Visitando la capital de Irán, con un lujoso palacio, un animado bazar y una excursión a los Montes Alborz caminando sobre la nieve a 4mil metros de altura
Teheran es la capital de Irán, y con sus casi 9 millones de habitantes es la ciudad más poblada del país y la segunda de Oriente Medio, solo superada por El Cairo. Aquí se ubicaba Rey, un importante asentamiento que durante unos años fue capital del Imperio Selyúcida y acabó arrasado por los Mongoles en el siglo XIII. No fue hasta 1789 que Agha Mohammad Khan, fundador de la Dinastía Qajar, decidió trasladar la corte de Shiraz a Teheran para estar más cerca de la región del Cáucaso, donde se encontraba la primera linea de combate en sus guerras con el Imperio Ruso. A principios del siglo XX Reza Shah Pahlavi reconstruyó la ciudad casi por completo, borrando del mapa numerosos edificios históricos.
Actualmente Teheran es una urbe que asusta. Su tráfico es sencillamente horrible, y cruzar alguna de sus avenidas principales constituye un deporte de riesgo, con vehículos en todas direcciones que no respetan pasos de peatones ni semáforos; y motos invadiendo la acera. Pero al mismo tiempo alberga interesantes museos, palacios y bazares. Estos son los 6 lugares que considero imprescindibles:
GRAN BAZAR
Como indica su nombre, el Gran Bazar es el mercado más grande de Teherán. Y la palabra “grande” se queda muy corta para definir este laberíntico amasijo de callejuelas lleno de tiendas con todo tipo de productos a la venta. Sumergirse en él es una experiencia memorable. Se encuentra en el sur de la capital y yo llegué caminando desde mi hotel junto a la Plaza Imam Khomeini. Si estás más lejos puedes viajar en Metro y bajarte en las paradas de Khayyam o Panzdah-e Khordaz. Al escuchar Gran Bazar uno piensa en un recinto similar al de Estambul, pero ya te aviso que el de Teherán tiene varias diferencias:
1. No es una construcción tan antigua, y las partes con más historia datan de hace 200 años, con una decoración muy espartana. Tan solo me llamó la atención un patio interior con el techo cubierto de arcos, ladrillos de colores y cristales tintados. En cambio en las zonas más modernas el tejado era de chapa.
2. Predominan las tiendas orientadas a clientes iraníes, con ropa moderna, utensilios del hogar, joyerías… Y muy poco espacio para los comercios de artesanía y recuerdos.
3. Las calles del Bazar son estrechas, y registran un tráfico incesante de porteadores con viejos carros de madera que utilizan para transportar mercancías entre tiendas o las compras de algún cliente. Van a toda velocidad, y a cada paso tienes que echarte a un lado, porque si no te llevas un buen golpe.
Aunque a cambio el Gran Bazar de Teherán es mucho más auténtico que el de Estambul, y no se ven demasiados turistas. Así que caminé rodeado de mujeres en chador y familias locales, sin tener que esquivar ruidosos grupos de chinos. Te recomiendo comenzar la visita utilizando la entrada principal, situada en la Plaza Sabze Meydan. Yo me adentré a lo loco por otra puerta y estuve más de una hora viendo tiendas de ropa sin encontrar la forma de salir de allí.
Me gustaron mucho los comercios de telas bordadas, objetos de cobre, relojes de pared, cuadros antiguos y frutos secos. Los dependientes no me intentaron vender nada y aceptaron con una sonrisa mis peticiones de fotografías. Solo me sentí presionado en la zona de tiendas de alfombras, pero me marché de allí rápido. En el interior del Gran Bazar hay dos mezquitas muy recomendables. Yo visité la Imam Mosque, construida a principios del siglo XIX, con una espectacular portada cubierta de azulejos; dos minaretes; una torre del reloj; y un patio con fuentes transitado por montones de lugareños, ideal para la fotografía. La otra mezquita interesante es el Imamzadeh Zeid. Para reponer fuerzas, hice un alto en un local de zumos y me tomé uno de granada, que me sentó genial (10milT).
La gente recomienda visitar el Gran Bazar por la mañana, cuando el ambiente está más calmado. Yo lo recorrí entre las 11h y las 14h, y a pesar de ser un día entre dos jornadas festivas (con bastantes comercios cerrados) en muchos tramos me tuve que enfrentar a oleadas de gente. Con lo cual mejor evitar el lugar en hora punta.
PALACIO DE GOLESTAN
*Horario: 9h – 17h (hasta las 19h en verano)
*Precio: 70milT + 30milT (incluyendo los Main Halls)
*Fotografía: ok
Cuando en 1789 Agha Mohammad Khan reubicó la capital del Imperio Persa en Teherán, situó su residencia en una ciudadela rodeada de murallas de adobe construida durante el siglo XVI. La Dinastía Qajar reinó durante casi 130 años, y los diferentes monarcas fueron realizando modificaciones en la estructura original. Aunque el principal responsable del aspecto actual del Palacio de Golestan es el Shah Naser al-Din. Este gobernante viajó mucho por Europa y quedó impresionado con las lujosas construcciones que vio, así que decidió trasladar algunas de esas ideas a su propio hogar, que sería conocido como el “Palacio de las Flores”. Con el fin de la Dinastía Qajar, los Pahlavi solo utilizaron Golestan para ceremonias de especial relevancia, y se mudaron a vivir al norte de la ciudad.
La entrada básica al Palacio de Golestan solo permite el acceso al recinto y las visitas a cada edificio se pagan a parte. No te olvides de pedir en la taquilla un completísimo folleto gratuito que contiene numerosas imágenes, explicaciones en inglés y un mapa. También hay audio-guías disponibles, pero yo no iba muy sobrado de tiempo y con el folleto tuve más que suficiente.
Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Khalvat Karim Khani: una terraza elevada cubierta de coloridos mosaicos, con arcos y columnas. Es realmente espectacular (y no hay que pagar extra). En un lateral está la tumba del Shah Naser-al Din, con una bonita lápida y un cristal que crea reflejos muy fotogénicos.
Además de la entrada básica, yo solo pagué por visitar los Main Halls. Se trata de la estructura principal del Palacio, que incluye las siguientes salas:
2. Neggar Khaneh: un museo de pintura iraní con cuadros muy interesantes.
3. Muz Makhsus: una sala donde se exponen muchos de los regalos que los monarcas iraníes recibieron durante su reinado. Me encantaron unos cofres de madera lacada con elaboradas miniaturas; una serie de conchas con relieves; y una colección de medallas de plata con un montón de escenas grabadas del Antiguo Testamento.
4. Talar Aineh: con el techo y las paredes cubiertas de espejos (no se puede entrar).
5. Talar Salam: un gigantesco salón de recepciones lleno de lujosos detalles, como el suelo de baldosas decoradas; jarrones de porcelana; o elaboradas lámparas colgando del techo. Aquí tenían lugar los actos más importantes, como coronaciones, bodas o visitas de altos mandatarios.
6. Talar Berelian: otra sala cubierta de espejos, aunque en esta sí se puede entrar y ver de cerca. El efecto es impresionante.
Tras visitar los Main Halls, contemplé desde fuera los otros dos edificios destacados de Golestan: el Shams-ol Emareh (con dos torres de observación); y el Emarat Badgir (con 4 torres de ventilación para enfriar el interior). La parte inferior de las fachadas está cubierta de azulejos que representan todo tipo de escenas: caza; músicos tocando instrumentos; mitología… Me hubiera quedado más tiempo, pero ya eran las 17h y uno de los vigilantes empezó a conducir a la gente hacia la salida.
Hubo algún detalle de la visita que no me gustó: dos terrazas exteriores (como la famosa Takht Marmar) estaban tapadas por una fea lona con el único objetivo de cobrar una entrada adicional para poder verlas; y los estanques del patio no tenían agua. Durante mi recorrido vi muchos turistas, pero el recinto es grande, con espacio para todos, y no me sentí agobiado.
La anécdota se produjo al final: a un chaval iraní (Farbod) se le cayó la camisa dentro del palacio y le avisé. Y en agradecimiento me invitó a tomar un café junto a su pareja (Shaghayegh). La idea era sentarnos en una de las famosas cafeterías de Teherán, pero los chicos eran del norte de la ciudad y no conocían la zona. Y tras preguntar a bastante gente acabamos en un chiringuito minúsculo con sillas de plástico. Aun así, estuvimos charlando un rato, me invitaron a un capuchino y caminamos juntos hasta mi hotel. La verdad es que me cayeron genial.
MUSEO NACIONAL DE IRÁN
*Horario: 9h – 18h (hasta las 19h en Verano)
*Precio: 110milT
*Fotografía: ok
Este museo se encuentra a un par de calles de la Plaza Imam Khomeini. Es un buen lugar para conocer parte de la historia del país y contemplar interesantes hallazgos arqueológicos. Como digo siempre, aunque no te apasionen se trata de lugares perfectos para refugiarte de la lluvia o escapar del sol abrasador. El Museo Nacional de Irán se compone de dos edificios contiguos:
1. Museum of Ancient Iran: construido a principios del siglo XX, se accede por una puerta con un enorme arco que evoca la arquitectura Sasánida (como el que hay en las ruinas de Ctesifonte, su antigua capital). Y tiene dos plantas con diferentes salas en orden cronológico. Al principio hay bastantes carteles con explicaciones en inglés, pero hacia la mitad del recorrido desaparecen y falta información (durante mi visita los folletos en inglés se habían acabado).
Entre lo objetos que más me gustaron destacan las pequeñas figuras del Neolítico, como una diosa de la fertilidad o un jabalí; tablillas de barro con escritura cuneiforme; Rhytons (envases ceremoniales con forma de animal); o la cabeza momificada (con pelo largo y barba) de uno de los conocidos como Salt Men, encontrados en unas minas de sal cerca de Zanjan, con 1.700 años de antigüedad. Aunque el auténtico plato fuerte son las dos salas dedicadas al Imperio Aqueménida. Con unos impresionantes relieves procedentes del palacio Apadana de Persépolis que representan a Jerjes I junto a un grupo de súbditos; un pequeño templo cubierto de relieves con soldados y sacerdotes; o una enorme estatua de Dario I llena de grabados. Toda una sorpresa.
2. Museum of the Islamic Era: este moderno edificio de dos plantas contiene objetos posteriores al siglo VII, cuando los árabes derrotaron al Imperio Sasánida e incorporaron Persia al Califato. Hay auténticas obras de arte, como algunas puertas de madera tallada; libros antiguos con coloridas ilustraciones; o mihrabs espectaculares (en las mezquitas indican la dirección de La Meca), entre los que destaca el conocido como Puerta del Paraíso, cubierto de azulejos decorados con plantas, flores e inscripciones caligráficas. Una maravilla. También hay cerámica, relieves de piedra, y cofres de madera lacada. Todos los carteles están en farsi (excepto los nombres de los objetos), pero hay folletos en inglés disponibles.
Salvo unos instantes en las salas del Imperio Aqueménida, no me encontré mucha gente y pasé unas horas tranquilo. El precio de la entrada es carísimo, teniendo en cuenta el nivel de vida en Irán, e incluye la visita a ambos edificios.
IMAMZADEH SALEH
Un Imamzadeh es una mezquita-mausoleo donde está enterrado un descendiente directo (generalmente masculino) de un Imán de la rama Chiita del Islam. Y son lugares sagrados donde peregrinan los fieles desde todos los rincones del país. En este Imamzadeh se encuentra la tumba de Saleh, hijo de Musa al-Khadim, séptimo Imán chiita, fallecido durante el siglo IX. Para llegar se puede coger el Metro hasta la estación de Tajrish y caminar unos minutos.
La mezquita es realmente espectacular. Tiene unas dimensiones enormes, con una cúpula y dos minaretes cubiertos de azulejos de color turquesa, decorados con infinidad de detalles. Fue construida en el siglo XIII, aunque el edificio actual es bastante más moderno. Esto es lo más destacado:
1. Patio exterior: un lugar ideal para ver pasar a la gente y obtener buenas fotos con los muros de la mezquita de fondo. Hay montones de palomas que a veces levantan el vuelo llenando el recinto de alas. Y las mujeres están obligadas a cubrirse con un chador aunque no entren en la mezquita (los dan junto a la puerta de acceso).
2. Portada: es un auténtico festival, con azulejos creando mil formas y colores; inscripciones caligráficas; y una lujosa lámpara. Me dejó sin palabras.
3. Interior: hay una gran sala de oración y cada centímetro de pared está forrado de brillantes espejos, con lámparas de cristal colgando del techo. El efecto es sorprendente. Allí había muchos iraníes: unos sentados en el suelo charlando; otros de pie mirando hacia la Meca, rezando con los brazos extendidos y caras de devoción; y alguno incluso comiendo. Para entrar tuve que descalzarme. Yo seguí el ejemplo de los lugareños: metí mis zapatillas en una bolsa de plástico y las dejé en una consigna junto a la puerta. No se si está permitida la fotografía, pero yo hice un par con mi móvil sin llamar la atención y nadie me dijo nada.
4. Tumba: está en un lateral de la sala principal. Se trata de un sarcófago protegido por una estructura metálica llamada zarih. Los fieles rezaban en la entrada; pasaban la mano por la estructura y se tocaban la cara (uno incluso se perfumó antes); o introducían algún billete (el sarcófago está cubierto).
En mi opinión Imamzadeh Saleh es una de las mezquitas más bellas de Teherán. Además justo al lado se encuentra el Tajrish Bazar. Es mucho más pequeño que el popular Gran Bazar, pero no faltan los comercios de productos curiosos y la actividad frenética. Yo di un paseo y descubrí infinidad de rincones interesantes.
MONTE TOCHAL
Teherán se encuentra ubicada junto a los Montes Alborz, una cadena montañosa cuya estrella es sin duda el Monte Damavand, el más alto de Irán, con 5.671m de altura. Pero si subirlo te parece una aventura demasiado extrema o el precio no se ajusta a tu presupuesto (me pedían más de 600€ por una ruta de 3 días), el Monte Tochal (3.964m) constituye una buena alternativa (sencilla y para todos los bolsillos). Lo fundamental es elegir un día despejado, porque si está nublado pierde mucha gracia. Yo estuve más de una semana en Teherán esperando el momento adecuado y por suerte se produjo. Para llegar al inicio de la ruta seguí estos pasos:
1. Metro a la estación de Tajrish: lo cogí en la Plaza Imam Khomeini y tardé media hora. Durante el trayecto puedes relajarte, ya que Tajrish es la última parada de la Línea Roja y no hay riesgo de pasar de largo.
2. Taxi hasta el Tochal Complex: los vehículos se concentran junto a la estación de Tajrish. La opción más económica es utilizar un taxi compartido (Savari), pero yo tenía prisa y cogí uno privado (Dar Baste), que me llevó al destino en apenas 15 minutos. Precio: 17milT (no apreté mucho en la negociación).
3. Minibús al inicio del Telecabina: a pie se tardan unos 20 minutos, por una carretera cuesta arriba con algún que otro comercio. Pero de nuevo quería llegar lo antes posible, y el minibús me llevó en menos de 5 minutos por solo 2milT.
Mis prisas estaban justificadas: era jueves (el equivalente a nuestro sábado); semana de puente; y hacía un tiempo espectacular, con cielo azul y un sol radiante. Y en estos casos los iraníes acuden en masa al Monte Tochal, provocando colas eternas para acceder al Telecabina. Así que me levanté a las 6.30h y a las 8.30h ya estaba comprando mi billete, con muy poca gente a mi alrededor. Mereció la pena el esfuerzo. Además en la montaña suelen aparecer nubes a medida que avanza el día (como después pude comprobar).
Para alcanzar la cima del Monte Tochal hay dos opciones:
*Caminar: desde la base del Telecabina, conocida como Estación 1, por una pista en buen estado. No es ni mucho menos un paseo. Se trata de 17km de recorrido, con un desnivel positivo de más de 2.000m. A mí me encanta la montaña, pero esta ruta me pareció demasiado dura para lo que ofrece (montañas peladas y cabinas pasando sin parar). Aunque me sorprendió ver a un montón de gente cubriéndola a pie.
*Telecabina: permite parar en 3 niveles diferentes y recortar la caminata según las preferencias de cada uno. Yo elegí esta opción y compré un billete de ida y vuelta hasta el último nivel. Precio: 180milT (quizás por esto mucha gente sube a pie).
Para subir a la primera cabina apenas tuve que hacer cola y comencé mi recorrido. En las cabinas suelen viajar 4 personas, aunque si hay alguien suelto (como yo) te meten dentro y hay menos espacio. Estas fueron las etapas:
1. Estación 2: está a 2.400m de altura. Un buen lugar para contemplar una panorámica de Teheran, si la contaminación lo permite. Yo paré a la vuelta y estuve charlando un rato con un simpático abuelete.
2. Estación 5: se encuentra a 2.935m de altura y hay que bajar obligatoriamente para cambiar de cabina. Yo decidí quedarme un rato para no subir todo el desnivel del tirón y evitar problemas físicos. Allí me comí un par de pastas que había comprado en la estación de Metro y un zumo de manzana (7milT). Y comprobé que aquello iba en serio: había zonas con hielo muy resbaladizo; y en la distancia se veían cumbres cubiertas de nieve.
3. Estación 7: la última, a 3.740m de altura. Está junto a unas pistas de esquí donde sus clientes acceden en telesilla. La verdad es que había bastantes esquiadores. Tratándose de Irán tiene que ser baratísimo, aunque son pistas para principiantes. El lugar estaba lleno de nieve y me entretuve haciendo fotos de las montañas. Eso sí, cuando daba dos pasos me hundía hasta los tobillos. Costaba asumir que en cuestión de horas había pasado del caótico centro de Teherán a un paisaje alpino. Además, me hizo gracia ver a chicas vistiendo chador y botas de trekking.
A continuación me tocó encarar el tramo final hasta la cumbre del Monte Tochal. Por algún motivo inexplicable me había imaginado un acceso sencillo, y en su lugar me encontré con una ruta de alta montaña para la que no iba equipado. Sin bastones (el terreno era muy resbaladizo); ni polainas (con tanta nieve mis zapatillas de tela fina acabaron empapadas); ni agua (la altura se hacía notar y tenía un ligero dolor de cabeza)… Vamos, un desastre. Y suerte que antes de salir del hotel me puse crema protectora, y metí en la mochila un abrigo y gafas de sol por si acaso. Si no acabo congelado…
Fue un duro ascenso, avanzando poco a poco, utilizando las huellas de otros montañeros mejor preparados. Y justo antes de la cima el sendero pasó por una cresta donde un resbalón hubiera tenido consecuencias fatales. No quería ni mirar a los lados… En total fueron unos 45 minutos de subida.
Por suerte la cima compensó con creces. Las vistas de las montañas nevadas son épicas, incluida una espectacular panorámica del Monte Damavand (un cono perfecto completamente blanco). En la cima hay dos refugios: uno antiguo y otro moderno, de color amarillo. Y varios perros esperando los restos de comida de los montañeros, que quedaban genial en las fotos. Fue un gran momento. Pronto me convertí en el protagonista del lugar (era el único extranjero), y la gente me pedía fotos o quería hablar conmigo. Alguien me dio una pera que me supo a gloria. Aunque al cabo de un rato tenía la cara y los pies helados, y me dolía la cabeza, con lo cual tuve que marcharme.
En la bajada lo pasé fatal y eché mucho de menos mis bastones (sobretodo en la cresta, con un profundo barranco a escasos metros), pero conseguí alcanzar la Estación 7 sin incidentes. En ese momento una masa de nubes grises comenzó a tapar el cielo, así que me subí a una cabina. Al llegar a la Estación 5 aproveché la parada y visité la Cafetería, porque estaba que me moría de hambre. Allí pedí un cuenco de lentejas; un plato de Zereshk Polo Morgh (arroz con un muslo de pollo); y una botella de agua. Precio: 56milT. Más caro que en la ciudad, pero no me importó. La comida me dejó como nuevo.
De regreso en el Telecabina bajé hasta la Estación 1. Como ya no tenía prisa caminé hasta la salida en vez de coger el minibús; y utilicé un taxi Savari para volver a la estación de Tajrish (solo 3milT).
MILAD TOWER
*Horario: 9h – 23h
*Precio: 350milT
*Fotografía: ok
Con sus 435m la Torre Milad es la más alta de Teheran y la sexta del mundo. Cuenta con una plataforma de observación y un restaurante giratorio, ofreciendo las mejores panorámicas de la capital, con las montañas nevadas de fondo. Aunque igual que ocurre con el Monte Tochal la clave es elegir un día despejado, tanto de nubes como de contaminación, y no es sencillo. En toda mi estancia en Teheran solo pude disfrutar de un día óptimo, y preferí el Monte Tochal. Así que no pude visitar la Torre Milad, y es algo que me queda pendiente para una futura visita. Cuando lo haga ampliaré la información del post.
ALOJAMIENTO EN TEHERÁN
En total estuve 10 días en Teherán, y dormí en dos lugares diferentes:
Arian Hostel – 200milT/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; mobiliario moderno (el hotel había abierto hacía solo unos meses); limpieza extrema; ubicación céntrica, en un antiguo barrio de Teheran, y a un cuarto de hora a pie de varias atracciones turísticas y la parada de Metro Imam Khomeini; tranquilidad total por la noche; personal de la recepción muy simpático; wifi rápido; precio; abundante desayuno incluido (un buffet libre bastante correcto).
*Puntos en contra: baño compartido; las puertas no tienen cerradura y hay que guardar los objetos de valor en unos cajones con llave; la habitación cuenta con un peligroso doble suelo que provoca caídas (presencié una en directo y yo me libré por poco).
Lo de Arian Hostel es muy engañoso, porque este alojamiento ocupa la antigua mansión de Pahlevan Razzaz, un famoso campeón de Zurkhaneh (gimnasia tradicional persa). La casa es de estilo Qajar, tiene más de 150 años de antigüedad, y está renovada con un gusto exquisito. Cuenta con un patio interior con una fuente y una terraza cubierta realmente atmosférica. Un auténtico oasis en medio del caos de Teheran.
Además el precio excedía algo mi presupuesto, pero uno de los encargados (Habib) me ofreció dos noches en un dormitorio de 4 camas para mí solo por tan solo 10€, y el cómputo global de mi estancia de 5 días fue de 16€ por noche (más que correcto).
Arian Hotel – 100milT/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; buena limpieza; ubicación céntrica, a escasos minutos de varias atracciones turísticas y la parada de Metro Imam Khomeini; tranquilidad total por la noche; chicas encargadas de la recepción muy simpáticas; wifi rápido; nevera; precio.
*Puntos en contra: camas individuales (aunque muy cómodas); baño compartido (aunque la habitación tiene un pequeño lavabo); al apagar la luz, la bombilla parpadeaba durante toda la noche y era bastante molesto.
Este fue el sitio donde pasé mi primera noche en Teherán. Yo en realidad quería ir directamente al Arian Hostel, pero el taxista se equivocó (normal, ya que ambos alojamientos se encuentran en la misma zona). Y cuando vi la habitación y me dijeron el precio, no me importó darle una oportunidad. La verdad es que acabé muy satisfecho y tras mi estancia en el Arian Hostel me alojé 4 días más para ahorrar.
CONCLUSION
Reconozco que Teherán es una ciudad que invita a salir corriendo, pero con paciencia es posible descubrir atracciones turísticas muy variadas. En el post incluyo los 6 lugares de Teherán que considero imprescindibles. Aunque estas listas tienen un gran componente subjetivo y están abiertas a debate. Habrá a quien no le atraiga la idea de ver objetos antiguos en el Museo Nacional y prefiera visitar el Museo de Joyas, que no incluyo en mi lista. Todo es cuestión de gustos…
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