En la capital iraní del Taarof, con un espectacular mausoleo de estancias lujosamente decoradas y un atmosférico restaurante tradicional
Ardabil es una ciudad que supera los 600mil habitantes, y en el pasado fue la más importante del noroeste del Imperio Persa. Aunque la destrucción causada por diferentes tropas invasoras, como los Mongoles o los Georgianos de la mítica Reina Tamar, le hicieron perder relevancia. De todas formas continuó siendo un destacado centro comercial que comunicaba el Mar Caspio con la región del Cáucaso. Y más tarde recuperó protagonismo cuando Ismail I, nacido en Ardabil, se convirtió en Shah de Persia y primer miembro de la Dinastía Safávida, la cual gobernó el Imperio durante más de dos siglos, hasta 1736.
Actualmente Ardabil es capital de la provincia del mismo nombre, y cuenta con varios lugares de interés turístico, entre los que destaca por encima de todos el Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din, fundador de la orden de los Safaviyya, que fue el germen de la Dinastía Safávida.
VIAJE: KALEYBAR – ARDABIL
A priori este desplazamiento pintaba realmente complicado, y pensaba que invertiría buena parte de la jornada. Pero al final todo me salió a la perfección, y solo tardé 3,15h en recorrer los 230km hasta Ardabil. Estas fueron las etapas:
1. Taxi compartido (Savari) a Ahar: tras desalojar mi habitación en el Kollywood Hotel de Kaleybar, caminé unas calles en la dirección que me indicó un lugareño. Y pronto salió a mi encuentro el conductor de un taxi Savari que ya tenía 3 pasajeros. Así que conmigo completamos el vehículo y nos pusimos en marcha. Fueron 60km y pagué 10milT.
2. Savari hasta Meshgin Shahr: el conductor me dejó en la parada de taxis, donde había un Savari con 2 personas esperando. Yo aproveché para acercarme a una tienda y comprar una botella de agua pequeña (1milT). Y cuando regresé, los pasajeros habían decidido que repartiéramos entre los tres el importe del cuarto. De esta forma nos ahorrábamos la espera y viajaríamos más cómodos. Por supuesto no me opuse, y pagué 10milT + 3milT extra por otro recorrido de 60km. El conductor era un auténtico kamikaze, avanzando a toda pastilla a escasos centímetros de los vehículos, y adelantando en lugares imposibles.
3. Taxi privado (Dar Baste) a Ardabil: como necesitaba tres taxis y los precios no son nada caros, antes de comenzar la jornada decidí que al menos un trayecto lo haría sin compartir con otros pasajeros, para tardar menos. Así que cuando estábamos a punto de llegar a Meshgin Shahr y el conductor del Savari me ofreció llevarme hasta Ardabil por 40milT (un importe muy correcto) acepté sin dudarlo. Su estilo de conducción no mejoró mucho, y encima ahora yo iba en el asiento del copiloto. Suerte que buena parte del camino discurrió por una autopista sin apenas dificultad.
La sorpresa se produjo cuando el conductor me dejó en las afueras de Ardabil, y me dijo que allí acababan sus servicios. No me pareció bien, porque había contratado un servicio privado. Y menos aún que quisiera cobrar 5milT de más sin entender el motivo. Pero me mantuve firme, le pagué lo acordado, y se marchó con mala cara.
4. Taxi privado hasta el centro: sin ganas de complicarme la vida, me metí en el primer taxi que vi para llegar al hotel que había elegido. El tráfico de la ciudad era caótico, y avanzamos a paso de tortuga. Cuando llegamos el taxista me cobró 7milT y respiré aliviado. Ya estaba en Ardabil, y encima en un tiempo récord.
ALOJAMIENTO: NEGIN HOTEL – 180milT/Noche
*Puntos a favor: habitación muy espaciosa; cama doble enorme y comodísima; lavabo privado con ducha perfecta; limpieza extrema; ubicación céntrica, a escasa distancia a pie de las principales atracciones; tranquilidad total por la noche; nevera con botella de agua grande de cortesía; aire acondicionado; personal de la recepción muy agradable; desayuno buffet incluido en el precio.
*Puntos en contra: wifi horrible.
Este hotel aparecía recomendado en mi guía de viajes, y la verdad es que fue todo un acierto. Una pena que no pudiera conseguir algún descuento, pero la habitación justificaba de sobras el precio a pagar. Por cierto, al cruzar la puerta de entrada me encontré en el vestíbulo con un montón de gente vestida de negro. Como es el color habitual de Irán pensé que era algún tipo de convención o reunión de negocios. Hasta que uno de los participantes me aclaró qué pasaba: ¡era un funeral! En fin… Una vez instalado en mi habitación aproveché para descansar un rato.
UN ANIMADO BAZAR
A las 15.30h salí a dar un paseo por Ardabil, y me encontré con una ciudad de amplias avenidas, coloridas tiendas de rótulos indescifrables, y muchísima gente: mujeres envueltas en chador negro, grupos de lugareños sentados charlando, abueletes con gorros de piel… En la calzada, oleadas de vehículos luchaban por un espacio, casi la mitad taxis de color amarillo. Y por todas partes había fotos de los mártires de la Guerra con Irak; minaretes cubiertos de azulejos; y banderas. Me encantó el ambiente.
No tardé mucho en alcanzar la calle Imam Khomeini, y desde allí accedí al Bazar de Ardabil, cruzando una enorme puerta decorada con azulejos. El lugar es un laberinto de estrechos pasajes, por los que transitan clientes y operarios empujando carros de madera. El techo está cubierto de arcos de ladrillo y banderas. Y a ambos lados hay comercios con todo tipo de productos a la venta: frutos secos, pescado ahumado, dulces, lujosos vestidos, relojes de pared, espejos, telas… Estuve un buen rato dando vueltas, y pude utilizar mi cámara sin problema, intercambiando algunas palabras con los vendedores. Era el único turista, y todo el mundo me seguía con la mirada. La única pega: que los comercios utilizan potentes bombillas, y la luz dificultaba bastante obtener buenas fotos.
Cuando salí del Bazar ya oscurecía, y busqué un lugar para comer algo porque me moría de hambre. Y es que llevaba todo el día con tan solo un puñado de galletas a modo de improvisado desayuno.
CENA: TAPESH RESTAURANT
Mi idea era disfrutar de una buena cena en algún restaurante, pero tras deambular por las calles solo encontré locales de fast food. Así que acabé resignándome y entré en uno que tenía buena pinta. Me la jugué pidiendo una pizza de pollo, pero estuvo muy rica, y me dejó como nuevo. Para acompañar, una botella de agua. Todo por 18milT. A mi alrededor, varias mesas de lugareños comiendo bocadillos (la otra especialidad del local).
De regreso al hotel pasé junto al Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din, y por todas partes había pequeñas tiendas vendiendo dos productos típicos de Ardabil: miel y Halva Siyah. El Halva Siyah es una pasta de color negro hecha con harina de trigo, nueces, extracto de dátiles, especias y azúcar. Los lugareños la compraban como si fuera helado, servida en envases de plástico, y yo también quise probarla. Una tarrina pequeña me costó 6,5milT, cubierta de coco y trozos de nuez. La verdad es que no me gustó mucho, y tras comerme la mitad ya no podía más (me suele pasar con todos los dulces elaborados con frutos secos).
Por cierto, tanto en el local de fast food como en la tienda de Halva viví una extraña costumbre habitual en muchas partes de Irán: el Taarof. Entre los iraníes está mal visto aceptar cualquier cosa sin haberla rechazado una o varias veces, y eso incluye el dinero. Así que cuando fui a pagar me dijeron que no era necesario. Pero eso no significa que te estén invitando de verdad, y al insistir me cobraron. Desconozco qué ocurre si aceptas la teórica invitación y te marchas del local. Tiene que ser una situación graciosa…
EL MAUSOLEO DE SHEIKH SAFI-OD-DIN
Al día siguiente me levanté tras una noche de sueño impecable. Si el wifi funcionara este hotel sería perfecto. Tras vestirme y preparar la mochila pequeña, bajé al comedor a desayunar. Al igual que ocurrió en Jolfa, consistía en un buffet libre, y me encontré un menú con poca variedad: ensalada de tomate y pepino, queso, salami, huevos (duros, fritos o revueltos); salchichas con patatas; zumo de naranja; y té. Me extrañó que no hubiera mermelada, pero bueno, repetí plato y tuve suficiente.
Con el estómago lleno, salí a la calle y caminé hasta la entrada del monumento que me había traído hasta Ardabil: el Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din.
*Horario: 8.30h – 19.30h
*Precio: 35milT
*Fotografía: ok
Cuando Sheikh Safi-od-Din falleció en el año 1334, su hijo ordenó la construcción de un mausoleo. Aunque desde el momento en que la Dinastía Safávida alcanzó el poder, a principios del siglo XVI, se comenzaron a añadir nuevas partes cada vez más lujosas (incluida la tumba del propio Shah Ismail I), y el recinto se convirtió en un lugar de peregrinaje.
Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Torre Allah-Allah: esta torre cilíndrica de 17m rematada por una cúpula es la imagen más icónica del Mausoleo. Está hecha con ladrillos de colores que forman dibujos geométricos, y tiene una portada cubierta de azulejos e inscripciones caligráficas. Junto a ella hay otras dos cúpulas que crean un conjunto espectacular. Dentro de la torre está la tumba de Sheikh Safi-od-Din (con un sarcófago de madera tallada). Mejor luz para las fotos durante la parte central del día. La verdad es que tuve mucha suerte, porque la mañana comenzó nublada, pero después salió el sol.
2. Patio: da acceso a las diferentes salas, y sus paredes están llenas de azulejos lujosamente decorados. Me tiré un buen rato examinando cada detalle. Una auténtica maravilla.
3. Ghandill Khaneh: esta sala tiene muros de color dorado con dibujos de plantas y flores que crean un efecto asombroso. Para entrar es obligatorio descalzarse.
4. Chini Khaneh: otra sala memorable, con las paredes cubiertas de nichos de estuco donde en el pasado se ubicaban valiosas piezas de porcelana de la colección real. Pero el Mausoleo fue asaltado durante las batallas que enfrentaron a Persia con el Imperio Ruso a principios del siglo XIX, y buena parte de la colección continúa en territorio soviético.
El Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din me encantó. Y en toda la visita no me crucé con ningún turista occidental. Cuando llegué al recinto no había casi nadie, pero luego fueron apareciendo bastantes familias iraníes, imagino que más de lo habitual al ser viernes (día festivo en el mundo islámico). Un monumento que no tiene nada que envidiar a los que adornan la famosísima Isfahan. Solo le encontré una pega: en lugar de carteles explicativos, en las salas hay códigos para escanear con el móvil y acceder a la información, pero a mí no me funcionaba el sistema (imagino que hace falta alguna app especial que desconozco). Así que me faltaron datos.
Por si no había tenido suficiente, en el recinto del Mausoleo se encuentra el Museo Arqueológico de Ardabil. Tiene dos plantas, y cuenta con numerosos hallazgos de la provincia. Como estelas con forma humana procedentes del yacimiento de Shahar Yeri; Rythons (recipientes de cerámica con forma de animal); cascos y espadas antiguas… Toda una sorpresa.
COMIDA: SHAH ABBAS RESTAURANT
Este restaurante tradicional es una atracción turística más de Ardabil. Se encuentra ubicado en un hammam con siglos de antigüedad, y en su interior hay diferentes salas para comer o sentarse a tomar té, decoradas con arcos, columnas, espejos y fuentes. Yo ocupé una mesa normal (también hay divanes) en el comedor principal. Y me atendió una simpática camarera.
El menú consistió en un cuenco de sopa; ensalada Shiraz (con tomate, pepino y cebolla); y Pichag Qeimeh, un plato típico local que consiste en trozos de cordero con almendras, cebolla caramelizada y huevo. Me gustó mucho, aunque más de tres cuartas partes del plato era arroz. Para acompañar, una botella de agua. Y rematé todo con unos cuantos vasos de té (me trajeron una tetera), chocolates y caramelos. Por cierto, para endulzar el té había Nabaat (azúcar cristalizada alrededor de un palo, que se pone unos segundos dentro del vaso para que se deshaga). Me encantó la atmósfera del restaurante, con música tradicional y alguna mesa de lugareños. El precio: 68milT.
Con el estómago lleno, ya podía continuar visitando la ciudad.
MÁS LUGARES DE INTERÉS
Además del famoso Mausoleo, en Ardabil hay una serie de antiguas construcciones no muy alejadas entre sí que merece la pena incluir en cualquier paseo. Yo vi las siguientes:
1. Puentes: Ardabil está atravesada por el río Baliqli Chay, y cuenta con varios puentes construidos durante la época Safávida. El más famoso es Pol-e Jajim (Siete Ojos), llamado así por tener siete arcos. Aunque es complicado obtener buenas fotos al estar rodeado de modernos edificios. También me acerqué al Pol-e Ebrahimabad, con tres arcos pero realmente bonito. En las orillas del río hay jardines con pérgolas bajo las que se reúnen a charlar familias y grupos de amigos, creando un ambiente muy animado.
2. Mezquita Haji Fakr: con sus muros exteriores decorados con azulejos y un bonito minarete. Está junto a un parque que ofrece innumerables oportunidades fotográficas.
3. Mezquita Mirza Ali Akbar: a escasa distancia del Mausoleo, tiene una cúpula plateada y otro interesante minarete.
4. Iglesia Maryam: de pequeñas dimensiones y nula decoración. La gracia es que su cúpula tiene forma piramidal, un recurso arquitectónico un tanto atípico.
Yo no entré en ninguno de estos templos, porque con la visita al Mausoleo ya había tenido suficiente arte religioso. Así que me limité a contemplarlos desde fuera. Y cuando comenzó a hacerse de noche regresé a mi hotel, con la sensación de haber vivido una gran jornada.
CONCLUSIÓN
Solo por visitar el espectacular Mausoleo de Sheikh Safi-od-Din ya merece la pena pasar un día completo en Ardabil. Un monumento impresionante y muchísimo menos visitado que los de Isfahan. Aunque no es lo único que esta agradable ciudad ofrece, con un centro compacto en el que hay un animado bazar, antiguas mezquitas, y un restaurante tradicional donde probar especialidades locales, como el Pichag Qeimeh.
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