Coloridos mercados callejeros, miradores con espectaculares panorámicas de la ciudad y el teleférico más largo del mundo
La ciudad de Nuestra Señora de La Paz fue fundada en el año 1548 por Alonso de Mendoza, coincidiendo con el final de la rebelión liderada por Gonzalo Pizarro contra el rey de España (de ahí su nombre). Primero ocupó el asentamiento inca de Laja, y después se trasladó a la ubicación actual, en el cañón del río Choqueyapu, para explotar las minas de oro de la zona. El mineral se acabó, aunque La Paz ejerció un importante papel en la ruta comercial que transportaba la plata obtenida en las minas de Potosí rumbo a Lima. Y desde 1898 es la capital de Bolivia (la más alta del mundo, con sus 3.650m).
A pesar de todo, La Paz comparte protagonismo con otras dos ciudades: Sucre (la capital histórica, donde está la sede del poder judicial); y Santa Cruz (la más grande y auténtico motor económico del país). Estos son los 5 lugares que considero imprescindible visitar:
BASILICA DE SAN FRANCISCO
Es la iglesia más antigua de La Paz, construida el mismo año que se fundó la ciudad en honor a San Francisco de Asís. Aunque el templo original se derrumbó en 1612 a causa de una fuerte nevada, y el que se puede ver en la actualidad data de mediados del siglo XVIII (bueno, el campanario es de finales del XIX). La fachada es espectacular, de estilo Barroco-Mestizo, cubierta de relieves representando plantas, frutas tropicales y figuras indígenas. El interior es recomendable (prohibida la fotografía), pero durante mi visita la iglesia estaba cerrada y no pude regresar en otro momento.
En el claustro anexo se ubica el Museo San Francisco (20B), donde se exhiben pinturas y todo tipo de objetos religiosos. El recorrido se realiza con guía e incluye la subida al Campanario, con una panorámica genial de los alrededores; y la Cripta, donde se encuentra la tumba de Eduardo Avaroa, un héroe nacional que da nombre a la famosa reserva natural en el suroeste del país.
La basílica está situada en la Plaza San Francisco, el centro neurálgico de La Paz. Aquí abundan los mendigos, vendedores callejeros y todo tipo de buscavidas a la caza del turista despistado, así que hay que andarse con ojo.
Mientras caminaba desde mi hotel a la plaza pude apreciar algunos de los rasgos característicos de La Paz. El terreno es completamente irregular, con calles formando empinadas cuestas que dejan sin respiración (sobre todo los primeros días, cuando aún me estaba adaptando a la altura). El tráfico es horrible, con miles de vehículos antiguos soltando nubes de humo negro, y convirtiendo cruzar la calle en toda una aventura. Hay perros abandonados por todas partes, algunos de razas por las que la gente paga en Europa (vi hasta un Cocker Spaniel). Esto me ponía de los nervios, porque el peligro de ser atropellados por un vehículo era constante. Y es habitual cruzarse con limpiabotas (llamados “lustrabotas” en Bolivia). Muchos se cubren la cabeza con un pasamontañas para no ser reconocidos, ya que este trabajo se considera de baja calidad y quieren evitar el estigma social vinculado.
MERCADOS
El mercado más famoso de La Paz, y quizás su principal atracción, es el Mercado de las Brujas (o Mercado de Hechicería). Está situado en torno a la Calle Linares y se compone de una serie de tiendas (llamadas Chiflerías) donde es posible comprar todo tipo de amuletos y productos para realizar conjuros y rituales mágicos. Durante mi paseo pude ver misteriosas estatuillas de estilo prehispánico (o Huacos) representando animales (búhos, pumas, cóndores…); colgantes; plantas medicinales; esencias…
Aunque el producto que más sorprende son los fetos de llama disecados. Se conocen como Sullu y su aspecto es horrible, con la piel arrugada de color negro y las cuencas de los ojos vacías, colgando junto a la entrada de las tiendas. También hay crías de llama, que todavía conservan su pelaje. Antes se vendían otros animales (zorros, armadillos…), pero al tratarse de especies protegidas las autoridades de La Paz prohibieron esta práctica.
Se podría pensar que el Mercado de las Brujas es un montaje para atraer turistas, pero en Bolivia las creencias ancestrales aymaras conviven sin ningún problema con la religión cristiana, y se adora por igual a Dios y a la Pachamama (Madre Tierra). Según me explicó una Chiflera antes de construir una casa es práctica habitual enterrar un feto de llama bajo los cimientos, para traer buena suerte al futuro hogar. Los rituales (Challas) son llevados a cabo por un chamán (conocido como Yatiri), que cobra un dinero según la petición.
Eso sí, reconozco que me reí con las diferentes pócimas milagrosas. Había muchas destinadas a aumentar la potencia sexual, con nombres buenísimos como Vigorón o Erectol, y lemas como “5 al hilo” o “rompe catre”. Pero mi favorito era el Borrachoso, un producto que en teoría elimina las ganas de beber. En las Chiflerías también se puede comprar coca en todas las variantes posibles: hojas, infusiones, caramelos… Una visita imprescindible. Por cierto, es importante pedir permiso o entablar una pequeña conversación con las Chifleras antes de hacer fotos, para evitar problemas.
Otro mercado que recomiendo es el Mercado Negro. Un auténtico laberinto de puestos callejeros que venden infinidad de productos: ropa, menaje del hogar, herramientas… Yo estuve un buen rato paseando por la zona, rodeado de una atmósfera frenética, con vehículos intentando avanzar y gente por todas partes. La mayoría de puestos están gestionados por Cholas (o Cholitas). Son mujeres indígenas (de origen aymara o quechua) que visten ropa tradicional, con pollera (colorida falda de volantes) y sombrero; y llevan el pelo recogido en dos largas trenzas. En una parte del mercado había locales de comida con mesas, que ofrecían trucha, pejerrey, tripa (una especie de callos) o chicharrón de pollo (frito, estilo KFC). Todo a muy buen precio.
MIRADORES
La Paz está situada en un cañón rodeado de montañas y cuenta con buenos miradores que permiten disfrutar de vistas geniales. Mi preferido es el Parque del Montículo. Llegué tras una tremenda caminata en la que recorrí el Paseo del Prado y la Plaza Eduardo Avaroa, bajo un sol abrasador y sin estar todavía muy adaptado a la altura. El parque está muy descuidado, con basura por todas partes. Pero la panorámica de la ciudad es excelente, presidida por el Nevado Illimani, la montaña icónica de La Paz (6.460m). Y en la distancia la Muela del Diablo y los valles de la Luna y las Ánimas. Realmente fotogénico.
Otro mirador recomendable es el Mirador Laikakota, ubicado en la parte superior del Cerro Santa Bárbara, dentro del enorme Parque Urbano Central. Alcanzarlo no fue sencillo, porque me empeñé en atajar en vez de dar un rodeo para utilizar la entrada principal. Resultado: tras sortear una valla metálica colándome por un agujero y trepar por montones de escombros, tuve que dar media vuelta.
Encima cuando aparecí en la puerta, poco antes de las 17h, me dijeron que el parque estaba a punto de cerrar. Así que pagué el ticket de acceso (3,5B) y corrí hacia el mirador. Desde allí contemplé una imagen espectacular, con un mar de viviendas de color naranja al pie del Nevado Illimani. Mereció la pena el esfuerzo.
MI TELEFERICO
El teleférico de La Paz comenzó a funcionar en el año 2014, y con sus 3 primeras líneas ya se convirtió en el más largo del mundo, sumando un total de 10km. Pero es que en la actualidad cuenta con 10 líneas que conectan diferentes puntos del área metropolitana y totalizan nada menos que 30km de recorrido. El objetivo inicial era unir las ciudades de La Paz y El Alto, un trayecto complicado que genera atascos tremendos, elevados niveles de contaminación y pérdidas de tiempo. Aunque de rebote se ha convertido en una importante atracción turística, ya que ofrece unas vistas insuperables de la capital y sus alrededores.
Yo aproveché para utilizar Mi Teleférico cuando regresé de visitar Tiahuanaco. Unos lugareños pidieron que el autobús les dejara en el inicio de la Línea Azul (estación de Río Seco), y decidí bajarme con ellos para desde allí volver a mi hotel. Cada línea cuesta 3B y se viaja en cabinas con capacidad para 10 personas.
El trayecto de la Línea Azul duró 17 minutos y me encantó, sobrevolando las calles de El Alto. En una pude ver un desfile, con una orquesta de música y un montón de lugareños bailando. Una de las mujeres iba con vestido de novia de color blanco y sombrero gris. Sin duda se trataba de una boda aymara. También pasamos por encima del gigantesco Mercado 16 de Julio, con docenas de puestos cubiertos de lonas de colores. Y llegamos a la estación 16 de Julio, todavía en El Alto.
Para enlazar con la Línea Roja tuve que hacer una cola horrible, porque era domingo y los paceños estaban de paseo. Esto provocó que la cabina fuera llena de gente y me costó hacer fotos decentes. El trayecto duró 10 minutos y me dejó en la estación Central. De camino disfruté de una panorámica espectacular de la ciudad de La Paz, con las montañas de fondo (incluido el Nevado Illimani). Ya en tierra, llegar a mi hotel fue un agradable paseo cuesta abajo.
EL ALTO
Esta ciudad pertenece al área metropolitana de La Paz, y se encuentra unos kilómetros al oeste, al borde del cañón del río Choqueyapu. Es el primer lugar que visitan la mayoría de turistas que viajan a Bolivia, ya que aquí se encuentra el Aeropuerto Internacional, a 4.050m de altura. Y cuenta con varios atracciones:
*Mercado 16 de Julio: tiene lugar los jueves y domingos, y permite deambular durante horas entre puestos con todo tipo de productos a la venta. En El Alto también hay otro Mercado de las Brujas, por si con el de La Paz no has tenido suficiente.
*Mirador Jacha Apacheta: además de unas vistas únicas de La Paz, en este mirador hay un antiguo altar inca donde los Yatiris se reúnen para llevar a cabo diferentes rituales y ofrendas.
*Lucha de Cholitas: un espectáculo que comenzó en el año 2002, donde se enfrentan en un ring mujeres vestidas con ropa tradicional. Las cholitas vuelan y se hacen llaves pero, al igual que ocurre en el wrestling profesional, los golpes no son de verdad y es un teatro para entretener a los espectadores. Los combates se celebran los domingos a las 16.30h en El Alto. Yo no fui porque me coincidió con la visita a Tiahuanaco, pero puede estar divertido.
ALOJAMIENTO EN LA PAZ
En total estuve 6 noches en La Paz, y dormí siempre en el mismo lugar, que utilicé como base para mis excursiones por los alrededores:
Hotel Nuevo Sol – 150B/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; cama doble muy cómoda; lavabo privado con ducha de agua caliente; buena limpieza; ubicación impecable, en pleno centro de la ciudad; wifi perfecto; personal muy amable; precio; desayuno incluido.
*Puntos en contra: bastante ruido por la noche (vehículos, gente, perros…); el primer día me cobraron 50B extra por llegar a las 6h alegando que el check in era a las 12h (aunque al menos incluyó un desayuno).
Reservé las primeras dos noches a través de Booking, pagando 165B; y las siguientes directamente en el hotel. Fue todo un acierto, y cuando volvía después de un trekking de varios días me sentía como en casa.
COMIDA EN LA PAZ
En la capital hay una buena oferta gastronómica, desde locales con económicos menús hasta lujosos restaurantes. Aunque yo reconozco que no le saqué mucho partido.
Salteñería Mi Favorita
Las Salteñas son unas empanadillas típicas de Bolivia, rellenas de estofado de carne (normalmente ternera o pollo) con patatas y verduras. El nombre se debe a su creadora, la cocinera Juana Manuela Gorriti, que era originaria de la provincia de Salta (Argentina).
Para probarlas visité esta Salteñería situada en la Avenida 6 de agosto, donde llegué tras recorrer el Paseo del Prado. Allí me senté en una mesa del sencillo comedor y pedí una salteña de ternera y una de pollo. Tienen bastante caldo, así que para empezar hay que darles un pequeño bocado en un extremo y sorber el líquido. Me gustaron mucho, aunque la de ternera picaba bastante. Para rematar me tomé un batido de plátano. Precio: 22,5B.
Martinni Pizza
Ubicado a unas calles de mi hotel, es un restaurante de comida italiana donde cené durante mi primera noche en La Paz, y como me gustó repetí varias veces. El comedor es muy acogedor, con sus mesas y paredes forradas de pañuelos de papel triangulares donde los clientes dejan mensajes y dibujos curiosos. El cocinero es realmente simpático, y la atmósfera agradable, con predominio de familias paceñas. Yo probé varios platos (sopa, pizza, pasta…), con raciones abundantes y muy ricas. Y para beber, una jarra de zumo. Los precios alrededor de 45B, según lo que pidiera. Eso sí, en las mesas cercanas al horno de leña el calor era imposible, e intenté evitarlas siempre que pude.
CONCLUSION
La Paz no es ni mucho menos lo mejor de Bolivia, pero se trata de un lugar de paso casi obligado, donde te quedarás más o menos tiempo en función de tu adaptación a la altura. En el post incluyo los 5 lugares de La Paz que considero imprescindibles. Aunque como digo siempre, estas listas tienen un componente subjetivo importante, y están abiertas a debate. Habrá a quien no le atraiga la idea de conocer la Iglesia de San Francisco y prefiera visitar los Museos de la Calle Jaén, que no incluyo en mi lista. Todo es cuestión de gustos…
Nota: por falta de tiempo no pude visitar una serie de lugares situados en las afueras de La Paz, que hubiera comentado en otro post. Se trata de los siguientes: Valle de la Luna, Valle de las Ánimas, Muela del Diablo, Cañón de Palca y Chacaltaya. Otra vez será.
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