Templos milenarios, un antiguo palacio donde vivían los sultanes otomanos, y un gigantesco mercado cubierto con miles de tiendas
Ubicada en el estrecho del Bósforo, que separa Europa de Asia, Estambul es uno de los destinos turísticos más visitados del mundo. Fue fundada en el año 330 por Constantino el Grande, y recibió en su honor el nombre de Constantinopla. Aquí se ubicó la corte del Imperio Romano, y cuando una invasión de tribus bárbaras hizo caer Roma en el 476, continuó como capital del Imperio Bizantino, convirtiéndose en la urbe más importante y rica de Europa.
Sus enormes murallas lograron contener el asedio de los Árabes, pero irónicamente en el año 1204 los guerreros de la Cuarta Cruzada (también Cristianos) saquearon la ciudad, destruyendo innumerables obras de arte y asesinando a miles de habitantes. Constantinopla nunca se recuperó del golpe y en 1453 cayó ante el avance del Imperio Otomano. Con la creación de la República de Turquía se decidió cambiar el nombre a Estambul y trasladar la capital a Ankara. Hoy día Estambul es una gigantesca ciudad con más de 15 millones de habitantes y cuenta con infinidad de lugares de interés. Estos son los 10 que considero imprescindibles:
HAGIA SOPHIA
*Horario: 9h – 19h (lunes cerrado)
*Precio: 60L
*Fotografía: ok
La historia de Hagia Sophia (también conocida como Aya Sofya o Santa Sofía) es fascinante. Durante el siglo VI el Emperador Justiniano el Grande ordenó construir una monumental iglesia Ortodoxa para mostrar la grandeza de Constantinopla y rivalizar con el Templo de Salomón en Jerusalén. Durante muchos siglos fue la iglesia cristiana más grande del mundo, hasta que Mehmet II el Conquistador capturó la ciudad en el siglo XV y convirtió Hagia Sophia en una mezquita, cubriendo con yeso los mosaicos cristianos y añadiéndole 4 minaretes. Finalmente, en 1935, el Presidente Ataturk declaró el lugar un museo, dentro de su estrategia de establecer una república laica. Y así se mantuvo, hasta que en el año 2020 el Presidente Erdogan la reconvirtió en mezquita.
Para visitar Hagia Sophia, como en tantos otros monumentos asediados por el turismo de masas, mi consejo es que madrugues. Y si puedes compra con antelación un Museum Pass, porque las colas de las taquillas son importantes en determinados momentos del día (o épocas del año). Esto es lo más interesante:
1. Nave central: en mi caso tuvo premio acceder al templo justo cuando abrió sus puertas, y durante media hora disfruté del recinto con apenas un puñado de turistas, rodeado de leves murmullos y una atmósfera mágica. Me encantaron la enorme cúpula; los gigantescos medallones otomanos que cuelgan de las paredes, con los nombres de Allah; y el ábside, que tiene un mosaico de la Virgen con el Niño Jesús.
2. Galerías superiores: subiendo por una rampa se alcanza un piso que ofrece nuevas perspectivas de la nave central. A esta hora los grupos de turistas ya se habían hecho con el lugar, y me tocó convivir con ellos de la mejor forma posible.
3. Mosaicos: fueron elaborados entre los siglos IX y XIII. Me gustó mucho uno del piso superior (Deesis), con rostros llenos de detalles; y otro ubicado sobre la puerta de salida del templo, donde aparecen Constantino el Grande, la Virgen María y el Emperador Justiniano, con un colorido asombroso.
Cuando visité Hagia Sophia el interior estaba en restauración. Esto implicó encontrarme un lateral de la nave completamente cubierto de andamios que condicionaba mucho las fotos; paneles blancos por todas partes cortando el paso; y algunos mosaicos tapados o muy lejanos. En los alrededores de Hagia Sophia hay otros lugares de interés:
*Mausoleos: están pegados al edificio principal y contienen las tumbas de 5 Sultanes Otomanos junto a sus familiares. Se pueden visitar gratis y algunos tienen una decoración espectacular.
*Seven Hills Hotel: cuenta con un bar/restaurante en la terraza que ofrece la mejor panorámica de Hagia Sophia. Los precios son bastante caros pero merece la pena subir. Yo me tomé una cerveza Efes (32L), y me tiré hora y media disfrutando de la escena (mejor luz para la fotografía por la tarde). Incluido un momento inolvidable en que se escuchó la llamada a la oración desde las diferentes mezquitas de Sultanahmet. Eso sí, durante mi visita soplaba un viento helado; y el paso constante de gaviotas entraña peligros (¡una se me cagó encima del móvil!).
HAMAM
*Horario: en función del local
*Precio: 30L + 25L (incluyendo baño exfoliante y masaje)
*Fotografía: ok
Si viajas a Estambul tienes que visitar un Hamam o Baño Turco, una auténtica tradición en el mundo árabe. Tienes dos opciones:
1. Hamams de lujo: están ubicados en edificios históricos y orientados al turismo. Se trata de recintos espectaculares donde los empleados hablan inglés y no tendrás problema en comunicarte. Pero a cambio los precios son elevados y estarás rodeado de otros turistas. Los Hamams más lujosos se encuentran en la zona de Sultanahmet.
2. Hamams populares: situados en edificios normalitos, donde el inglés brilla por su ausencia y cuesta orientarse. Aunque los precios son muy económicos y a tu alrededor solo verás lugareños, con una atmósfera mucho más auténtica. Yo opté por esta segunda opción y la verdad es que me encantó.
El local elegido fue Mihrimah Sultan Hamami, recomendado por mi guía de viajes. Además Mustafa (el encargado de la recepción de mi hotel) me confirmó que era un buen sitio.
Es complicado llegar en tranvía o metro, así que utilizé el autobús. Para ello caminé hasta la Terminal de Eminönü, donde me encontré un auténtico caos, con docenas de vehículos moviéndose en todas direcciones y oleadas de gente. Pero la suerte me sonrió, porque pregunté a un hombre y resultó ser el conductor de un autobús que paraba cerca del Hamam (el 37E). Así que le seguí, ocupé un asiento, y me bajé en la parada de Edirnekapi (el vehículo tenía una pantalla donde las anunciaban). Para volver a Eminönü utilicé el 910, aunque este autobús dio un pequeño rodeo por Karaköy. Te recomiendo combinar el Hamam con la visita al Museo Chora, que se encuentra a escasos metros.
Una vez en el Hamam los empleados no hablaban inglés, pero me trataron genial y me hicieron sentir muy a gusto. Estos fueron los pasos:
1. Me dieron unas chanclas y dejé mi calzado en una pequeña taquilla junto a la entrada.
2. Subí a una zona de habitaciones en el primer piso, donde dejé el resto de mi ropa; y me vestí únicamente con un pareo llamado Pestemal. La habitación quedó cerrada con llave.
3. A continuación entré en una sala templada con pilas donde había dos grifos (agua fría y caliente). Allí me senté un rato, tirándome agua por encima con un recipiente.
4. Después accedí a una sauna húmeda donde me dediqué a sudar. Y cuando ya no podía más regresé a la sala templada para refrescarme con agua.
5. A continuación solicité con gestos los servicios de un empleado. Estos consistieron en un baño exfoliante (con un guante áspero que me quitó un centímetro de piel); y un masaje de aceite. Aunque lo de masaje es un decir. El empleado era un lugareño entrado en carnes que hizo crujir hasta el último hueso de mi cuerpo, a veces de forma brusca (así es este tipo de masaje). Y cuando acabó me dio la mano en plan «no era nada personal». Eso sí, te deja como nuevo, y en el autobús de regreso al hotel me quedaba dormido.
6. Tras el masaje, ducha de agua tibia con una pastilla de jabón para limpiar la zona tapada por el pareo (en un compartimento privado).
7. Por último salí al vestíbulo del Hamam, donde me senté en un sofá a tomar té, con un pareo seco y dos toallas calientes cubriéndome el cuerpo y la cabeza. Allí charlé unos minutos con el único turista que había (un Indio) y decidí volver a mi alojamiento.
En definitiva, visitar un Hamam es una experiencia muy interesante. En qué formato la vivas (lujo o realismo) dependerá de tu presupuesto y de las ganas que tengas de integrarte con los habitantes de Estambul.
PLAZA SULTANAHMET
Es el epicentro de Estambul. Una plaza siempre llena de gente, tanto viajeros como lugareños, donde se pueden ver los típicos carritos de color rojo que venden Simit (rosquillas), mazorcas de maíz y castañas asadas; gatos callejeros deambulando; y la tumba del Sultán Ahmet que da nombre a la plaza (entrada gratuita). El mejor momento para visitarla es abril, durante el Festival del Tulipán, cuando los jardines se llenan de tulipanes de todos los colores posibles: amarillo, rojo, azul… Esta flor es el símbolo de Estambul y se dice que los holandeses las importaron de aquí.
Desde la Plaza Sultanahmet hay panorámicas excelentes de Hagia Sophia (mejor luz para la fotografía por la tarde) y la Mezquita Azul (mejor por la mañana). De noche ambos monumentos se iluminan y la imagen es memorable.
PALACIO DE TOPKAPI
*Horario: 9h – 19h (martes cerrado)
*Precio: 60L + 35L (incluyendo el Harem)
*Fotografía: ok, excepto en una parte del Tercer Patio que alberga objetos sagrados vinculados a Mahoma.
Este es el palacio que Mehmet II el Conquistador ordenó construir unos años después de derrotar a los Bizantinos y hacerse con el control de Constantinopla. Y donde vivieron los sultanes del Imperio Otomano durante más de 400 años, rodeados de lujo y opulencia. Con el paso del tiempo se realizaron diferentes reformas y ampliaciones para adecuar el lugar al gusto de cada gobernante. En su época de máximo esplendor aquí residían miles de personas, entre miembros de la corte, soldados y trabajadores. Y las intrigas se sucedían alrededor del sultán, que permanecía aislado del mundo exterior.
Topkapi es un lugar muy visitado y pondrá a prueba tu paciencia. Con lo cual, para evitar las hordas de turistas hay que poner en práctica los mismos consejos de Hagia Sofia. Yo me planté en la entrada unos minutos antes de las 9h, y mientras había gente que esperaba a que abrieran las taquillas yo pude utilizar mi Museum Pass y comenzar a explorar el recinto.
Topkapi está compuesto por diferentes edificios y pabellones repartidos entre 4 patios. Esto fue lo más destacado de mi visita:
1. Segundo Patio: se entra por la puerta conocida como Middle Gate. Aquí me gustó mucho la Cámara del Consejo Imperial. Si vas con el tiempo justo puedes evitar la zona de las Cocinas, que no es nada del otro mundo.
2. Harem: se accede desde el Segundo Patio. En esta sección del palacio vivían la familia del sultán y sus muchas concubinas, custodiadas por eunucos. Solo se puede visitar una pequeña parte, y cuesta hacerse una idea del conjunto. Pero hay estancias espectaculares, como la Sala Privada de Murat III, o la que pertenecía a la Madre del Sultán, con coloridos azulejos, inscripciones caligráficas y frescos.
3. Tercer Patio: durante mi visita buena parte estaba cerrada por obras de restauración (incluidas las famosas Salas del Tesoro Imperial), así que no había mucho que ver.
4. Cuarto Patio: tiene pabellones lujosamente decorados, como el Baghdad Kiosk o la Sala de Circuncisión, con sus paredes forradas de azulejos.
5. Marble Terrace: ofrece muy buenas vistas del Cuerno de Oro y el Estrecho del Bósforo.
Mi estrategia consistió en correr directo a las salas del Harem y visité esa zona casi en solitario, con una tranquilidad total. Un par de horas más tarde el palacio estaba lleno de grupos de turistas. Además, parecía que todos los colegios de Estambul se habían puesto de acuerdo para visitar Topkapi al mismo tiempo. Así que durante el tramo final de la visita caminé rodeado de gritos y chinos haciéndose selfies.
GRAN BAZAR
*Horario: 9h – 19h (domingo cerrado)
*Precio: gratis
*Fotografía: ok
El Gran Bazar comenzó a funcionar durante el siglo XV, en tiempos de Mehmet II el Conquistador. Y con el paso de los años fue creciendo hasta convertirse en lo que es ahora: uno de los mercados cubiertos más grandes del mundo, donde operan miles de tiendas (se calcula que hay más de 4mil). Perderte por su laberinto de callejuelas es toda una aventura, incluso si no te gusta ir de compras (como es mi caso), paseando junto a arcos y columnas; cafés con encanto; y vendedores que charlan animadamente mientras fuman o toman té.
En las tiendas vi objetos realmente interesantes: lámparas de colores; piezas de cerámica; telas lujosas; juegos de ajedrez; utensilios de plata… La verdad es que me esperaba un asedio constante por parte de los vendedores, y la sorpresa fue encontrarme con un ambiente relajado. Como mucho, si me acercaba a alguna tienda el vendedor me preguntaba educadamente si me interesaba algo, pero sin hacerse pesado. Por cierto, hay varias tiendas de lámparas que exhiben carteles prohibiendo hacer fotos (son las más buscadas por los turistas), pero en la práctica no tuve ningún problema.
Explorar el Gran Bazar requiere un mínimo de organización. Yo seguí una ruta recomendada por mi guía de viajes, cruzando el recinto de este a oeste, y creo que me permitió ver lo más importante. Comencé cerca de la parada de tranvía de Cemberlitas y acabé frente a la de Beyacit. Eso sí, no te obsesiones con el recorrido y desvíate todo lo que puedas para descubrir rincones fotogénicos. Te recomiendo especialmente la Calle Halicilar y el Zincirli Han (un caravanserai situado al noreste).
MEZQUITA AZUL
*Horario: 8.30h – 18h (excepto durante las diferentes oraciones del día)
*Precio: gratis
*Fotografía: ok
La Mezquita Azul (o de Sultanahmet) fue construida a principios del siglo XVII por el Sultán Ahmet I. Aunque los visitantes extranjeros pronto comenzaron a referirse a ella como la Mezquita Azul, por el color de los azulejos de Iznik que recubren buena parte de su interior. Cuenta la leyenda que sus 6 minaretes son fruto de un malentendido: el Sultán encargó minaretes de oro (altin minare) y el arquitecto entendió “seis minaretes” (alti minare). Esto provocó un grave problema, ya que la única mezquita que tenía 6 minaretes era la de Mahoma en la Meca y suponía toda una ofensa. Así que el Sultán tuvo que encargar un séptimo minarete para la Meca.
El exterior de la mezquita es impresionante. Una de las imágenes clásicas de Estambul, aunque durante mi visita uno de los minaretes estaba cubierto de andamios. Las mejores panorámicas se contemplan desde la plaza Sultanahmet o el ferry que lleva a Kadiköy.
La decepción llegó cuando accedí al interior del templo. El patio tenía dos de sus cuatro muros tapados con feas lonas; y la parte central de la nave estaba ocupada por unos andamios que ocultaban la cúpula por completo. Apenas había dos pasillos donde se podían ver los famosos azulejos, y yo diría que no eran los mejores ejemplos. Así que en apenas 10 minutos ya había acabado la visita. ¡Menos mal que es gratis!
Nota: los turistas acceden a la mezquita por una puerta especial; hay que descalzarse (en la entrada hay bolsas de plástico para meter el calzado y llevarlo contigo); nada de pantalones cortos; y las mujeres deben cubrirse cabeza y hombros con un pañuelo (también los facilitan en la entrada).
PUENTE GALATA
Conecta los barrios de Eminönü y Karaköy. No es especialmente bonito, pero cuando se acerca la puesta de sol el lugar adquiere una magia especial. Centenares de gaviotas acuden en busca de comida; hileras de pescadores prueban suerte con sus cañas; y el cielo se tiñe de naranja, tan solo interrumpido por las siluetas de las mezquitas que comienzan a iluminarse.
Al caer la noche nada mejor que bajar al nivel inferior del puente, donde hay un montón de restaurantes de pescado y marisco ideales para llenar el estómago. En principio no tenía pensado entrar, porque algunos son muy elegantes y me esperaba precios abusivos. Pero entre ellos también hay locales modestos y acabé sentado en una terraza donde pedí un bocadillo de pescado (muy típico entre los lugareños), una Fanta, té y un pastelillo llamado Helva (parecido al turrón). Todo por tan solo 20L (¡poco más de 3 euros!).
Allí me tiré un buen rato, sentado a escasos metros de las aguas del Cuerno de Oro, contemplando la Nueva Mezquita cubierta de luces, los puentes, y el ajetreo de los ferries. Un escenario de postal que en muchas otras partes del mundo no me hubiera podido permitir.
TORRE GALATA
*Horario: 9 – 20.30h
*Precio: 35L
*Fotografía: ok
Se trata de una torre cilíndrica construida en el siglo VI, en tiempos del Imperio Bizantino, para actuar como faro de la ciudad. Inicialmente estaba hecha de madera, pero tras ser arrasada durante la Cuarta Cruzada los genoveses la reconstruyeron en piedra y la llamaron Torre de Jesús. Actualmente se eleva por encima del resto de edificios en la orilla norte del Cuerno de Oro. Y su balcón de observación ofrece una de las mejores vistas de Estambul.
Yo subí por la tarde y me tocó aguantar una cola importante, con una espera de más de media hora, pero la panorámica compensó con creces. Ante mí se extendían el Cuerno de Oro, el Estrecho del Bósforo, y un montón de monumentos conocidos: Topkapi, Hagia Sofia, la Mezquita Azul, el Puente Galata… Además de un bosque de torres y minaretes. Y agradecí que, a pesar de haber mucha gente, nadie me presionó y pude estar todo el tiempo que quise disfrutando del paisaje.
Las mejores fotos panorámicas de la torre se obtienen desde el muelle de Eminonü y el Puente Galata. Y si quieres primeros planos te recomiendo la calle que hay frente a la entrada. Por la tarde la luz es perfecta; y cuando oscurece la torre se ilumina con bombillas azules, creando un efecto mágico.
MUSEO CHORA
*Horario: 9h – 16.30h (miércoles cerrado)
*Precio: 45L
*Fotografía: ok
Chora (o Kariye) es una antigua iglesia Bizantina, y la mayor parte de lo que se conserva en la actualidad data del siglo XIV, cuando reinaba el Emperador Andronikos II. Hoy día Chora es oficialmente un museo y el exterior no tiene ningún interés. Pero si en Hagia Sophia te quedaste con ganas de ver más mosaicos bizantinos, aquí los vas a encontrar a docenas. Principalmente representan escenas de la vida de Jesús y la Virgen María, y hay algunos con un grado de detalle magistral, cubriendo la mayor parte de los muros de la iglesia.
Fue una visita genial y estuve más de una hora paseando por el Museo con total libertad, descubriendo nuevos detalles en cada rincón. Una pena que había una nave anexa cerrada por obras de restauración (el Parecclesion, decorada con espectaculares frescos), además de algunos mosaicos tapados, pero aun así mereció la pena. En el Museo me crucé con varios turistas, pero ni mucho menos las multitudes que invaden la zona de Sultanahmet.
El Museo Chora está alejado del centro, pero la ruta para llegar es una atracción en sí misma. Estas fueron las etapas:
1. Tranvía hasta la estación de Karaköy.
2. Ferry a Ayvansaray: desde Karaköy caminé unos metros hacia el muelle y encontré el embarcadero de la compañía Sehir Hatlari, incluido en la ruta de la línea de ferry que recorre el Cuerno de Oro desde Üsküdar hasta Eyüp. Tras un rato esperando en una sala (la frecuencia es cada hora más o menos) subí a la embarcación, y me ubiqué en la cubierta superior. El trayecto dura unos 20 minutos y acaba en el muelle de Ayvansaray. De camino pude contemplar muy buenas vistas de la Mezquita Süleymaniye y otros edificios destacados. Todo por tan solo 2,60L (gracias a mi Istanbulkart).
3. Paseo hasta Chora: de camino vi los últimos restos de las Murallas de Constantinopla, construidas por orden de Theodosius II durante el siglo V para proteger la ciudad de ataques exteriores (principalmente de las tropas de Atila). Fueron las más grandes y resistentes de la época, y hoy día continúan siendo una estructura imponente. Junto a las murallas se puede ver el Palacio de Constantino, magníficamente restaurado. La verdad es que me encantó el ambiente de la zona, muy distinto al de Sultanahmet, con gallinas sueltas por las calles; ropa tendida; niños jugando; casas en ruinas; balcones de madera…
CISTERNA DE LA BASÍLICA
*Horario: 9h – 18.30h
*Precio: 20L
*Fotografía: ok
Se trata de una gigantesca cisterna de agua subterránea construida en el siglo VI, durante el reinado del Emperador Justiniano, para abastecer las necesidades del Gran Palacio de Bizancio (del que hoy día queda bien poco). Se llama así porque está ubicada en el lugar donde había una basílica. El agua era transportada desde los alrededores del Mar Negro mediante un acueducto, hasta que el palacio fue abandonado por los monarcas bizantinos, y la cisterna permaneció oculta durante siglos. Esto es lo más destacado:
1. Columnas: para aguantar el techo los constructores utilizaron centenares, muchas de ellas procedentes de otros edificios de la zona. De ahí que tengan diferentes formas y estilos. La imagen del conjunto es espectacular, y hay rincones con buena iluminación que permiten conseguir fotos geniales.
2. Cabezas de Medusa: el camino que cruza el recinto acaba al lado de dos columnas que tienen como base dos cabezas de Medusa (el ser mitológico que convertía en piedra a quien le miraba). Son de una calidad excepcional y con toda seguridad decoraban algún templo cercano.
Si visitas la cisterna a primera hora podrás explorarla con muy poca gente y vivirás una experiencia fascinante, caminando casi a oscuras entre inmensos pilares, con el único sonido de las gotas de agua que se filtran a través del techo. Más tarde aparecen los grupos de turistas, hablando a gritos y sin parar de hacer fotos con flash, y la atmósfera cambia por completo.
ALOJAMIENTO EN ESTAMBUL
En total pasé 9 noches en el mismo sitio:
Yeni Hotel – 25€/Noche
*Puntos a favor: habitación espaciosa; buena limpieza; ubicación inmejorable, en pleno centro del barrio de Sultanahmet; tranquilidad total por la noche (excepto en un par de ocasiones, por culpa de los vecinos); wifi rápido; familia encargada de la recepción muy amable (sobre todo Mustafa); precio (teniendo en cuenta las tarifas de Estambul).
*Puntos en contra: cama individual; colchón muy incómodo; baño compartido, estilo turco (aunque la habitación tenía un pequeño lavabo).
Reservé este alojamiento desde casa a través de Booking y acabé bastante satisfecho. Aunque más tarde comprendí que había hecho el tonto, porque reservé la totalidad de la estancia y lo más inteligente hubiera sido asegurar solo un par de noches y el resto negociarlas directamente en la recepción. Mustafa me dijo que el ahorro habría sido considerable. En fin, de todo se aprende.
El hotel cuenta con un restaurante anexo para desayunar (no incluido en el precio) o comer durante el día. Yo lo utilicé una vez y no estuvo mal. También ofrece servicio de transporte al aeropuerto por 10 euros.
CONCLUSIÓN
Estambul es una ciudad inabarcable. Yo estuve 9 días completos y aun así me faltaron lugares por visitar, como el colorido barrio de Balat. Además temía encontrarme con un casco urbano caótico, pero abundan las zonas verdes y es fácil dar con rincones tranquilos.
En función de tus gustos, valora la posibilidad de comprar un Museum Pass. Es una tarjeta que te permite acceder a 12 atracciones turísticas de Estambul, algunas de las cuales se incluyen en mi lista de imprescindibles (Topkapi Palace, Hagia Sophia…). Ofrece 2 ventajas: un descuento sobre el precio individual de todas las visitas (cuantas más tengas pensado ver, más te ahorras); y la comodidad de no tener que hacer colas en las taquillas para comprar cada billete (pueden llegar a ser kilométricas). El Museum Pass cuesta 185L y es válido para 5 días a partir de la primera visita. Yo lo compré en la taquilla de los Museos Arqueológicos y acabé visitando 4 de las 12 atracciones incluidas, con un ahorro total de 45L.
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Comentarios
6 ComentariosJOSE MIGUEL JARAMILLO JARAMILLO
Feb 13, 2023Andreu……………
GRACIAS y FELICITACIONES por tu excelnete RELATO.
Me servirá mucho para mi próximo viaje
SALUDO especial desde COLOMBIA
Ganas De Mundo
Mar 2, 2023Hola, gracias a ti por el comentario! Espero que el post te sirva de ayuda y disfrutes mucho esa ciudad tan llena de magia. Un abrazo!
Monica Chaile
Dic 14, 2019Hola! Me encantó tu relato. Gracias!
Ganas De Mundo
Dic 14, 2019Gracias a ti Mónica! Me alegro de haberte podido servir de ayuda. Un abrazo!
Guillermo Molina Beltrán
Abr 15, 2019Impresionante tu viaje!! En próximos viajes te leeré antes de ir! ?♂️?? Qué pasada de artículo! Está genial ?
Tendré que regresar a Estambul, creo que ahora después de haber leído tu viaje, disfrutaría más de la ciudad.
Un abrazo!
Ganas De Mundo
Abr 18, 2019Muchas gracias por el comentario! Me alegra que te haya gustado el post! Mañana subiré la segunda parte de Estambul, porque solo 10 sitios se quedan cortos. Es una ciudad increíble, y después de pasar 9 días en ella todavía me faltaban cosas que ver. Una pena no haber podido coincidir! Un abrazo!