En un lujoso centro de veraneo, visitando los restos del Mausoleo de Halinarcaso, un mirador con panorámicas geniales y una bonita aldea de pescadores
Hasta los años 70 Bodrum (la antigua Halicarnaso) era una remota aldea de pescadores ubicada en la costa del Mar Egeo. Pero entonces las élites turcas comenzaron a acudir a veranear, y poco a poco la población se convirtió en lo que es hoy: una especie de Marbella, sinónimo de lujo, sol y playa. Donde se encuentra Halikarnas, la discoteca más famosa del país; un puerto plagado de yates caros; y un paseo marítimo con tiendas exclusivas donde los velos brillan por su ausencia, sustituidos por ropa de diseño y gafas de sol. Por suerte la arquitectura de Bodrum no es agresiva a la vista. Sus edificios son de color blanco; tienen una altura moderada; y fuera de las principales avenidas la vida transcurre ajena al turismo.
Además Bodrum cuenta con varias atracciones turísticas, como el Castillo de San Pedro; las ruinas del Mausoleion (una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo); o un teatro con bonitas vistas. Y es un buen punto de partida para recorrer la Península de Bodrum y visitar pequeños asentamientos costeros como Gümüslük.
VIAJE DIDIM – BODRUM
Llegar hasta mi siguiente destino fue más complicado de lo previsto. Después de visitar el Templo de Apolo recuperé mi mochila grande en la taquilla y me puse a caminar. Estas fueron las etapas:
1. Dolmus a la Terminal de Didim: tenía que cubrir a pie casi 2km hasta la Terminal de Autobuses. Y aunque la carretera era cuesta abajo, tras unos minutos bajo un sol terrible me empecé a agobiar. Suerte que un lugareño detuvo un dolmus que iba a la Terminal de Didim; habló con el conductor para que me esperara; y subí al vehículo. Otra nueva demostración de amabilidad turca. Precio: 2,75L.
2. Autobús hasta Söke: menos mal que no caminé, porque cuando llegué a la Terminal me encontré con una desagradable sorpresa: ya no había transporte a Bodrum y la única opción era regresar a Söke, desandando parte del camino. Menudo coñazo. Eso sí, nada más sentarme el autobús arrancó (10L).
3. Autobús a Bodrum: una vez en la Terminal de Söke hubo momentos de tensión porque la compañía de autobuses que viajaba hacia Bodrum (Pamukkale) no tenía asientos disponibles hasta las 19.15h (¡2 horas de espera!). Aunque respiré aliviado cuando encontré la compañía Kamilkoç, con un autobús que salía en un cuarto de hora (22L). Mientras esperaba piqué unas galletas. El vehículo apareció a la hora prevista y disfruté de un viaje realmente plácido, sentado en la fila individual, junto a la ventana.
El trayecto duró algo menos de 2 horas y atravesamos un bonito paisaje. Primero bordeamos la orilla del Lago Bafa, de grandes dimensiones. Después cruzamos bosques de un color verde intenso. Y para acabar recorrimos la costa del Mar Egeo, contemplando una puesta de sol espectacular. Aunque yo a esas alturas estaba agotado tras una dura jornada de traslados. Y aun tenía que encontrar un lugar para pasar la noche…
ALOJAMIENTO: MELIS PANSIYON – 70L/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; limpieza extrema; mobiliario moderno; baño privado con ducha de agua caliente; nevera; aire acondicionado (no lo necesité, pero en verano seguro que se agradece); ubicación muy céntrica, a escasa distancia de las principales atracciones; wifi rápido; precio.
*Puntos en contra: no se me ocurre ninguno.
La única pega de la pensión no es culpa suya. En el centro de Bodrum varias calles tienen rejas metálicas para drenar el agua cuando llueve, y el alojamiento está situado en una de ellas, con algunas rejas que no encajan bien. Así que cuando los vehículos pasan por encima se escucha un ruido tremendo, como si estuvieran dando golpes con un martillo. Y así hasta las tantas de la madrugada, porque en Bodrum la actividad nocturna es importante.
De todas formas, acabar en esta pensión fue un acierto total. Mi guía de viajes solo recomendaba alojamientos de gama media-alta, afirmando que en Bodrum todo es caro. Pero yo encontré en Expedia dos opciones muy baratas con buenas valoraciones. Y en vez de reservar me planté en una de ellas, reduciendo todavía más el precio (de 80 a 70L).
CENA: NAZIK ANA
Un restaurante tradicional (lokanta) muy económico situado a una calle de mi pensión. En estos lugares lo habitual es acercarte al mostrador, ver los platos del día, y elegir. El camarero fue muy amable y hasta me dejó probar alguno para decidirme. Al final pedí Mercimek Çorba (sopa de lentejas) y un plato de Keshkek (una especialidad turca de sabor parecido a los canalones, hecho con trigo y pollo). Delicioso. Todo acompañado de pan y agua, por 22L. Cené sentado en el comedor, rodeado de objetos curiosos (lámparas de colores, fotos antiguas…).
Mientras llenaba el estómago me invadió una sensación de felicidad total. Había planteado una jornada complicada y la superé con nota, encontrando un alojamiento inmejorable y disfrutando de una buena cena. Así regresé a mi habitación, con ganas de una noche de descanso.
EXPLORANDO BODRUM
Al día siguiente me desperté algo tarde, así que me vestí sin desayunar, preparé la mochila pequeña y salí a conocer Bodrum. Estos son los principales lugares de interés:
1. Mausoleo de Halicarnaso: tras conquistar la Península de Anatolia, el Imperio Persa dividió el territorio en diferentes satrapías gobernadas por hombres de confianza. Una de estas satrapías era el Reino de Caria, en el sudoeste de Anatolia, cuya capital estaba ubicada en Milas. Hasta que en el siglo IV AC llegó al poder el Rey Mausolus, que decidió trasladar la capital de Caria a Halicarnaso; y comenzar la construcción de un templo funerario monumental para mostrar al mundo su poder, incluso una vez fallecido: el Mausoleion.
Para el proyecto se contrató a los mejores artistas de la época. Y tras la muerte de Mausolus su mujer (y hermana) Artemisa se encargó de finalizarlo. Tuvo que ser una obra espectacular. Tanto que fue elegida como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo; y su nombre pasó a la posteridad para referirse a cualquier templo funerario (Mausoleo). Tenía 50m de altura y estaba compuesto por tres partes: una base rectangular; una galería de columnas; y una pirámide escalonada rematada por una cuádriga. Un auténtico coloso de mármol cubierto de estatuas y relieves.
El Mausoleion permaneció en pie durante más de 1500 años. Pero en el siglo XIII un violento terremoto arrasó el templo y quedó en ruinas. Más tarde, en el siglo XV, los Caballeros Hospitalarios llegaron a la zona y utilizaron el material del Mausoleion para construir un castillo con el que hacer frente a los Otomanos. Y en el siglo XIX arqueólogos ingleses excavaron la zona y se llevaron al British Museum las piezas más destacadas (varias esculturas y relieves).
Así que en la actualidad no queda mucho que ver, pero ya que estaba en Bodrum me acerqué a curiosear. La entrada cuesta 12L, y da acceso a dos sitios:
*Un pequeño museo donde se explica la historia del Mausoleion y hay un par de relieves interesantes.
*El recinto donde estaba el monumento, que ofrece un aspecto desangelado. Ahora es un enorme foso con pedazos de columnas esparcidos, alguna pareja paseando por los alrededores, y el sonido de los pájaros. La imagen da mucho que pensar sobre el paso del tiempo.
2. Castillo de Bodrum (también llamado de San Pedro): ubicado en el puerto, es donde fueron a parar las ruinas del Mausoleion y además contiene el Museo de Arqueología Submarina. Sin duda la principal atracción turística de Bodrum. Pero cuando vi el castillo de lejos comprendí que me iba a quedar sin visitarlo. Todas las torres estaban cubiertas de andamios y había dos grúas realizando trabajos. Una vez más las condenadas obras de restauración en Turquía…
3. Antiguo Teatro: construido en tiempos del Rey Mausolus, aunque obviamente muy restaurado. Ofrece buenas vistas de la bahía y el castillo, pero está situado justo al lado de la ruidosa carretera principal y la atmósfera es nula.
4. Cisternas de Agua: por toda la ciudad hay repartidas unas construcciones de color blanco con forma de cúpula. Se trata de cisternas que recogen el agua de lluvia. Yo vi un par y al principio pensaba que eran tumbas islámicas.
COMIDA: GAYIKCI
Un local de kebabs ubicado cerca de mi pensión. Yo me senté en el comedor, rodeado de lugareños y turistas, y como estaba hambriento pedí Iskender Kebab, acompañado de pan pide, Fanta y té. Este plato es uno de mis favoritos en Turquía, rico y abundante, y no defraudó. Precio: 29L.
UN MIRADOR CON VISTAS ESPECTACULARES
Tras la comida decidí buscar un mirador para contemplar una panorámica de Bodrum, pero mis dos primeros intentos fueron un fracaso:
*Para empezar fui hasta un lugar donde según mi guía de viajes se ubicaban unos antiguos astilleros Otomanos, con excelentes vistas. Me costó un montón encontrarlo y resultó ser un cementerio con las tumbas de dos personajes importantes de Bodrum. Aunque de las vistas ni rastro.
*Después comencé a improvisar y pasé por una calle con hoteles cerrados o en construcción (los trabajadores me miraban con caras de asombro). Al final llegué a un bonito tramo de costa y pude ver un mar de aguas cristalinas, barcos navegando, y el castillo en la distancia. No estuvo mal, pero buscaba algo mejor.
Por suerte, mientras encaraba una dura pendiente vi a mi izquierda una colina con bastante potencial, y hacia allí que me dirigí. La verdad es que fue un auténtico éxito. Las vistas de Bodrum eran insuperables, con la bahía, el castillo, el mar, y las casitas de color blanco de fondo. Además, en la cima hay un conjunto de antiguos molinos de viento. Están abandonados y sus muros cubiertos de grafitis, pero son realmente fotogénicos. Allí me tiré un buen rato, a pesar del fuerte viento que soplaba, y regresé al centro. Más tarde conseguí un folleto turístico de Bodrum con diferentes rutas, y recomendaba este mirador.
Una vez en el puerto esperé un rato y pude redondear la jornada disfrutando de una excelente puesta de sol, con el cielo de color naranja y los veleros en primer plano. Eso sí, en manga corta y con un frío tremendo. Ya en mi habitación decidí solventar la cena picando unas galletas, y así pude dedicarme a escribir y descansar.
RUMBO A GÜMÜSLÜK
Al día siguiente me puse en marcha a buena hora para aprovechar la mañana. Una vez en pie desayuné galletas y salí a la calle. En principio había pensado alquilar una moto y recorrer por mi cuenta la Península de Bodrum. Pero según había leído, abundaban las poblaciones modernas dirigidas a turistas de presupuesto holgado. Además, poco después tenía previsto explorar la costa en moto desde Marmaris. Con lo cual decidí visitar únicamente el pueblo más recomendado de la península: Gümüslük.
Para llegar caminé hasta la Terminal de Bodrum; subí a un dolmus que se dirigía al pueblo; y tras unos minutos de espera nos pusimos en marcha (6,25L). El trayecto duró media hora para recorrer algo más de 20km en dirección oeste, hasta alcanzar el extremo de la península. El primer tramo pasó junto a tiendas y hoteles; pero durante el segundo atravesamos una zona boscosa muy panorámica. Una vez en Gümüslük, la conductora del dolmus me dio indicaciones, y caminé hasta la costa.
Tengo que reconocer que mi primera impresión no fue muy positiva, y pensé que no tardaría mucho en regresar a Bodrum. La costa del pueblo se divide en dos zonas: una sucesión de marisquerías con bonitas terrazas junto al mar; y una playa minúscula de arena oscura llena de basura. Si buscas un lugar para relajarte y leer un libro es un lugar ideal. Pero yo siempre necesito algo de acción. Y por suerte la encontré…
Al final de la playa divisé una colina cubierta de vegetación que me pareció un sitio perfecto para hacer fotos de los alrededores, pero el acceso estaba cerrado con una valla de alambre. Solución: recorrí el perímetro y cuando encontré un agujero… por allí que me colé. Fue la mejor decisión que pude tomar, porque a continuación aparecí en un sendero que recorre la costa, con vistas espectaculares de la bahía de Gümüslük, Rabbit Island, y el Mar Egeo.
Pero lo mejor fue la cantidad de plantas exóticas que pude ver. La costa estaba cubierta de arbustos enormes, helechos y flores de mil colores distintos. Parecía un jardín botánico. Mi cámara de fotos echaba humo y aluciné a cada paso, completamente solo, mientras el viento soplaba cada vez más fuerte. Eso sin contar la tensión, al no saber los motivos por los que la zona estaba vallada: ¿era propiedad privada? ¿reserva natural? ¿área militar? En cualquier momento podía aparecer alguien y tenía que preparar una buena excusa.
Por suerte no ocurrió nada. Así que tras un rato caminando regresé a la valla, la salté, y continué hasta la zona civilizada de Gümüslük. Estos momentos ya justificaron la visita.
COMIDA: GÜMÜSLÜK FIRIN & PASTANE
Antes de marcharme del pueblo decidí comer en alguno de los restaurantes. Yo esperaba algo parecido al Puente Gálata de Estambul, donde había locales para todos los bolsillos. Pero no fue el caso. En Gümüslük no había bocadillos, y cualquier plato normalito (como uno de calamares) salía por 50L. Así que tras deambular un rato decidí improvisar y entré en este pequeño local sin vistas al mar, ocupando una mesa del comedor.
La carta estaba en turco, con lo cual me tuve que guiar por las fotos, y pedí un plato de Ispir Kuru Fasüliye (judías blancas con un par de trozos de carne, y un cuenco de arroz blanco), acompañado de una Fanta. De postre cayó un milhojas de crema y nata (que elegí en la pastelería anexa, de los mismos propietarios) y un té. Precio: 45L. No estuvo mal, rodeado de un ambiente tranquilo, con lugareños de aspecto adinerado.
Después de comer di otro paseo por la costa y caminé hasta la Terminal, donde subí a un dolmus que ya se marchaba rumbo a Bodrum (6,25L). De nuevo viajé en un asiento de la fila individual, contemplando el paisaje, y contento tras una gran jornada.
CONCLUSIÓN
Bodrum es un centro de veraneo de lujo donde es posible pasar un par de días entretenido visitando lugares de interés. Y sin estar obligado a gastar mucho dinero, ya que hay alojamientos baratos (como Melis Pansiyon) o restaurantes tradicionales (como Nazik Ana) a precios totalmente asequibles. Aunque si vas con el tiempo justo y tienes que elegir, te recomiendo Marmaris, que cuenta con un entorno natural mucho más salvaje.
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