Explorando un enorme cráter volcánico cubierto por un lago salado, después de un maratoniano trayecto en coche lleno de incidentes
Durante mucho tiempo se pensó que el cráter de Al Wahbah era el resultado del impacto de un meteorito, ya que tiene apenas 250m de profundidad. Pero en la actualidad los geólogos afirman que se debe a una explosión de origen volcánico producida cuando una masa de lava entra en contacto con un depósito de aguas subterráneas. Al Wahbah está ubicado en Harrat Kishb, un campo de lava que cuenta con varios conos volcánicos, creando un paisaje espectacular.
VIAJE: YANBU – AL WAHBAH
Este trayecto fue una auténtica odisea que puso mi paciencia al límite. La ruta recomendada por Google Maps implicaba 480km, pero se desviaba bastante y pasaba muy cerca de Medina, una ciudad enorme donde seguro que encontraría demasiado tráfico. Así que opté por una ruta alternativa que tardaba un poco más (en total unas 5 horas), pero era más directa (me ahorraba 40km) y evitaba Medina. Por la mañana me tomé las cosas con calma y me puse en marcha a las 12.30h tras desalojar mi habitación del hotel de Yanbu. De esta forma, con un poco de suerte, llegaría al cráter de Al Wahbah alrededor de la puesta de sol. Un cálculo realmente optimista, como quedó demostrado…
Antes de abandonar Yanbu llené el depósito de gasolina para evitar sorpresas (40R). El tiempo era perfecto, con cielo despejado y un sol radiante. Para empezar tuve que conducir hacia el sur, cruzando la zona industrial de Yanbu (llamada Yanbu Al Sinaiyah). Fue un tramo peculiar, con constantes semáforos que siempre estaban en rojo y me hacían parar a cada momento. Pero después me desvié hacia el este y enlacé con una carretera principal que se dirige a Medina. Aquí pude avanzar a buen ritmo rodeado de un paisaje espectacular, con montañas de color ocre y llanuras desiertas.
Tal y como indicaba la ruta alternativa que había elegido, pasada la población de Husayniyah abandoné la carretera principal y continué hacia el este. Al poco acabé en una pista sin asfaltar en muy mal estado, con agujeros y pedruscos que me obligaban a conducir con cuidado. Más tarde me lamenté de no haber dado la vuelta en ese momento, regresando a la carretera. O al menos haber preguntado por el estado de la pista a dos vehículos que me crucé. Pero si Google indicaba esa ruta sería por algo. Sinceramente pensé que se trataba de un tramo en obras y pronto regresaría el asfalto. Pero no fue así…
Tuve que afrontar todo tipo de obstáculos: una fuerte pendiente que puso a prueba el motor del coche; zonas llenas de piedras que golpeaban los bajos del vehículo y amenazaban con pinchar una rueda en cualquier momento… Más tarde llegué a una instalación industrial con tuberías y placas solares donde parecía que la pista acababa, aunque pude continuar. Y al final, después de todo el esfuerzo, acabé frente a una cuesta imposible, con un cartel avisando que solo era posible superarla en 4×4, y con mucho cuidado.
Yo me quería morir. Porque ahora tenía que retroceder pasando de nuevo por todos los obstáculos que había dejado atrás. Más kilómetros con el coche al límite; y otra vez la pendiente, aunque esta vez de subida (me quedé clavado a mitad de camino y ni sé cómo pude salir de allí). A todo esto yo iba indignadísimo con la situación, y en un par de ocasiones me puse a gritar para aliviar la tensión. Cómo me la había jugado Google…
Por fin en la carretera principal pude continuar a buena velocidad hacia Medina. Pero allí me esperaba otra sorpresa: el acceso a la carretera de Al Wahbah estaba cortado (no para Google) y no encontré ninguna alternativa. Así que acabé deambulando con el coche entre zonas en obras, peligrosos camiones y desvíos que no aparecían en el mapa. Fue un auténtico milagro que al final diera con la carretera correcta. Aunque de nuevo perdí mucho tiempo y lo pasé fatal, viviendo momentos de tensión (con algún que otro grito). Moraleja: Google Maps en Arabia Saudí no es ni mucho menos infalible.
CONDUCIENDO DE NOCHE
Con tanta confusión todavía me quedaba la mitad del trayecto y el sol ya comenzaba a ocultarse tras las montañas, mientras atravesaba un inmenso campo de lava con conos volcánicos y rocas de color negro. Cuando alquilé mi vehículo me propuse no conducir de noche por varios motivos: mal estado de las carreteras, nula iluminación, peligro de chocar con un camello, saudíes realizando adelantamientos al límite… Pero por otra parte tenía ganas de quitarme de encima este viaje nefasto. Así que paré en una estación de servicio para completar el depósito de gasolina (28R), piqué unas galletas y continué.
Por suerte el resto del recorrido hasta Al Wahbah transcurrió sin incidentes. Solo tuve problemas en una ocasión, cuando me equivoqué de desvío y acabé en el casco urbano de Mahd Al Thahab. Me costó salir de allí, entre otras cosas porque la ruta propuesta por Google acabó de nuevo en una carretera cortada. Pero en general conduje a toda velocidad siguiendo rectas interminables. Mi táctica fue buscar vehículos que iban al mismo ritmo que yo y seguirles a cierta distancia. De esta forma sabía cuándo venían curvas, baches o cualquier otro obstáculo, porque la oscuridad era total. Además muchos coches no quitaban las luces largas y me cegaban al pasar en sentido contrario.
Al final llegué al Centro de Visitantes del cráter de Al Wahbah y detuve el coche en el aparcamiento, que estaba completamente vacío. Eran las 21h y habían pasado más de 8 horas desde que salí de Yanbu, pero lo había conseguido. Menuda aventura… A mi alrededor la atmósfera era mágica, con una brillante luna llena, la silueta de varios volcanes y una soledad absoluta. Únicamente se escuchaba el ladrido de varios perros en la distancia.
Mi plan era acampar, pero estaba tan agotado que no me compliqué la vida y decidí dormir en los asientos traseros del coche. Para cenar tenía Kabsa del día anterior. Cuando acabé vi a uno de los perros a escasos metros y le di las sobras, que se llevó con bolsa y todo. A continuación no tenía fuerzas ni ganas de escribir, así que cogí mi saco de dormir y me preparé para una noche de descanso más que merecida.
EL CRATER DE AL WAHBAH
Al día siguiente me desperté antes del amanecer tras dormir bastantes horas. La escasez de espacio me obligó a cambiar varias veces de postura, pero no hizo nada de frío y recuperé fuerzas. Para desayunar comí galletas con zumo de naranja. Después preparé la mochila pequeña con agua, las cámaras de fotos y mis bastones de montaña; y salí al exterior con ganas de explorar la zona. El Centro de Visitantes del cráter estaba cerrado. Yo pensé que todavía era demasiado temprano, pero a mediodía seguía igual, así que desconozco qué hay en el interior.
No tuve que caminar mucho para llegar al borde del cráter, y la verdad es que la imagen me dejó sin palabras. Tiene unos 2km de diámetro, rodeado de paredes verticales, con un lago salado en el fondo. Me encantó ver cómo los primeros rayos de sol iban iluminando poco a poco la superficie del cráter. A lo largo del borde hay varios miradores y yo visité todos. Pero reconozco que el mejor momento para la fotografía es la parte central del día, cuando el sol está más alto y no proyecta sombras. Fue una gran experiencia contemplar esta maravilla de la naturaleza sin otros turistas.
HACIA EL LAGO SALADO
A continuación decidí bajar al fondo del cráter. A simple vista parecía imposible, pero había leído sobre la existencia de un sendero y me puse a buscarlo. No hay ningún tipo de indicación y reconozco que me hubiera costado dar con él. Aunque por suerte vi dos vehículos aparcados junto al borde que me hicieron sospechar, y a escasos metros estaba el camino, cerca de la base de una colina situada al norte del cráter. Así que desenfundé mis bastones de montaña y comencé el descenso.
El sendero se encuentra en buen estado, y una vez en él es bastante sencillo seguirlo. Aunque con dos puntualizaciones:
*Yo me despisté en un giro y me salí del sendero. Y de repente vi que tenía que bajar por un fuerte desnivel, agarrándome a las rocas. Menos mal que me encontré a un pequeño grupo de turistas que subían y me señalaron el camino correcto. Eran de la República Checa y viajaban con guía (en los dos vehículos que había visto). Charlamos un minuto y continuaron el ascenso.
*Si tienes miedo a las alturas hay dos o tres puntos que te pondrán a prueba. Porque el sendero es bastante estrecho; caminas con una pared de roca a un lado y un barranco al otro; y el terreno está compuesto por piedras resbaladizas. Un paso en falso es mortal. Lo mejor es centrarse en el sendero, avanzar despacio y evitar que la mente juegue malas pasadas.
Dicho esto, alcancé el fondo del cráter en unos 45 minutos y estuve un buen rato disfrutando del lugar. Ya eran las 11h pasadas, algo que en verano hubiera sido una locura, porque el cráter registra temperaturas que superan los 50 grados. Pero mi visita fue en invierno y hacía calor pero sin agobiar, con una agradable brisa. Estuvo genial poder caminar sobre el lago salado, completamente seco, y hacer fotos desde todos los ángulos posibles. La anécdota del día se produjo cuando escuché un ruido y descubrí una serpiente que se dirigía hacia mí. No sé si era venenosa, pero me aparté de un salto y desapareció en un agujero que había en el suelo. Menudo susto me llevé…
Cuando tuve suficiente me tocó subir hasta el borde del cráter. El sendero avanza en zigzag, sin desniveles muy pronunciados. Solo lo pasé mal en los puntos más aéreos; y cuando me tuve que desviar trepando por unas rocas para recuperar mis bastones de montaña (los había lanzado antes de intentar bajar por el camino equivocado y ahí estaban). De regreso en la parte superior del cráter volví al aparcamiento, feliz por cómo había transcurrido la mañana. Sin duda mereció la pena el esfuerzo para llegar hasta allí.
CONCLUSION
En una zona donde abundan los campos de lava y conos volcánicos, Al Wahbah es un cráter impresionante al que se puede acceder con un vehículo normal. La mayoría de la gente lo visita en una excursión desde Medina; o desviándose de la ruta entre Jeddah y Riyadh. Pero yo decidí conocer Al Wahbah durante mi recorrido hacia el sur del país, en un trayecto que fue un auténtico suplicio. Para evitar lo que me ocurrió, aquí van dos consejos: elige siempre carreteras principales, aunque añadan más kilómetros al viaje; y pon en duda las indicaciones de Google Maps, porque en este rincón remoto de Arabia Saudí la aplicación falla bastante.
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