En la región de Transilvania, con una ciudad medieval llena de edificios históricos y el castillo donde supuestamente vivió el Conde Drácula
Brasov es una de las ciudades más importantes de Transilvania. Entre los siglos XI y XX esta región perteneció primero al Reino de Hungría y después a la Casa de los Habsburgo. Hasta que en el año 1918, con la desintegración del Imperio Austro-Húngaro tras la Primera Guerra Mundial, Transilvania decidió unirse al Reino de Rumanía (formado en ese momento por Valaquia y Moldavia). El origen de Brasov se sitúa alrededor del año 1211, cuando el Rey Andrei II ordenó a los Caballeros Teutónicos construir una ciudad fortificada en la frontera oriental del reino que inicialmente fue llamada Kronstadt. Allí se trasladaron miles de colonos Sajones procedentes de Europa Central, que convirtieron Brasov en un próspero centro comercial y construyeron edificios de un estilo similar a su lugar origen. Aunque en el año 1689 un terrible incendio arrasó Brasov casi por completo, y la reconstrucción se alargó durante décadas.
En la actualidad Brasov cuenta con un Casco Histórico muy bien conservado donde es posible contemplar numerosos monumentos medievales, como Black Church, la Casa Sfatului o parte de la antigua muralla con sus torres defensivas. Y se encuentra a escasa distancia de otros lugares de interés, entre los que destacan el Castillo de Bran (llamado equivocadamente Castillo de Drácula), o el Fuerte de Rasnov.
VIAJE: BUSTENI – BRASOV
El siguiente desplazamiento de mi recorrido por Rumanía era muy sencillo. Tan solo tenía que cubrir 35km hacia el norte para llegar a Brasov, así que no madrugué mucho. Tras desalojar la habitación me despedí de la encantadora dueña de Casa Rodica de Busteni (con abrazos y besos incluidos) y caminé hasta la Estación de Tren. Allí compré el billete en la taquilla (6,5L), encontré el andén correcto y al poco apareció el tren, procedente de Bucarest. Mi vagón iba bastante vacío y viajé muy cómodo. El trayecto duró una hora y la verdad es que pasó volando, mientras desde mi ventana contemplaba un bonito paisaje de bosques y montañas.
Ya en la Estación de Brasov, me dirigí al lugar que había elegido para pasar las próximas noches, situado a menos de un cuarto de hora a pie.
ALOJAMIENTO: PENSION BITTNER – 102L/Noche
*Puntos a favor: lavabo privado con ducha de agua caliente; limpieza impecable; tranquilidad total por la noche; balcón con una mesa para sentarme al fresco; nevera; servicio de habitaciones diario.
*Puntos en contra: cama individual; ubicación alejada del Casco Antiguo (aunque a escasa distancia de la Estación de Tren).
Aunque lo peor ocurrió cuando abandoné la pensión. Durante mi viaje en tren a Sighisoara recibí un mensaje del encargado donde me decía que el cobro de mi estancia había sido rechazado, y que por tanto iba a informar a las autoridades y no podría abandonar el país (¡?). No me lo podía creer. ¿Por 40€? Al final fue cosa de mi tarjeta Revolut que consideró la transacción sospechosa y la bloqueó, pero resolví el incidente al momento y se realizó el cobro. Eso sí, le dejé muy claro al encargado que esas no eran las formas. Menudo impresentable…
Una vez más reservé este alojamiento a través de Booking y mi estancia fue muy agradable (una pena el desenlace). Además me beneficié de un descuento especial (el precio de mi habitación era de 120L). En circunstancias normales la Pensión Bittner ofrece un abundante desayuno por 20L extra, pero durante mi visita a Brasov habían suspendido este servicio por la crisis del coronavirus.
Cuando llegué a la pensión la habitación todavía no estaba lista (el check in es a las 14h), aunque tras un cuarto de hora de espera me pude instalar en ella. Eso sí, al momento ya estaba con mi mochila pequeña a la espalda rumbo al Casco Antiguo de Brasov.
EXPLORANDO BRASOV
De camino me detuve en una panadería y pedí dos Strudels de Queso Dulce (6L). Se trata de una masa de hojaldre rellena originaria de Austria, pero fácil de encontrar por toda Europa Central. Me los comí sentado en un banco, y a continuación compré un café con leche grande en una cafetería (10L). Así llené el estómago y pude visitar con tranquilidad los diferentes lugares de interés de Brasov. Esto fue lo más destacado:
1. Calle Republicii: una avenida peatonal que atraviesa el Casco Antiguo, llena de tiendas de souvenirs y un sinfín de restaurantes, bares y heladerías con animadas terrazas. Está flanqueada de bonitos edificios con sus fachadas pintadas de vivos colores, decoradas con relieves y esculturas. Y es el lugar de paseo preferido de los habitantes de Brasov. La Calle Republicii está delimitada al este por la Plaza Eroilor, donde se encuentra el elegante edificio del Ayuntamiento, acompañado de una estatua de la Loba Capitolina; y al oeste por la Plaza Sfatului.
2. Plaza Sfatului: es el corazón de la antigua ciudad medieval, donde en el pasado se organizaba un mercado que atraía a montones de comerciantes. La plaza también es peatonal, y está rodeada de antiguas viviendas y terrazas. En el centro se levanta la Casa Sfatului, el viejo Ayuntamiento, con una enorme torre, que ahora alberga el Museo de Historia. Es una plaza espectacular (más grandiosa que las de Sighisoara y Sibiu) y las oportunidades fotográficas son infinitas, con una fuente, gente paseando, un payaso vendiendo globos a los niños…
3. Black Church: fue construida durante el siglo XV por la comunidad Sajona de Brasov, y es la iglesia gótica más grande de Rumanía. Tiene un campanario que alcanza los 65m de altura. El exterior está decorado con estatuas de diferentes personajes de la Biblia y puertas de madera tallada. El incendio de 1689 destruyó parte de la iglesia, y a partir de aquí los habitantes de la ciudad comenzaron a llamarla Black Church.
Para acceder al interior hay que pagar entrada (12L), aunque merece la pena. Dentro hay un gigantesco órgano del siglo XIX; columnas con relieves de piedra; una sala con lápidas medievales; un fresco del siglo XV (el único que se conserva) donde aparecen la Virgen y el Niño; y bancos de madera con pinturas. Los muros están decorados con alfombras de Anatolia. El motivo: que a principios del siglo XVI los Sajones de Transilvania se convirtieron al Protestantismo, una rama del Cristianismo que no permite arte religioso en el interior de los templos. Así que fue sustituido por alfombras. Frente a cada detalle interesante hay un cartel con explicaciones en diferentes idiomas (incluido el inglés). La fotografía está prohibida, y hay avisos por todas partes. Yo hice alguna a escondidas hasta que un vigilante me pilló y tuve que parar.
4. Calle Sforii: es una de las más estrechas de Europa, y en algunos puntos mide poco más de 1m. Fue construida para que los bomberos pudieran moverse mejor por el Casco Antiguo. Las paredes están pintadas de diferentes colores y adornadas con dibujos. Como era de esperar, aquí me encontré bastante gente en busca de selfies.
SUBIDA AL MONTE TAMPA
Desde la Plaza Sfatului se puede ver el Monte Tampa, cubierto de espesos bosques y coronado por un letrero con el nombre de Brasov, al estilo del que hay en Hollywood. No tardé mucho en decidirme a subir en busca de buenas vistas de la ciudad. El modo más sencillo es utilizar un Telecabina, pero cuando llegué a la Estación comprobé que solo faltaba media hora para que finalizaran los trayectos (a las 17h), y había bastante gente haciendo cola. Así que opté por subir a pie.
Tardé algo más de una hora en alcanzar la cima, siguiendo un sendero que atraviesa el bosque con un desnivel de +400m. El camino discurre trazando amplias curvas, por lo que las pendientes nunca son excesivas; y los árboles protegen del sol. Pero aun así llegué arriba empapado en sudor. Me crucé con mucha gente, incluido un grupo de chavales que se empeñaban en atajar (algo que está prohibido), provocando el desprendimiento de pedruscos que caían rodando. Tras mis aventuras por los Montes Bucegi me encontraba en una forma física excelente, y las piernas respondieron a la perfección.
Una vez en la cima encontré 3 lugares de interés:
*Letrero de Brasov: visto de cerca es enorme, y junto a él hay una terraza que ofrece una panorámica espectacular del Casco Antiguo (mejor luz para la fotografía por la mañana). Eso sí, tuve que moverme entre montones de personas posando para sus selfies.
*Cima del Monte Tampa: desde el letrero seguí subiendo por la montaña y alcancé el punto más alto. Allí había un auténtico botellón montado, con grupos de chavales bebiendo y fumando; música; hamacas… Como las vistas no eran las mejores apenas estuve un par de minutos. Antiguamente en el Monte Tampa había una ciudadela de la que no queda rastro. Después, en el año 1896, se colocó la estatua de un arquero Magiar que a los pocos años fue destruida (todavía se puede ver el pedestal). Y es que las relaciones entre la mayoría rumana y la minoría húngara han pasado por numerosos altibajos.
*Bar: situado a unos 200m del Monte Tampa, junto a la Estación del Telecabina. Tiene una pequeña terraza y me sorprendió ver mesas libres. Así que pedí una cerveza Ursus (7L) y me senté a descansar un rato a la sombra, rodeado de una atmósfera agradable.
El regreso a Brasov fue un paseo tranquilo, recorriendo el mismo sendero cuesta abajo, y cruzándome con poca gente. Una excursión muy recomendable, aunque en circunstancias normales hubiera subido en Telecabina y bajado caminando.
Desde el Casco Antiguo continué hacia mi guesthouse, e hice un alto en un Carrefour cercano para comprar comida. Los empleados me trataron genial, tanto los vigilantes de seguridad como la cajera. Y después me dirigí a mi habitación, de donde ya no salí. La cena consistió en una lata de atún, queso, pan, una cerveza Ursus y un Kit Kat. Por la noche caí rendido en la cama rodeado de un silencio sepulcral.
SEGUNDO DÍA VISITANDO BRASOV
La jornada comenzó con mi alarma sonando a buena hora tras una noche de sueño impecable. Una vez en pie desayuné (yogurt, un plátano, galletas y zumo de naranja); me vestí; preparé la mochila pequeña; y salí a la calle para continuar explorando el Casco Antiguo de Brasov. Esta vez quería visitar una zona algo apartada, a más de 3km de mi guesthouse, así que decidí utilizar los servicios de Uber. El coche apareció en un par de minutos, y me llevó hasta el lugar elegido por 11L (menos de 2,5€). Esto fue lo más destacado de la mañana:
5. Muralla: durante el siglo XV se comenzó a construir un muro defensivo alrededor de Brasov para proteger la ciudad de los ataques Otomanos. En la actualidad el tramo mejor conservado se encuentra al oeste del Casco Antiguo, y se puede contemplar caminando por la Calle Dupa Ziduri, que discurre entre la muralla y un arroyo. Al sur está la Puerta Ecaterinei, levantada en el año 1559, con 4 torretas rematadas por afilados tejados. Y no muy lejos se encuentra la Puerta Schei, construida durante el siglo XIX para facilitar el tráfico de la ciudad, con 3 arcos por donde pasan vehículos y personas.
6. Torres: al mismo tiempo que la muralla se construyeron 4 torres de observación para detectar la llegada de tropas enemigas. Hoy día es posible visitar dos de ellas, y se accede desde la Calle Dupa Ziduri, atravesando un tramo de bosque muy atmosférico. La primera es Black Tower, y desde su puerta de entrada se contemplan unas vistas únicas de Black Church. La segunda es White Tower y ofrece la que para mi gusto es la mejor panorámica del Casco Antiguo de Brasov, con un mar de tejados del que emergen torres y cúpulas, y las montañas cubiertas de bosques en la distancia. En ambos casos mejor luz para la fotografía por la tarde.
7. Catedral de San Nicolás: los colonos Sajones controlaban Brasov y todo lo que sucedía dentro de sus murallas. Mientras, los Rumanos y Búlgaros quedaron relegados al barrio de Schei, alejados de las murallas y del mercado de la Plaza Sfatului. Solo tenían permitido el acceso de forma esporádica, a través de la Puerta Ecaterinei, y pagando un peaje. Y así continuaron las cosas hasta bien entrado el siglo XVII.
Los habitantes de Schei construyeron en 1495 la Catedral de San Nicolás, un templo Ortodoxo de estilo Gótico. Sus muros exteriores están decorados con coloridos frescos, y a escasos metros hay un pequeño cementerio. En el interior también hay pinturas murales, aunque estas datan del siglo XIX y me parecieron menos espectaculares. La fotografía no está permitida, y al sacar mi móvil para leer información sobre la Catedral una abuela que barría me empezó a gritar “no foto, no foto”. Yo le intenté enseñar que estaba leyendo, pero la mujer no me hizo caso y continuó a lo suyo. En fin…
COMIDA: PIZZERIA DAI MATTONI
Tras visitar la Catedral tenía hambre así que caminé hacia la Plaza Sfatului, y en una de las calles laterales vi este restaurante que me llamó la atención. Como el cielo se estaba cubriendo de nubes grises me senté en una mesa del comedor, aunque junto a un amplio ventanal por donde entraba el aire. Pedí una Pizza Vegetal y 2 cervezas Bucur. La Pizza no tardó en llegar, muy rica y de tamaño correcto. Y me gustó el ambiente del lugar, con buena música y apenas un par de mesas con clientes. Así que después de comer me quedé un rato leyendo, aprovechando el wifi del local, mientras caía un pequeño chaparrón. Precio: 45L.
Al poco de poner un pie en la calle comenzó a llover de nuevo y decidí refugiarme en la terraza cubierta del Starbucks de la Plaza Sfatului. Como no, cayó un delicioso Caramel Frappuccino (21L) que me dejó como nuevo. Un rato después lucía el sol y decidí dar un último paseo por el Casco Antiguo en busca de más edificios interesantes.
Mi idea era acabar la jornada viendo el atardecer desde la Ciudadela de Brasov, situada en lo alto de una colina al norte del Casco Antiguo. Pero cuando me dirigía hacia ella comenzaron a escucharse truenos cada vez más cerca, con lo cual preferí no arriesgarme y regresé a la pensión. Buena idea, porque en el tramo final cayó un auténtico diluvio que inundó las calles. Llegué a mi habitación empapado, y ya no volví a salir. Después de una ducha más que necesaria me estiré en la cama a leer y descansar. Y cené unas rebanadas de pan con queso de untar, una cerveza Bucegi y un Kit Kat.
EXCURSION A BRAN
Al día siguiente me levanté temprano porque quería visitar un par de lugares muy famosos en los alrededores de Brasov y había un problema: era domingo y mes de agosto, así que preveía oleadas de gente. Rápidamente desayuné, me vestí, preparé la mochila pequeña y caminé hasta la Terminal de Autobuses Autogara 2, situada a media hora a pie de la Pensión Bittner. Fuera lucía un sol radiante y en las calles reinaba la calma.
Mi primer destino del día era Bran, una población ubicada 30km al suroeste de Brasov. En la Autogara 2 encontré el andén correcto y descubrí que mi autobús no salía hasta las 10h (parten cada hora en punto), con lo cual me tocó esperar un buen rato. Cuando apareció ocupé un asiento junto a la ventana y nos pusimos en marcha. El trayecto duró 45 minutos (8L) y el paisaje me mantuvo entretenido, con campos de cultivo, vacas pastando y (antes de llegar a Bran) una panorámica genial de las montañas del Parque Nacional Piatra Craiului. A mi lado viajaban dos borrachines que no pararon de hablar en voz alta y beber cerveza.
Al poco de bajar del autobús se confirmaron mis peores sospechas. Bran era un hervidero de turistas que abarrotaban las calles paseando entre tiendas de souvenirs de dudoso gusto y locales de comida. Pero bueno, yo estaba en Bran para visitar su castillo, así que me dirigí a la entrada a paso ligero.
EL CASTILLO DE DRACULA
*Horario: 9h – 18h (los lunes abre más tarde, a las 12h)
*Precio: 45L
*Fotografía: ok
Antiguamente el Paso de Bran, situado entre los Montes Bucegi y Piatra Craiului, tenía una gran importancia estratégica, ya que permitía atravesar los Montes Cárpatos y comunicaba el principado de Valaquia con la región de Transilvania. Por este motivo en el año 1377 el Rey Louis I de Hungría ordenó construir un castillo, que fue financiado por los habitantes de Brasov a cambio de controlar las rutas comerciales de la zona. El Castillo de Bran fue testigo de diferentes enfrentamientos entre el Reino de Hungría y Valaquia; y más tarde de la invasión del Imperio Otomano. En 1918, cuando Transilvania pasó a formar parte de Rumanía, el castillo fue regalado a la Reina María de Edimburgo, que vivió aquí junto al Rey Fernando I. Y lo heredó su hija, la Princesa Ileana, hasta que fue expulsada del país en 1948 por el régimen Comunista.
El aspecto actual del castillo se debe a las importantes reformas llevadas a cabo por la Reina María, que le dieron un aire más romántico. Esto ayudó a que en los años 70 el gobierno lo eligiera como el “Castillo de Drácula”, para promocionar el turismo del país. Pero Vlad Tepes fue Príncipe de Valaquia (Bran está en Transilvania); y el edificio no coincide con el relato de Bram Stoker, que ni siquiera visitó esta parte de Rumanía. Aun así, las tiendas de souvenirs de Bran y Brasov venden como churros todo tipo de objetos relacionados con Vlad Tepes y el mítico vampiro.
Yo ya era consciente de esta situación y decidí visitar el Castillo de Bran porque a nivel arquitectónico es un edificio espectacular. Tras comprar el billete fui directo a la entrada, donde había una pequeña cola de gente, y accedí al recinto. La primera impresión fue muy positiva: el castillo se visita sin guía; hay un montón de carteles con explicaciones en inglés; y la fotografía está permitida. Eso sí, en todo momento estuve rodeado de otros turistas rumanos. A partir de aquí fui recorriendo las diferentes salas, llenas de detalles interesantes: mobiliario antiguo, armaduras, chimeneas decoradas con azulejos, fotos familiares… Un estrecho túnel lleva hasta el piso superior donde hay una terraza con buenas vistas. Y hay 4 salas dedicadas a los monstruos del folklore popular rumano, donde por supuesto aparecen los vampiros.
De nuevo en el exterior comprobé que la cola para entrar en el castillo era kilométrica, así que al final mereció la pena madrugar. A continuación di un paseo por los jardines en busca de una foto panorámica pero tenía el sol de cara, con lo cual decidí salir del recinto y pasear por el pueblo. Cuando vi la oportunidad crucé el río Turcu por un puente y caminé hacia los árboles, desde donde contemplé una imagen memorable del Castillo de Bran, con sus torres perfectamente iluminadas.
Como nunca tengo suficiente, me adentré en el bosque siguiendo el sendero marcado con una raya roja, encarando una fuerte pendiente; y me desvié a la derecha para alcanzar una roca con una cruz que me permitió disfrutar de una nueva perspectiva del castillo, completamente solo. Fue un gran momento. Aunque me costó regresar al pueblo, por un camino resbaladizo que me obligo a bajar arrastrándome. Como curiosidad, el sendero de la raya roja continúa hacia las montañas y al cabo de bastantes kilómetros llega al Refugio Tiganesti, donde dormí la primera noche de mi recorrido por los Montes Bucegi. Antes de marcharme de Bran estuve paseando junto al río, donde hay 3 iglesias y unas vistas magníficas de los alrededores.
EL FUERTE DE RASNOV
A todo esto ya eran las 13h pasadas y tenía bastante hambre. Mi idea inicial era comprar algo en un local de comidas de Bran. Pero al pasar por la parada de autobús vi bastante gente esperando y decidí quedarme. Hice bien porque el vehículo apareció en un par de minutos (5L) y evité pérdidas de tiempo.
Rasnov es un pueblo ubicado 20km al suroeste de Brasov y como me pillaba de camino decidí hacer un alto. Su principal atracción es un fuerte que data del siglo XIII emplazado en lo alto de una montaña para defender el Paso de Bran. A lo largo del tiempo fue reconstruido en varias ocasiones; y sufrió los efectos de un terremoto y un grave incendio. Hasta que a mediados del siglo XIX dejó de tener utilidad y quedó abandonado a su suerte.
Desde la parada de autobús caminé por una avenida desierta (al ser domingo las tiendas estaban cerradas). Y en la distancia pude ver la ciudadela y un enorme cartel con el nombre de Rasnov (como el de Brasov). De nuevo el plan era sentarme a comer algo, pero tan solo vi un par de restaurantes abiertos y me parecieron demasiado lujosos, así que continué con la ruta.
Para alcanzar la cima de la montaña hay varias opciones: puedes caminar por un sendero que atraviesa el bosque; montarte en unos trenes turísticos que suben por la carretera; o utilizar un ascensor (yo opté por esta alternativa). El trayecto de ida y vuelta me costó 12L (solo ida vale 8L), y duró un par de minutos. Al salir contemplé unas vistas magníficas de Rasnov y rodeé la muralla del fuerte hasta la entrada. Antes de comenzar el recorrido me compré un vaso de limonada (5L) en un chiringuito.
La gran sorpresa del día fue descubrir que el Fuerte de Rasnov llevaba unos meses cerrado (desde febrero/2020) por obras de restauración. Pero bueno, al menos estaba permitido acceder al patio exterior, y gratis. Lo más destacable: sus torres (se puede subir a una y obtener la mejor fotografía del fuerte); y un mirador con una panorámica alucinante de bosques y montañas extendiéndose hasta el infinito. A mi alrededor había muchos turistas rumanos, pero sin alcanzar los niveles de Bran. Tras un rato paseando regresé al ascensor; bajé al pueblo; y me planté en la parada de autobús.
Esta vez me tocó esperar 20 minutos bajo un sol abrasador. El autobús era diferente a los anteriores y se pagaba con tarjeta electrónica, así que me ahorré el importe porque no tenía una. El vehículo finalizó su recorrido en otra Terminal, a más de 3km de la Pensión Bittner. Como no tenía ganas de caminar utilicé la app de Uber y al momento apareció un flamante Audi con un chaval que me llevó a toda pastilla por 11L.
En mi habitación por fin pude comer unas rebanadas de pan con paté; queso; una cerveza Ursus helada; y un Kit Kat. A continuación me pegué una siesta más que merecida (se me cerraban los ojos). Y dediqué el resto de la jornada a leer y descansar.
CONCLUSION
En la región de Transilvania hay 4 ciudades históricas de visita obligada: Brasov, Sighisoara, Sibiu y Cluj Napoca. Todas tiene sus peculiaridades y no sabría recomendarte una por encima del resto. Un día entero será suficiente para explorar Brasov, donde destacan su plaza medieval y sus magníficos miradores. Añadiendo un segundo puedes visitar el conocido erróneamente como Castillo de Dracula. Mucha gente lo tacha del mapa por este motivo, pero a nivel arquitectónico es un edificio espectacular y está rodeado de un paisaje precioso.
Además estuve a punto de acercarme al Seven Ladders Canyon, pero el día elegido amaneció con lluvia y en esos casos no se permite el acceso (más tarde vi fotos de las vertiginosas escaleras metálicas que hay que subir y lo agradecí). A escasa distancia de Brasov también hay dos iglesias fortificadas de la época de los Sajones consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: Harman y Prejmer. Yo no las visité porque ya tenía pensado conocer otras en la región.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales