Una noche en el Bolshoi, un barrio con numerosos ejemplos de arte urbano y una visita a la antigua frontera de la Unión Soviética
Si no tienes problemas de tiempo y te has quedado con ganas de conocer más rincones de Minsk, no te preocupes. Aquí van 6 nuevos lugares que te mantendrán ocupado explorando a fondo esta ciudad llena de atractivos.
Para moverme por Minsk caminé o utilicé el Metro. Yo siempre compraba en la taquilla una ficha de plástico válida para un viaje que cuesta 0,8R (independientemente de la duración o los cambios de linea). Aunque también hay disponibles diferentes tipos de tarjetas magnéticas, para un determinado número de viajes o con viajes ilimitados durante un cierto período de tiempo. Como curiosidad, el Metro de Minsk está construido a escasa profundidad debido a la presencia de aguas subterráneas, y en ningún caso supera los 20m (nada que ver con el de Kiev).
MUSEO NACIONAL DE ARTE
*Horario: 11h – 19h (martes cerrado)
*Precio: 8R
*Fotografía: ok (pagando 2R más)
Se trata del museo más importante de Bielorrusia, con una colección que supera las 30mil obras de arte. En 1939 Stalin firmó un pacto con la Alemania de Hitler e invadieron Polonia de forma conjunta, repartiéndose sus territorios. De esta forma la Unión Soviética incorporó a la República Socialista de Bielorrusia las provincias de Brest y Grodno, y el país adquirió su forma actual. Ese mismo año se inauguró el Museo Nacional de Arte, compuesto en gran medida por las obras procedentes de la zona ocupada.
Pero la vida tiene giros inesperados, y apenas dos años después los Nazis rompieron el pacto e invadieron la Unión Soviética. El ataque fue tan fugaz que las tropas alemanas se plantaron en Minsk sin que los encargados del Museo tuvieran tiempo de trasladar la colección, y la práctica totalidad desapareció sin dejar rastro. Tras la Segunda Guerra Mundial el Museo comenzó casi de cero, pero poco a poco fue creciendo gracias a la donación de colecciones privadas. Y en 1957 se trasladó a su ubicación actual, un edificio de estilo neoclásico con columnas y esculturas situado en la calle Lenin.
Estas son las principales secciones del Museo:
1. Arte Ruso y Bielorruso de los siglos XVIII – XX: cuadros de temática muy variada, con retratos, paisajes y escenas de la época; y elaboradas esculturas. Forma el grueso de la colección.
2. Arte Europeo de los siglos XVI – XX: una sala donde destacan varios cuadros de Francia, Italia y Holanda. Me encantaron los de temática mitológica.
3. Arte Religioso: incluye iconos y tallas de madera procedentes de diferentes iglesias del país, que en algunos casos se remontan al siglo XV.
El museo no es el Louvre o el Prado, pero tiene obras interesantes. Durante mi visita había muy poca gente y pude disfrutar de las salas rodeado de una atmósfera tranquila, bajo la atenta mirada de las señoras encargadas. En la entrada obligan a dejar los abrigos y mochilas en una consigna situada en el sótano. Cuando estaba a punto de marcharme un coro de música comenzó a ensayar en una de las salas y me quedé unos minutos escuchando (las voces eran espectaculares).
MIRADORES
En cada ciudad que visito siempre intento subir a los miradores que permiten contemplar las mejores panorámicas, y en el caso de Minsk encontré dos:
1. National Library:
*Horario: 10h – 21h (fines de semana hasta las 18h)
*Precio: 4R
*Fotografía: ok
Esta biblioteca es la más grande de Bielorrusia, con millones de libros; y fue inaugurada en el año 2006. Se trata de un edificio futurista de 74m de altura y forma de diamante que crea una imagen espectacular. La puerta principal está flanqueada por dos paneles con relieves; y no muy lejos hay una estatua de Francysk Skaryna, un erudito que en el siglo XVI publicó los primeros libros en bielorruso antiguo, ayudando a la promoción de la lengua. El interior del edificio, además de las salas de lectura y un teatro, cuenta con un Museo de Libros Antiguos del que no puedo opinar porque no lo visité.
Mi objetivo en la National Library era subir a una plataforma de observación ubicada en la azotea. Para ello hay que caminar hasta la parte trasera del edificio; comprar la entrada en una taquilla; y montar en un ascensor de cristal que lleva hasta el piso 23. Una vez allí salí al exterior y disfruté de muy buenas vistas, con bloques de pisos de estilo soviético; los mosaicos de las East Gates of Minsk; y un barrio de casas con varias chimeneas industriales de fondo.
Hay carteles con explicaciones en inglés y tuve todo el lugar para mí solo (no me extraña porque a esa altura y en diciembre hacía un frío terrible). Aunque me pareció fatal que la plataforma esté protegida por gruesos paneles de vidrio que dificultan la fotografía (crean molestos reflejos y la limpieza es muy mejorable).
A continuación bajé al piso 22, donde hay una cafetería y una pequeña galería de arte moderno. Desde aquí las vistas son nulas porque las ventanas tienen persianas y barras de metal. Por la noche la National Library se ilumina como si fuera un árbol de Navidad. Yo la vi cuando pasé en taxi desde el aeropuerto y me encantó. Está al lado de la parada de Metro Uschod.
2. Hotel Belarus: construido en el año 2008, se ha convertido en uno de los edificios más emblemáticos de Minsk, con el Panorama Restaurant situado en la planta 22. Aunque no te alojes en el hotel puedes subir sin problema (yo pregunté en la recepción por si acaso). El restaurante me pareció excesivo: sillas con fundas blancas, mesas con cubertería elegante, música clásica… Mi idea era picar algo pero al final preferí tomarme un café con leche en la barra para evitar sorpresas, y me costó solo 5R.
Desde el Panorama Restaurant las vistas son memorables, con el río Svislach rodeado de parques, Trinity Hill y el Museo de la Gran Guerra Patriótica. Hay dos comedores con panorámicas completamente distintas, y yo hice fotos incluso desde el lavabo. Como el local estaba vacío me moví con total libertad.
ARTE CALLEJERO
Minsk no es solo arte soviético y al igual que ocurre en Kiev, en los últimos años las fachadas de muchos edificios se están llenando de gigantescas pinturas murales que dan a la ciudad un toque colorido. Sin duda el mejor lugar para verlas es la calle Kastrichnitskaya, que se ha convertido en el epicentro de la escena alternativa. Hasta el año 2014 era una zona en declive, con naves industriales abandonadas. Pero entonces llegó a Minsk un grupo de artistas brasileños, que en colaboración con otros de Minsk empezaron a crear auténticas obras de arte.
Entre ellas una de las pinturas murales más grandes del mundo, que representa a una serie de animales típicos de Bielorrusia, como el bisonte o el ciervo. En otra aparece un anciano tocando un instrumento tradicional. Una es muy graciosa, porque está justo encima de un pequeño busto de Lenin, en claro contraste de épocas. Y por todas partes hay docenas más pequeñas de temática variada. Me lo pasé genial descubriendo detalles interesantes en cada rincón.
La reactivación del barrio trajo consigo la apertura de diferentes bares y cafés muy populares entre los jóvenes de Minsk. Yo entré en el Dyepo, especializado en crepes, y me comí uno de pavo, manzana, nueces y salsa de queso que estaba muy rico. Para rematar pedí un café con leche grande, y todo me costó 10,5R.
BOLSHOI OPERA & BALLET THEATRE
Un elegante edificio construido en el año 1939 que poco después, durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, sufrió importantes daños y tuvo que ser restaurado, incorporando numerosos cambios. Es de color blanco y la fachada está decorada con estatuas. A escasos metros hay una fuente, pero durante mi visita no funcionaba porque el agua estaba helada.
Para visitar el interior de la Ópera la opción más sencilla es asistir como espectador a alguna de sus funciones. Nunca había presenciado un Ballet y comprobé que los precios eran de risa, con lo cual decidí vivir la experiencia. Reservé la entrada a través de la página web del teatro, pero me sorprendió ver que apenas quedaban sitios disponibles para las siguientes jornadas (imagino que por ser Navidad), y me tuve que conformar con un asiento económico. Poco después recibí un correo de confirmación, y al día siguiente recogí el billete (y pagué) en una taquilla situada cerca de los Almacenes GUM. La entrada me costó 13R (algo más de 4€), y los asientos más caros no pasaban de 65R.
Yo estaba preocupado por si me ponían alguna pega para entrar, porque lo más elegante que tenía en mi mochila eran unos tejanos y mis zapatillas de ciudad, y hay sitios que exigen una mínima etiqueta. Aunque la cosa todavía empeoró. El día de la función salí a la calle y descubrí con horror que la acera estaba cubierta por una resbaladiza capa de hielo. Parecía una pista de patinaje. Así que tuve que volver a la habitación y ponerme calzado de montaña (y pantalón a juego, porque con los tejanos se notaba más). Menuda pinta…
La Ópera se encontraba a 2km de mi alojamiento y llegar fue una auténtica odisea. Estuve a punto de caerme en varias ocasiones, me desvié del camino correcto… Y aparecí en la puerta casi sin respiración, 10 minutos antes de que empezara la obra, rodeado de bielorrusos vestidos con sus mejores galas. Vaya tela… Por suerte pude acceder sin problema, dejé el abrigo en una consigna y ocupé mi asiento.
El interior de la Ópera de Minsk está decorado con lujosas lámparas y columnas de mármol, y alrededor del escenario hay docenas de relieves con la hoz y el martillo. Mi sitio se encontraba en el primer piso, con una visibilidad bastante limitada: demasiado lejos, pegado a una pared y con una columna que me tapaba un trozo del escenario. No es casualidad que fuera una de las pocas entradas que quedaban a la venta. Pero bueno, pude seguir el Ballet sin problema.
En cuanto a la obra, era todo un clásico de la Navidad: “El Cascanueces”, de Tchaikovsky. La función duró dos horas con un descanso de 15 minutos. Como era mi primera vez no puedo opinar sobre la calidad del Ballet. A mí me gustó mucho: el vestuario; las coreografías; las melodías (varias son conocidísimas)… Y los artistas fueron despedidos con largos aplausos. Pero no tengo ninguna referencia previa. Por cierto, me esperaba un ambiente más solemne entre el público, y en su lugar me vi rodeado de familias con niños que a los dos minutos ya estaban aburridos; y gente hablando en voz alta o mirando el móvil. Eso sí, a la hora del descanso salieron volando a hacerse selfies en los pasillos de la Ópera para colgarlos en sus redes sociales.
MAS ARTE SOVIETICO
En el anterior post dedicado a Minsk ya recomendé una serie de ejemplos de arte soviético, pero no son ni mucho menos los únicos que se pueden visitar en la ciudad. Estos son otros que merecen la pena:
1. Minsk City Gates: dos imponentes torres de apartamentos de 30m de altura construidas en el año 1956 y coronadas por varias estatuas. Una de ellas tiene uno de los relojes más grandes del país; y la otra un relieve con el antiguo escudo de Bielorrusia, que incluye la hoz y el martillo. En el pasado estas torres estaban habitadas por los trabajadores de la Estación de Tren, que se encuentra justo enfrente, ocupando un moderno edificio de cristal inaugurado en el 2002.
2. Tanque T-34: al igual que ocurre en Ucrania, a los Bielorrusos les encanta exhibir tanques antiguos en las principales ciudades del país. Este se encuentra no muy lejos de la Plaza de Octubre, en un extremo del Parque Aleksandrovsky. Al lado está el Palacio del Ejército, un grandioso edificio de estilo neoclásico con columnas y relieves que data de 1939 y sobrevivió a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Hoy día es el principal centro cultural de las fuerzas armadas y alberga un espacioso teatro.
También a escasos metros se puede ver la residencia oficial del Presidente Lukashenko, un palacio rodeado de vallas metálicas y cámaras donde lo mejor será que evites hacer fotos por si acaso.
3. Cine Oktyabr: fue inaugurado en 1975 y el exterior se conserva muy bien. Está al lado de la parada de Metro Akademija Navuk.
4. Tourist Hotel: en un lateral del edificio hay otro magnífico mosaico de Alexander Kishtchenko titulado “Guerrilla Belarus”. En él aparecen los rostros de 3 partisanos rodeados de símbolos soviéticos. El Tourist Hotel está pegado a la parada de Metro Partizanskaya. Lo ideal para aprovechar el tiempo es combinar este mosaico con una visita a la calle Kastrichnitskaya.
5. Metro Ploshcha Lenina: en la zona de los andenes hay una esfera sobre una columna con un relieve de la hoz y el martillo.
6. East Gates of Minsk: se trata de un complejo residencial construido en 1966 donde destacan cuatro bloques de pisos decorados con mosaicos de temática soviética realizados por el omnipresente Alexander Kishtchenko. En ellos aparecen todo tipo de escenas, incluido un astronauta con un casco donde se puede leer CCCP. El complejo está enfrente de la National Library y de la parada de Metro Uschod.
7. Fábrica de Tractores MT3: es una de las más importantes de Minsk. No se puede visitar, pero en los alrededores hay numerosos símbolos soviéticos: esculturas (incluida una de Lenin), emblemas con la hoz y el martillo, fotos de trabajadores de rostro serio… Está junto a la parada de Metro Traktarny Zavod.
STALIN LINE
*Horario: 10h – 18h
*Precio: 15R
*Fotografía: ok
La Stalin Line era un conjunto de fortificaciones distribuidas a lo largo de la frontera occidental de la antigua Unión Soviética para proteger el país de un posible ataque. Fue creada durante los años 20 aunque en 1939, tras el pacto con Hitler y la invasión de Polonia, la frontera se desplazó hacia el oeste y fue sustituida por la Molotov Line. Curiosamente el inicio de la Operación Barbarossa pilló a los rusos con el nuevo sistema defensivo a medio construir y la Stalin Line abandonada, y esto ayudó a que el ejército Nazi avanzara tan rápido. Hoy día hay varios puntos de la Stalin Line que se conservan en buen estado. Uno de ellos está 30km al noroeste de Minsk, y allí se inauguró un Museo en el año 2005 para conmemorar el 60 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial.
Para llegar al Museo en transporte público hay que coger una marshrutka en dirección a la ciudad de Maladzyechna y pedir al conductor que pare en la entrada (o controlar tú mismo la ubicación en el mapa y bajarte). La marshrutka sale de la Terminal de Autobuses Tsentralny, situada al lado de la Estación de Tren, y se paga directamente al conductor (5R). Si no te quieres complicar la vida también puedes viajar en taxi. El trayecto de ida no debería superar los 30R (unos 10€).
Mi forma de llegar a la Stalin Line fue bastante más aventurera, porque desconocía toda la información anterior. Primero deambulé por la Terminal Druzhnaya hasta que me dijeron que no era la correcta. Después hice una cola inútil en la taquilla de la Terminal Tsentralny para comprar el billete. Y para rematar la faena, decidí subirme por mi cuenta en una marshrutka que se dirigía a Vileyka, porque en el mapa me pareció que la ruta más lógica también pasaba por el Museo. Resultado: el vehículo utilizó otra y al cabo de un rato tuve que bajarme en medio de la nada.
A continuación retrocedí un tramo caminando junto a la carretera; crucé el pueblecito de Vishnevka (con un lago helado precioso donde jugaban un par de niños); y me planté en una parada de autobús, todavía a 18km de mi objetivo. Allí me puse a hacer autoestop y paró Vladimir, un simpático cirujano ruso que regresaba a su casa pero se ofreció a llevarme al Museo (estaba muy contento de mi interés por la antigua Unión Soviética). Eso sí, antes le tuve que acompañar a descargar unos materiales de una furgoneta. Todo un detalle.
El Museo de la Stalin Line de Minsk es un recinto gigantesco. Tiene un lago artificial, 4 circuitos señalizados con carteles, y en la entrada hay un mapa con las principales atracciones. Yo realicé la visita por mi cuenta y me tiré más de 2 horas sin parar de andar. Aunque el terreno se encontraba cubierto por una gruesa capa de hielo y estuve a punto de caerme en infinidad de ocasiones. La situación me indignó bastante, porque el precio del billete no es barato y al menos deberían tener una máquina para despejar los principales caminos. En fin, es lo que tiene viajar por Bielorrusia en pleno invierno… Esto fue lo más destacado de mi recorrido:
1. Trincheras: se puede caminar por su interior, rodeado de un paisaje realmente atmosférico, con bosques, una torre de vigilancia, y en mi caso una bruma cada vez más espesa.
2. Búnkers: hay varios de diferentes tipos, incluido uno con una ametralladora y un periscopio cuyo interior exploré completamente solo.
3. Vehículos Militares: el Museo cuenta con docenas de tanques, camiones, helicópteros, aviones de combate… La cantidad es asombrosa y los puedes tocar con tus manos, sin vallas de separación. También hay radares y un enorme misil.
4. Tren Acorazado: está equipado con cañones y nunca había visto nada igual. Al lado hay dos hangares llenos de otros vehículos militares.
5. Esculturas: junto a la entrada se puede ver un busto de Stalin (una imagen muy inusual), y cerca del tren otro más grande de Lenin.
La Stalin Line me gustó mucho (a pesar del hielo) y eso que tampoco soy un fanático de la Segunda Guerra Mundial. Si es tu caso el Museo ofrece actividades únicas: una galería de tiro con la opción de utilizar armamento pesado (durante mi visita escuché una explosión tremenda); paseos en tanque; y recreaciones de batallas (hay unas gradas frente a una llanura con casas en ruinas y restos de vehículos). El límite lo pones tú (bueno, y tu bolsillo).
Para volver al centro de Minsk esperé en una parada de autobús a unos metros de la entrada del Museo y por suerte no tardó en aparecer una marshrutka, porque ya oscurecía y me estaba empezando a congelar.
COMIDA EN MINSK
En Minsk las opciones para comer son ilimitadas, desde sencillos locales de kebabs y cafeterías hasta lujosos restaurantes. Yo frecuenté dos lugares:
Lido
Se trata de una cafetería estilo buffet (stolovaya) con 3 locales en el centro de Minsk. Uno de ellos se encontraba a 10 minutos de mi hotel y fui varias veces por dos motivos:
*Los platos están a la vista (con cartelitos en inglés), pasas con una bandeja y pides a las camareras lo que te apetece sin necesidad de saber ruso (basta con señalar).
*Precios económicos: siempre pagué entre 12-15R (en función del hambre que tuviera) por 2 platos y una botella de agua. Y de 20h a 22h hacían un 30% de descuento.
Aunque los empleados son realmente antipáticos; hay pocos platos disponibles; y la comida es muy básica. Entre mis elecciones habituales estaban la Sopa de Pollo, las Albóndigas de Carne con puré de patatas, o la Merluza. Un sitio recomendable para llenar el estómago si tu presupuesto es ajustado pero quieres evitar comer cada día en locales de fast food.
Vasilki
Esta cadena de restaurantes cuenta con una docena de locales en Minsk. A mí me pillaba cerca uno situado justo frente a la Sede de la KGB, y me encantó. El menú (en inglés) es muy amplio y está lleno de platos típicos de la gastronomía bielorrusa: Draniki (tortitas de patata); Kletski (una especie de tortellini, rellenos de carne o patata); Solyanka (una sopa elaborada con un montón de ingredientes, rematada con Smetana); Salchichas… Además las camareras van vestidas con ropa tradicional y son super amables. Y por un menú de 2 platos acompañados de una jarra de cerveza nunca pagué más de 25R. Mi opción preferida en Minsk, teniendo en cuenta la relación calidad-precio.
CONCLUSION
Minsk es un auténtico festival de arte soviético, aunque durante mis numerosos paseos por la ciudad hubo otros detalles que también me llamaron la atención. Sus calles están realmente limpias y cuidadas; los peatones esperan pacientemente a que se ponga el semáforo en verde aunque no pasen coches (por lo visto la Policía multa por igual a personas y vehículos); un ejército de máquinas y operarios se tiraba todo el día retirando nieve de las principales avenidas, dejándolas perfectamente transitables; y hay una sensación general de bonanza económica en comparación con Ucrania, el último país que había visitado (está claro que sale a cuenta ser amigo de Rusia).
En Minsk abundan los parques y algunos son muy bonitos. Pero mi visita se produjo en pleno invierno y no tenían ningún atractivo, con resbaladizos senderos cubiertos de hielo y nieve, árboles pelados y grupos de ruidosos cuervos como única fauna (no había ni siquiera ardillas). Por este motivo no les dedico ningún apartado en mi lista de lugares imprescindibles (salvo contadas excepciones siempre intento escribir de cosas que he tenido oportunidad de ver personalmente).
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