Una ruta de largo recorrido por la costa del Mediterráneo que pasa junto a antiguas ruinas del Reino de Licia, bosques de pinos y calas de aguas turquesa
El Camino Licio es un sendero de larga distancia que recorre la Península de Tekke, situada al sur de Turquía, un territorio que en el pasado pertenecía al Reino de Licia. El Camino Licio también es conocido como Lycian Way (inglés) o Likya Yolu (turco). Consta de 500km divididos en 27 etapas y se suele realizar de oeste a este, con inicio en las afueras de Ovacik y final en Hisarçandir, cerca de Antalya. El recorrido cruza paisajes espectaculares, aunque también incluye algún tramo totalmente prescindible.
Esta ruta fue diseñada en 1999 por Kate Clow y saltó a la fama al año siguiente, cuando el periódico Sunday Times la incluyó en una lista de las 10 mejores rutas de trekking del mundo (una afirmación más que discutible). Yo a pesar de contar con el tiempo necesario decidí realizar solo 10 etapas, entre Ovacik y Kas, caminando más de 150km.
PREPARANDO EL CAMINO LICIO
La mejor época para recorrer el Camino Licio es durante los meses de Primavera y Otoño. En Verano el calor y la humedad son asfixiantes; y en Invierno el frío y la lluvia complican la ruta. Yo realicé el Camino Licio entre abril y mayo, y aun así hubo días donde no paré de sudar, caminando bajo un sol implacable.
Hay diversas guías en el mercado con datos prácticos para seguir el Camino Licio, pero yo no utilicé ninguna, así que no puedo recomendar. Durante mi recorrido utilicé dos apps para móvil:
*Lycian Way: la app para móvil oficial de la ruta (gratuita). Incluye un mapa muy básico con información de todos los lugares de interés; y utiliza el GPS para ubicar tu posición (ideal para saber si estás siguiendo el camino correcto, o cuánto falta para llegar a algún lugar concreto).
*Google Maps: me sirvió en una ocasión en la que me perdí, para enlazar de nuevo con la ruta.
Aunque un día me encontré a una chica rusa que utilizaba un sistema aun mejor: se había bajado un archivo con la ruta del Camino Licio en la app para móvil maps.me (gratuita); y podía seguirla con un grado de precisión espectacular, sin necesidad de estar conectada a internet (la app también utiliza el GPS). No la probé personalmente en el Camino Licio, pero con el tiempo maps.me se convirtió en una app imprescindible en mis viajes.
En general, a excepción de algunas zonas concretas, la señalización del Camino Licio es adecuada. Hay tres tipos de indicaciones:
*Marcas de pintura roja y blanca: son las más frecuentes. Además en los cruces de caminos lo habitual es que en las opciones incorrectas aparezca una x roja.
*Carteles amarillos: con Likya Yolu escrito, indicando la distancia entre dos lugares.
*Montones de piedras que la gente crea en zonas donde las marcas de pintura escasean o sencillamente desaparecen. Me salvaron la vida en varias ocasiones.
Para más información referente al alojamiento, comida y equipo necesario, puedes consultar mi post Camino Licio II.
ETAPA 1: OVACIK – FARALYA – 12km
Mi primera jornada del Camino Licio empezó tras una noche realmente apacible en El Camino Hostel de Fethiye. A continuación subí a la terraza a desayunar; y preparé mis mochilas: la grande con lo necesario para la ruta (sin saber cuántos días iba a estar caminando); y la pequeña con el resto, que dejé en el hostel hasta mi regreso.
Tras desalojar el dormitorio caminé hasta la Terminal de Dolmus y al momento ya estaba subido en un vehículo rumbo al comienzo del Camino Licio (4,5L). Por error me bajé en el centro de Ovacik, cuando el inicio está en las afueras, así que me tocó coger otro dolmus, que me cobró 3L por un breve trayecto. Al menos aproveché para comprar comida en un súper; y hablé con el encargado de una agencia de viajes.
El segundo dolmus me dejó en un punto de la carretera desde el que caminé en dirección al Montana Pine Resort. Y poco antes de llegar encontré el arco que marca el punto de partida oficial del Camino Licio. Allí me hice las fotos de rigor y empecé la ruta. Al principio avancé por una carretera asfaltada sin mucha gracia. Pero a medida que fui ganando altura apareció a mi derecha una panorámica espectacular de la Playa de Olüdeniz, con su arena blanca y aguas color turquesa. También había varias personas haciendo parapente (una actividad muy popular en la zona). Me detuve un montón de veces a contemplar las vistas, pasando junto a grupos de lugareños de picnic (era domingo). Y hasta charlé con unos simpáticos policías que me pidieron una foto.
Más tarde aumentó el desnivel y afronté los momentos más duros de la jornada: una subida interminable, en la parte central del día, bajo un sol de justicia. Sudé a mares y comencé a notar el peso de la mochila, pero me entretuve grabando vídeos con mi GoPro y con paciencia alcancé el punto más alto. Además el sendero estaba perfectamente señalizado, con numerosas marcas de pintura. Desde allí un camino me llevó hasta Kozagaç, una población minúscula sin ningún tipo de servicios donde hice un alto para llenar mi cantimplora en una fuente (esquivando a las abejas). También conocí a un grupo de chavales de Estambul y charlamos unos minutos.
Al poco de dejar atrás Kozagaç el paisaje cambió por completo y aparecí frente a una enorme cadena de montañas cubiertas de bosques entre las que destaca el Monte Babadag. Después el sendero se convirtió en una carretera asfaltada y volvió a empinarse. Hubo un punto en el que dudé por donde continuar, hasta que aparecieron los chavales turcos y una pareja de alemanes, y me indicaron el camino correcto.
El caso es que me puse a hablar con la pareja (por la mañana les había visto en el primer dolmus que cogí) y seguimos el resto del camino juntos. Eran de Brehmen: ella profesora, disfrutando de una excedencia de un año; y él había dejado su trabajo. Estaban viajando por el mundo sin prisas, caminando todo lo posible. La mujer era mucho más habladora y agradable, mientras que el marido se dedicó casi todo el tiempo a liderar el grupo. A continuación pasamos por la población de Kirme, donde nos sentamos un rato a tomar un zumo de naranja natural (lleno de semillas, pero me invitó el alemán). Y estuvimos explicando anécdotas de viaje.
Los 4km finales fueron realmente sencillos, casi siempre en suave descenso, atravesando un paisaje de altas montañas; bosques de pinos; prados llenos de coloridas flores; y fuentes de agua cristalina. De vez en cuando pasábamos junto a cabras de largo pelaje o alguna vaca. Era la tercera vez que la pareja hacía la ruta, así que su compañía me permitió olvidarme de las marcas del camino. Al final llegamos a Faralya, una aldea situada en un entorno natural impresionante, al borde de un profundo cañón conocido como el Valle de las Mariposas, y con el mar de fondo. Una gran primera jornada de Camino Licio.
ALOJAMIENTO: GEORGE HOUSE – 75L/Noche
*Puntos a favor: ubicación espectacular, frente al mar y a escasos metros del cañón; cena y desayuno incluidos en el precio; buena limpieza en los lavabos; duchas con agua caliente; bebidas frías disponibles (apuntas en una libreta lo que consumes y pagas al final).
*Puntos en contra: espacio muy reducido para plantar la tienda y con un terreno durísimo; lugar muy popular (hasta apareció un grupo de chavales con maletas).
La pareja me explicó maravillas de este camping y como se iban a alojar aquí les seguí. Cuando llegamos todos los bungalows estaban ocupados (una pena porque solo costaban 100L) y la única opción era plantar la tienda, así que acepté a regañadientes. Me costó bastante, porque hacía años que no la utilizaba; y además me faltaban piquetas (había comprado unas nuevas que me dieron problemas y la tienda quedó hecha un churro). Pero bueno, al final lo conseguí y me fui a pegar una ducha, porque estaba empapado en sudor. A continuación me tomé una cerveza Efes sentado en una mesa de madera exterior (18L); y disfruté de un atardecer espectacular, con el sol hundiéndose en el mar y el cielo teñido de color naranja.
A las 19.30h llamaron a cenar tocando una campana. El menú consistió en un buffet libre con varias opciones: verduras, pimientos rellenos, espirales de pasta… Yo me serví un plato y me senté junto a otra pareja de alemanes (Johannes y Saskia) y una chica (Petra, alemana para variar). Y al poco estábamos charlando animadamente, con bromas constantes. Justo lo que había echado tanto en falta en anteriores alojamientos. Rematé la cena con unos dulces estilo baklava y un té con miel. Todo muy rico.
Johannes no paró de intentar emparejarme con Petra, mitad en broma mitad en serio. Y de hecho nos dejaron solos cuando la gente ya se había ido del comedor. Pero no tardé en refugiarme en mi tienda. Los chavales de las maletas salieron de fiesta, y la noche hubiera sido muy tranquila… de no ser por un tipo en la tienda de al lado que no paró de roncar. ¿Por qué todo el mundo a mi alrededor ronca? Esto es una epidemia…
EN EL VALLE DE LAS MARIPOSAS
Al día siguiente mi alarma sonó a las 7h tras una noche desapacible. El suelo estaba lleno de piedras y como no tenía colchoneta me desperté un montón de veces. Pero bueno, ya en pie me vestí y a las 8h sirvieron el desayuno en el comedor del camping. Otro buffet libre bastante completo, con quesos, olivas, tomate, pepino, huevo duro, Nutella, té… Aquí probé por primera vez el yogurt con miel (¡delicioso!). Petra desayunó conmigo y la pareja de alemanes se quedó en una mesa exterior.
Una vez con el estómago lleno decidí pasar la primera parte del día explorando el Valle de las Mariposas. Varias personas me habían recomendado bajar desde George House, indicando que el camino no era sencillo, pero a pesar de todo decidí lanzarme. Mientras, Johannes y Saskia continuaron la ruta estándar; y Petra optó por una alternativa. Así que nos despedimos con abrazos y un par de selfies.
El descenso hasta el fondo del Valle de las Mariposas fue toda una descarga de adrenalina. Completamente solo, afrontando pasos realmente delicados (un resbalón te manda al vacío), con varios tramos tan inclinados que había que utilizar cuerdas (uno de ellos era totalmente vertical). Teniendo en cuenta mi miedo a las alturas fue todo un reto que logré superar con nota, avanzando poco a poco, vigilando donde ponía cada pie y sudando a mares. La anécdota se produjo cuando al acabar descubrí un cartel que prohibía utilizar esa ruta. Y yo tenía que volver por allí…
A continuación me dirigí a la playa, un rincón paradisíaco con arena blanca, aguas turquesa y las montañas de fondo. Además solo había 5 o 6 turistas, que me vinieron genial para hacerme una foto. Eso sí, al cabo de media hora, mientras paseaba por la orilla, aparecieron dos barcos piratas con música a todo volumen y descargaron una multitud que arruinó la atmósfera. Así que aproveché para caminar hacia el lado opuesto, adentrándome en el valle. En teoría había que pagar 6L, pero al alojarme en George House me salió gratis.
Fue un bonito paseo, caminando entre flores, mariposas (de ahí el nombre del valle) y buenas vistas del cañón, con sus paredes de color naranja. Al final del valle se encuentra la Cascada Selale, pero el río bajaba con mucho caudal y para llegar hasta ella había cruzarlo. Así que como la cascada no era nada del otro mundo y había un montón de turistas, decidí dar media vuelta. El ascenso de regreso a Faralya fue otra experiencia épica. Los tramos de cuerda pusieron al límite mi capacidad de aguante, y el calor era horrible. Pero con paciencia alcancé la zona de acampada de George House. Y como premio me tomé una cerveza Efes helada (18L), sentado a la sombra, contemplando el valle.
Después me tocó desmontar la tienda, preparar la mochila, pagar… Vamos, que al final me puse en marcha a las 14.30h, y tenía toda la etapa por delante.
ETAPA 2: FARALYA – ALINCA – 14km
Para continuar el Camino Licio tuve que volver al centro de Faralya, y desde allí caminé hacia las afueras por un tramo de carretera asfaltada. Al cabo de unos minutos me desvié a la izquierda por un sendero, y comencé una fuerte subida que me dejó agotado, porque era la parte central del día y el sol apretaba. Después el sendero avanzó por un prado con vistas de enormes montañas, entre ellas el Monte Babadag; y perdió altura hasta llegar a la población de Kabak, donde hay 2 opciones:
*Bajar hasta la playa de Kabak desviándome de la ruta principal y retomarla más adelante (esta opción añade más distancia y metros de desnivel a la jornada).
*Continuar ganando altura hacia Alinca.
Como era bastante tarde y ya había visitado una playa insuperable esa mañana elegí la segunda opción, y subí por una carretera con una pendiente infernal. Al menos pude contemplar una panorámica perfecta de la playa de Kabak. El agua tenía manchas amarillas y al principio pensé que se trataba de productos químicos, pero luego me explicaron que es el polen que desprenden las plantas.
Pronto se abrió ante mí un valle espectacular, con imponentes montañas cubiertas de bosques, y alterné más subidas con tramos llanos. De camino vi una graciosa tortuga de tierra; un enorme lagarto Agama sobre una roca lejana; una lagartija de color verde; una tumba moderna (imagino que de alguien conocido); piqué una barrita de chocolate… Y de forma inesperada me encontré con Johannes y Saskia, que venían de la playa de Kabak (habían estado comiendo allí).
Con ellos cubrí el resto de la etapa. Su ritmo era más lento que el mío, pero como iba bastante cansado ya me vino bien, y fuimos charlando. El ascenso no dio tregua, y al tener el sol de cara no paré a hacer fotos. Yo pensé que se nos hacía de noche porque costaba un mundo cubrir cada kilómetro, pero al final llegamos a Alinca antes de las 19h.
ALOJAMIENTO: CASA PRIVADA – 100L/Noche
*Puntos a favor: salón enorme; sofá-cama muy cómodo; ducha perfecta (utilicé la de los dueños); limpieza impecable; tranquilidad total por la noche (no había otros huéspedes a parte de la pareja alemana); cena y desayuno incluidos en el precio.
*Puntos en contra: baño exterior, situado en una caseta de ladrillo, estilo turco y con un fuerte olor; cena algo escasa.
Alinca es una aldea minúscula y las opciones de alojamiento no abundan, pero yo quería evitar plantar mi tienda de campaña. La primera pensión estaba completa, con un enorme grupo de turistas. Y la segunda tenía habitaciones a 130L, pero había unos rusos alojados que no me inspiraron confianza. Así que acompañé a Johannes y Saskia hasta su alojamiento (habían hecho todas las reservas a través de una agencia de viajes alemana).
Al principio me llevé un chasco, porque la pensión era una casa privada y solo tenía una habitación disponible. Pero cuando ya estaba a punto de regresar al segundo alojamiento la dueña me ofreció dormir en un salón anexo a su vivienda y acepté sin dudarlo. Estaba destrozado, y ni siquiera tuve fuerzas para salir a contemplar la puesta de sol.
La cena fue a las 20h en una mesa junto a mi habitación. El menú consistió en sopa, judías verdes con salsa, ensalada y arroz blanco. Para beber agua(estaba seco); y 3 tés con miel y limón. Los alemanes estaban eufóricos, y no paraban de dar las gracias y decir que todo estaba delicioso, pero yo encontré la cantidad un tanto pobre (quizás al esperar solo 2 personas…). Tras la cena y un rato de charla (rodeados de insectos enormes) nos despedimos y me fui a dormir.
ETAPA 3: ALINCA – BEL – 15 km
La jornada comenzó a las 7.30h tras una noche de sueño impecable. A continuación me vestí, y a las 8h estaba listo para desayunar en la misma mesa de la cena. Había de todo y acabé realmente lleno, porque Johannes y Saskia no parecían tener mucha hambre. Comí quesos, olivas, pepino, tomate, huevo duro, tortilla francesa, pan con mermelada de cereza, té con miel… Todos los productos eran caseros, elaborados por la propia familia, y estaban deliciosos. Antes de ponerme en marcha compré una botella de agua grande (5L).
Como vi que la pareja de alemanes aun no estaba lista, me despedí y comencé a andar a las 9.30h. Fue un momento de dudas sin saber qué hacer, pero ellos tampoco insistieron en que les acompañara así que imagino que querían pasar tiempo solos.
El inicio de la etapa fue bastante llevadero: primero un suave descenso, y después una subida con vistas espectaculares de la costa. La zona se llama Los Siete Cabos, con bosques y playas de aguas color turquesa como la de Kumsal. Durante este tramo coincidí con un enorme grupo de turistas croatas, pero avanzaban muy lentos y tras adelantarles no les volví a ver. Más tarde llegué a un cruce donde arranca una ruta alternativa del Camino Licio que pasa por las ruinas de Sidyma. Aunque es más larga y tenía previsto visitar otras ruinas, así que continué por la ruta estándar.
Después pasé junto a campos de cultivo; cajas de madera con panales de abejas (vi a un lugareño vestido con traje de apicultor); y una antigua cisterna de agua. Y conecté con una carretera asfaltada que al cabo de 3km me dejó en la población de Gey. Allí me senté en un local a beber una Fanta (4L) mientras charlaba con dos chavales de Estambul (médicos de vacaciones); compré comida en una tienda cercana por si el día se torcía (8L); y seguí caminando.
Para llegar a la población de Bel tuve que sortear un profundo valle. Durante un buen rato caminé por estrechos senderos situados a media altura donde tenía que medir muy bien cada paso, porque había pequeñas piedras y un resbalón me enviaba al fondo del barranco. Además la mochila no ayudaba a mantener el equilibrio. Hubo algún punto complicado, pero con paciencia avancé sin incidentes. El tramo final fue una subida constante bajo un calor abrasador. De vez en cuando aparecían grupos de ovejas o cabras que salían disparadas al verme; algún lagarto; y lagartijas de color verde. Y llegué a Bel empapado en sudor, con los hombros doloridos por el peso de la mochila y los pies llenos de rozaduras.
En el primer local que vi paré a recuperarme: me tomé dos Fantas heladas (10L); piqué unos cacahuetes que había comprado en Gey; y me puse una tirita en una de las rozaduras. De nuevo coincidí con los médicos de Estambul y continuamos la charla. La Etapa 3 del Camino Licio acababa en Bel, pero eran las 15.30h y todavía quedaban horas de luz, así que decidí continuar, a pesar de estar bastante cansado.
ETAPA 4: BEL – PATARA – 17km
Al principio avancé por una pista de tierra de escaso desnivel hasta la población de Belcegiz. Y después atravesé un bosque realmente atmosférico, siguiendo un sendero cubierto de hojas de pino que mis pies agradecieron. Pero a continuación inicié un vertiginoso descenso hasta la costa que me hizo sudar tinta. El desnivel era importante y había muchas piedras sueltas que, o me hacían resbalar, o se me clavaban en las plantas de los pies y me hacían un daño tremendo. Tanto que por primera vez en el Camino Licio utilicé mis bastones. Además tuve que sortear delicados senderos aéreos, con el corazón a mil por hora. Así que caminé poco a poco, con el sol cada vez más cerca del horizonte.
Fue una demostración de paciencia y capacidad de sufrimiento, hasta que por fin llegué a las afueras de Gavuragili. A esas alturas ya eran las 18.30h y llevaba 9 horas caminando, con solo dos paradas muy breves. La verdad es que me arrepentí de no haberme quedado a pasar la noche en Bel.
ALOJAMIENTO: PARK ORMAN KARADERE – 130L/Noche
*Puntos a favor: bungalow enorme de 2 plantas; cama doble muy cómoda; baño privado; mobiliario moderno; limpieza impecable; wifi rápido; ubicación genial, a escasos metros de una playa de aguas cristalinas; tranquilidad total por la noche; precio; cena y desayuno incluido.
*Puntos en contra: mando de la ducha perdía agua (me di cuenta demasiado tarde, porque estoy seguro que me hubieran cambiado de bungalow); cena y desayuno algo escaso.
Al igual que en Alinca, encontrar alojamiento en Gavuragili no fue sencillo. La pensión donde había planeado dormir estaba cerrada; y al lado vi un hotel de lujo con precios alejados de mi presupuesto. Así que tuve que caminar hasta el centro del pueblo. Mientras buscaba alguien para preguntar pasé junto a un perro no muy grande pero realmente violento, que no paraba de ladrar. La mala suerte me obligó a desandar el camino. Yo al principio intenté ignorarle, pero cuando se me acercó ladrando cometí el error de encararme con él, y entonces se lanzó a por mí. Resultado: salí corriendo (otro error), cagándome en todo, mientras el perro me perseguía mordiéndome un par de veces el pantalón.
Cuando ya empezaba a desesperarme vi un cartel anunciando un camping que no tenía controlado y caminé hacia la entrada. A partir de aquí mi situación cambió de forma radical: el encargado me recibió con un par de tés de cortesía; y conseguí un bungalow por un precio más que ajustado (apreté y me rebajaron 20L). Eso sí, estaba muerto, con los pies destrozados, y hasta la hora de la cena me quedé tumbado en la cama sin fuerzas para nada.
A las 20.30h fui al restaurante del camping para cenar y ya tenía la mesa preparada. No fue un menú muy abundante pero estuvo rico y tampoco tenía demasiada hambre. Cené una Ensalada; Pollo a la plancha con patatas fritas y verduras; y agua. En el comedor no había nadie más, así que cuando acabé regresé a mi bungalow.
FINAL DE ETAPA EN PATARA
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 7.30h. Por la noche dormí como un tronco y me encontraba con energías renovadas para continuar la ruta. El desayuno fue algo justo, en línea con la cena de la noche anterior: un plato con pequeñas porciones de los productos habituales (queso, tomate, pepino, olivas, huevo duro, pan con mermelada y mantequilla…), y 2 tazas de té.
Después me acerqué un momento a la playa de Gavuragili, completamente desierta, con piedras blancas y aguas transparentes. De camino pasé junto a varias tiendas de campaña con gente que había pasado la noche en los alrededores. Me hubiera quedado un rato pero tocaba ponerse en marcha, así que desalojé el bungalow; me despedí del encargado; y a las 10h empecé a caminar.
La primera prueba del día consistió en volver a pasar por el territorio del perro que me atacó. Reconozco que iba nervioso y hasta me guardé un trozo de embutido del desayuno para intentar calmarle, pero por suerte no hizo falta porque no estaba. El sendero continuó subiendo sin parar, cruzando un bosque solitario, y parecía que mis pies se habían recuperado.
Cuando llegué al punto más alto pude contemplar una bonita panorámica, con la desembocadura del río Esen formando una llanura pantanosa cubierta de invernaderos; las ruinas de Pydnai; la Playa de Patara; y las montañas nevadas de fondo. Allí me quedé un rato haciendo fotos, y después comencé el descenso a la playa. En ese momento me di cuenta que mis pies no estaban en condiciones. Las rocas me hacían un daño horrible y cada paso era un suplicio.
El sendero atravesó las ruinas de Pydnai, una antigua fortaleza de forma rectangular con varias torres defensivas y murallas construidas con piedras poligonales que encajan a la perfección. El interior estaba cubierto de arbustos. Al final crucé el río Esen por un puente de madera tambaleante; y llegué al extremo occidental de la Playa de Patara. Apenas llevaba un par de horas caminando y ya cojeaba, así que decidí hacer un alto.
Primero entré en el bar del camping Patara Green Park. Allí me senté en una mesa del comedor y cayeron 3 latas de Fanta que me devolvieron la vida (15L). También vi a los dos médicos de Estambul, que habían pasado la noche allí, y charlamos un rato. Después dejé la mochila en el bar y me fui a dar un paseo por la playa de Patara. Es una extensión de arena enorme, con más de 18km de longitud. Y no tardé en quitarme las zapatillas y meter mis doloridos pies en el agua. Me sorprendió la escasa profundidad de la playa; y su mínimo desarrollo (en lugar de hoteles y restaurantes había dunas de arena y arbustos). El lugar estaba casi desierto, con alguna familia de lugareños pasando el rato (como la arena es muy compacta aparcan sus vehículos a pocos metros de la orilla).
De esta forma tan relajada acabé la etapa 4 del Camino Licio.
ETAPA 5: PATARA – KINIK – 13km
Después de descansar en Patara, a eso de las 13.30h, me despedí del Patara Green Park y comencé una nueva etapa del Camino Licio. La peor con diferencia de todas las que había realizado hasta ese momento, por varios motivos:
1. Como la zona está llena de invernaderos, cuando se trazó el Camino Licio no hubo opción de buscar senderos alternativos, y toda la etapa discurre por pistas asfaltadas.
2. Las marcas rojas y blancas del Camino Licio brillan por su ausencia. Yo acabé desviándome del sendero y al final gracias a mis mapas conseguí retomarlo, pero la sensación de inseguridad fue constante.
3. El paisaje es muy feo: una sucesión interminable de invernaderos (principalmente para el cultivo de tomates) y viviendas modernas.
4. No paraban de pasar vehículos (tractores, camionetas, motos…); y a veces a escasos centímetros, porque la pista es muy estrecha.
5. Durante la ruta me atacaron dos perros. El primero, un pastor alemán que por suerte estaba atado. El segundo, un perro bastante grande que al pasar se lanzó hacia mí. Yo al principio me limité a apartarme un poco porque tenía una cadena en el cuello. Pero resultó que la cadena no estaba sujeta en ningún sitio y el perro me rodeó, ladrando y mordiéndome el pantalón, hasta que le pude dejar atrás. Eso sin contar otros perros que al verme se ponían a ladrar como locos. Entre esto y el perro de Wilpattu me están empezando a caer muy mal estos animales… Más tarde pregunté a unos lugareños y me dijeron que nunca hay que encararse con ellos o salir corriendo. Así que tomé nota para futuros encuentros.
Con este panorama fui cubriendo kilómetros bajo un sol abrasador. Y menos mal que el terreno era completamente llano, porque mis pies cada vez estaban peor y ya no sabía cómo apoyarlos. De camino me compré un par de Twisters en un supermercado (2L) que me supieron a gloria.
Al menos la etapa pasa junto a las ruinas de Letoon. Aquí estaba el santuario religioso más importante del Imperio Licio. Un centro sagrado donde se celebraban festivales y se rendía culto a los tres principales dioses de Licia: Leto (amante de Zeus) y sus dos hijos gemelos, Apolo y Artemisa. Yo me dirigí a la taquilla; compré el billete (10L); dejé mi mochila con el encargado; y di un paseo por el recinto.
Esto fue lo más destacado:
1. Templos: hay 3, dedicados a Leto (con muros y columnas en buen estado); Apolo (con un colorido mosaico); y Artemisa (completamente arrasado).
2. Teatro: muy bien conservado, con las puertas que daban acceso a las gradas (aunque no se podía entrar).
3. Charcas: en el pasado junto a los templos había un manantial sagrado utilizado en ciertos rituales. Ahora la zona está llena de ruinas inundadas y montones de ranas.
En general Letoon es un yacimiento relativamente pequeño (nada que ver con Pérgamo o Éfeso); y tras una hora paseando regresé a la entrada para continuar la ruta.
UN FINAL INESPERADO
La etapa del Camino Licio acaba en la población de Kinik, a unos 5km de distancia, y todo apuntaba a que este tramo iba a ser más entretenido. Incluso mi guía de viajes lo recomendaba especialmente. Quizás por esto la decepción fue aun mayor, porque toda la ruta siguió la carretera general, sin arcén y con un tráfico constante de vehículos. Un auténtico tostón que no me hizo olvidar el dolor de pies, cada vez más intenso. Y sí pensar en que muchas veces los escritores de guías de viajes no tienen ni idea del lugar que aconsejan.
Pero aun faltaba una última sorpresa: Kinik es una población moderna y llena de servicios: cajeros, restaurantes, Terminal de Autobús… Y Wikivoyage comentaba que hay bastantes lugares para pasar la noche. Así que me extrañó no ver ningún rótulo anunciando hoteles o pensiones. Pues muy sencillo: ¡porque no había! (me lo confirmaron varios lugareños). Toda una faena, porque ya eran las 18h pasadas y no podía dar ni un paso más. Ante esta situación tenía varias opciones:
1. Intentar que algún lugareño me dejara una habitación en su casa. Lo intenté con 2 o 3, pero sus caras de poker me hicieron ver que estaba complicado.
2. Caminar un poco más y hacer acampada libre. Pero mis pies necesitaban una ducha y una buena noche de descanso.
3. Viajar en dolmus hasta otra población con opciones de alojamiento.
Mientras pensaba entré en un restaurante tradicional para llenar el estómago y ver las cosas con más claridad. Allí cayó un plato de Kebap Goulash (estofado), con arroz, una Fanta y té. Todo muy rico, por 25L. Y al final decidí viajar en dolmus a Kas, donde pasaría 4 jornadas visitando la zona mientras mis pies se recuperaban. Después ya habría tiempo para continuar la ruta.
De esta forma tan accidentada finalizaba la primera parte de mi recorrido por el Camino Licio. Por cierto, a 1km de Kinik se encuentran las ruinas de Xanthos, la antigua capital del Reino de Licia. Pero varias guerras, algún que otro terremoto, y el envío al British Museum de las esculturas y relieves de mayor calidad, han dejado poco que ver en el lugar. Así que preferí visitar solo Letoon.
CONCLUSIÓN
Partiendo de la base que el Camino Licio no es ni por asomo una de las mejores 10 rutas de trekking del mundo, las primeras 4 etapas del recorrido me gustaron mucho. Incluyen sitios espectaculares como la playa de Ölüdeniz; el Valle de las Mariposas (y su vertiginoso descenso desde Faralya); las vistas panorámicas de Los Siete Cabos; o la playa de Patara. Además de poblaciones tradicionales, espesos bosques y fauna local.
En cambio, la etapa 5 es totalmente prescindible, y las 2 siguientes no tienen nada de especial. Así que mi consejo es subir a un dolmus en Patara tras acabar la etapa 4 y viajar hasta Gelemis, donde comienza la etapa 8 y vuelven los lugares de interés.
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Comentarios
3 ComentariosJuan Combarro Gallego
Feb 5, 2020Muchas gracias, no conocía la aplicación. Está interesante y salen muchas rutas si pones camino licio. Seguiré investigando.
Juan Combarro Gallego
Ene 31, 2020Hola!! no tendrías el track o sabrías algún lugar donde esté el track
Muchas gracias
Ganas De Mundo
Feb 2, 2020Hola Juan! Yo utilicé la app para móvil de la creadora de la ruta, no me bajé ningún track, así que no conozco lugares para descargarlo. ¿Has mirado si está en Maps.me?