Visitando una población de arquitectura otomana con docenas de antiguas viviendas, pequeñas iglesias y un museo de iconos medievales
Berat es una población del sur de Albania atravesada por el río Osum y rodeada de escarpadas montañas. A lo largo de la historia ha sido el hogar de diferentes culturas, como los Ilirios, Romanos o Búlgaros, y todas dejaron su huella. Aunque el aspecto actual de Berat se debe en gran medida a los Otomanos, que durante los siglos XVIII y XIX convirtieron el lugar en un importante centro de artesanía. Hoy día Berat es una de las principales atracciones turísticas de Albania y se le conoce como la “Ciudad de las Mil Ventanas” por sus docenas de viviendas tradicionales apiñadas formando diferentes niveles. Su gran estado de conservación le valió la inclusión junto a Gjirokastra en el listado del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
Lo mejor en Berat es pasear por las calles del Casco Antiguo, descubriendo iglesias, mezquitas y viejas mansiones. Y subir al Castillo para contemplar unas panorámicas geniales de los alrededores, además de visitar el Museo Onufri y sus magníficos iconos medievales.
VIAJE: TIRANA – BERAT
Berat está a 100km de Tirana, pero el transporte público siempre guarda sorpresas y el desplazamiento se me complicó más de lo previsto. El dueño de Nina Guest House me había dicho que los autobuses hacia Berat salían de la Terminal Sureste, así que tras desalojar mi habitación caminé los 2km de distancia. Pero una vez allí los conductores me indicaron que tenía que ir a la Terminal Norte (la misma que utilicé para viajar a Kruja y Durrës). Mi cara fue un poema, porque me tocó regresar al centro y después continuar hasta una parada de autobús. En total casi 6km cargado con mis mochilas, bajo un sol de justicia, y moviéndome por estrechas aceras llenas de gente.
A partir de aquí, el viaje constó de 3 etapas:
1. Autobús a la Terminal Norte: yo me subí al primer vehículo que pasó confiando en que había elegido la parada correcta, y por suerte acerté. Eso sí, el trayecto se me hizo eterno, porque en Tirana el tráfico es horrible y no hay carriles especiales para autobuses y taxis. Con lo cual avanzamos a paso de tortuga, entre constantes frenazos y un calor agobiante. Precio: 40L.
2. Furgon hasta Berat: en la Terminal encontré sin problema mi siguiente vehículo. A continuación guardé la mochila grande en el maletero trasero; ocupé un asiento de la fila individual; esperé un cuarto de hora entretenido con el caos de vehículos y pasajeros que me rodeaba; y nos pusimos en marcha.
El trayecto duró algo más de 2 horas e incluyó otra situación inesperada. En vez de seguir la ruta más directa hacia Berat, los conductores se desvían pasando por Durrës, lo cual añade 20km extra al viaje. El motivo: la carretera es mucho mejor, con dos carriles por sentido, y no se complican la vida. Me dio rabia, porque si lo llego a saber hubiera viajado a Berat tras visitar Durrës, ahorrándome el regreso a Tirana. En fin… El paisaje no tuvo mucha historia, cruzando poblaciones modernas y campos de cultivo. El último tramo se alargó bastante porque no paró de subir y bajar gente, pero al final llegué a Berat. Precio: 400L.
3. Autobús al Casco Antiguo: la Terminal de Berat está a 3km del Casco Antiguo, aunque hay un autobús urbano que cubre la ruta. Nada más bajar del Furgon lo vi esperando a unos metros, así que me subí y arrancó al momento (30L). Después fui controlando mi ubicación en el mapa y me bajé en la parada más cercana al lugar donde había previsto pasar la noche.
ALOJAMIENTO: GUESTHOUSE NIKO – 17€/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; baño privado; limpieza extrema; mobiliario moderno; buena ubicación, a 5 minutos a pie del dentro; wifi rápido; nevera; mandarinas y granadas de cortesía; propietario (Niko) muy simpático; precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: camas individuales (la habitación con cama doble costaba 8€ más); sin calefacción (por la noche hacía frío); ducha de escasa potencia; calle en obras (de día el ruido de maquinaria pesada era constante).
Hice una reserva de 2 noches a través de Booking y cuando llegué me recibió Niko, que estaba charlando en el patio con un amigo. El hombre apenas habla inglés, pero utilizando gestos y palabras básicas nos entendimos, y en unos minutos ya estaba instalado en mi habitación. En general acabé bastante satisfecho con Guesthouse Niko y alargué mi estancia 2 noches más (eso sí, al mismo precio que Booking).
A continuación ya eran las 15h pasadas y no tenía tiempo para empezar mi visita a Berat, así que caminé hasta el centro en busca de un sitio para comer porque me moría de hambre.
COMIDA: WILDOR RESTAURANT
En este local encontré justo lo que necesitaba. Al llegar me senté en una mesa del enorme comedor situado en el primer piso y tras examinar el menú (en inglés) pedí Byrek (de queso, huevo y espinacas); Chomlek (un plato originario de Macedonia que consiste en trozos de ternera con cebolla y una espesa salsa); y una cerveza Tirana. Los platos no tardaron en aparecer, la comida estaba deliciosa y me atendieron dos camareros muy amables. Además al ser una hora un poco rara no había nadie en el restaurante y disfruté de un ambiente tranquilo. Precio: 1100L. Totalmente recomendable.
De regreso a mi habitación me detuve a hacer una compra de comida en un supermercado; y dediqué el resto de la tarde a leer y descansar, intentando recuperarme del molesto resfriado que arrastraba desde Kruja.
DESCUBRIENDO MANGALEM
Al día siguiente mi plan era levantarme a las 8h, pero a las 6.30h me despertaron los golpes de Niko, y a las 7.30h el ruido de la obra cercana, así que estaba bastante cansado. Una vez en pie me vestí y salí a desayunar al patio de la guesthouse. Niko ya había preparado la mesa, aunque la comida tardó 20 minutos en aparecer, mientras a escasos metros una máquina excavadora hacía temblar el suelo y levantaba nubes de polvo. Vaya tela…
El menú consistió en dos huevos fritos, queso, un plato de Priganice (bolas de masa de churro fritas típicas de Montenegro), dos clases de mermelada, té y un zumo de una fruta ácida que no supe identificar. Acabé a punto de explotar. A mi lado había una familia de alemanes que viajaban en un gigantesco camión. Y un gato que exigía su parte del desayuno arañándome las piernas. Tras llenar el estómago regresé a la habitación, metí mis cámaras de fotos en la mochila pequeña, y me dirigí al centro de Berat.
Para empezar visité el barrio de Mangalem, donde antiguamente vivía la comunidad musulmana de Berat. Llegué siguiendo el Boulevard Republika, la principal avenida peatonal del pueblo, con numerosos cafés y restaurantes, terrazas llenas de gente a cualquier hora, y tiendas. A escasos metros está el descomunal Hotel Colombo, que parece el Capitolio, con enormes columnas y una cúpula (hasta el 2011 el edificio albergaba la Universidad). Una habitación individual costaba 65€, un precio muy correcto teniendo en cuenta que se trata de un 5 estrellas que incluye desayuno y spa. Aunque no pega nada en un lugar como Berat.
El barrio de Mangalem constituye la imagen clásica de Berat: un mar de viviendas que suben por la falda de una colina y parecen estar construidas unas sobre otras. Las mejores panorámicas se consiguen desde el otro lado del río Osum, o desde el puente moderno que lo cruza. Cuando ya había hecho fotos desde todos los ángulos posibles me dediqué a recorrer las estrechas callejuelas empedradas de Mangalem. Sus casas Otomanas están pintadas de color blanco y tienen dos pisos, con el segundo sobresaliendo de la estructura principal. Durante mi paseo descubrí rincones encantadores, con balcones de madera, ropa tendida, gatos deambulando, ancianas sentadas, viejos portales… Y eso que apenas vi una fracción del barrio.
En Mangalem hay 3 mezquitas:
1. Mezquita del Sultán: encargada por Bayezid II en el siglo XV, es una de las mezquitas más antiguas de Albania. Al lado está el Halveti Tekke, un recinto vinculado al Sufismo, la rama mística del Islam, donde los derviches llevaban a cabo sus rituales.
2. Mezquita de Plomo: se llama así por el material que recubre su cúpula y fue construida en el siglo XVI. Durante mi visita a Berat se encontraba en obras.
3. Mezquita de los Solteros: data del siglo XIX y está situada cerca del río Osum. Tiene un bonito pórtico decorado con frescos que representan plantas, flores y casas. Su gracioso nombre se debe a que se creó para los chavales solteros, principalmente aprendices de los diferentes gremios que trabajaban en Berat.
A pesar de su antigüedad el aspecto de las mezquitas es realmente moderno, fruto de los trabajos de reconstrucción para reparar los daños causados por la Segunda Guerra Mundial y el régimen comunista. No pude acceder al interior de ninguna porque me encontré las 3 cerradas.
Otro edificio interesante en el barrio de Mangalem es el Palacio del Pasha, del que solo se conserva una estructura en ruinas con columnas y una puerta de piedra con bonitos relieves. A finales del siglo XVIII Ahmet Kurt Pasha creó el Pashalik de Berat, un territorio dentro del Imperio Otomano con una elevada autonomía. Aunque en el año 1808 su sucesor fue derrotado y Berat se incorporó al Pashalik de Janina. Por último destacar el Museo Etnográfico. No lo visité, pero está ubicado en una espectacular mansión Otomana del siglo XVIII.
EL CASTILLO DE BERAT
*Horario: 9h – 18h
*Precio: 300L
*Fotografía: ok
Este edificio domina el Casco Antiguo de Berat desde la cima de una colina rocosa a 215m de altura. Fue construido por los Romanos, aunque en tiempos del Imperio Bizantino se realizaron diferentes ampliaciones y lo que se ve hoy día es en su mayor parte del siglo XIII. La taquilla se encuentra en la puerta principal, al norte del castillo, y la utiliza la gente que prefiere subir en coche (hay una zona de aparcamiento). Pero si llegas a pie hay dos puertas más (este y oeste) que permiten acceder al castillo gratis. Yo entré por la este, situada al final de una serie de escaleras rotas que cruzan un bosque de pinos, porque además es el camino más corto desde el centro.
El Castillo de Berat tenía una gran importancia estratégica durante la Edad Media y fue asediado en varias ocasiones por diferentes ejércitos. Como en 1455, cuando las tropas de Skanderbeg no consiguieron arrebatárselo a los Otomanos y sufrieron numerosas bajas. Las batallas se cobraron su peaje y actualmente el castillo está en ruinas, pero aun así cuenta con numerosos lugares de interés. Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Murallas: incluye numerosas torres defensivas. La mejor es sin duda la Torre Tabja. Está en el extremo sur del castillo y ofrece una panorámica espectacular, con Gorica Hill y las viviendas tradicionales del barrio a sus pies; el río Osum; y el Casco Moderno de Berat, lleno de coloridos edificios. Me encantó.
2. Iglesias: los Bizantinos llenaron de templos el recinto del castillo. Actualmente quedan 10 iglesias en pie, pero durante su época de máximo esplendor había más del doble. Todas tienen detalles interesantes. Mi favorita es la Iglesia de la Santísima Trinidad, construida en el siglo XIV con ladrillos de color rojo. Una pena que estaban cerradas y no pude acceder al interior, donde en algunos casos hay elaborados frescos medievales. Desconozco si en temporada alta la situación es distinta.
3. Museo Onufri: está ubicado en la Iglesia de la Dormición de la Virgen y abrió sus puertas al público en el año 1986. La entrada cuesta 400L (lunes cerrado) y el recinto se divide en dos partes. Por un lado la propia iglesia, que cuenta con elaboradas obras de madera tallada, como el magnífico iconostasio, un púlpito o el trono del Obispo. Además pude entrar en el santuario oculto tras el iconostasio, con frescos bien conservados y un altar.
Por otro lado, en una sala anexa está el Museo Onufri, donde se exponen numerosos iconos medievales procedentes de otras iglesias del país. Entre ellos destacan los de Onufri, un famoso pintor del siglo XVI. También hay libros antiguos con las tapas cubiertas de relieves, y un par de crucifijos. Durante mi visita el piso superior del Museo se encontraba cerrado por obras y me perdí parte de la colección, y eso que desde abajo la sala parecía intacta.
La fotografía está prohibida y hay avisos por todas partes recordándolo, pero nadie vigila y estaba completamente solo, así que hice las que quise (sin flash). Por cierto, al comprar el billete la encargada me ofreció una audio guía por 100L más pero no tiene sentido, porque hay disponibles páginas plastificadas con un montón de información en diferentes idiomas, tanto de la iglesia como de los iconos más relevantes.
4. Mezquitas: solo hay dos, la Roja, con un elegante minarete medio destruido; y la Blanca, peor conservada, aunque con una terraza que permite disfrutar de unas vistas geniales de los alrededores, con campos de cultivo, el río Onufri y las montañas de fondo.
5. Cisterna: fue construida para almacenar el agua de lluvia y abastecer las necesidades del castillo, sobretodo en tiempos de asedio. Sus dimensiones son enormes. Es posible asomarse al interior por una ventana y ver sus columnas envueltas en las sombras.
Además de estos monumentos y ruinas, el Castillo de Berat acoge el Barrio de Kala, habitado por docenas de familias. Durante mi recorrido pasé junto a viviendas tradicionales, ancianas con pañuelos blancos en la cabeza, gatos deambulando, y tiendas de artesanía con señoras tejiendo que saltaban como un resorte al verme, intentando que entrara a ver (y comprar) sus productos. También me acompañó unos minutos un perro en los huesos, pero para variar no llevaba nada comestible encima y me dejó por una pareja.
COMIDA: ANTIGONI RESTAURANT
Un local situado en el Barrio de Gorica, justo al otro lado del puente moderno. Tiene una serie de terrazas exteriores con unas vistas espectaculares de Mangalem y el Castillo, aunque yo preferí el comedor porque estaba anocheciendo y hacía frío. Allí me recibió un camarero muy atento y pedí una Ensalada; Tavë Dheu (Fergese con trozos de carne); y una cerveza Tirana. La comida no me gustó (el Tavë Dheu era una balsa de aceite) y eso que no soy nada exigente, así que no lo recomiendo. Precio: 1000L.
A continuación regresé a la guesthouse envuelto en la oscuridad, porque las farolas de la zona estaban apagadas. Y solventé la cena con pan tostado y un yogur.
EXPLORANDO GORICA
La jornada comenzó con mi alarma sonando a las 8h, y poco después ya estaba en el patio listo para desayunar. Los alemanes se habían marchado e imagino que Niko se relajó, porque desaparecieron del menú los Priganice y no acabé tan lleno como el día anterior. Pero bueno, al menos no había obras en curso y me relajé al sol, con el gato durmiendo a pierna suelta a mi lado y una avispa que se adueñó de una de las mermeladas del menú.
Cuando acabé cogí mi mochila pequeña y caminé hacia el centro de Berat para visitar la zona que me faltaba: el Barrio de Gorica, donde antiguamente vivía la comunidad cristiana del pueblo. Su aspecto es similar al de Mangalem, con montones de casas tradicionales distribuidas en diferentes niveles, aunque luce menos porque está a la sombra de Gorica Hill. Yo primero estuve un rato haciendo fotos desde el otro lado del río Osum, con las viviendas reflejadas tímidamente en el agua. Y después crucé el Puente de Gorica, construido por los Otomanos a finales del siglo XVIII, aunque modificado a lo largo del tiempo tras ser arrasado por las crecidas del río. Durante mi visita se estaban realizando trabajos en el cauce, con ruidosas máquinas excavadoras, montañas de materiales y docenas de operarios, creando un ambiente caótico.
Gorica me parece un barrio más auténtico que Mangalem, con algunas viviendas abandonadas, fachadas cayéndose a trozos y calles sin asfaltar. Y no me crucé con ningún turista. El único monumento destacable es la Iglesia de San Spiridon, que como era de esperar estaba cerrada. Yo dediqué un rato a pasear, descubriendo detalles interesantes en cada rincón. Durante unos minutos me estuvo siguiendo una cría de gato que no paraba de maullar esperando que le diera comida. Por suerte más tarde apareció una señora (seguida por otro gato que debía ser su hermano) y se quedó con ella.
Después decidí hacer una excursión por Gorica Hill en busca de buenas vistas de los alrededores y un poco de naturaleza. La verdad es que improvisé bastante, pero al final me quedó una ruta circular muy recomendable. Yo comencé en unas escaleras de piedra que arrancan detrás del Hotel Muzaka, y acabé en la parte occidental del pueblo, cerca de Dhimitri’s Guest House, donde hay un cartel que indica “Hiking Trail”. Aunque se puede recorrer a la inversa sin problema. El camino está bien marcado, pero se bifurca en varios puntos y no hay señales, así que es imprescindible una app de mapas offline (yo utilicé maps.me).
Al principio gané altura sin parar por un empinado sendero muy resbaladizo a causa de las lluvias de días anteriores. De vez en cuando me giraba para contemplar unas vistas geniales del Barrio de Mangalem y el Casco Moderno de Berat, con las montañas de fondo. En un punto encontré una especie de monolito de piedra y me tuve que desviar a la derecha para evitar una casa abandonada rodeada por una valla metálica.
Después subí hasta la cima de una colina que ofrece una panorámica inmejorable de la zona, con Mangalem, el Castillo de Berat (me encontraba a más altura), y el río Osum con el Puente de Gorica. La pega fue que una parte del paisaje estaba tapada por las sombras y las fotos no me quedaron tan bien como las que había visto en Internet (en otoño/invierno el sol no ilumina de la misma forma). A pesar de todo el lugar me encantó y pasé un rato agradable completamente solo.
Tras bajar de la colina continué por el sendero en dirección a Gorica, entre campos de cultivo, olivares y bosques de pinos. Hay otros caminos que conducen a puntos de Gorica Hill todavía más elevados, como la antena de TV o la cumbre de la montaña, situada a 400m de altura. Pero no tenía tiempo y las vistas tampoco hubieran mejorado de forma significativa.
COMIDA: ENI TRADITIONAL FOOD
Este sencillo restaurante está en el Barrio de Gorica, alejado de la zona turística, y fue todo un descubrimiento. Yo me senté en una mesa del solitario comedor y tras examinar el escueto menú pedí dos de los platos del día: Qofte con salsa de tomate y cebolla; y Moussaka estilo albanés, con patatas en vez de berenjenas, y una capa de queso y yogurt. Para beber cayó una cerveza Tirana. La comida me encantó, y me atendió un chaval muy simpático que me invitó a un vaso de vino tinto elaborado por sus padres (tenía 3 años y era realmente espeso). No se puede pedir más. Precio: 1150L.
Después de comer ya era de noche y estuve un rato contemplando el Barrio de Mangalem, con sus viviendas iluminadas que creaban un efecto mágico. A continuación regresé a mi alojamiento, dando por finalizada mi visita a Berat.
CONCLUSION
Berat es una de las principales atracciones turísticas de Albania y no me extraña. Recorrer las calles de su Casco Antiguo es como viajar en el tiempo, rodeado de viviendas tradicionales y edificios históricos. Un día será suficiente para visitar los diferentes lugares de interés, aunque también te aconsejo realizar una pequeña excursión por las montañas de los alrededores. Con vehículo propio es posible explorar Osum Canyon y la Cascada de Bogove, situados al sureste de Berat, añadiendo una jornada extra. Al no ser mi caso y encontrarme con un tiempo bastante revuelto preferí no jugármela haciendo autoestop (no hay transporte público).
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