Una ruta de largo recorrido por la costa del Mediterráneo que pasa junto a ruinas del Reino de Licia, bosques de pinos y calas de aguas turquesa
El Camino Licio es un sendero de larga distancia que recorre la Península de Tekke, al sur de Turquía. Un territorio que en el pasado pertenecía al Reino de Licia. El Camino Licio también es conocido como Lycian Way (inglés) o Likya Yolu (turco). Consta de 500km divididos en 27 etapas, y se suele realizar de oeste a este, con inicio en las afueras de Ovacik y final en Hisarçandir, cerca de Antalya. El recorrido cruza paisajes espectaculares, aunque también incluye tramos totalmente prescindibles.
Esta ruta fue diseñada en 1999 por Kate Clow. Y saltó a la fama al año siguiente, cuando el periódico Sunday Times la incluyó en una lista de las mejores 10 rutas de trekking del mundo (una afirmación más que discutible). Yo a pesar de contar con el tiempo necesario decidí realizar solo 10 etapas, entre Ovacik y Kas, caminando más de 150km. Un tramo suficiente para hacerme una idea.
PREPARANDO EL CAMINO LICIO
La mejor época para recorrer el Camino Licio es durante los meses de Primavera y Otoño. En Verano el calor y la humedad son asfixiantes. Yo realicé la ruta entre Abril y Mayo, y aun así hubo días en los que no paré de sudar, caminando bajo un sol implacable.
Hay diversas guías en el mercado con información detallada para seguir el Camino Licio, pero yo no utilicé ninguna, así que no puedo recomendar ninguna. Durante mi recorrido me ayudé de dos aplicaciones para móvil:
*Lycian Way: la app para móvil oficial de la ruta (gratuita). Incluye un mapa (muy básico) con información de todos los lugares de interés por los que pasas. Y utiliza el GPS para ubicar tu posición en el mapa (ideal para saber si estás siguiendo el camino correcto, o cuánto falta para llegar a algún lugar concreto).
*Google Maps: me sirvió en una ocasión en la que me perdí, para enlazar de nuevo con la ruta.
Aunque un día me encontré a una chica rusa que utilizaba un sistema aun mejor: se había bajado un archivo con la ruta del Camino Licio en la app para móvil maps.me (gratuita). Y podía seguirla con un grado de precisión espectacular, sin necesidad de estar conectada a internet (la app también utiliza el GPS). No lo probé personalmente, pero con el tiempo maps.me se convirtió en una aplicación imprescindible en mis viajes.
En general, a excepción de algunas zonas concretas, la señalización del Camino Licio es adecuada. Hay tres tipos de indicaciones:
*Marcas de pintura rojas y blancas: son las más frecuentes. Además cuando se llega a un cruce de caminos, lo habitual es que se marquen con una x roja los que no son correctos.
*Carteles amarillos: con Likya Yolu escrito, indicando la distancia entre dos poblaciones.
*Montones de piedras que la gente apila en zonas donde las marcas de pintura escasean, o sencillamente desaparecen. Me salvaron la vida en varias ocasiones.
Para más información referente al alojamiento, comida y equipo necesario, puedes consultar mi post Camino Licio II.
ETAPA 1: OVACIK – FARALYA – 12km
Mi primera jornada del Camino Licio empezó tras una noche realmente apacible en El Camino Hostel de Fethiye. Primero subí a la terraza a desayunar. Y después preparé las cosas: mochila grande con lo necesario para la ruta (sin saber cuántos días iba a estar caminando); y mochila pequeña con el resto, que dejaría en el hostel hasta mi regreso.
Tras desalojar la habitación, caminé hasta la terminal de dolmus, y al momento ya estaba subido en un vehículo rumbo al comienzo del Camino Licio (4,5L). Por error me bajé en el centro de Ovacik, y el inicio está en las afueras. Así que me tocó coger otro dolmus, que me cobró 3L por un breve trayecto. Por lo menos aproveché para comprar cosas para picar en un súper; y charlé con un empleado de una agencia de viajes realmente simpático.
El dolmus me dejó en un punto de la carretera desde el que caminé en dirección al Montana Pine Resort. Y poco antes de llegar encontré el arco que marca el punto de partida oficial del Camino Licio. Me hice las fotos de rigor, y a caminar. Al principio avancé por una carretera asfaltada sin mucha gracia. Pero a medida que fui ganando altura apareció a mi derecha una panorámica espectacular de la Playa de Olüdeniz. Con su arena blanca y aguas color turquesa. Y varias personas haciendo parapente, sobrevolando la zona (una actividad muy popular). Me paré un montón de veces a sacar fotos. A mi alrededor, bastantes lugareños de picnic sentados frente a las vistas (era domingo). Y hasta charlé con unos simpáticos policías, que me pidieron una foto.
Más tarde aumentó el desnivel, y afronté los momentos más duros de la jornada. Subiendo sin parar, en la parte central del día, bajo un sol de justicia. Sudé a mares, y comencé a notar el peso de la mochila. Pero fui poco a poco, entretenido grabando vídeos con mi GoPro. Y alcancé el punto más alto. Además, el sendero estaba perfectamente señalizado, con numerosas marcas de pintura. Desde allí, un camino llano me llevó hasta Kozagaç, una población minúscula sin ningún tipo de servicios, donde solo hice un alto para llenar mi cantimplora en una fuente (llena de abejas). También conocí a un grupo de chavales de Estambul, y charlamos unos minutos.
Al poco de dejar atrás Kozagaç el paisaje cambió por completo. Y me encontré frente a una enorme cadena de montañas cubiertas de bosque, entre las que destacaba el Monte Babadag. El sendero se convirtió en una carretera asfaltada, y volvió a ponerse cuesta arriba. Hubo un punto en el que dudé por donde continuar. Hasta que aparecieron los chavales turcos y una pareja de alemanes, que me indicaron el camino correcto.
El caso es que me puse a hablar con la pareja (por la mañana les había visto en el primer dolmus que cogí) y seguimos el resto del camino juntos. Eran de Brehmen. Ella profesora disfrutando de una excedencia de un año; él había dejado su trabajo. Y estaban viajando por el mundo sin prisas, caminando todo lo posible. La mujer era mucho más habladora y agradable, mientras que el marido estuvo casi todo el tiempo liderando el grupo. Así pasamos por la población de Kirme, donde nos sentamos un rato a tomar un zumo de naranja natural (lleno de semillas, pero me invitó el alemán). Y estuvimos charlando y contándonos anécdotas.
Los 4km finales fueron realmente sencillos, casi siempre en suave descenso. Atravesando un paisaje de altas montañas; bosques de pinos; prados llenos de arbustos y coloridas flores; y fuentes de agua fresca. De vez en cuando pasábamos junto a cabras de largo pelaje, o alguna vaca. Era la tercera vez que la pareja hacía la ruta, así que su compañía me permitió desentenderme de las marcas del camino. Al final, llegamos a Faralya, una aldea situada en un entorno impresionante. A un lado, las montañas; al otro, un profundo cañón conocido como el Valle de las Mariposas, y el mar de fondo. Una gran primera jornada por el Camino Licio.
ALOJAMIENTO: GEORGE HOUSE – 75L/Noche
*Puntos a favor: ubicación espectacular, frente al mar y al borde del cañón; cena y desayuno incluido en el precio; lavabos con buena limpieza; duchas con agua caliente; bebidas frías disponibles (apuntas en una libreta lo que vas consumiendo y pagas al final).
*Puntos en contra: espacio muy reducido para plantar la tienda, y con un terreno durísimo; lugar muy popular (hasta apareció un grupo de chavales con maletas).
La pareja me explicó maravillas de este lugar, y como se iban a alojar aquí les seguí. Cuando llegamos todos los bungalows estaban ocupados (una pena, porque solo valían 100L). Y la única opción era plantar la tienda, así que acepté a regañadientes. Me costó bastante, porque hacía años que no la utilizaba; y además me faltaban piquetas (había comprado unas nuevas que me dieron problemas y la tienda quedó hecha un churro). Pero bueno, al final lo conseguí. Y me fui a pegar una ducha, porque estaba empapado. A continuación me tomé una cerveza Efes sentado en una mesa de madera exterior (18L); y disfruté de un atardecer espectacular, con el sol desapareciendo en el mar.
A las 19.30h pasadas llamaron a cenar (tocando una campana). Se trataba de un buffet libre con varios platos: verduras, pimientos rellenos, espirales de pasta… Yo me llené un plato con un poco de todo, y me senté junto a otra pareja de alemanes (Johannes y Saskia) y una chica (Petra, alemana para variar). Y al poco estábamos charlando animadamente, con bromas constantes. Justo lo que había echado tanto en falta en anteriores alojamientos. Rematé la cena con unos dulces estilo baklava, y un té con miel. Todo muy rico.
Johannes no paró de intentar emparejarme con Petra, mitad en broma mitad en serio. Y de hecho nos dejaron solos, cuando todo el mundo ya se había marchado del comedor. Pero al poco nos fuimos a nuestras tiendas. Los chavales se marcharon de fiesta, y la noche hubiera sido muy tranquila… de no ser por un tío en la tienda de al lado que se no paró de roncar. ¿Pero por qué todo el mundo a mi alrededor ronca? Esto es una epidemia…
EN EL VALLE DE LAS MARIPOSAS
El día comenzó a las 7h pasadas. El suelo estaba lleno de piedras, y como no tenía colchoneta me desperté un montón de veces. Pero bueno, me vestí y a las 8h ya servían el desayuno en el comedor. Otro buffet libre bastante completo: quesos, olivas, tomate, pepino, huevo duro, Nutella, té… Y probé por primera vez el yogurt con miel. Riquísimo. Petra desayunó conmigo, y la pareja se quedó en una mesa exterior.
Una vez con el estómago lleno, decidí pasar la primera parte del día explorando el Valle de las Mariposas. Varias personas me habían recomendado bajar desde George House, aunque añadiendo que el camino no era sencillo. Pero decidí lanzarme. Mientras, Johannes y Saskia continuaron la ruta estándar; y Petra optó por una alternativa. Así que nos despedimos efusivamente, con fotos incluidas.
El descenso hasta el fondo del valle fue toda una descarga de adrenalina. Completamente solo, afrontando pasos realmente delicados (un resbalón te mandaba al vacío). Y encima tuve que sortear tramos tan inclinados que había que utilizar cuerdas (uno de ellos totalmente vertical). Con el miedo que tengo a las alturas. Fue todo un reto, que logré superar con nota, avanzando poco a poco, vigilando donde ponía el pie, y sudando a mares. La anécdota se produjo cuando al llegar al fondo me encontré con un cartel que prohibía utilizar esa ruta. Y yo tenía que volver por allí…
A continuación me dirigí a la playa, y me vi en medio de un lugar paradisíaco, con arena blanca, aguas transparentes, y las montañas de fondo. Además solo 5 o 6 turistas, que me vinieron bien para hacerme una foto. Eso sí, al cabo de media hora, mientras daba un paseo por la orilla, aparecieron dos barcos piratas con música y DJ, y descargaron montones de gente que arruinaron la atmósfera. Así que aproveché para caminar hacia el lado opuesto, adentrándome en el valle. En teoría había que pagar 6L, pero al alojarme en George House no fue necesario.
Fue un bonito paseo, caminando entre coloridas flores, mariposas (por eso el nombre del valle), y muy buenas vistas del cañón, con sus paredes naranjas. Al final del valle se encuentra la Cascada Selale. Pero el río bajaba con mucho caudal, y para llegar hasta ella había que meter los pies en el agua. Así que como el lugar tampoco era nada del otro mundo y ya había bastantes turistas, di media vuelta. El ascenso de regreso a Faralya fue una experiencia similar. Los tramos de cuerda pusieron al límite mi capacidad de aguante, y el calor era horrible. Pero con paciencia alcancé la zona de acampada de George House. Como premio, me tomé una cerveza Efes helada (18L), sentado a la sombra, contemplando el valle.
Después me tocó desmontar la tienda, preparar la mochila, pagar… Vamos, que al final me puse en marcha a las 14.30h. Y tenía toda la etapa por delante.
ETAPA 2: FARALYA – ALINCA – 14km
Para continuar el Camino Licio tuve que volver al centro de Faralya, y desde allí caminé hacia las afueras por un tramo de carretera asfaltada. Al cabo de unos minutos tomé un sendero que arrancó hacia la izquierda, y comencé una fuerte subida que me dejó agotado. Era la parte central del día, y el sol apretaba. Después el sendero continuó por un llano con vistas de enormes montañas, entre ellas el Monte Babadag. Y perdió altura hasta llegar a la población de Kabak, donde me encontré con 2 opciones:
*Bajar hasta la playa de Kabak (muy recomendada por la gente) desviándome de la ruta principal, para enlazar con ella más adelante. Lo cual añadía más distancia y metros de desnivel.
*Continuar ganando altura hacia Alinca.
Como era bastante tarde, y ya había visto una playa insuperable esa mañana, decidí lo segundo. Y me tocó subir por una carretera con una pendiente durísima. Al menos pude contemplar una panorámica perfecta de la playa de Kabak. El agua tenía manchas amarillas, y al principio pensé que se trataba de productos químicos. Pero luego me explicaron que se trataba del polen que desprenden las plantas.
Pronto se abrió ante mí un valle espectacular, con altas montañas cubiertas de bosque. Y alterné más subidas con tramos llanos. Por el camino me entretuve con una graciosa tortuga de tierra; vi un lagarto Agama realmente grande sobre una roca lejana; una lagartija de color verde; una tumba moderna (imagino que de alguien conocido); piqué una barrita de chocolate… Y de forma sorprendente me encontré con Johannes y Saskia, que subían desde la playa de Kabak (habían estado comiendo allí).
Con ellos cubrí el resto de la etapa. Su ritmo era algo más lento que el mío, pero como iba bastante cansado ya me vino bien, y fuimos charlando. La subida no dio tregua, y al tener el sol de cara no me entretuve en sacar fotos porque las condiciones eran muy malas. Yo pensé que se nos hacía de noche, porque costaba un mundo recorrer cada kilómetro, y la mochila se me clavaba en los hombros. Pero al final pudimos llegar a Alinca antes de las 19h.
ALOJAMIENTO: CASA PRIVADA – 100L/Noche
*Puntos a favor: salón enorme; sofá cama muy cómodo; toallas; ducha perfecta (utilicé la de los dueños); limpieza impecable; tranquilidad total por la noche (no había otros huéspedes a parte de la pareja alemana); cena y desayuno incluido en el precio.
*Puntos en contra: lavabo exterior, situado en una caseta de ladrillo, estilo turco, y con un fuerte olor; cena algo escasa.
Alinca es una aldea minúscula, con lo que las opciones de alojamiento no abundan. Y yo tenía claro que para esa noche quería una habitación, no volver a plantar mi tienda. La primera pensión estaba completa, y había un numeroso grupo de turistas. La segunda tenía habitaciones a 130L, pero había unos rusos alojados que no me hicieron gracia. Así que acompañé a Johannes y Saskia hasta la pensión donde se iban a quedar (habían hecho todas las reservas a través de una agencia de viajes alemana).
Al principio me llevé un chasco, porque la pensión era una casa privada y solo tenía una habitación disponible. Pero cuando ya estaba a punto de regresar al segundo alojamiento, la dueña me ofreció dormir en un salón anexo a su vivienda, y acepté sin dudarlo. Y me instalé en un minuto. Estaba destrozado, y ni siquiera tuve fuerzas de salir a contemplar la puesta de sol.
La cena fue a las 20h en una mesa junto a mi habitación, con la pareja alemana. El menú consistió en sopa, judías verdes en salsa, ensalada y arroz blanco. Para beber agua(estaba seco); y de remate 3 tés con miel y limón. Los alemanes estaban eufóricos, y no paraban de dar las gracias y decir que todo estaba delicioso, pero yo encontré la cantidad un tanto pobre (quizás al esperar solo 2 personas…). Tras la cena y un rato de charla (rodeados de insectos enormes revoloteando) nos despedimos hasta el día siguiente, y me fui a dormir.
ETAPA 3: ALINCA – BEL – 15 km
El día empezó a las 7.30h, tras una noche de sueño profundo. Me vestí, y a las 8h estaba listo el desayuno en la misma mesa de la cena. Había de todo, y acabé realmente lleno, porque Johannes y Saskia no parecían tener mucha hambre. Comí quesos, olivas, pepino, tomate, huevo duro, tortilla francesa, pan con mermelada de cereza, té con miel… Y todos los productos eran orgánicos, elaborados por la propia familia. Delicioso. Antes de ponerme en marcha, compré una botella de agua grande (5L) para el camino.
Como vi que la pareja de alemanes aun no estaba lista para partir, me despedí de ellos y comencé a andar a las 9.30h. Fue un momento de dudas, porque no sabía qué debía hacer. Pero tampoco insistieron en que les acompañara, así que imagino que querían pasar tiempo a solas.
El inicio de la etapa fue bastante llevadero. Primero un suave descenso, y después una subida con vistas espectaculares de la costa. La zona se llama Los Siete Cabos, con bosques y playas de aguas color turquesa, como la de Kumsal. Durante este tramo coincidí con un numeroso grupo de turistas croatas, pero avanzaban muy lentos y tras adelantarles no les volví a ver. Más tarde alcancé un cruce del que partía una ruta alternativa del Camino Licio, que pasaba por las ruinas de Sidyma. Pero era más larga y ya iba servido de ruinas, así que continué directo.
Después pasé junto a campos de cultivo; cajas con panales de abejas (vi a un granjero vestido con un traje especial sacando miel de una); y una antigua cisterna de agua. Y fui a parar a una carretera asfaltada, que al cabo de 3km me dejó en la población de Gey. Allí me senté en un local a beber una lata de Fanta fría (4L), mientras charlaba con dos chavales de Estambul (médicos de vacaciones). Compré cosas para picar en una tienda cercana por si el día se torcía (8L). Y continué la ruta.
Ahora tocaba llegar hasta la población de Bel. Y para ello tuve que sortear un valle gigantesco. Durante un buen rato caminé por estrechos senderos, situados en la parte media del barranco. Tenía que medir muy bien cada paso, porque había pequeñas piedras, y un resbalón me enviaba directo al fondo. Y el peso de la mochila no ayudaba mucho a mantener el equilibrio. Hubo algún punto complicado, pero con paciencia fui avanzando. El tramo final fue una subida constante, bajo un calor abrasador. De vez en cuando aparecían grupos de ovejas o cabras, que salían disparadas nada más verme; algún enorme lagarto; y bastantes lagartijas (alguna de color verde). Y llegué a Bel, empapado en sudor, con los hombros doloridos por el peso de la mochila, y los pies con alguna rozadura.
En el primer local que vi paré para una puesta a punto. Me tomé dos Fantas heladas (10L); piqué unos cacahuetes que había comprado en Gey; y me puse una tirita en una de las rozaduras. De nuevo coincidí con los médicos, y continuamos la charla. La Etapa 3 del Camino Licio acababa en Bel. Pero eran las 15.30h y todavía quedaban horas de luz. Así que decidí continuar hasta donde pudiera, a pesar de estar bastante cansado.
ETAPA 4: BEL – PATARA – 17km
El principio fue bastante sencillo, caminando por una pista de tierra muy ancha, con poco desnivel, hasta la población de Belcegiz. Y después atravesé un bosque realmente atmosférico, por un sendero cubierto de hojas de pino que mis pies agradecieron. Pero a continuación tocó un vertiginoso descenso hasta la costa que me hizo sudar tinta. El desnivel era importante, y había muchas rocas sueltas que, o me hacían resbalar, o se me clavaban en las plantas de los pies y me hacían un daño tremendo. Tanto que por primera vez en el Camino Licio hice uso de mis bastones. Y aun así, caminé poco a poco, con el sol bajando hacia el horizonte de forma peligrosa. También tuve que sortear delicados senderos a medio barranco, con el corazón a mil por hora.
Fue un ejercicio de paciencia y capacidad de sufrimiento, y conseguí bajar metro a metro hasta llegar a las afueras de Gavuragili mucho antes de lo previsto. Ya eran las 18.30h y llevaba 9 horas caminando con dos paradas muy breves para tomar un refresco. Qué capacidad tengo para complicarme la vida…
ALOJAMIENTO: PARK ORMAN KARADERE – 130L/Noche
*Puntos a favor: bungalow enorme, con 2 plantas; cama doble muy cómoda; lavabo privado; muebles nuevos; limpieza impecable; wifi rápido; ubicación genial, a escasos metros de una playa de aguas cristalinas; tranquilidad total por la noche; precio; cena y desayuno incluido; té de cortesía al llegar.
*Puntos en contra: mando de la ducha roto y perdía agua (me di cuenta demasiado tarde, porque estoy seguro que me hubieran cambiado de bungalow); cena y desayuno algo escaso.
Al igual que en Alinca, encontrar alojamiento en Gavuragili no fue sencillo. La pensión donde había planeado dormir estaba cerrada. Y al lado vi un hotel de lujo con precios no aptos para mi bolsillo. Así que tuve que caminar hasta el centro del pueblo. Mientras buscaba gente a la que preguntar me salió al paso un perro no muy grande, pero realmente violento. La mala suerte quiso que tuviera que pasar otra vez junto a él. Yo al principio intenté ignorarle, aunque cuando se me acercó me encaré, y entonces ya se lanzó a por mí. Resultado: tuve que salir a la carrera cagándome en todo, mientras el perro me mordía un par de veces el pantalón.
A todo esto ya eran las 19h y no sabía qué hacer. Menos mal que vi un cartel anunciando un camping del que no sabía nada y caminé hacia la entrada. A partir de aquí las cosas cambiaron de forma radical: el encargado me recibió con un par de tés de cortesía. Y pude conseguir un flamante bungalow por un precio más que ajustado (apreté y me rebajaron 20L). Estaba muerto, con los pies destrozados, y hasta la hora de la cena me quedé tumbado en la cama sin fuerzas para nada.
A las 20.30h, según lo acordado, me acerqué al restaurante del camping para cenar, y ya tenía la mesa preparada. No era un menú muy abundante pero estuvo rico y tampoco tenía demasiada hambre. Consistió en ensalada; pollo a la plancha con patatas fritas y verduras; y agua. En el comedor no había nadie más, así que cuando acabé regresé a mi bungalow.
FINAL DE ETAPA EN PATARA
La jornada comenzó a buena hora, pues había encargado el desayuno para las 8h. Por la noche dormí como un tronco, así que me encontraba con energías renovadas para continuar la ruta. El desayuno algo justo, en línea con la cena de la noche anterior. Un plato con pequeñas porciones de los productos habituales (queso, tomate, pepino, olivas, huevo duro, mermelada y mantequilla…), y un par de tazas de té.
Después me acerqué un momento a la playa de Gavuragili, completamente desierta, con piedras blancas y aguas transparentes. De camino pude ver varias tiendas de campaña con gente que había pasado la noche en los alrededores. Me hubiera quedado un rato, pero tocaba ponerse en marcha. Así que desalojé mi bungalow; me despedí del encargado; y a las 10h pasadas empecé a caminar.
La primera prueba del día consistía en volver a pasar por el territorio del perro que me atacó. Reconozco que iba nervioso, y hasta me guardé un trozo de embutido del desayuno para intentar sobornarle. Pero por suerte no hizo falta porque no estaba. El sendero continuó subiendo sin parar, cruzando un bosque solitario, y parecía que mis pies se habían recuperado de la paliza del día anterior.
Cuando llegué al punto más alto, pude contemplar una bonita panorámica, con la desembocadura del río Esen formando una llanura pantanosa llena de invernaderos; las ruinas de Pydnai; la playa de Patara; y de fondo las montañas nevadas. Allí me quedé un rato sacando fotos, y después comencé a bajar hacia la playa. En ese momento me di cuenta que mis pies no estaban en condiciones. Las rocas me hacían un daño tremendo, y cada paso era un suplicio. Pero poco a poco fui avanzando.
El sendero atravesó las ruinas de Pydnai, una antigua fortaleza de forma rectangular, con varias torres en pie. Me impresionaron sus muros, construidos con piedras poligonales que encajan a la perfección. El interior estaba cubierto de arbustos. Al final crucé el río Esen por un puente de madera tambaleante; y llegué al extremo occidental de la playa de Patara. Apenas llevaba un par de horas caminando, y ya cojeaba. Así que decidí hacer un alto.
Primero entré en el bar del camping Patara Green Park. Allí me senté en una mesa del comedor y cayeron 3 latas de Fanta que me devolvieron la vida (15L). También me encontré a los dos médicos de Estambul, que habían pasado la noche allí, y charlamos un rato. Después, dejé la mochila en el comedor y me fui a dar un paseo por la playa de Patara. Es una extensión de arena enorme, con más de 18km de longitud. Y no tardé en quitarme las zapatillas y meter mis doloridos pies en el agua. Qué sensación tan agradable… Me sorprendió la escasa profundidad de la playa; y su mínimo desarrollo (en lugar de hoteles y restaurantes había dunas de arena y arbustos). El lugar estaba bastante desierto. Tan solo alguna familia pasando el día (como la arena es muy compacta aparcan sus vehículos a pocos metros de la orilla).
De esta forma tan relajada acababa la etapa 4 del Camino Licio.
ETAPA 5: PATARA – KINIK – 13km
Después de descansar en Patara, a eso de las 13.30h abandoné el Patara Green Park y comencé una nueva etapa del Camino Licio. La peor con diferencia de todas las que había realizado hasta ese momento, por varios motivos:
1. Como la zona está llena de invernaderos, cuando se trazó el Camino Licio no hubo opción de buscar senderos alternativos. Así que toda la etapa discurre por pistas asfaltadas.
2. Las marcas rojas y blancas del Camino Licio brillan por su ausencia. Yo acabé desviándome del sendero, y al final gracias a mi app para móvil y Google Maps conseguí volver a enlazar con él. Pero la sensación de inseguridad fue constante.
3. El paisaje es intrascendente. Una sucesión interminable de invernaderos (principalmente para el cultivo de tomates) y viviendas.
4. No paraban de pasar vehículos: tractores, camionetas, motos… A veces a escasos centímetros, porque la pista es muy estrecha.
5. Durante la ruta sufrí el ataque de dos perros. El primero, un pastor alemán que por suerte estaba atado. El segundo, un perro bastante grande que al pasar se lanzó hacia mí. Yo al principio me limité a apartarme un poco, porque vi que tenía una cadena en el cuello. Pero resultó que la cadena no estaba sujeta en ningún sitio, y el perro me rodeó, ladrándome y mordiéndome el pantalón, hasta que le pude dejar atrás. Eso sin contar otros perros que al verme se ponían a ladrar como locos. Entre esto y el perro de Wilpattu me están empezando a caer muy mal estos animales… Más tarde pregunté a unos lugareños, y me dijeron que nunca hay que encararse con ellos, o salir corriendo. Así que tomé nota para futuros encuentros.
Con este panorama, fui cubriendo kilómetros bajo un sol abrasador. Y menos mal que el terreno era completamente llano, porque mis pies cada vez estaban peor, y ya no sabía cómo apoyarlos. De camino me compré un par de Twisters en un supermercado (2L).
Por suerte la etapa no fue una pérdida total de tiempo, porque pasó junto a las ruinas de Letoon. En este lugar se ubicaba el santuario religioso más importante del Imperio Licio. Un centro sagrado donde se celebraban festivales y se rendía culto a los tres principales dioses de Licia: Leto (amante de Zeus) y sus dos hijos gemelos, Apolo y Artemisa. Así que me acerqué a la taquilla; pagué la entrada (10L); le dejé mi mochila al encargado; y di un paseo por el recinto.
Esto fue lo más destacado:
1. Templos: Leto, con muros y columnas en buen estado; Apolo, con un colorido mosaico; y Artemisa, completamente arrasado.
2. Teatro. En perfecto estado, con puertas para acceder a las gradas (aunque el acceso estaba cortado).
3. Charcas. En el pasado, junto a los templos había un manantial sagrado utilizado en ciertos rituales. Ahora la zona está llena de ruinas inundadas y montones de ranas que no paran de hacer ruido.
En general, es un recinto relativamente pequeño (nada que ver con Pérgamo o Éfeso). Y tras una hora paseando regresé a la entrada para continuar la ruta.
UN FINAL INESPERADO
La etapa acababa en la población de Kinik, a unos 5km de distancia. Y todo apuntaba a que este tramo iba a ser más entretenido. Incluso mi guía de viajes lo recomendaba especialmente. Quizás por esto la decepción fue aun mayor. Porque toda la ruta transcurrió por la carretera general, sin arcén, y con un tráfico constante de vehículos. Un auténtico tostón que no me hizo olvidar el dolor de pies, cada vez más intenso. Y sí pensar en que muchas veces los escritores de guías de viajes hablan de oídas, y no tienen ni idea del lugar que recomiendan.
Pero aun faltaba una última sorpresa. Cuando llegué a Kinik me encontré un centro urbano moderno y lleno de servicios: cajeros, restaurantes, terminal de autobús… Y en Wikivoyage se hablaba de un sitio con bastantes lugares para pasar la noche. Así que me extrañó no ver ningún cartel anunciando hoteles o pensiones. Pues muy sencillo: ¡porque no había! (algo que me confirmaron varios lugareños). Toda una faena, porque ya eran las 18h pasadas y no podía dar ni un paso más. Ante esta situación tenía varias opciones:
1. Buscar a algún lugareño que me dejara una habitación de su casa para pasar la noche. Lo intenté con 2 o 3, pero sus caras de poker me hicieron ver que no era posible.
2. Caminar un poco más y hacer acampada libre. Pero mis pies necesitaban una ducha y una buena noche de descanso.
3. Viajar en dolmus hasta otra población con opciones de alojamiento.
Mientras pensaba, entré en un restaurante tradicional para llenar el estómago y ver las cosas con más claridad. Cayó un plato de Kebap Goulash (estofado), con arroz, una Fanta y té. Todo muy rico, por 25L. Y al final decidí viajar en dolmus a Kas, donde pasaría 4 jornadas visitando lugares interesantes mientras mis pies se recuperaban. Después ya habría tiempo para continuar la ruta.
De esta forma tan accidentada finalizaba la primera parte de mi recorrido por el Camino Licio. Por cierto, a 1km de Kinik se encuentran las ruinas de Xanthos, la antigua capital del Reino de Licia. Pero varias guerras, algún que otro terremoto, y el envío al British Museum de las esculturas y relieves de mayor calidad, han dejado poco que ver en el lugar. Así que preferí visitar solo Letoon.
CONCLUSIÓN
Partiendo de la base que el Camino Licio no es ni por asomo una de las 10 rutas de trekking más bonitas del mundo, las primeras 4 etapas del recorrido me gustaron mucho. Incluyen sitios espectaculares como la playa de Ölüdeniz; el Valle de las Mariposas (y su vertiginoso descenso desde Faralya); las vistas panorámicas de Los Siete Cabos; o la playa de Patara. Además de poblaciones tradicionales, espesos bosques y fauna local.
En cambio, la etapa 5 es totalmente prescindible, y las 2 siguientes no tienen nada de especial. Así que mi consejo es coger un dolmus en Patara al acabar la etapa 4 y viajar hasta Gelemis, donde comienza la etapa 8 y vuelven los lugares de interés.
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Comments
3 CommentsJuan Combarro Gallego
Feb 5, 2020Muchas gracias, no conocía la aplicación. Está interesante y salen muchas rutas si pones camino licio. Seguiré investigando.
Juan Combarro Gallego
Ene 31, 2020Hola!! no tendrías el track o sabrías algún lugar donde esté el track
Muchas gracias
Ganas De Mundo
Feb 2, 2020Hola Juan! Yo utilicé la app para móvil de la creadora de la ruta, no me bajé ningún track, así que no conozco lugares para descargarlo. ¿Has mirado si está en Maps.me?