Descubriendo un conjunto de cuevas budistas con elaboradas pinturas murales, situadas en una impresionante pared de piedra
A primera vista, las Cuevas de Ajanta tienen un aspecto muy similar a las de Ellora. Se trata de 26 cuevas excavadas en la pared de un acantilado con forma de herradura, que forma parte de la garganta del río Waghora, donde los monjes de la época ubicaron una serie de templos. Pero, a diferencia de Ellora, estas cuevas solo contienen templos budistas (en general, menos espectaculares que los hindúes); y en algunas hay magníficas pinturas murales.
VIAJE AURANGABAD – AJANTA
Llegar a las Cuevas de Ajanta desde Aurangabad implicó un trayecto bastante más largo que el del día anterior para Ellora. Aunque las curiosas normas del hotel donde me alojaba obligaban a abandonar la habitación a las 8h. Así que esto me obligó a levantarme a buena hora, y aprovechar el tiempo. En cuestión de minutos ya estaba listo, dejé la mochila grande en la recepción, y sin desayunar me puse en marcha. Durante el viaje tuve que coger 3 transportes públicos:
1. Primero, un auto rickshaw hasta la terminal de autobuses. Por desgracia, el conductor era un auténtico pesado. Fue todo el trayecto a paso de tortuga, intentando convencerme para que viajara a las cuevas en taxi en lugar de en bus (para llevarse su comisión de rigor). Y después me quería cobrar 30 Rs, aunque acabó aceptando a regañadientes los 20 Rs que le di (y gracias).
2. Autobús hasta la población de Ajanta. En la estación, un lugareño me indicó el andén correcto, y me preparé para otra odisea como la del día anterior. Pero para mi sorpresa, tras una breve espera de 5 minutos, apareció el bus, ocupé un asiento tranquilamente, sin presión alguna, y al poco arrancamos.
Ajanta está ubicada 105km al noreste de Aurangabad. Así que el trayecto duró un par de horas. Durante parte del viaje fui durmiendo, recuperando energías. Pero en el tramo final se sentó a mi lado un lugareño que entabló conversación conmigo. Al principio todo normal. Pero tras unos preámbulos, me soltó que era el dueño de una tienda de minerales, y no paró de insistir en que visitara su negocio. Y el hombre no aceptaba un no por respuesta. Incluso al bajar del bus me seguía a todas partes, y me costó muchísimo quitármelo de encima.
3. El autobús me dejó en un cruce de carreteras. Desde allí tuve que caminar unos minutos; pagar una especie de tasa turística; y coger otro bus que, tras una breve espera, recorrió los 4km finales hasta las cuevas.
Antes de comenzar la visita, como estaba seco y no había desayunado, hice un alto en el restaurante del MTDC Traveller’s Lodge, donde engullí dos Shade (zumos de mango envasados, aunque deliciosos). Y compré agua.
EXPLORANDO LAS CUEVAS
Ya preparado, pagué la entrada de acceso a las cuevas, y subí unas escaleras hasta el inicio de la visita. La anécdota se produjo cuando vi pasar a toda prisa a una lugareña de dimensiones enormes, subida en un asiento que cargaban cuatro chavales con la ayuda de unas barras de madera. Como si fuera una reina… Estoy seguro de que esa gente iba a recibir una compensación económica por sus servicios, pero me pareció una forma de transporte algo denigrante, como de la época colonial… Cerca de la entrada también campaba a sus anchas un grupo de graciosos langures.
Ajanta consta de dos conjuntos de cuevas: uno más antiguo, del siglo II a.C., donde se representaba a Buda mediante símbolos. Y otro realizado durante el reinado de Harishena, maharaja de la dinastía Vakataka (siglo V d.C.), que dominó la meseta del Deccan durante 250 años.
Al final, el desarrollo de la cercana Ellora y el auge del hinduismo hicieron que el lugar cayera en el olvido y desapareciera bajo el espesor de la selva. Hasta que en 1819, durante una cacería de tigres, un oficial británico lo descubrió de nuevo. Y las cuevas se dieron a conocer en occidente. Siempre que leo estos relatos me muero de envidia, imaginándome la increíble sensación de encontrar unas ruinas perdidas.
En fin, yo llegué al lugar mentalizado para otra visita maratoniana similar a la de Ellora. Sin perder ni un minuto. Pero estas cuevas son mucho más modestas, y en 4 horas ya había recorrido el lugar, sin prisas, examinando cada cueva con detenimiento. En general, había chaityas (salas de oración, como la última cueva budista que visité en Ellora, con techo abovedado y tallas simulando vigas de madera); o viharas (monasterios, más numerosos). Y en su interior, incontables figuras de Buda de todos los tamaños.
Aunque el gran atractivo de Ajanta son los espectaculares frescos que contienen algunas de las cuevas, de vivos colores. Representando escenas de todo tipo: vida cotidiana de la época, mitología, héroes, princesas… Lástima que la iluminación de las cuevas era mínima, y tan solo pude sacar un puñado de fotos decentes (el flash estaba prohibido).
De la visita destacó:
1. La Cueva 1, con elaboradas esculturas y murales increíbles (mención especial a un Padmapani, un ser de la religión budista de delicados rasgos). Aunque también me encantaron las pinturas de las Cuevas 16 y 17.
2. La espectacular chaitya de la Cueva 19, con una fachada llena de esculturas, y un interior espectacular.
3. Las esculturas de la Cueva 26: otra imponente chaitya con un Parinirvana en un lateral (una enorme figura de Buda tumbado de costado, esperando su muerte).
La verdad es que la visita estuvo muy bien. No había mucha gente visitando el recinto; algunas de las cuevas fueron una auténtica gozada; y la panorámica del conjunto era muy fotogénica. Fue gracioso cuando un grupo de jóvenes indias me pidió que les sacara una foto ante un Buda en el interior de una cueva. Y aproveché para sacarles otra con mi cámara, bromeando con ellas. Por los alrededores de las cuevas había simpáticas ardillas en busca de restos de comida de los visitantes.
COMIDA: MTDC TRAVELLER’S LODGE
Al acabar la visita, mi guía de viajes recomendaba subir a un mirador que prometía buenas vistas de los alrededores. Pero viendo la fuerte pendiente que había que encarar, el calor que hacía, y el secarral que me rodeaba, desestimé la opción rápidamente. Y preferí regresar al restaurante del MTDC Traveller’s Lodge. Donde cayó un plato de Vegetable Fried Rice acompañado de una Coke y un Shade.
Pero por lo visto era el día de los pesados. Primero, el camarero, que pretendía obtener una propina de importe similar al precio de todo lo que había comido. Menudo morro. Y después, otro vendedor de minerales que me pilló por banda, y que me estuvo asediando de forma implacable, utilizando sin éxito todo tipo de estrategias comerciales. Más tarde me contaron que ya había acabado la temporada alta de turismo, y hasta octubre no se esperaban muchos clientes potenciales. Así que era lógico que cuando aparecía uno los comerciantes se lanzaran a la yugular.
REGRESO A AURANGABAD
Como ya se hacía tarde, inicié el camino de vuelta a mi hotel. Primero, autobús hasta el cruce de carreteras. Mientras esperaba el segundo bus, apareció un lugareño con su coche y otros pasajeros, que me ofreció llevarme hasta Aurangabad por 100 Rs. Al principio le mandé a paseo con malas formas, pues pensaba que era un nuevo pesado en busca de mi dinero. Pero por suerte el hombre insistió, y comprobé que su oferta no ocultaba segundas intenciones. Así que acabé viajando cómodamente, a buen ritmo, y ahorrándome la espera (el sol caía a plomo). Echando alguna que otra cabezadita mientras oscurecía a mi alrededor. Cuando llegamos a Aurangabad, pedí disculpas al conductor por mi reacción inicial, y nos despedimos amigablemente.
Tras utilizar los servicios de un auto rickshaw, llegué a mi hotel. Y estuve un rato sentado en el bar, dejando correr el tiempo, mientras leía y engullía tres 7Ups. Una vez más, estaba deshidratado tras un día sin parar con un calor tremendo.
CONCLUSIÓN
La única pega de las Cuevas de Ajanta es que estén tan cerca de Ellora, y ambas visitas se realicen de forma consecutiva. Porque lo más normal será que acabes hasta las narices de cuevas y templos. Y si encima, como yo, le has añadido las cuevas de Elephanta Island, pues entonces la saturación será máxima. Dicho esto, sus pinturas murales justifican por sí solas la visita. Medio día será suficiente, alojándote en Aurangabad.
Si te gustó el post, dale al like (el corazón que hay en la parte superior), deja un comentario con tu opinión, y sígueme en redes sociales