fue lentísimo y tardé en comer alrededor de hora y media. Pero no tenía prisa, así que me tomé la situación con paciencia. Precio: 21L (poco más de 4€).
Tras la comida aproveché para explorar un rato el centro de Turda, que gira en torno a Piata Republicii. Cuenta con un puñado de interesantes edificios históricos con fachadas de vivos colores lujosamente decoradas. Aunque parece que aquí también había llegado la fiebre renovadora de Cluj-Napoca: algunos estaban tapados con lonas; y el campanario de la Iglesia Veche (la más importante de Turda) se encontraba cubierto de andamios. En fin… También me gustó mucho el cercano Teatro Nacional, con una magnífica entrada. Por las calles vi bastantes mendigos deambulando bajo los efectos del alcohol; y algunas gitanas con pañuelos en la cabeza y coloridos atuendos.
De regreso en la guesthouse mi habitación ya estaba lista, y no volví a poner un pie en la calle. Primero me eché una siesta; y después me dediqué a leer y escribir. Para cenar cayó un sándwich de pollo, una cerveza Ciuc y arroz con leche, todo comprado en un supermercado Carrefour cercano.
RECORRIENDO TURDA GORGE
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 8h para aprovechar la mañana al máximo. Y sin tiempo que perder desayuné un croissant de chocolate y un yogurt; desalojé la habitación; y me despedí de la dueña de la guesthouse, que fue muchísimo más simpática que su marido. El segundo lugar de interés de Turda es Turda Gorge, un cañón situado 12km al oeste de Turda. Para viajar podía coger un maxi taxi, pero hay muy pocos al día; y encima no me solucionaba el problema, porque solo llega hasta la población de Cheia y desde allí tenía que caminar 4km hasta la Cabana Cheile Turzii, en la entrada del cañón. Así que no me compliqué la vida y cogí un taxi en el centro de Turda. El conductor me pidió un precio correcto (40L) y en media hora me dejó junto a la Cabana.
Turda Gorge es el resultado de la erosión causada por el río Hasdate a lo largo de millones de años. El cañón tiene una longitud de 3km y está flanqueado por vertiginosas paredes de 300m de altura, formando pináculos de roca. La zona está catalogada como reserva natural y cuenta con diferentes caminos bien señalizados. Yo dediqué unos minutos a mirar el mapa de la entrada, decidí la ruta que quería realizar, y me puse en marcha. Eran las 10.30h y lucía un sol radiante. Estas fueron las etapas:
1. Ascenso hasta la parte superior de Turda Gorge: comencé la ruta siguiendo el sendero marcado con un punto rojo. Al principio avancé por un tramo de bosque sin apenas desnivel; pero tras cruzar el río por un puente de madera el camino comenzó a ganar altura, con duras pendientes que me dejaron sin respiración. Al menos vi un par de ardillas que al notar mi presencia se ponían a chillar mirándome y golpeaban con la cola el tronco del árbol. También escuché el sonido de un pájaro carpintero. Y de vez en cuando los arbustos se agitaban por algún animal que huía (creo que se trataba de conejos). Eso sí, también había montones de moscas y mosquitos que no dejaban de agobiarme.
La subida acabó en un mirador situado sobre la pared izquierda de Turda Gorge, con unas vistas espectaculares y una luz perfecta para la fotografía (si vas por la pared derecha te encuentras el sol de cara). Sin duda mereció la pena el esfuerzo.
2. Borde del cañón: el sendero continuó a escasos metros del barranco, subiendo de forma suave, con otros puntos panorámicos donde me detuve a contemplar el paisaje. En este tramo había una vegetación exuberante, con arbustos cargados de frutos de color rojo y negro; y árboles con sus hojas de diferentes colores (visité el cañón a principios de otoño). Un paseo muy agradable. Al final llegué al punto más alto, casi al otro lado del cañón, y pude disfrutar de una vista memorable, con la población de Petrestii de Jos rodeada de bosques y campos de cultivo. Aquí me detuve a picar unas galletas y beber agua, porque ya llevaba bastante tiempo caminando.
3. Descenso hasta el río Hasdate: me esperaba un terreno resbaladizo con pendientes pronunciadas, pero la verdad es que este tramo fue de lo más sencillo. En él me encontré con la primera persona hasta ese momento, que subía caminando con su mountain bike. También recorrí una pradera; y crucé un bosque con el suelo cubierto de flores de color morado. Una vez en el río, crucé a la otra orilla por unas piedras muy inestables. Y me detuve a contemplar una nueva imagen de Turda Gorge, con un rebaño de ovejas pastando en primer plano (pasé a escasos metros del perro pastor y por suerte no tuve problemas).
4. Vuelta a la Cabana Cheile Turzii: en este tramo caminé por el fondo de Turda Gorge siguiendo un sendero marcado con una cruz roja que discurre en paralelo al río. Es un sencillo paseo, con lo cual me crucé con un montón de gente, a la que saludaba con un “buna ziua” (o simplemente «buna»). Aquí era complicado hacer fotos, porque el fondo estaba envuelto en sombras y la parte superior con una luz excesiva, así que avancé a buen ritmo. Tuve que cruzar varios puentes de madera (algunos se balanceaban peligrosamente); y una zona con cuerdas para agarrarse, porque había que pasar sobre rocas muy desgastadas junto a una caída de varios metros. Además vi una pequeña culebra que desapareció entre las plantas.
En total tardé 3,5h en recorrer Turda Gorge y acabé muy contento con la ruta elegida. Para celebrarlo me senté en la terraza cubierta del Hotel Cheile Turzii y me tomé una cerveza Tuborg que me supo a gloria (8L). Por allí había un gracioso gato que no paraba de corretear y me entretuve jugando con él.
REGRESO A TURDA
Este desplazamiento estaba lleno de interrogantes, pero no perdí la calma y al final todo salió a la perfección. De entrada caminé hasta la población de Cheia siguiendo la carretera. Al principio haciendo frente a una fuerte subida hasta un mirador que me ofreció la última panorámica de Turda Gorge. Y después bajando sin parar, con camiones pasando a escasos centímetros.
Una vez en Cheia encontré la parada de autobús y me puse a esperar el maxi taxi a Turda. Aunque al cabo de un rato pregunté a la dueña de una tienda y me dijo que todavía faltaba una hora. En ese momento decidí caminar un poco más y hacer autoestop. Pero la mujer le comentó mi situación a 3 lugareños que bebían cerveza junto a la tienda, y uno de ellos me dijo que estaba a punto de salir hacia Turda y podía viajar con él. Justo lo que necesitaba. El tipo resultó ser muy majo: había vivido 3 años en Talavera de la Reina y hablaba español. Y me dejó en el centro de Turda rechazando una y otra vez el dinero que le ofrecí. Un nuevo ejemplo de hospitalidad rumana.
En Turda solo tuve que esperar unos minutos y apareció el maxi taxi que me llevó de vuelta a Cluj (9L). Allí me esperaba mi habitación del Retro Hostel y algo de comer, porque estaba realmente hambriento.
CONCLUSION
Cluj-Napoca es una agradable ciudad que me permitió disfrutar de nuevo de la civilización tras mis aventuras por los Montes Retezat y Portile de Fier. Y además alojado en el Retro Hostel, con una gestión impecable y un propietario que me ayudó con diferentes asuntos. Yo estaba bastante cansado y dediqué a Cluj dos días, pero en circunstancias normales es posible concentrar sus principales lugares de interés en uno. Eso sí, en mi opinión las verdaderas atracciones turísticas de Cluj están en la cercana población de Turda, donde te recomiendo pasar dos jornadas para visitar su espectacular mina de sal y Turda Gorge.
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