Dos castillos coloniales vinculados al comercio de esclavos, un casco antiguo con edificios de la época Victoriana y un animado puerto pesquero
Cuando en 1665 los Ingleses llegaron a la Costa do Ouro establecieron su base en Cape Coast. Pero los Holandeses monopolizaban el comercio de oro desde Elmina, así que los Ingleses desviaron su atención hacia el siguiente producto con más demanda en el mercado: los esclavos. Y se asociaron con el recién creado Imperio Ashanti, que organizó expediciones hacia el interior en busca de mano de obra para intercambiar por armas y continuar expandiendo sus territorios. Al final otros países europeos se apuntaron al lucrativo negocio, como Suecia, Dinamarca, Alemania o los propios Holandeses, y la costa se llenó de castillos utilizados para almacenar esclavos en condiciones infrahumanas antes de ser enviados en barco a las plantaciones y minas del Nuevo Mundo (principalmente Brasil).
En la actualidad la mayoría de esos antiguas construcciones coloniales están incluidas en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, aunque destacan los castillos de Cape Coast, Elmina y Christiansborg (Accra). Yo decidí visitar los dos primeros utilizando como base la agradable población de Cape Coast.
VIAJE ACCRA – CAPE COAST
Nada más aterrizar en Accra tenía claro que no quería pasar ni un minuto en la capital, a pesar de ser las 4.30h de la mañana y estar muerto de sueño. Así que me dirigí a Cape Coast, situada 150km al oeste siguiendo la costa, Estas fueron las etapas:
1. Taxi hasta Kaneshi Station: en el Aeropuerto un conductor me ofreció sus servicios y tras negociar tímidamente me llevó a la Terminal de Kaneshi por 50C. Creo que el precio le alegró el día, porque durante el trayecto iba charlando animadamente; me dejó justo en el punto donde salía el vehículo que necesitaba; y me dio algún consejo práctico.
2. Trotro a Cape Coast: tras una breve espera, rodeado de gente y convertido en el centro de todas las miradas, me subí a una furgonetacon aire acondicionado y pagué el billete al conductor (25C). El vehículo se llenó de pasajeros en cuestión de minutos y nos pusimos en marcha. El trayecto duró unas dos horas y media, y avanzamos siguiendo la costa por una carretera en buen estado. Durante el viaje pude dormir a ratos mientras cruzábamos poblaciones intrascendentes, con gente caminando en todas direcciones bajo un cielo plomizo.
3. Taxi hasta mi alojamiento: una vez en Cape Coast recuperé mi mochila grande del maletero del Trotro, y al poco ya estaba subido en otro taxi para llegar al lugar elegido para pasar la noche. Intuía que no estaba lejos, pero por 10C evité vagar sin rumbo cargado; y aparecí en la puerta del hotel, situado al final de una empinada calle.
ALOJAMIENTO: PROSPECT LODGE – 80C/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; baño privado; limpieza impecable; ubicación en lo alto de una colina (Prospect Hill), a escasa distancia del centro; nevera; ventilador (aunque con muy poca potencia).
*Puntos en contra: lugar demasiado ruidoso; mobiliario destartalado; ducha con escasa presión; la cerradura se atascaba (entrar y salir de la habitación era toda una odisea); sin mosquitera (y había mosquitos que se colaban a través de una ventana que no cerraba bien); sin generador propio (los cortes de suministro eléctrico son habituales en Cape Coast); encargada de la recepción muy seca.
Para evitar sorpresas (y de paso poder solicitar el visado de Ghana) había reservado 2 noches a través de Booking. Este hotel no fue ni mucho menos mi primera opción porque las críticas que había leído de otros viajeros eran nefastas, así que me esperaba lo peor. Al llegar la encargada me recibió con frialdad y se quedó mirando mi hoja de la reserva sin saber qué era aquello. Pero pasado el choque inicial la verdad es que el hotel tampoco estaba tan mal; y el carácter de la chica se fue suavizando. Una vez instalado salí a dar un paseo por el pueblo.
UN PASEO POR CAPE COAST
En 1874, tras la abolición de la esclavitud y la marcha de los Holandeses, la región se convirtió en la colonia de Gold Coast, propiedad de la corona Británica. En un principio la capital se ubicó en Cape Coast, aunque solo 3 años más tarde se trasladó a Accra. Actualmente Cape Coast es la capital administrativa de la Central Region y tiene una población ligeramente superior a los 200mil habitantes. Sus principales avenidas son un hervidero de gente, con coloridos edificios de la época Victoriana que lucen fachadas pintadas de vivos colores y balcones de madera. Te recomiendo deambular sin rumbo por el Casco Antiguo, situado en los alrededores de Dawson’s Hill.
Es difícil hacer fotos sin enfadar a los lugareños porque odian las cámaras, y esto a veces provoca experiencias frustrantes. Durante mi recorrido contemplé escenas de postal: grupos de niños jugando con rudimentarios futbolines o billares; puestos de comida; mujeres con llamativos vestidos y peinados exóticos; madres trenzando el pelo de sus hijas; ancianos sentados a la sombra… Pero mis fotos se tuvieron que limitar a planos generales, evitando centrarme en personas concretas, y aún así recibí más de una mirada de indignación. Otra opción es pedir permiso a la gente, pero lo más probable es recibir un rotundo NO por respuesta.
A continuación caminé unos minutos por Commercial Road, la principal avenida de Cape Coast, rodeado de un tráfico infernal, con un canal de aguas fecales a ambos lados de la calle; ovejas y gallinas correteando entre los vehículos; comercios destartalados; y alcantarillas sin tapadera que garantizan una caída de varios metros si paseas despistado. Me gustó un cruce conuna pequeña estatua de un cangrejo de color azul. Esto es debido a que en el pasado Cape Coast era conocido como Kotokuraba (literalmente «pueblo de cangrejos»), ya que en los alrededores abundaban estas criaturas.
Por cierto, durante el día varios vecinos me advirtieron del peligro que corría paseando solo por el pueblo. Uno me dijo que tuviera cuidado con cualquiera que se acercase a hablar conmigo (alguno lo hizo, para llevarme a su tienda de artesanía o hacerme de guía, pero me lo quité de encima al instante). Y otro me recomendó que no perdiera de vista mi mochila pequeña. Yo la verdad es que no me sentí nada inseguro y caminé sin problemas, aunque quizás tuve suerte.
DESCUBRIENDO CAPE COAST CASTLE
*Horario: 9h – 17h
*Precio: 40C
*Fotografía: ok
El primer recinto fortificado de Cape Coast fue construido por los Suecos en el año 1653, era de madera y se llamaba Carolusborg en homenaje al rey Charles X. En un breve espacio de tiempo el edificio pasó a manos de los Daneses, los Holandeses y finalmente los Ingleses en 1664, que realizaron importantes reformas y son los principales responsables del aspecto actual del castillo. Hoy día presenta un buen estado de conservación, con sus enormes muros de color blanco vigilando la costa.
Al llegar a la entrada me recibió un simpático empleado; pagué el billete; y esperé un momento junto a un pequeño grupo de lugareños. La visita consta de dos partes:
1. Castillo: se explora en compañía de un guía local, que durante 45 minutos nos enseñó los lugares más interesantes, aportando un montón de datos curiosos. Destacan las Mazmorras están excavadas bajo el suelo del Patio, con secciones separadas para hombres y mujeres. En ellas cientos de seres humanos vivieron en condiciones lamentables a la espera de cruzar la Puerta Sin Retorno, por la que subían a los barcos y decían adiós para siempre a su hogar. La verdad es no pude evitar un escalofrío mientras, en medio de una oscuridad claustrofóbica, el guía relataba lo que allí se vivió, con tono solemne y todo lujo de detalles: personas hacinadas sobre sus propios excrementos, rodeadas de cadáveres de otros compañeros que morían de hambre o enfermedades; mujeres violadas… Una experiencia dura pero necesaria para entender lo ocurrido en esa época.
Tras la visita guiada me pude quedar en el castillo todo el tiempo que quise, haciendo fotos y contemplando con calma cada rincón. A parte de las Mazmorras me gustó el enorme Patio; los aposentos del Gobernador; y la Terraza principal, con una hilera de cañones oxidados; montones de balas; y una panorámica genial del Puerto pesquero, con embarcaciones tradicionales, abueletes reparando sus redes, y un laberinto de estrechas callejuelas y chabolas.
2. Museo: contiene numerosos objetos relacionados con el comercio de esclavos, como grilletes o sellos utilizados para marcar a la gente como si fuera ganado; y paneles explicativos que ayudan a entender mejor la magnitud de la tragedia. Se estima que alrededor de 12 millones de Africanos fueron enviados al Nuevo Mundo hasta la abolición de la esclavitud, con un impacto difícil de imaginar.
COMIDA: CASTLE RESTAURANT
Al salir del castillo ya era mediodía y el sol apretaba así que decidí sentarme a comer en el Castle Restaurant. Está ubicado al borde del mar, con el relajante sonido de las olas, y no había ni rastro de turistas. Tras ocupar una mesa de la terraza me atendió una chica muy amable, pero la comunicación fue algo difícil porque el Inglés de Ghana es peculiar y a veces cuesta entenderse (por ejemplo Cape Coast se pronuncia «Cape Cust«).
En el menú había varios platos occidentales pero yo decidí probar una especialidad local: el Agushi. Se trata de una espesa salsa de color marrón elaborada con semillas de melón, y en mi caso acompañada de arroz blanco y un trozo de pescado. No estuvo mal y llené el estómago, aunque hubiera preferido carne en lugar de pescado. Para beber pedí una botella de agua fría. Precio: 17C.
Para acabar la jornada me senté en la terraza del Baobab Moringa Restaurant, situado junto a la avenida principal. Se trata de un local que funciona como hotel, restaurante y tienda de recuerdos. Está gestionado por la Baobab Children Foundation, con lo cual teóricamente el dinero gastado se destina a fines benéficos. Pero es que además preparan unos zumos naturales deliciosos por tan solo 8C. Su especialidad es la Moringa, un árbol tropical de cuyas hojas se extrae una sabia de color verde. Yo primero cometí el error de pedir un zumo de Moringa y Jengibre y acabé echando fuego por la boca (¡no tenía ni idea de que el jengibre era tan picante!), pero después acerté con el de Moringa y Piña.
A las 18h empezó a oscurecer y regresé a mi hotel pasando por la calle Ntsin, con docenas de puestos de comida (principalmente pescado). Ya en la habitación dediqué el resto de la jornada a leer y descansar; y solventé la cena picando unas galletas.
VIAJE CAPE COAST – ELMINA
Al día siguiente me desperté con mi alarma sonando a las 6.30h tras una noche desapacible por varios motivos: ruidos externos (música; una mezquita llamando a la oración) e internos (un vecino hablando a gritos, un empleado llamando a mi puerta para comprobar si me había dejado el grifo abierto); mosquitos picándome en los pies; y un calor horrible. Estaba agotado y me quedé en la cama media hora más haciendo el vago. A continuación me puse en pie; desayuné una botella de zumo de Moringa y Piña; preparé mi mochila pequeña; y salí al exterior, donde ya lucía un sol radiante.
El plan de la jornada era visitar Elmina, una población situada tan solo 12km al oeste de Cape Coast. La alternativa más económica para llegar es el taxi compartido, así que caminé tranquilamente hasta la Calle Jackson, donde se encuentra la parada, localicé el vehículo y me senté a esperar al resto de pasajeros. Costó más de lo habitual al ser domingo, pero en apenas 20 minutos estábamos todos y nos pusimos en marcha.
El trayecto fue impecable. Viajé cómodamente en el asiento delantero (ubicado en la parte izquierda, como en Inglaterra); contemplé un bonito paisaje, con playas y palmeras; y solo pagué 3C. Eso sí, el taxista tuvo tiempo de discutir con todo el mundo, desde un pasajero que le quería pagar menos dinero y acabó expulsado del taxi hasta el conductor de un vehículo que se cruzó de forma imprudente. Te aconsejo bajarte del taxi antes de llegar al centro de Elmina y hacer a pie el tramo final siguiendo la costa. De esta forma podrás disfrutar de una magnífica panorámica del castillo, ubicado en un extremo de una península, con una luz perfecta para la fotografía.
VISITANDO ST. GEORGE CASTLE
*Horario: 9h – 17h
*Precio: 40C
*Fotografía: ok
Elmina es el primer lugar que eligieron los Portugueses para establecerse en la Costa do Ouro y comerciar con los reinos Akan de la zona. Aquí construyeron en 1482 un castillo que recibió el nombre de Sao Jorge da Mina. Está considerado como el edificio colonial más antiguo que se conserva en el África subsahariana, aunque durante todo este tiempo ha sufrido importantes reformas y ampliaciones.
Tras el dominio Portugués, a mediados del siglo XVII aparecieron los Holandeses, con unas ganas enormes de hacerse con el control de las rutas comerciales del oro. Tanto que en cuestión de pocos años habían expulsado por completo a los Portugueses de sus asentamientos. En el caso de Elmina, tras algún ataque fallido desde el mar, en 1637 los Holandeses tomaron la cercana colina de St. Jago Hill, donde ubicaron unos cañones con los que bombardearon el castillo hasta que sus ocupantes se rindieron. Elmina se convirtió en el centro administrativo de la Costa de Oro Neerlandesa; y St. George Castle comenzó a crecer hasta alcanzar su aspecto actual, rivalizando con los Ingleses que operaban desde la vecina Cape Coast.
Para acceder al castillo caminé hasta la entrada, esquivé a unos lugareños que me intentaban vender algo, y pagué el billete.
La visita a St. George Castle consta de dos partes:
1. Castillo: se recorre junto a un guía local, que durante media hora me enseñó los rincones más interesantes (primero solo y después se acoplaron dos turistas italianos). A nivel arquitectónico me gustó más que el de Cape Coast, por sus dimensiones y por los diferentes elementos decorativos (arcos, escaleras…). Y encima no coincidimos con otros visitantes (en el de Cape Coast había numerosos turistas y algún grupo escolar). De nuevo la parte más impactante son las Mazmorras donde se almacenaba a los esclavos. Pude acceder a los recintos de hombres y mujeres; a la celda de castigo (donde la oscuridad era total y no había ventilación); y crucé la «Puerta de No Retorno«. Mientras, el guía no paraba de relatar historias de muerte, torturas y violaciones. Sin duda otra experiencia inolvidable.
Después de la visita guiada me quedé un rato paseando a mi aire por el castillo, haciendo todas las fotos que quise. Me encantó la magnífica panorámica que ofrece la Terraza, con la playa de arena dorada, embarcaciones tradicionales, niños jugando a fútbol, y vendedores ambulantes con sus productos sobre la cabeza. Mi cámara de fotos echaba humo.
2. Museo: ocupa una pequeña capilla construida por los Portugueses en el centro del Patio. Allí pude ver numerosos objetos de la época, que junto a los diferentes paneles explicativos me ayudaron a entender mucho mejor la historia de Elmina y su castillo.
EL PUERTO DE ELMINA
Cerca de St. George Castle se encuentra el Puerto pesquero de Elmina. La pesca es el motor económico de Elmina y la actividad de este lugar es frenética. Alcanza su cenit en la Lonja, donde cientos de personas reciben a las barcas que llegan de faenar y distribuyen a toda velocidad las capturas del día. La imagen es sencillamente espectacular, pero si los lugareños te ven por allí haciendo fotos te puedes meter en un buen lío. Te recomiendo buscar puntos elevados situados a cierta distancia para hacer fotos panorámicas y exprimir al máximo el zoom de tu cámara. Uno de esos puntos es obviamente la Terraza de St. George Castle.
Otro es un pequeño puente que sortea el río Benya camino del castillo. Aquí estuve un buen rato observando el Puerto, con los pescadores reparando sus redes; barcas entrando y saliendo; vendedores ambulantes; hombres descargando de las barcas cubos de plástico llenos de peces; mujeres limpiándolos allí mismo… La atmósfera era única. Además, justo debajo del puente se agolpaba una multitud alrededor de un predicador que no paraba de recitar plegarias con un micrófono. La gente sostenía en alto una bolsita de agua (imagino que para ser bendecidas); y rezaban con los ojos cerrados gritando «Amén».
COMIDA: COCONUT GROVE BRIDGE HOUSE
Tras caminar sin parar durante toda la mañana, decidí sentarme a comer y evitar la parte central del día, porque el calor era muy molesto. Elegí el Coconut Grove Bridge House por varios motivos: terraza amplia, con sombrillas y música agradable; ubicación perfecta, justo enfrente del castillo y con vistas al Puerto pesquero; y unas camareras amables y sonrientes. Se trata del restaurante de un hotel con buenas críticas, aunque los precios se salían de mi presupuesto.
Aquí decidí probar una especialidad local: el Red Red Chicken. Consiste en trozos de pollo deshuesado con salsa de tomate y cebolla, acompañados de judías y plátano frito. El plato estaba delicioso y aunque la ración era más que generosa no sobró nada. Eso sí, tardó más de 45 minutos en aparecer. Por suerte no tenía prisa y maté el tiempo acompañado de una cerveza Club bien fría. Para comer pedí otra, pero esta vez pequeña. Precio: 40C.
Después de comer me dediqué a descansar, esperando a que el sol perdiera algo de fuerza. La ubicación del restaurante me permitió observar el día a día de la gente sin llamar la atención. Aunque el escenario no era apto para todos los públicos: lugareños vestidos con harapos; niños que me miraban comer con ojos como platos; olores punzantes; y moscas por todas partes (una camarera encendió una espiral en mi mesa y las mantuvo algo a raya).
MAS LUGARES DE INTERES
Una vez con el estómago lleno continué mi recorrido por Elmina. Esto fue lo más destacado:
1. Altares Posuban: se trata de locales donde se reúnen las diferentes sociedades Asafo del pueblo. Estas sociedades, típicas de la etnia Akan, son grupos de elegidos que antiguamente se ocupaban de la defensa contra ataques enemigos y ahora ejercen una función similar a las comunidades de vecinos. Además se dedican a mantener vivas las tradiciones, y tienen una cierta influencia en el panorama cultural y político de Elmina.
Las sociedades están numeradas, con el 1 para la de mayor antigüedad. Y las fachadas de sus locales están decoradas con altares que reproducen escenas surrealistas. Por ejemplo, la número 5 cuenta con un velero y sus oficiales firmes al lado; en la número 2 hay un monje con una túnica azul rodeado de otras personas: y la número 4 (mi favorita) luce una particular recreación de la historia de Adán y Eva. Una pena que la verja estaba cerrada y no pude hacer buenas fotos.
2. St. Jago Hill: una colina situada justo enfrente de St. George Castle. Desde aquí las vistas de Elmina son épicas, con el río Benya perdiéndose en el horizonte; barcas amarradas en ambas orillas; y el mar de fondo. La pega es que se trata de un lugar muy solitario y te recomiendo precaución. Yo subí con el corazón a mil por hora mirando en todas direcciones por si aparecía alguien con intenciones oscuras. Aunque no paré de hacer fotos.
La colina está coronada por el Fuerte St. Jago, construido por los Holandeses para evitar que alguien les expulsara de St. George Castle utilizando el mismo método que ellos con los Portugueses. Yo no tenía pensado visitar el interior, pero el amable chaval encargado de vigilar el Fuerte me animó a hacerlo. También ayudó el reducido precio de la entrada (solo 10C); y la posibilidad de disfrutar de unas vistas aun mejores. Fue todo un acierto, porque el chaval me dejó pasear a mi aire, y en ese momento era el único turista del recinto. Aunque hubo momentos de tensión mientras subía a la torre principal por una endeble escalera de madera que crujía bajo mis pies. Al marcharme me sorprendió descubrir que el chaval vivía con su mujer e hijos en una de las estancias del Fuerte. Me pareció un sitio inmejorable.
3. St. Joseph’s Cathedral: construida en 1880, fue la primera iglesia Católica de Ghana. Ocupa la cima de una colina donde se llega siguiendo unas interminables escaleras, pero el ascenso merece la pena. De camino pasé junto al antiguo Cementerio Holandés, lleno de cruces blancas y viejas lápidas. Y me acompañaron dos niñas con las que me reí un rato. No paraban de preguntarme cosas, llenas de curiosidad; chocábamos manos; y me llamaban «Obroni«, que en Ghana significa «hombre blanco» y se aplica a los occidentales. Aunque cuando empezaron a pedirme dinero me despedí de ellas porque no me gusta fomentar estas prácticas.
La puerta de la iglesia estaba cerrada y no pude visitar el interior. Menos mal que la panorámica compensó el esfuerzo. Ante mí se desplegaba un mar de edificios de la época colonial con fachadas de colores; el Fuerte St. Jago; y el serpenteante río Benya. Un lugar inmejorable para despedirme de Elmina. Tras este gran momento bajé al pueblo; caminé hasta la parada de taxis compartidos; y regresé a Cape Coast. Allí me estaba esperando la terraza del Baobab Moringa Restaurant y un refrescante zumo de Piña y Moringa.
CONCLUSION
Las poblaciones de Cape Coast y Elmina deberían figurar en cualquier itinerario por Ghana, gracias a sus espectaculares castillos coloniales que jugaron un papel clave en el comercio de esclavos de la zona. Te recomiendo dedicarles 2 días completos, uno para cada población, descubriendo sin prisas los secretos de sus Cascos Antiguos. Aunque si vas muy justo de tiempo y tienes que elegir solo una te aconsejo Elmina, donde además del castillo podrás contemplar un Puerto pesquero lleno de ambiente y los llamativos altares Posuban.
A lo largo de la costa de Ghana hay muchas otras construcciones de la época colonial. De hecho la Unesco incluye en su lista del Patrimonio de la Humanidad más de 25, entre fuertes, castillos y ruinas en diferentes estados de conservación. Pero si no eres un experto en la materia considero que visitar los castillos de Cape Coast y Elmina es más que suficiente.
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